Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados
- 27 Junio 2014
- 27 Junio 2014
- 27 Junio 2014
El Pontífice ha advertido contra quien reduce la fe a moralismo o persigue el poder
Papa Francisco: "Jesús curaba el corazón del pueblo porque entendía sus dificultades"
Ha invitado a "sorprendernos con lo que Jesús nos dice" en la misa matutina de hoy
Jesús fue un pastor que hablaba la lengua de su pueblo
"El pueblo sigue a Jesús porque reconoce que es el Buen Pastor". Es lo que ha destacado el Papa Francisco en la Misa matutina celebrada en la Domus Santa Marta.El Pontífice ha advertido contra quien reduce la fe a un moralismo, persigue una liberación política o busca acuerdos con el poder.
¿Por qué tanta gente seguía a Jesús? Es la pregunta con la que el Papa Francisco ha comenzado su homilía centrándola luego en el pueblo y en la enseñanza del Señor. A Jesús, observó, le seguía mucha gente porque "estaban sorprendidos por sus enseñanzas", sus palabras "sorprendían a su corazón, la sorpresa de encontrar algo bueno, grande". Los demás, sin embargo, "hablaban, pero no llegaban al pueblo". El Papa ha enumerado así cuatro grupos de personas que hablaban en el tiempo de Jesús, sobre todo los fariseos. Estos, dijo, "hacían del culto de Dios, de la religión, una serie de mandamientos y de los diez que había" hacían "más de trescientos", cargando "este peso" sobre las espaldas del pueblo. Había, añadió, "una reducción de la fe en el Dios Vivo" a la "casuística". Y había también "contradicciones de la casuística más cruel".
"Pero tú debes, por ejemplo, cumplir el cuarto mandamiento", ‘ ¡Sí, sí, sí!'; ‘¡Debes dar de comer a tu padre anciano, a tu madre anciana!'; ¡Sí, sí, sí!'; ‘Pero ella sabe, yo no puedo porque le he dado mi dinero al templo!'; ‘¿Tú no lo haces? ¡Y los padres se mueren de hambre!'. Así: contradicciones de la casuística más cruel. El pueblo los respetaba, porque el pueblo era respetuoso. Los respetaba, pero ¡no les escuchaba! Se les iba..."
Otro grupo, dijo, era el de los saduceos. "Estos, observó, no tenían fe, ¡habían perdido la fe! Su profesión religiosa la practicaban por el camino de los acuerdos con los poderes:los poderes políticos, los poderes económicos.
Eran hombres de poder". Un tercer grupo, prosiguió, "era el de los revolucionarios" es decir los zelotes que "querían hacer la revolución para liberar al pueblo de Israel de la ocupación romana".
El pueblo, sin embargo, destacó el Papa, "tiene sentido común y sabe distinguir cuándo la fruta está madura y cuándo no. ¡Y no los seguía!". El cuarto grupo, afirmó, era "de gente buena: se llamaban los Esenios".
Eran monjes que consagraban sus vidas a Dios. Sin embargo, advirtió, "ellos estaban lejos del pueblo y el pueblo no les podía seguir".
Éstas, afirmó el Pontífice, "eran las voces que llegaban al pueblo y ninguna de estas voces tenía la fuerza de confortar el corazón del pueblo". "¡Pero Jesús, sí! La multitud, explicó, estaba asombrada: escuchaban a Jesús y el corazón estaba conmovido.
¡El mensaje de Jesús llega al corazón!".
Jesús, afirmó el Papa Francisco, "se acercaba al pueblo", "curaba el corazón del pueblo", entendía las dificultades. Jesús, dijo de nuevo, "no tenía vergüenza de hablar con los pecadores, iba a buscarlos". Jesús "se alegraba, le gustaba estar con su pueblo". Y esto porque Jesús es "el Buen Pastor", las ovejas escuchan su voz y lo siguen.
"Y por esto el pueblo seguía a Jesús, porque era el Buen Pastor. No era un fariseo casuístico moralista, ni un saduceo que amaba los asuntos políticos con los poderosos, ni un guerrillero que buscaba la liberación política de su pueblo, ni un contemplativo de monasterio. ¡Era un pastor! Un pastor que hablaba la lengua de su pueblo, se hacía entender, decía la verdad, las cosas de Dios: ¡nunca negociaba con las cosas de Dios", si no que las decía de una forma que conseguía que el Pueblo las amase. Por esto lo seguían".
