No he venido a abolir, sino a cumplir la Ley y los profetas
- 09 Junio 2021
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Efrén, Santo
Memoria Litúrgica, 9 de junio
Diácono y Doctor de la Iglesia
Martirologio Romano: San Efrén, diácono y Doctor de la Iglesia, que primero ejerció en Nísibe, su patria, el ministerio de la predicación y la enseñanza de la doctrina, y más tarde, al invadir Nísibe los persas, se trasladó a Edesa, en Osroene, donde inició una escuela teológica con los discípulos que le habían seguido, en la que ejerció su ministerio con la palabra y los escritos. Fue célebre por su austeridad de vida y la riqueza de su doctrina, y por los exquisitos himnos que también compuso mereció ser llamado "cítara del Espíritu Santo" († 373).
Breve Biografía
Poco es lo que sabemos de la vida de San Efrén. Nació en Nisibi, en la Mesopotamia septentrional a comienzos del siglo IV, probablemente en el 306. Por lo tanto, tenía siete años cuando Constantino promulgó el edicto de Milán. Pero parece que Efrén no pudo gozar de la libertad de culto en el seno de la propia familia, porque el padre era sacerdote pagano y no estaba de acuerdo con la formación cristiana que la piadosa madre quería impartirle.
A Los 18 años recibió el bautismo y vivió del propio trabajo, en Edesa, como empleado en un baño público. En el 338 Nisibi fue atacada por Los Persas, y Efrén acudió en su ayuda.
Cuando Nisibi cayó en mano de Los Persas, Efrén, que ya era diácono, se estableció definitivamente en Edesa en el 365, y allí dirigió una escuela. Allí murió el 9 de junio del 373. Benedicto XV lo declaró doctor de la Iglesia en 1920. La tradición nos lo recuerda como un hombre austero. No conocía el griego y probablemente esta era la razón por la cual no encontramos en su obra literaria ese influjo teológico contemporáneo, caracterizado por Las controversias trinitarias. Él es el transmisor genuino de la doctrina cristiana antigua.
El medio usado por San Efrén para la divulgación de la verdad cristiana es sobre todo la poesía, por lo cual con razón se lo ha definido “la cítara (o el arpa) del Espíritu Santo”.
En su época se estaba organizando el canto religioso “alternado” en Las iglesias. Los iniciadores fueron San Ambrosio en Milán y Diodoro en Antioquía. El diácono de Nisibi, en Las fronteras de la cristiandad y del mundo romano, compuso en la lengua nativa poesías de contenido didáctico o exhortativo, y propias para adaptarlas al canto colectivo. El carácter popular de sus poesias hizo que pronto se difundieran muchísimo. Gracias también a las cuidadosas traducciones en griego, pronto pasaron de Siria al Oriente mediterráneo.
Efrén no escribía para buscar éxitos literarios; él se servía de la poesía como un excelente medio pastoral. Hasta en las homilías y en los sermones usaba este medio como captación y seducción del espíritu. El profundo conocimiento de la Sagrada Escritura le ofrecía a su rica vena poética el elemento más original para penetrar en los misterios de la verdad y sacar útiles enseñanzas para el pueblo de Dios. Efrén es también el poeta de la Virgen, a la que dirigió 20 himnos y a quien se dirigía con expresiones de tierna devoción. El llamaba a María “más resplandeciente que el sol, conciliadora del cielo y de la tierra, paz, alegría y salud del mundo, corona de las vírgenes, toda pura, inmaculada, incorrupta, beatísima, inviolada, venerable, honorable...”.
A continuación compartimos uno oración mariana compuesta por San Efrén:
Mi santísima Señora,
Madre de Dios,
llena de gracia,
tú eres la gloria de nuestra naturaleza,
el canal de todos los bienes,
la reina de todas las cosas después de la Trinidad...,
la mediadora del mundo después del Mediador;
tú eres el puente misterioso que une la tierra con el cielo,
la llave que nos abre las puertas del paraíso,
nuestra abogada,
nuestra mediadora.
Mira mi fe,
mira mis piadosos anhelos y acuérdate de tu misericordia y de tu poder.
Madre de Aquel que es el único misericordioso y bueno,
acoge mi alma en mi miseria y,
por tu mediación, hazla digna de estar un día a la diestra de tu único Hijo.
Amén
Santo Evangelio según san Mateo 5,17-19. Miércoles X del Tiempo Ordinario.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
«Nada tan suave para ser cantado, nada tan grato para ser oído, nada tan dulce para ser pensado como Jesús, el Hijo del Altísimo. Tú que eres esperanza del que sufre, Tú que eres tierno con el que te ruega, Tú que eres bueno con el que te busca: ¿Qué no serás con el que al fin te encuentra? (…)» (San Bernardo) Me acerco a tu presencia y contemplo el gran misterio, Señor. Gracias por permitirme estar estos minutos contigo. Llena mi corazón con tu amor, pues sólo Tú eres capaz de llenarlo.
Evangelio del día (para orientar tu meditación) Del santo Evangelio según san Mateo 5,17-19
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “No crean que he venido a abolir la ley o los profetas; no he venido a abolirlos, sino a darles plenitud. Yo les aseguro que antes se acabarán el cielo y la tierra, que deje de cumplirse hasta la más pequeña letra o coma de la ley.
