“Todo árbol bueno produce frutos buenos”

Papa, tumbado en el suelo

Francisco anima a "preparar, discernir, disminuir", como el Bautista
"Un cristiano debe ser un hombre que sepa humillarse para que el Señor crezca"
"No se anuncia a sí mismo, anuncia a otro, prepara el camino al Señor"

"La humillación de Juan, constató, es doble: la humillación de su muerte, como precio de un capricho", y también la humillación "de la oscuridad del alma"

San Juan Bautista sobre lienzo 208 x 135 cm.

(Radio Vaticano).- Un cristiano no se anuncia a sí mismo, sino al Señor. Es lo que ha destacado Papa Francisco en la Misa de esta mañana en la Casa Santa Marta, en la solemnidad de la Natividad de San Juan Bautista. El Papa se ha detenido en la vocación del más "grande entre los profetas": preparar, discernir, disminuir.

Preparar la venida del Señor, discernir quién es el Señor, disminuir para que el Señor crezca. Papa Francisco ha indicado en estos tres verbos las vocaciones de Juan Bautista, modelo siempre actual para un cristiano. Juan, dijo el Papa, preparaba el camino a Jesús "sin quedarse nada para él. Era un hombre importante": la "gente lo buscaba, lo seguía porque las palabras de Juan eran fuertes". Sus palabras, prosiguió, llegaban "al corazón"

Y allí, observó, tuvo quizás "la tentación de creer que él era importante, pero no cayó". Cuando, de hecho, se le acercaron los doctores a preguntarle si era el Mesías, Juan respondió: "Soy la voz: sólo la voz", pero, "he venido a prepararle el camino el camino al Señor". Esta es la primera vocación del Bautista, evidenció el Papa: "Preparar al Pueblo, preparar el corazón del Pueblo para el encuentro con el Señor". ¿Pero quién es el Señor?

"Esta es la segunda vocación de Juan: discernir, entre tanta gente buena, quien era el Señor. Es el Espíritu el que ha revelado esto y él ha tenido el coraje de decir: ‘Es este. Este es el Cordero de Dios, el que quita el pecado del mundo'. Los discípulos miraron a este hombre que pasaba y lo dejaron ir. El día después, sucedió lo mismo: ‘Es este. Es más digno que yo'. Los discípulos fueron tras Él. En la preparación, Juan decía: ‘Tras de mí, viene uno...'. En el discernimiento, que sabe discernir y señalar al ñor, dice: ‘Antes que yo, va este'".

La tercera vocación de Juan, prosiguió, es disminuir. Desde ese momento, destaca el Pontífice, "su vida comenzó a disminuir, a disminuir para que creciese el Señor, hasta anularse a sí mismo": "Él debe crecer, yo debo disminuir", "tras de mí, antes que yo, lejos de mí".

"Esta es la etapa más difícil de Juan, porque el Señor tenía un estilo que él no había ni imaginado, hasta tal punto que en la cárcel, porque en ese momento estaba en la cárcel, sufrió no solo la oscuridad de la celda sino también en su corazón: ‘¿Será este?¿No me habré equivocado? Porque el Mesías tiene un estilo tan cercano... no se entiende'. Y como él era hombre de Dios, pide a sus discípulos que vayan a preguntarle: ‘¿Eres tú el Señor o debemos esperar a otro?'.

"La humillación de Juan, constató, es doble: la humillación de su muerte, como precio de un capricho", y también la humillación "de la oscuridad del alma". Juan, que supo esperar a Jesús, que sipo "discernir", "ahora ve a Jesús lejano". "Esa promesa, afirmó el Papa, se ha alejado. Y termina solo. En la oscuridad, en la humillación". Se queda solo "porque se anuló para que el Señor creciese". Juan, dijo de nuevo, ve que el "Señor está lejos" y él "humillado", pero "su corazón está en paz".