"Jesús, retomó, nunca se alejó del pueblo y nunca se alejó de su Padre". Jesús, afirmó de nuevo el Papa, "estaba muy unido al Padre, ¡era uno con el Padre!" y de esa manera se acercaba al Pueblo. "Él tenía esta autoridad y por esto el pueblo le seguía". Contemplando a Jesús, Buen Pastor, ha sido la invitación del Papa, nos hará bien pensar a quien nos gusta seguir:
"'¿A quién quiero seguir?' ¿A los que me hablan de cosas abstractas o de casuísticas morales? ¿a los que se dicen del pueblo de Dios, pero no tienen fe y negocian todo con los poderes políticos, económicos? ¿los que hacen cosas extrañas, cosas destructivas, guerras llamadas de liberación, pero que al final no son caminos del Señor? ¿o a un contemplativo lejano? ¿A quién quiero seguir?"
"Que esta pregunta, concluyó el Papa, nos haga volver a la oración y pedir a Dios, el Padre, que nos haga estar cerca de Jesús, para seguirle, para sorprendernos con lo que Jesús nos dice". (RV)
Evangelio según San Mateo 11,25-30.
Jesús dijo: "Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido. Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, así como nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio.
Porque mi yugo es suave y mi carga liviana".
Santa Faustina Kowalska (1905-1938), religiosa
Pequeño diario, 1321. “Soy paciente y humilde de corazón”
Te saludo, misericordiosísimo Corazón de Jesús,
Viva fuente de toda gracia,
Único amparo y refugio nuestro,
En ti tengo la luz de la esperanza.
Te saludo, Corazón piadosísimo de mi Dios,
Insondable, viva fuente de amor,
De la cual brota la vida para los pecadores,
Y los torrentes de toda dulzura.
Te saludo, Herida abierta del Sacratísimo Corazón (Jn 19,34),
De la cual salieron los rayos de la misericordia
Y de la cual nos es dado sacar la vida,
Únicamente con el recipiente de la confianza.
Te saludo, inconcebible bondad de Dios,
Nunca penetrada e insondable,
Llena de amor y de misericordia, siempre santa,
Y como una buena madre inclinada sobre nosotros.
Te saludo, Trono de la misericordia, Cordero de Dios,
Que has ofrecido la vida por mí,
Ante el cual mi alma se humilla cada día,
Viviendo en una fe profunda.
San Cirilo de Alejandría
Su autoridad sirvió santamente los designios de Dios. San Cirilo es famoso por su defensa de la ortodoxia contra la herejía, particularmente contra el nestorianismo.
Arzobispo de Alejandría (Egipto). Defensor de la doctrina que proclama a María la Theotokos: Madre de Dios. Esta doctrina fue proclamada como dogma en el Concilio de Efeso (431) que San Cirilo presidió bajo la autoridad el Papa Celestino. Su gran oponente era Nestóreo, patriarca de Constantinopla. Al ponerse en duda que María es madre de Dios se ponía en duda la identidad de Jesucristo quien es una persona divina. Por eso San Cirilo no solo aportó a la Mariología sino también a la Cristología.
El argumento de San Cirilo: María es la Theotokos, no porque ella existiese antes de Dios o hubiese creado a Dios. Dios es eterno y María Santísima es una criatura de Dios. Pero Dios quiso nacer de mujer. La persona que nace de María es divina por lo tanto ella es madre de Dios.
Su santa defensa de la verdad le ganó la cárcel y muchas luchas pero salió victorioso.
Ahora y aquí estoy delante de Dios. Ahora y aquí no hay nada más importante en mi vida. Nada más que estar por él, como él ha estado y estará por mí. Me serena, respiro y me abro a su ternura, a su amor. En el Evangelio son muchos los que no ven, los que no oyen. Son muchos los que ven y oyen, pero en cambio no entienden nada. La falta de libertad hace que su palabra no pueda ser acogida, sentida y entendida. Reconocemos humildemente las esclavitudes personales y pedimos ser liberados. En su amorosa presencia recuerdo el último día. Momento a momento. Imágenes, palabras, eventos. Observo las luces y la mucha bondad, doy gracias. Observo también las sombras, con actitud de humildad y perdón
DESPERTAR A LA GENTE
Un cura y un conductor de autobús mueren y van al cielo. San Pedro, que los recibe en la puerta, se les mira y rápidamente hace pasar el conductor de autobús antes de que el padre. El cura se queja y dice:
- Yo, que me he sacrificado toda la vida y me he entregado a Cristo, ahora me haga pasar detrás de este conductor de autobús? ¿Cómo es esto?
San Pedro le contesta:
- Muy sencillo: mientras usted predicaba, todos dormían, pero mientras él conducía, todos oraban.
De esta broma se pueden sacar varias enseñanzas y reflexiones.
1. Es importante preguntarse, no sólo si "soy buena persona" sino también qué impacto tienen las cosas que hago. El impacto de los sermones del cura era adormecer la gente; el impacto del trabajo del conductor era despertarla y hacerla rogar.