Por lo tanto, el que quebrante uno de estos preceptos menores y enseñe eso a los hombres, será el menor en el Reino de los cielos; pero el que los cumpla y los enseñe, será grande en el Reino de los cielos”. Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
¿Quién es la plenitud de la ley? ¿Qué es lo que le da sentido a nuestro cumplimiento de los mandamientos? Jesús mismo es quien da el sentido a nuestras vidas. Él es que da sentido a nuestro cumplimiento. Podemos acostumbrarnos a escuchar frases como «Jesús derramó su sangre, Él lo dio todo por amor…», pero si por un momento lo tomásemos en serio, creo que tocaría profundamente nuestras vidas. Pensemos, por ejemplo, en alguna persona que haya marcado profundamente nuestras vidas. Si nos pidiese algo, lo que fuese, aunque fuera lo más difícil, creo que nos esforzaríamos por hacerlo del mejor modo posible.
Y he ahí el ideal. Cristo da la vida por cada persona. Da la vida por cada uno de nosotros y nos mira y nos dice: «Al menos tú». Cristo es el que da la plenitud a la ley porque pone el amor, porque pone el sentido. No tenemos un Dios distante que nos hace cargar con grandes cargas y mandamientos difíciles. Es un Dios que va a nuestro lado, que toma nuestro yugo, que cruza la puerta estrecha con nosotros, en fin, que nos hace la carga ligera. Es un Dios que nos hace ver que vale la pena amar aunque duela, pues Él mismo dio su vida por cada uno de nosotros.
Pensemos en lo que tiene que pasar una madre de familia. Las desveladas, los días de trabajo intenso, las idas y venidas… y todo por uno de sus hijos. Si le faltase el amor creo que no aguantaría mucho, pero el amor hace a las madres ir hasta el extremo del amor. Y es verdad que la vida del cristiano no es fácil, es verdad que hay que entrar por la puerta estrecha, es verdad que hay que negarnos a nosotros, que hay que tomar la cruz… en fin, todo eso es verdad. Pero también es verdad que el amor todo lo puede. Y es verdad que al final del camino no nos arrepentiremos.
«Jesús revoluciona y sacude fuertemente aquella mentalidad cerrada por el miedo y recluida en los prejuicios. Él, sin embargo, no deroga la Ley de Moisés, sino que la lleva a plenitud, declarando, por ejemplo, la ineficacia contraproducente de la ley del talión; declarando que Dios no se complace en la observancia del Sábado que desprecia al hombre y lo condena; o cuando ante la mujer pecadora, no la condena, sino que la salva de la intransigencia de aquellos que estaban ya preparados para lapidarla sin piedad, pretendiendo aplicar la Ley de Moisés».
(Homilía de S.S. Francisco, 15 de febrero de 2015).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
?Hoy, Jesús, no me voy a quejar por nada ni de nadie. Si me viene cualquier pensamiento negativo haré una pequeña oración y daré una sencilla sonrisa.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
¿Por qué hacen eso los Católicos?
Los Apóstoles y los primeros discípulos de Cristo al ir fundando comunidades cristianas fueron adaptando elementos de las culturas donde iban evangelizando
Los Apóstoles y los primeros discípulos de Cristo al ir fundando comunidades cristianas fueron adaptando elementos de las culturas donde iban evangelizando. Ejemplo de esto son los Ritos Litúrgicos (o sea la forma particular y propia como celebramos la Eucaristía y todos los actos litúrgicos). Si vamos a la India (Rito Sirio Malabancar & Rito Sirio Malabar) y a Egipto (Rito Cóptico) varemos que celebran la Eucaristía de formas distintas.
Inclinar la rodilla
La genuflexión es un gesto por medio del cual los fieles cristianos adoran a Jesucristo presente en las especies eucarísticas (el pan y el vino consagrados). En la iglesia latina, este gesto consiste en flectar o doblar brevemente la rodilla derecha hasta el suelo, con el torso erguido, al pasar por frente del sagrario cuando el Santísimo Sacramento está reservado, o al entrar a una iglesia si el sagrario es inmediatamente visible.
Adicionalmente, en las acciones litúrgicas como el rezo de Vísperas, la genuflexión se hace también ante el Crucifijo. “Al nombre de Jesús, se doble toda rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos, y toda lengua proclame para gloria de Dios Padre:«Jesucristo es el Señor»” (Fil. 2, 10-11). “Porque está escrito: Juro que toda rodilla se doblará ante mí y toda lengua dará gloria a Dios, dice el Señor. Por lo tanto, cada uno de nosotros tendrá que rendir cuenta de sí mismo a Dios” (Rm. 14, 11).
Miércoles de Ceniza: el inicio de la Cuaresma
La imposición de las cenizas nos recuerda que nuestra vida en la tierra es pasajera y que nuestra vida definitiva se encuentra en el Cielo. Las palabras que se usan para la imposición de cenizas son: “recuerda que polvo eres y al polvo has de volver"; “arrepiéntete y cree en el Evangelio”; y “concédenos, Señor, el perdón y haznos pasar del pecado a la gracia y de la muerte a la vida”.