"Tres vocaciones en un hombre: preparar, discernir, dejar crecer al Señor y disminuir él mismo. También es bello pensar en la vocación del cristiano de esta manera. Un cristiano no se anuncia a sí mismo, anuncia a otro, le prepara el camino a otro: al Señor. Un cristiano debe saber discernir, debe saber cómo discernir la verdad de lo que parece verdad y no lo es: un hombre de discernimiento. Y un cristiano debe ser un hombre que sepa humillarse para que el Señor crezca, en el corazón, en el alma de los demás".

 

 

Buscar trabajo es una quimera

"Es algo esencial a la dignidad humana"
El Papa en twitter: "¡Cuánto me gustaría ver a todos con un trabajo decente!"
A través de un mensaje en su cuenta de Twitter @pontifex

La cuenta del Papa ha superado ya los 14 millones de seguidores en sus diversos perfiles lingüísticos

El Papa ha expresado su deseo de que todas las personas gocen de un "trabajo decente" a través de un mensaje en su cuenta de Twitter @pontifex. Además, Francisco ha agregado que el trabajo digno "es algo esencial a la vida humana".

"`Cuánto me gustaría ver a todos con un trabajo decente! Es algo esencial a la dignidad humana", ha exclamado en la red social.

La cuenta del Papa ha superado ya los 14 millones de seguidores en sus diversos perfiles lingüísticos presentes en la red social de mensajes cortos Twitter, ligadas a @pontifex.

Esos millones se distribuyen entre nueve cuentas distintas, según sus respectivos idiomas, siendo la española la que cuenta con más cantidad de "followers" (5.94 millones), seguida por la inglesa (4.15 millones) y la italiana (1.75 millones).

Evangelio según San Mateo 7,15-20. 

Jesús dijo a sus discípulos: Tengan cuidado de los falsos profetas, que se presentan cubiertos con pieles de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los reconocerán. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los cardos? Así, todo árbol bueno produce frutos buenos y todo árbol malo produce frutos malos. Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo, producir frutos buenos. Al árbol que no produce frutos buenos se lo corta y se lo arroja al fuego. Por sus frutos, entonces, ustedes los reconocerán. 

Papa Francisco 

Exhortación apostólica “Evangelii Gaudium / La alegría del Evangelio” §169, 171 (trad. © copyright Libreria Editrice Vaticana)

“Todo árbol bueno produce frutos buenos”

En una civilización paradójicamente herida de anonimato y, a la vez obsesionada por los detalles de la vida de los demás, impudorosamente enferma de curiosidad malsana, la Iglesia necesita la mirada cercana para contemplar, conmoverse y detenerse ante el otro cuantas veces sea necesario. En este mundo los ministros ordenados y los demás agentes pastorales pueden hacer presente la fragancia de la presencia cercana de Jesús y su mirada personal. La Iglesia tendrá que iniciar a sus hermanos —sacerdotes, religiosos y laicos— en este «arte del acompañamiento», para que todos aprendan siempre a quitarse las sandalias ante la tierra sagrada del otro (cf. Ex 3,5). Tenemos que darle a nuestro caminar el ritmo sanador de proximidad, con una mirada respetuosa y llena de compasión pero que al mismo tiempo sane, libere y aliente a madurar en la vida cristiana…

Más que nunca necesitamos de hombres y mujeres que, desde su experiencia de acompañamiento, conozcan los procesos donde campea la prudencia, la capacidad de comprensión, el arte de esperar, la docilidad al Espíritu, para cuidar entre todos a las ovejas que se nos confían de los lobos que intentan disgregar el rebaño. Necesitamos ejercitarnos en el arte de escuchar, que es más que oír. Lo primero, en la comunicación con el otro, es la capacidad del corazón que hace posible la proximidad, sin la cual no existe un verdadero encuentro espiritual. La escucha nos ayuda a encontrar el gesto y la palabra oportuna que nos desinstala de la tranquila condición de espectadores. Sólo a partir de esta escucha respetuosa y compasiva se pueden encontrar los caminos de un genuino crecimiento, despertar el deseo del ideal cristiano, las ansias de responder plenamente al amor de Dios y el anhelo de desarrollar lo mejor que Dios ha sembrado en la propia vida.