2. Si queremos que nuestras palabras tengan impacto, entonces deben ir acompañadas o precedidas de actitudes vitales y de actos. Si queremos, por ejemplo, estimular la lectura de nuestros hijos, no es eficiente sólo decirles: es mejor que nos vean leer regularmente. Si queremos hacer crecer la fe de los que viven en torno nuestro, lo mejor es que nos vean rezar regularmente. Si queremos que los hijos tengan una alimentación sana y hagan deporte, tenemos que empezar nosotros a practicar todo esto.
3. Las actitudes y los actos son importantes para aumentar el impacto de nuestras palabras, pero a veces los valores se transmiten por caminos que sobrepasan la persona que los quiere transmitir. De alguna manera va por ahí la ironía del chiste: un mal conductor puede ayudar más que una persona aparentemente virtuosa. Y por eso es bueno ir descubriendo al fondo de la realidad una fuerza primordial capaz de hacer surgir sentido allí donde sólo vemos sin-sentido o contra-sentido. Capaz de hacernos descubrir el camino del cielo en el descontrol de un autobús conducido por un mal conductor.
4. Descubrir y secundar esta fuerza / Fuerza primordial con la propia vida es posible cuando somos desalojados de nuestras seguridades. Cuando al amigo sacerdote le descubrieron un cáncer de pulmón, otro le dijo: "Hasta ahora hacías homilías; ahora tú serás la homilía". Los momentos en que perdemos pie y dejamos de controlar la vida son ocasiones para hacer el paso entre "hacer homilías" y "ser homilía". Nos expulsan de la seguridad del cura y nos lanzan al estruendo del autobús mal conducido. El grito surgido en medio de este descontrol puede convertirse súplica por un sentido más profundo de lo que creíamos poseer. Un sentido más profundo que yo puedo manifestar cambiando mis gestos y mis actitudes, pero que se manifiesta también más allá de mi capacidad. Quizás porque-es lo que yo creo-viene de Alguien que es más grande que yo.
Gracias, porque en plena enfermedad no vas a dejar de suplicar, de confiar, de amar la vida y esforzarte para entregarla a los demás. Porque vas hacernos visible la Fuerza primordial de un Dios muy grande. Porque fuiste homilía. Porque nos despiertas y nos invitas a ser homilía para la gente.
· ¿Qué impacto tiene mi vida en los demás? Se parece más a los sermones del cura o al estilo arriesgado del conductor de autobús? ¿Qué inquietudes, ilusiones, búsquedas, súplicas o peticiones despierto en la gente?
· ¿Qué medios (libros, películas, organizaciones) o qué testigos me pueden educar en el descubrimiento del sentido profundo en acciones aparentemente sin sentido como la del conductor de autobús?
· ¿Qué situaciones concretas me desalojan de la propia seguridad y se convierten ocasiones para suplicar por un sentido más profundo?
Letanías del Sagrado Corazón de Jesús
A todas las invocaciones que siguen se responde: “Ten misericordia de nosotros”
Señor, ten misericordia de nosotros.
Cristo, ten misericordia de nosotros.
Señor, ten misericordia de nosotros
Jesucristo óyenos.
Jesucristo, escúchanos.
Dios Padre celestial, ten misericordia de nosotros.
Dios Hijo Redentor del mundo, ten misericordia de nosotros.
Dios Espíritu Santo, ten misericordia de nosotros.
Trinidad Santa, que eres un solo Dios, ten misericordia de nosotros.
Corazón de Jesús, Hijo del Padre Eterno,
Corazón de Jesús, formado en el seno de la Virgen Madre por el Espíritu Santo,
Corazón de Jesús, al Verbo de Dios substancialmente unido,
Corazón de Jesús, de majestad infinita,
Corazón de Jesús, Templo santo de Dios,
Corazón de Jesús, Tabernáculo del Altísimo,
Corazón de Jesús, Casa de Dios y puerta del cielo,
Corazón de Jesús, Horno ardiente de caridad,
Corazón de Jesús, Santuario de justicia y de amor,
Corazón de Jesús, lleno de bondad y de amor,
Corazón de Jesús, Abismo de todas las virtudes,
Corazón de Jesús, digno de toda alabanza,
Corazón de Jesús, Rey y centro de todos los corazones,
Corazón de Jesús, en que están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia,
Corazón de Jesús, en que mora toda la plenitud de la divinidad,
Corazón de Jesús, en que el Padre se agradó,
Corazón de Jesús, de cuya plenitud todos nosotros hemos recibido,
Corazón de Jesús, deseo de los eternos collados,
Corazón de Jesús, paciente y muy misericordioso,
Corazón de Jesús, liberal con todos los que te invocan,
Corazón de Jesús, fuente de vida y de santidad,
Corazón de Jesús, propiciación por nuestros pecados,
Corazón de Jesús, colmado de oprobios,
Corazón de Jesús, desgarrado por nuestros pecados,
Corazón de Jesús, hecho obediente hasta la muerte,
Corazón de Jesús, con lanza traspasado,
Corazón de Jesús, fuente de todo consuelo,
Corazón de Jesús, vida y resurrección nuestra,
Corazón de Jesús, paz y reconciliación nuestra,
Corazón de Jesús, víctima por nuestros pecados,
Corazón de Jesús, salvación de los que en Ti esperan,
Corazón de Jesús, esperanza de los que en Ti mueren,
Corazón de Jesús, delicias de todos los Santos,
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo: perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo: escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo: ten misericordia de nosotros.