Antiguamente los judíos acostumbraban cubrirse de ceniza cuando hacían algún sacrificio y los ninivitas también usaban la ceniza como signo de su deseo de conversión de su mala vida a una vida con Dios.
En los primeros siglos de la Iglesia, las personas que querían recibir el Sacramento de la Reconciliación el Jueves Santo, se ponían ceniza en la cabeza y se presentaban ante la comunidad vestidos con un "hábito penitencial". Esto representaba su voluntad de convertirse.
En el año 384 d.C., la Cuaresma adquirió un sentido penitencial para todos los cristianos y desde el siglo XI, la Iglesia de Roma acostumbra poner las cenizas al iniciar los 40 días de penitencia y conversión.
Las cenizas que se utilizan se obtienen quemando las palmas usadas el Domingo de Ramos de año anterior. Esto nos recuerda que lo que fue signo de gloria pronto se reduce a nada.
También, fue usado el período de Cuaresma para preparar a los que iban a recibir el Bautismo la noche de Pascua, imitando a Cristo con sus 40 días de ayuno.
La imposición de ceniza es una costumbre que nos recuerda que algún día vamos a morir y que nuestro cuerpo se va a convertir en polvo. Nos enseña que todo lo material que tengamos aquí se acaba. En cambio, todo el bien que tengamos en nuestra alma nos lo vamos a llevar a la eternidad. Al final de nuestra vida, sólo nos llevaremos aquello que hayamos hecho por Dios y por nuestros hermanos los hombres.
Cuando el sacerdote nos pone la ceniza, debemos tener una actitud de querer mejorar, de querer tener amistad con Dios. La ceniza se le impone a los niños y a los adultos.
El saludo de la paz
El Misal describe así el gesto de la paz: Los fieles "imploran la paz y la unidad para la Iglesia y para toda la familia humana, y se expresan mutuamente la caridad, antes de participar de un mismo pan" (IGMR 56b). Hay que recordar que se trata de la paz de Cristo. "Mi paz os dejo, mi paz os doy". El saludo y el don del Señor que se comunica a los suyos en la Eucaristía. No una paz que conquistemos nosotros con nuestro esfuerzo, sino que nos concede el Señor.
Es un gesto de fraternidad cristiana y eucarística. Un gesto que nos hacemos unos a otros antes de atrevernos a acudir a la comunión. Porque para recibir a Cristo nos debemos sentir hermanos y aceptarnos los unos a los otros. Todos somos miembros del mismo Cuerpo, la Iglesia de Cristo. Todos estamos invitados a la misma mesa eucarística. Darnos la paz es un gesto profundamente religioso, además de humano. Está motivado por la fe más que por la amistad: reconocemos a Cristo en el hermano al igual que lo reconocemos en el pan y el vino.
Amén
La palabra "amén" significa "que así sea", esto implica un compromiso serio, y un compromiso bien serio. El Padre Nuestro es la oración perfecta por excelencia porque tiene 7 peticiones. El número 7 es sinónimo de plenitud y perfección en la Biblia. Cada vez que rezamos en el "Padre Nuestro" (o cualquier otra oración) y termínanos con la palabra amén le estamos pidiendo a Dios que lo que dice e implica esa oración se haga realidad en cada aspecto de nuestra vida.
La palabra "amén" la encontramos por primera vez en el Primer Libro de las Crónicas. "¡Den gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterno su amor! Díganle: ‘¡Sálvanos, Dios de nuestra salvación!
Congréganos y líbranos de las naciones, para que demos gracias a tu santo Nombre y nos gloriemos en tu alabanza’. ¡Bendito sea el Señor, el Dios de Israel, desde siempre y para siempre!”. Y todo el pueblo respondió: “¡Amén!”. “¡Alabanza al Señor!” (1Cron. 16, 34-36).
Velas encendidas
Cristo, es la luz verdadera del mundo y de nuestras vida. Esa es la luz inagotable que nos da el calor de su gracia divina. ¿Cuál es el simbolismo de la luz en la liturgia? En la Biblia es a Dios a quien radicalmente se aplica el lenguaje relativo a la luz. Dios "habita en una luz inaccesible" (1 Tim 6,16), "Dios es Luz, en El no hay tiniebla alguna" (1 Jn. 1,5). O, como dice inspiradamente el Salmista, "Dios mío, qué grande eres, vestido de esplendor y majestad, arropado de luz como de un manto" (Salmo 104,2).
¿Cómo expresar lo que es Dios—verdad, vida, amor—si no es recurriendo a este simbolismo tan profundo y sencillo a la vez, sutil y expresivo, de la luz? No es nada extraño que las Plegarias Eucarísticas, como la 4a. del Misal, alaben a Dios afirmando de Él que es "Luz sobre toda luz" y que creó todas las cosas "para alegrar su multitud con la claridad de tu gloria".