Ahora Cristo es más mío

Porque no viniste a buscar a los justos, sino a los pecadores. Ahora es cuando más necesito el bálsamo de tu misericordia y la dulzura de tu Amor.

El corazón nos reprocha el egoísmo, la avaricia, la pereza, los grandes y pequeños pecados de cada día. 

Sentimos pena por tanta miseria, sentimos dolor por haber negado a Dios, sentimos amargura por haber abandonado al hermano. 

Pero sabemos que Dios es mucho más grande que nuestros corazones. No quiere acusarnos, porque no vino para juzgar, sino para salvar (cf. Jn 12,47). 

Desea, casi suplica, que escuche sus palabras, que guarde sus mandamientos, que confíe en su Amor, que acoja su misericordia en mi vida y en la vida de cada ser humano. Me pide que invoque, humildemente, perdón. 

No es Dios quien acusa, pues vino para buscar a quienes vivíamos lejos por culpa del pecado. “¿Quién condenará? ¿Acaso Cristo Jesús, el que murió; más aún, el que resucitó, el que está a la diestra de Dios, y que intercede por nosotros?” (Rm 8,34). 

Necesito recordarlo, para aprender a vivir en el mundo de la bondad divina. “Clemente y compasivo es Yahveh, tardo a la cólera y lleno de amor; no se querella eternamente, ni para siempre guarda su rencor; no nos trata según nuestros pecados ni nos paga conforme a nuestras culpas” (Sal 103,8-10). 

Si alguna vez vuelvo a ser herido por el pecado, si alguna vez el mal muerde mi corazón, es el momento para mirar a Jesús y decirle, desde lo más profundo de mi alma: 

“Ahora eres más mío. Porque no viniste a buscar a los justos, sino a los pecadores. Ahora es cuando más necesito el bálsamo de tu misericordia y la dulzura de tu Amor. Ahora es cuando puedo dejarte tomarme entre tus brazos y llevarme al redil, a la fiesta que inicia cada vez que regresa a casa un hijo pobre, débil, herido, muy necesitado de la medicina de tu perdón”. 

San Máximo de Torino

de Turín, doctor insigne y apologista. Asistió al concilio de Milán de 450 y al de Roma de 465, donde firma después del papa San Hilarlo.

Murió hacia 465. Tenemosde él Homilías sobre el nacimiento de Cristo, Cuaresma, Pasión, Santos y diversos asuntos morales; exposición de los Evangelios,tres tratados sobre el Bautismo y dos contra los judíos y paganos; y un tratado de los nombres de los doce Apóstoles.

Ferreri, S. Massimo, vescovo di Torino e i suoi tempi (3a ed.,Turín, 1868); Savio, Gli antichi vescovi d'Italia (Turín, 1899),    283-294; Fessler-Jungmann, Institutiones Patrologiae, II (Innsbruck, 1892),    II, 256-76; Argles in Dict. Christ. Biog., s. v. Maximus (I6); Bardenhewer,    Patrology, tr. Shahan (St. Louis, 1908), 527-8

"No estamos huecas por dentro" (Santa Teresa de Ávila)

¿Acaso creías lo contrario? ¿Vacío o vacía por dentro? A veces nos puede dar esa impresión, pero dentro siempre estamos llenos de relaciones personales, recuerdos, sueños, impulsos, imaginaciones, conocimientos ... Como un gran mercado, un campo de fútbol lleno de gente, o el metro a la hora punta .

La afirmación de que un día hizo Santa Teresa a las monjas carmelitas no iba en ese sentido. Quería que tomaran conciencia de una realidad: estamos habitados por dentro.

Cuando dice "por dentro" se refiere al ámbito más profundo de nuestra persona, aquel que escapa a toda analítica racionalista. Más dentro que el cerebro, más profundo que el corazón ... no ocupa espacio, no puedes decir: ey, es aquí, pesa tanto, tiene esa medida ... El yo profundo es todo de nosotros y no se puede identificar con ningún órgano concreto. En decimos alma, conciencia, dimensión espiritual ... etc. Fondo del fondo de mí ...