Pero cuando hablamos de la luz en liturgia, o cuando la hacemos entrar en el juego de los símbolos, es a Cristo sobre todo a quien nos referimos. Es una de las imágenes preferidas en el Evangelio: "la Palabra era la Luz verdadera que ilumina a todo hombre" (Jn. 1,9): pero el mundo no le recibió y prefirió la tiniebla; "yo soy la Luz del mundo: el que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida" (Jn. 8,12): palabras que proclamó Jesús precisamente en la fiesta de las Tiendas, la fiesta de las luces en el Templo de Jerusalén. Ya el anciano Simeón, en la Presentación de Jesús, había pronunciado las proféticas palabras: "Luz para iluminar a las naciones" (Lc. 2,32).
Si la primera página de la Biblia (Gen 1,3) se abría con la luz creada por Dios, como comienzo de toda vida, la última (Ap. 21,23ss) nos dirá que la nueva Ciudad, la Jerusalén del cielo, no necesitará ya de la luz del sol ni de la luna, "porque la ilumina la gloria de Dios y su lámpara es el Cordero... allí no habrá noche". No es extraño que la celebración litúrgica cristiana, en su "gramática simbólica", acepte este filón de la luz para sus fiestas de Navidad y de Pascua, principalmente. O que el Credo afirme que Cristo es "Luz de Luz"...
Colores litúrgicos
En los varios períodos del año litúrgico los cristianos oran con sentimientos diversos evocadas también por los colores de las vestiduras litúrgicas. El blanco se usa en tiempo pascual, tiempo de navidad, fiestas del Señor, de la Virgen, de los ángeles, y de los santos no mártires. Es el color del gozo pascual, de la luz y de la vida. El rojo se usa el Domingo de Ramos, el Viernes Santo, Pentecostés, fiesta de los apóstoles y santos mártires. Significa el don del Espíritu Santo que nos hace capaces de testimoniar la propia fe aún hasta derramar la sangre en el martirio. El verde se usa en el tiempo ordinario (período que va desde el Bautismo del Señor hasta Cuaresma y de Pentecostés a Adviento). Expresa la juventud de la Iglesia, el resurgir de una vida nueva. El morado nos indica la esperanza, el ansia de encontrar a Jesús, el espíritu de penitencia; por eso se usa en adviento, cuaresma y liturgia de difuntos.
¿Por qué llamamos “padre” al sacerdote?
Acaso no lo prohibió Jesús en Mateo 23, 8-10… “Ustedes, no se dejen llamar Maestro, porque no tienen más que un Maestro, y todos ustedes son hermanos. No llamen Padre a nadie en la tierra, porque ustedes tienen un solo Padre, el que está en el Cielo. Tampoco se dejen ustedes llamar Guía, porque ustedes no tienen más Guía que Cristo.”
Para interpretar la Biblia correctamente hay que tener en cuenta varios factores: (hay que leer los versículos con su contexto…) Si se leen los versículos a continuación (11 & 12) se puede ver que el propósito de Jesús es enseñarnos que no debemos presumir y no creernos superiores por ser padres, maestros, catequistas, o líderes en algún ministerio de la Iglesia. “El más grande entre ustedes se hará el servidor de todos. Porque el que se pone por encima, será humillado, y el que se rebaja, será puesto en alto” (Mateo 23, 11-12).
Hay que interpretar a la luz de la Biblia completa. San Pedro, San Pablo y San Juan se identifican así mismo como padres espirituales. San Pedro llama al Evangelista Marcos “hijo”: “La Iglesia de Babilonia, que ha sido elegida como ustedes, los saluda, lo mismo que mi hijo Marcos. Salúdense los unos a los otros con un beso de amor fraternal. Que descienda la paz sobre todos ustedes, los que están unidos a Cristo” (1Pe 5, 13).
De igual forma San Pablo se considera padre espiritual. “Porque, aunque tengan diez mil preceptores en Cristo, no tienen muchos padres: soy yo el que los ha engendrado en Cristo Jesús, mediante la predicación de la Buena Noticia. Les ruego, por lo tanto, que sigan mi ejemplo. Por esta misma razón les envié a Timoteo, mi hijo muy querido y fiel en el Señor; él les recordará mis normas de conducta, que son las de Cristo, y que yo enseño siempre en todas las Iglesias” (1Cor. 4, 15-17).
San Juan no se cansa de llamar a los bautizados de las comunidades cristianas. “Hijos, les escribo porque sus pecados han sido perdonados por el nombre de Jesús. Padres, les escribo porque ustedes conocen al que existe desde el principio. Jóvenes, les escribo porque ustedes han vencido al Maligno. Hijos, les he escrito porque ustedes conocen al Padre. Padres, les he escrito porque ustedes conocen al que existe desde el principio. Jóvenes, les he escrito porque son fuertes, y la Palabra de Dios permanece en ustedes, y ustedes han vencido al Maligno” (1Jn. 2, 12-14).
Hay que entender la Palabra de Dios (Biblia) con la ayuda de la Tradición Apostólica. Las Fuentes de la Revelación Divina (Palabra de Dios) son la Tradición Apostólica (Palabra Hablada y Pregonada) y la Biblia (Palabra Escrita). “Jesús hizo también muchas otras cosas. Si se las relatara detalladamente, pienso que no bastaría todo el mundo para contener los libros que se escribirían” (Jn. 21, 25). Como ejemplo podemos utilizar el relato de la Verónica del Vía Crucis (sexta estación) es parte de la Tradición Oral de la Iglesia y no está en la Biblia.
Bautismo de niños:
Cuando nos pregunten, ¿Dónde en la Biblia dice que bauticen a los niños? Podríamos muy bien responder con otra pregunta: ¿Dónde en la Biblia dice que solo se bauticen a los adultos?
El Bautismo como sacramento (o sea signo sensible) es un don para la salvación, incluso para los niños. Entre los primeros cristianos ya era común el bautismo de niños. “Había entre ellas una, llamada Lidia, negociante en púrpura, de la ciudad de Tiatira, que adoraba a Dios. Mientras escuchaba, el Señor le abrió el corazón para que aceptara las palabras de Pablo. Después de bautizarse, junto con su familia, nos pidió: «Si ustedes consideran que he creído verdaderamente en el Señor, vengan a alojarse en mi casa»; y nos obligó a hacerlo” (Hch. 16, 14-15). Para poder entender esto hay que tener bien claro cuál era el orden social de la época. El mismo tenía el siguiente orden; hombre, mujer, hijos, esclavos y animales. Cuando se bautizaba a toda la familia incluía a los esclavos y por consecuencia lógica a los niños.
El Papa: recemos por Tierra Santa y Myanmar
"El Papa nos invita a ser artesanos de la paz en nuestra vida cotidiana".
Hoy a las 13.00 horas, la Acción Católica Internacional invita a todos a dedicar un “minuto por la paz”, cada uno según su propia tradición religiosa. Oremos en particular por Tierra Santa y por Myanmar.
Es el tuit del Papa Francisco en su cuenta @Pontifex. Una invitación a unirse a un minuto de recogimiento por la paz. Cada persona podrá hacerlo según su fe religiosa. La iniciativa está promovida por la Acción Católica Internacional y otras organizaciones.
Las palabras del Papa
En el Ángelus del domingo 6 de junio, Francisco recordó la iniciativa con estas palabras:
Pasado mañana, martes 8 de junio, a las 13 horas, la Acción Católica Internacional invita a todos a dedicar un minuto por la paz, cada uno según su propia tradición religiosa. Recemos en particular por Tierra Santa y por Myanmar.4"Escuchar estas palabras pronunciadas por Francisco tras el rezo del Ángelus fue una hermosa emoción y sobre todo un estímulo para continuar en estas iniciativas, para ser, como espera el Papa, artesanos de la paz en la vida cotidiana." Así lo afirma la secretaria de la Federación Internacional de Acción Católica, Maria Grazia Tibaldi, en una entrevista con Vatican News.
"Por primera vez el evento se celebró en el 2014 y desde entonces cada 8 de junio -recuerda- en todos los continentes se reza por la paz en Tierra Santa. Este año en el corazón de todos y cada uno habrá también una atención especial a Myanmar, donde como Acción Católica estamos presentes".
Cómo participar
"Nuestro llamamiento -continúa- se dirige a las personas, para que todos puedan rezar en casa, en el lugar de trabajo, en cualquier sitio. Sin embargo, muchos forman parte de asociaciones, comunidades, por lo que la oración también será colectiva y en varios países también habrá iniciativas en línea, como en Argentina". El calendario no se refiere a un Estado concreto. "Las horas de la 1 de la tarde son relativas a cada país, así que empezaremos en Filipinas y seguirá así, en esta gran oración por la paz", concluye Tibaldi.
¿Por qué el Vaticano no hace públicos sus documentos?
¿Tiene secretos la Iglesia?
La Iglesia existe para anunciar el Evangelio y comunicar la vida de Jesucristo. Sus tesoros son para todos. No guarda conocimientos secretos reservados para una clase privilegiada de "iniciados". Los únicos secretos de la Iglesia son los de la confesión o la confidencia que se guarda por obligación moral por tratarse del respeto a la vida privada de personas a las que ministra.
Pero... ¿por qué el Vaticano no hace públicos sus documentos?
En cuanto a la apertura de los archivos Vaticanos, se ha de tener en cuenta que ningún aspecto de la actividad de la Santa Sede, incluido el diplomático, está separado de su misión esencialmente religiosa y espiritual.
La documentación del archivo se refiere, indistintamente, a problemas de orden religioso y delicadas cuestiones personales de conciencia (fuero interno), sobre las que se piden y se ofrecen consejos y directivas para la vida espiritual de las personas, cuya esfera privada debe ser respetada siempre, incluso después de la muerte de los interesados. Este aspecto implica un trabajo delicado de la clasificación del material.
Los que atacan a la Iglesia reclaman que se hagan públicos archivos que ellos llaman "secretos" y que, en realidad, la Santa Sede ya ha publicado y están disponibles para todos. Un ejemplo de estos son los archivos de Pío XII durante la II Guerra Mundial.
¿Cómo contemplar el Corazón de Jesús y el Corazón de María?
El corazón es un signo sencillo que encierra un gran misterio. Es asequible, concreto y profundo. Dice más de lo que es, mucho más.