"NO ESTAMOS HUECAS POR DENTRO". ¿Qué hay, pues? O quizás quien hay? Está El, el Señor.
      
Ha terminado la lluvia y en el momento que cerrabas el paraguas es cuando has quedado derecho y quieto en medio del paseo. Hay poca gente. Tu pensamiento está clavado en la frase de Santa Teresa. Sé que eres en mí, dentro de mí. Creo que estás con estimación. No eres un huésped nuevo. Ya hace años que estás. Siempre atento, amable, con una actitud de consolar, estimular, comprender, perdonar, diseñar un nuevo proyecto, ayudarme a salir de mí mismo. Más que un amigo, más que un padre, más que una madre ... No podría describir lo que significas para mi vida. Tu presencia es fuente de vida, dinamismo de agradecimiento, impulso de salida y sobre todo aquella intimidad que valora los silencios y las acciones que reaccionan frente a toda injusticia. Ahora es cuando empiezo a entender lo que decía San Agustín: "Oh belleza infinita, yo te buscaba por fuera todo y te tenía ya dentro".

Vuelve a llover. Son tres y media de la tarde, abro el paraguas y mira por donde, pienso que llevo dentro de mí el mejor tesoro, la presencia del Señor. Estoy cantando en voz baja ... y camino ya más rápido. Recuerdo la frase de Pascal, aquella que dijo la noche de su conversión:

"Alegría, alegría, alegría ... "El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará y vendremos a hacer morada en él." (Juan 14, 23).


Rouco abraza al Papa en la audiencia

"Si el nombre es 'soy cristiano', el apellido es 'pertenezco a la Iglesia'"
Francisco: "No somos cristianos a título individual ni por cuenta propia"
"No podemos salvarnos solos. No se puede amar a Dios fuera de la Iglesia"

José Manuel Vidal, 25 de junio de 2014 a las 10:35

Nadie se torna cristiano por sí mismo. No se hacen cristianos en laboratorio. El cristiano es parte de un pueblo que viene de lejos

(José M. Vidal).- Francisco tiene el don de recorrer la Plaza de San Pedro, siempre llena, y fijarse en todos y, a la vez, en algunos. Mira y distingue y elige los momentos y las personas con las que detenerse y a las que hacer un gesto de especialísima cercanía. Y lo hace sobre la marcha, dejándose guiar por las mociones del Espíritu.

Como siempre, los "descartados" son sus preferidos: Ancianos, niños y enfermos.Bendice a todos, pero no en masa. Individualizadamente. Personifica.

En la audiencia participó una peregrinación de la archidiócesis de Madrid, liderada por el cardenal Rouco Varela que, al final de la misma, abrazó al Papa.

Comienza la oración, con la introducción del Papa y la lectura del libro de los Salmos: "Reconoced que sólo Dios es el Señor...El nos hizo y somos suyos, su pueblo y ovejas de su rebaño...Alabad y bendecid su nombre"

Algunas frases de la catequesis del Papa sobre la Iglesia

"Hoy hay otro gran grupo de peregrinos conectados con nosotros en el aula Pablo VI...por la amenaza de lluvia era más prudente que estuviesen allí...Rezaremos especialmente por ellos"
"Dios tiene mucha paciencia"
"Hoy hablaremos sobre la pertenencia a la Iglesia"
"No somos cristianos a título individual por cuenta propia"
"Nuestra identidad cristiana es pertenencia"
"Es como un apellido. Si el nombre es soy cristiano, el apellido es pertenezco a la Iglesia"
"Dios nos llama a entrar en esta relación de Dios con su pueblo que nos precede"
"Nadie se torna cristiano por sí mismo. No se hacen cristianos en laboratorio. El cristiano es parte de un pueblo que viene de lejos. El cristiano pertenece a un pueblo que se llama Iglesia"
"Otros, antes que nosotros, vivieron la fe y nos la transmietieron"
"La fe la hemos recibido de nuestros padres y de nuestros antepasados"
"Los rostros de nuestros padres o de los familiares que nos enseñaron a santiguarnos" 