El corazón es un signo sencillo que encierra un gran misterio. Es asequible, concreto y profundo. Dice más de lo que es, mucho más. Está cargado de afectos. Referirse al corazón es un modo sintético de considerar el gran misterio de la entrega en el amor. Los enamorados pintan corazones en los árboles y en las iglesias.
El Sagrado Corazón no es sólo una representación sensible, ni su devoción se queda en un conjunto de prácticas religiosas. La devoción al Sagrado Corazón evoca el amor del Hijo de Dios que se encarnó por amor y que entregó su cuerpo en la cruz mediante un acto de amor. Esta devoción ayuda a centrar la vida espiritual en el amor de Jesús, rico en misericordia.
Si alguien tiene sed que venga a mí y beba (Jn 17, 37)
El buscador de Dios encuentra en la oración una respuesta. La meditación diaria es un momento de gracia en que el Espíritu Santo viene con Su poder y nos cubre con Su sombra (cf Lc 1,35). Allí, el amor se convierte para el sediento en la única ocupación.
Desde el día en que el soldado traspasó el costado de Jesús con su lanza (Jn 19,34), la Iglesia es regada por esa fuente de la que mana la Vida. Por eso ayuda mucho contemplar en la oración la herida en el costado de Jesús. Junto a María, al pie de la cruz, ver cómo brotan el agua y la sangre, figuras del bautismo y de la eucaristía. Es un continuo fluir de la misericordia divina que nos lava y nos nutre y sacia nuestra sed a través de los sacramentos. El costado traspasado de Jesús nos baña con su infinita misericordia que brota del manantial del amor: el Sagrado Corazón.
Un modo de contemplar el amor de Jesús es, pues, a través del costado traspasado. Les comparto tres consideraciones delante de la herida del costado de Jesús que me han ayudado en la oración:
1. Dios nos ama con un corazón humano
Una dificultad frecuente en la vida de oración consiste en que se ve el mundo espiritual demasiado lejano a nuestra realidad cotidiana. Me gusta imaginar a un bebé buscando desde el suelo la mirada de su padre sin poder alcanzarlo. De pronto el padre se tumba en el suelo, se pone a su nivel y le sonríe. Luego lo carga y lo levanta. Nosotros no alcanzamos a Dios y, de pronto, Él desciende hasta nosotros y nos eleva a Sí.
En Cristo, Dios se hace asequible. (cf Jn 1,14) El Corazón de Jesús representa la humanidad de Cristo; lo vemos como uno de los nuestros. Dios se encarnó para amarnos con un corazón humano. Así nos permitió vivir la comunión de vida con Él. Y cuando vemos a Dios amándonos así, con un corazón como el nuestro, nos brota espontáneo decirle: ¡Así te necesito, de carne, sangre y hueso!
Si el amor de Dios nos parece demasiado espiritual para estar a nuestro alcance es que aún no conocemos a Jesús de Nazareth, el que nació en Belén y murió en Jerusalén por amor a nosotros.
2. Contemplar para escuchar
Otra dificultad que se plantea continuamente en la dirección espiritual y en los cursos de oración cuando se explica que orar es sobre todo escuchar, es la pregunta ¿Y qué significa escuchar en la oración? ¿Cómo se hace para escuchar a Dios? Mi respuesta suele ser: si quieres escuchar, contempla.
Contémplalo en la cueva de Belén, contémplalo en la cruz, contémplalo en la creación, contémplalo en el Sagrario, contempla los corazones traspasados de Jesús y de María…. y escucharás que te dice que te ama.
Contemplar los misterios de la vida de Cristo es comprobar la abundancia del amor de Dios a nosotros. "Mirarán al que traspasaron" (Jn 19, 37; Zac 12, 10). Mirarle con los ojos interiores, mirarle sobre todo cuando estamos dolidos y arrepentidos y escuchar que nos dice una y otra vez: “No pasó nada, te sigo amando igual”.
Así se lo dijo a Sor Faustina:
“Has de saber hija mía, que mi corazón es la Misericordia misma. Desde este mar de Misericordia las Gracias se derraman sobre el mundo entero. Ningún alma que se haya acercado a Mí ha partido sin haber sido consolada. Cada miseria se hunde en mi Misericordia y de este manantial brota toda Gracia salvadora y santificante..." (Diario de Sor Faustina # 1777, p. 626)
3. Dejarse amar
¿Quién entiende la pasión de Cristo? ¿Quién entiende la Eucaristía? No tratemos de entender, son misterios que más bien es preciso contemplar y agradecer.
El icono de este artículo que se encuentra en la parte superior, apareció en el siglo XII en Oriente es fuente de fecunda inspiración.
Centra la mirada en las manos de Jesús. No están atadas con cuerdas. Las cuerdas que le atan debe descubrirlas el corazón contemplativo: son las cuerdas del amor a la Iglesia. Se encuentran libres, pero Jesús libremente se somete y se ofrece como manso cordero.
“Nadie me quita la vida, yo la doy voluntariamente” (Jn 10,18) “Su no-violencia es la fuerza del amor” (Jean Corbon)
Después de resucitado quiere quedarse con las manos voluntariamente atadas, preso en el Sagrario, para que vaya a visitarle y allí encontrar yo mi descanso: “Venid a mí los que estáis cansados y agobiados, que yo os aliviaré” (Mt 11, 28). Él es el preso y sin embargo, cuando voy a acompañarle, soy yo el que sale consolado.
Para mí, éste icono, llamado “Del esposo”, es el icono de los Corazones traspasados de Jesús y de María. Mira los rostros de Jesús y de María.
Jesús reclina su cabeza sobre la Madre, significando aceptación. Y María, representándonos a todos nosotros, se une a Jesús llena de compasión (en este contexto puedes leer con provecho el artículo ¿Cómo sé si rezo bien el rosario?). Ese diálogo contemplativo de la mirada de María, nos hace comprender que el quehacer en la oración es dejarse amar y amar. El rostro de Cristo Redentor: manso y misericordioso. En sus ojos cerrados repasa la historia de tu vida y de la suya, deja que te invada de paz y junto con San Pablo concluye sin decir palabra: “Me amó y se entregó por mí” (Gal 2, 20)
Y una vez que has experimentado el grande amor que Dios te tiene: dale amor. El camino nos lo indican las dos manos de María. ¿Hacia dónde están orientadas? Hacia el costado traspasado: así nos muestra ella el camino de la interioridad y la conversión. Conocer el amor, vivir el amor, compartir el amor.
Este icono me dice que la oración, más que actos y técnicas es un tiempo para estar juntos, sin preocuparnos de pasos y de métodos, sino de estar en su presencia, contemplando el rostro de Cristo. Estarse allí, como María: dándole amor, gustando su amor, compartiendo su amor.
Una sugerencia para la meditación personal en la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús
En la solemnidad del Sagrado Corazón haré mi oración de esta manera, tal vez alguno quiera hacer lo mismo: trayendo a la memoria el icono de los Corazones traspasados estaré rumiando esta expresión de San Agustín que me hace tanto bien en el momento presente de mi vida:
“El pasado ponlo en las manos de la Divina Misericordia.
El futuro en manos de la Divina Providencia.
El presente en manos del Divino Amor.”
¡Sagrado Corazón de Jesús! En ti confío
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Este es un lugar de encuentro para ayudarnos a mejorar nuestra comunicación con Dios. Buscamos desarrollar una relación personal con Dios durante el día, encontrándole en todas partes, y en esos minutos que dedicamos cada jornada a estar a solas con Él.
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Sagrado Corazón de Jesús con audio
Por: Catholic.net | Fuente: Catholic.net
Nardo del 9 de Junio
¡Oh Sagrado Corazón, fuente inagotable de amor!
Meditación: Jesús tanto nos amó que no sólo hasta Su última gota de Sangre derramó, obedeciendo la Voluntad del Padre que lo envió, sino que también desde la Cruz nos dejó a Su Santísima Madre, a la más Bella Mujer que jamás existiría, para que sea nuestra guía. En Pentecostés, Ella, confirmando su apostolado, está reunida con los discípulos esperando la venida del Paráclito, cumpliendo así con lo señalado por su Divino Hijo. Así la Criatura más Perfecta, la Inmaculada, la Llena de Gracia, se convierte en Madre de la Iglesia, participando del misterio de la Corredención. Ella ve con dolor y con amor todas las asechanzas, tropiezos y persecuciones que el enemigo prepara frente a nosotros, interponiéndose para nuestra protección como la Mujer Vestida de Sol, y señalando el camino del regreso de Cristo.
Jaculatoria: ¡Enamorándome de Ti, mi Amado Jesús!
¡Oh Amadísimo, Oh Piadosísimo Sagrado Corazón de Jesús!, dame Tu Luz, enciende en mí el ardor del Amor, que sos Vos, y haz que cada Latido sea guardado en el Sagrario, para que yo pueda rescatarlo al buscarlo en el Pan Sagrado, y de este modo vivas en mí y te pueda decir siempre si. Amén.
Florecilla: Recemos el Rosario a la Santísima Virgen, para que sea nuestra protectora y nuestra guía.
Oración: Diez Padre Nuestros, un Ave María y un Gloria.
El Papa pidió evitar caer en espiritualismo, o ritualismo
Antoine Mekary | ALETEIA
Audiencia general del miércoles. En la penúltima catequesis sobre la oración, el Papa insistió en la “perseverancia al rezar”.
El Papa Francisco invitó hoy a orar constantemente, manteniendo el equilibrio entre trabajo y oración. “Una oración que nos enajena de lo concreto de la vida se convierte en espiritualismo, o ritualismo”. Lo dijo en la audiencia general del miércoles, 9 de junio de 2021.
El Papa pidió que el trabajo “no nos absorba hasta el punto de no encontrar tiempo para la oración” y, por otra parte, tener cuidado para que nuestra “oración no se convierta en un espiritualismo, que nos aleje del contacto con la realidad”.
El Papa ilustró que la espiritualidad ancestral de los monjes cristianos y ortodoxos dicta buenos ritmos en la vida: amar, trabajar y rezar.
“En esta circularidad entre fe, vida y oración, se mantiene encendido ese fuego del amor cristiano que Dios se espera de cada uno de nosotros”.