"Recuerdo siempre a la monja que me dio la catequesis"
"O el rostro del párroco"
"Esto es la Iglesia: una gran familia"
"En la Iglesia no existe el 'hazlo-tu-mismo'..."
"Creo en Jesús, pero la Iglesia no me interesa...Esto no vale"
"Son tentaciones peligrosas, son dicotomías absurdas"
"Caminar juntos, a veces, puede resultar fatigoso"
"Recordad bien: ser cristiano significa pertenencia a la Iglesia"
"No podemos salvarnos solos. No se puede amar a Dios fuera de la Iglesia. No podemos ser buen cristianos sin estar unidos a todos los demás".

Saludo del Papa en español

Saluda especialmente a los peregrinos de la archidiócesis de Madrid y de otros países latinoamericanos. "Nadie juega de libero. Somos un pueblo que camina", recuerda.

Queridos hermanos y hermanas

Dios ha querido formar un pueblo que lleve su bendición a todos los pueblos de la Tierra. En Jesucristo, lo establece como signo e instrumento de unión de los hombres con Dios y entre ellos. De ahí la importancia de pertenecer a este pueblo.
Nosotros no somos cristianos a título individual, cada uno por su cuenta. Nuestra identidad es pertenencia. Decir «soy cristiano» equivale a decir: «Pertenezco a la Iglesia». Soy de ese pueblo con el que Dios estableció desde antiguo una alianza, a la que siempre es fiel. De aquí nuestra gratitud a los que nos han precedido y acogido en la Iglesia, quienes nos han transmitido la fe, enseñado a rezar y pedido para nosotros el Bautismo. Nadie se hace cristiano por sí mismo. La Iglesia es una gran familia, que nos acoge y nos enseña a vivir como creyentes y discípulos del Señor. Y no sólo somos cristianos gracias a otros, sino que únicamente podemos serlo junto con otros. En la Iglesia nadie va «por libre». Quien dice creer en Dios pero no en la Iglesia, tener una relación directa con Cristo fuera de ella, cae en una dicotomía absurda. Dios ha confiado su mensaje salvador a personas humanas, a testigos, y se nos da a conocer en nuestros hermanos y hermanas.

***

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los peregrinos de la Archidiócesis de Madrid y de La Escuela Franciscana, de San Pedro Sula, así como a los demás grupos provenientes de España, México, Honduras, Colombia, Chile, Argentina y otros países latinoamericanos. Recuerden que, como cristianos, no podemos prescindir de los demás, de la Iglesia; no podemos salvarnos por nosotros solos. (Palabras improvisadas) Muchas gracias.

Texto completo de la catequesis del Papa

Queridos hermanos y hermanas,

en la primera catequesis sobre la Iglesia, el miércoles pasado, hemos iniciado de la iniciativa de Dios que quiere formar un pueblo que lleva su bendición a todos los pueblos de la tierra. Comienza con Abraham y después, con mucha paciencia -- y Dios la tiene, tiene mucha-- prepara este pueblo en la Antigua Alianza hasta que, en Jesucristo, lo constituye como signo e instrumento de la unión de los hombres con Dios y entre ellos.

Hoy queremos detenernos sobre la importancia, para el cristiano, de pertenecer a este pueblo. Hablamos de la pertenencia a la Iglesia. No estamos solos y no somos cristianos a título individual, cada uno por su cuenta: ¡nuestra identidad cristiana es pertenencia! Somos cristianos porque nosotros pertenecemos a la Iglesia.

Es como un apellido: si el nombre es 'soy cristiano' el apellido es 'pertenezco a la Iglesia'. Es muy bonito darse cuenta cómo esta pertenencia sea expresada también en el nombre que Dios se atribuye a sí mismo.

Respondiendo a Moisés, en el episodio estupendo de la zarza ardiente, se define como el Dios de los padres, --no dice yo soy el Omnipotente-- Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob. De esta forma Él de manifiesta como Dios que ha hecho una alianza con nuestros padres y permanece siempre fiel a su pacto, y nos llama a entrar en esta relación que nos precede.