Por ello, invitó a todos los presentes en el Patio de San Dámaso a rezar juntos: “¡Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí pecador!”.
Pontífice rememoró que Jesús, después de haber mostrado a los “discípulos su gloria en el monte Tabor, no quiere alargar ese momento de éxtasis, sino que baja con ellos del monte y retoma el camino cotidiano”.
“Porque – sostuvo- esa experiencia tenía que permanecer en los corazones como luz y fuerza de su fe.
Así, los tiempos dedicados a estar con Dios avivan la fe, la cual nos ayuda en la concreción de la vida, y la fe, a su vez, alimenta la oración, sin interrupción”.
El peregrino ruso
Antes de iniciar la audiencia, el Papa saludó a los fieles y peregrinos; distribuyó bendiciones, saludos, sonrisas mientras pasaba con parsimonia en medio del corredor que lo separaba de la multitud en el Patio de San Dámaso.
Tuvo la paciencia de volver a buscar a un grupo de sacerdotes asiáticos que le pedían un autógrafo y no encontraban un bolígrafo de la emoción.
En la penúltima catequesis sobre la oración, el Papa insistió en la “perseverancia al rezar”.
El Papa citó el itinerario espiritual del Peregrino ruso que empieza cuando se encuentra con una frase de san Pablo: «Orad constantemente. En todo dad gracias» (5,17-18).
El peregrino ruso, es un libro escrito entre 1853 y 1861 de reconocida fama dentro de la práctica contemplativa ortodoxa.
El Papa indicó rezar sin interrupción no es fácil, dado que “nuestra vida está fragmentada en muchos momentos diferentes, que no siempre hacen posible la concentración”.
La oración del corazón
De ahí que instó a descubrir la llamada oración del corazón. Así, invitó a repetir con fe: “¡Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí pecador!”. Los fieles presentes en el Patio corearon junto al Papa la oración.
“Una oración que, – sostuvo el Papa – poco a poco, se adapta al ritmo de la respiración y se extiende a toda la jornada.
De hecho, la respiración no cesa nunca, ni siquiera mientras dormimos; y la oración es la respiración de la vida”.
El fuego sagrado
Subrayó la necesidad de una oración continua, que sea el fulcro de la existencia cristiana.
Rememoró las palabras del monje Evagrio Pontico: «No nos ha sido prescrito trabajar, vigilar y ayunar constantemente; pero sí tenemos una ley que nos manda orar sin cesar» (n. 2742).
La oración por tanto es “un ardor en la vida cristiana, que nunca debe faltar”, un “fuego sagrado que debe haber también en nosotros”, y que “nada pueda apagar”.
Pentagrama musical
El Papa recomendó, como lo propone San Juan Crisóstomo, orar “bien estando en la plaza” o mientras se da un paseo: “igualmente el que está sentado ante su mesa de trabajo” o “sirviendo en la cocina”.
Levantar el alma Dios, proclamó (n. 2743). Por tanto, – indicó-, “la oración es una especie de pentagrama musical, donde nosotros colocamos la melodía de nuestra vida.
No es contraria a la laboriosidad cotidiana, no entra en contradicción con las muchas pequeñas obligaciones y encuentros, si acaso es el lugar donde toda acción encuentra su sentido, su porqué y su paz”.
Dios tiene tiempo para sus hijos: ¿Tú?
Padres y madres ocupados, cansados, personas llenas de compromisos. El Papa les recordó que Dios se ocupa del universo y, sin embargo, tiene tiempo para sus hijos.
“Un padre y una madre, ocupados con mil cometidos, pueden sentir nostalgia por un periodo de su vida en el que era fácil encontrar tiempos cadenciosos y espacios de oración.
Después, los hijos, el trabajo, los quehaceres de la vida familiar, los padres que se vuelven ancianos… Se tiene la impresión de no conseguir nunca llegar a la cima de todo.
Entonces hace bien pensar que Dios, nuestro Padre, que debe ocuparse de todo el universo, se acuerda siempre de cada uno de nosotros. Por tanto, ¡también nosotros debemos acordarnos de Él!”.
El Papa recordó que el trabajo dignifica el alma por su “deber moral de proveerse a sí mismo y a los demás”, también por “una especie de equilibrio interior”. “El trabajo nos ayuda a permanecer en contacto con la realidad”.
“Las manos entrelazadas del monje llevan los callos de quien empuña pala y azada”.
Entretanto, recordó, cuando, “en el Evangelio de Lucas (cfr 10,38- 42), Jesús dice a santa Marta que lo único verdaderamente necesario es escuchar a Dios, no quiere en absoluto despreciar los muchos servicios que ella estaba realizando con tanto empeño”.
Sagrado Corazón de Jesús
Por último , saludó a los fieles: “En estos días en que nos preparamos a celebrar la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, pidamos al Señor que haga nuestros corazones semejantes al suyo: humildes, misericordiosos y perseverantes en el amor, en la oración y en las buenas obras. Que Dios los bendiga. Muchas gracias”.
La audiencia general concluyó con el rezo del Padre Nuestro y la bendición apostólica.