Esta relación de Dios con su pueblo nos precede a todos nosotros, desde aquel tiempo. En este sentido, el pensamiento va en primer lugar, con gratitud, a aquellos que nos han precedido y que nos han acogido en la Iglesia.
¡Nadie se hace cristiano por sí mismo! ¿Está claro esto? Nadie se hace cristiano por sí mismo. No se hacen cristianos en el laboratorio. El cristiano es parte de un pueblo que viene de lejos. El cristiano pertenece a un pueblo que se llama Iglesia y esta Iglesia la hace cristiano por el bautismo, ¿se entiende? Y después con el recorrido de la catequesis, y tantas cosas. Pero nadie, nadie, se hace cristiano por sí.
Sí nosotros creemos, si sabemos rezar, si conocemos al Señor y podemos escuchar su Palabra, si lo sentimos cerca y lo reconocemos en los hermanos, es porque otros, antes que nosotros, han vivido la fe y después nos la han transmitido, la fe la hemos recibida de nuestros padres, de nuestros antepasados y ellos nos la han enseñado.

Si lo pensamos bien, quién sabe cuántos rostros queridos nos pasan delante de los ojos, en este momento: puede ser el rostro de los padres que han pedido para nosotros el bautismo; el de nuestros abuelos o algún familiar que nos ha enseñado a hacer el signo de la cruz y a recitar las primeras oraciones. Yo siempre recuerdo mucho el rostro e la religiosa que me ha enseñado el catecismo y siempre me viene, está en el cielo seguro porque es una mujer santa, yo la recuerdo siempre y doy gracias a Dios por esta religiosa. O el rostro del párroco, de otro sacerdote, o de una religiosa, de un catequista, que nos ha transmitido el contenido de la fe y nos ha hecho crecer como cristianos. Esta es la Iglesia: es una gran familia en la cual se es acogido y se aprende a vivir como creyentes y discípulos del Señor. Este camino lo podemos vivir no sólo gracias a otras personas, sino junto a otras personas. En la Iglesia no existe el 'hazlo tú', no existen 'bateadores libres'. ¡Cuántas veces el papa Benedicto ha descrito la Iglesia como un 'nosotros' eclesial! A veces sucede que se oye a alguien decir: "yo creo que Dios. Creo en Jesús, pero la Iglesia no me interesa..." ¿Cuántas veces hemos oído esto? Y esto no va.

Hay quien afirma poder tener una relación personal, directa, inmediata con Jesucristo fuera de la comunión y de la mediación de la Iglesia. Son tentaciones peligrosas y dañinas. Son, como decía, el gran Pablo VI, dicotomías absurdas. Es verdad que caminar juntos es laborioso, y a veces puede resultar cansado: puede suceder que algún hermano o alguna hermana nos dé problemas, o escándalo... Pero el Señor ha confiado su mensaje de salvación a las personas humanas, a todos nosotros, a los testigos; y es en nuestros hermanos y hermanas, con sus dones y sus límites, que viene a nuestro encuentro y se hace reconocer. Y esto significa pertenecer a la Iglesia. Recordadlo bien, ser cristiano significa pertenecer a la Iglesia. El nombre es cristiano, el apellido es pertenencia a la Iglesia.

Queridos amigos, pidamos al Señor, por intercesión de la Virgen María, Madre de la Iglesia, la gracia de no caer nunca en la tentación de pensar poder prescindir de los otros, poder prescindir de la Iglesia, poder salvarnos solos, de ser cristianos de laboratorio. Al contrario, no se puede amar a Dios sin amar a los hermanos; no se puede amar a Dios fuera de la Iglesia, no se puede estar en comunión con Dios sin estarlo con la Iglesia y no podemos ser buenos cristianos si no junto a todos aquellos que buscan seguir al Señor Jesús, como un único pueblo, un único pueblo, y esto es la Iglesia. Gracias. ​​​​​​​​


         

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