V.- Jesús manso y humilde de corazón.
R.- Haz nuestro corazón conforme al tuyo.
Oremos: Oh Dios todopoderoso y eterno: mira el Corazón de tu amantísimo Hijo y las alabanzas y satisfacciones que en nombre de los pecadores te tributa; y concede aplacado el perdón a éstos que piden tu misericordia en el nombre de tu mismo Hijo Jesucristo. Quien contigo vive y reina en los siglos de los siglos. Amén.
El alma que anda en amor, ni cansa, ni se cansa.
San Juan de la Cruz (1542-1591)
Los judíos pudieron contemplar milagros. Tu los verás también, y más grandes todavía, más fulgurantes que cuando los judíos salieron de Egipto. No viste al Faraón ahogado con sus ejércitos, pero has visto al demonio sumergido con los suyos.
Los judíos traspasaron el mar, tú has traspasado la muerte. Ellos se liberaron de los egipcios, tú te has visto libre del maligno.
Ellos abandonaron la esclavitud de un bárbaro, tú la del pecado, mucho más penosa todavía.
¿Quieres conocer de otra manera cómo has sido tú precisamente el honrado con mayores favores? Los judíos no pudieron entonces mirar de frente el rostro glorificado de Moisés, siendo así que no era más que un hombre al servicio del mismo Señor que ellos. Tú en cambio has visto el rostro de Cristo en su gloria. Y Pablo exclama: «Nosotros contemplamos a cara descubierta la gloria del Señor».
Ellos tenían entonces a Cristo que los seguía; con mucha más razón, nos sigue él ahora. Porque, entonces, el Señor les acompañaba en atención a Moisés; a nosotros, en cambio, no nos acompaña solamente en atención a Moisés, sino también por nuestra propia docilidad. Para los judíos, después de Egipto, estaba el desierto; para ti, después del éxodo, está el cielo. Ellos tenían, en la persona de Moisés, un guía y un jefe excelente; nosotros tenemos otro Moisés, Dios mismo, que nos guía y nos gobierna.
¿Cuál era en efecto la característica de Moisés? Moisés, dice la Escritura, era el hombre más sufrido del mundo. Pues bien, esta cualidad puede muy bien atribuírsele a nuestro Moisés, ya que se encuentra asistido por el dulcísimo Espíritu que le es íntimamente consubstancial. Moisés levantó en aquel tiempo sus manos hacia el cielo e hizo descender el pan de los ángeles, el maná: nuestro Moisés levanta hacia el cielo las suyas y nos consigue un alimento eterno. Aquel golpeó la roca e hizo correr un manantial: éste toca la mesa, golpea la mesa espiritual y hace que broten las aguas del Espíritu. Esta es la razón por la que, como una fuente, la mesa se halla situada en medio, con el fin de que los rebaños puedan desde cualquier parte afluir a la fuente y abrevarse con sus corrientes salvadoras.
Puesto que tenemos a nuestra disposición una fuente semejante, un manantial de vida como éste, y puesto que la mesa rebosa de bienes innumerables y nos inunda de espirituales favores, acerquémonos con un corazón sincero y una conciencia pura, a fin de recibir gracia y piedad que nos socorran en el momento oportuno. Por la gracia y la misericordia del Hijo único de Dios, nuestro Señor y Salvador Jesucristo, por quien sean dados al Padre, con el Espíritu Santo, gloria, honor y poder, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.
SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
1. ORIGEN Y PROMESAS
La oración de la Iglesia venera y honra al Corazón de Jesús, como invoca su Santísimo Nombre. Adora al Verbo encarnado y a su Corazón que, por amor a los hombres, se dejó traspasar por nuestros pecados.
Catecismo de la Iglesia Católica, 2669
Jesús, durante su vida, su agonía y su pasión nos ha conocido y amado a todos y a cada uno de nosotros y se ha entregado por cada uno de nosotros: "El Hijo de Dios me amó y se entregó a sí mismo por mí" (Ga 2, 20). Nos ha amado a todos con un corazón humano. Por esta razón, el sagrado Corazón de Jesús, traspasado por nuestros pecados y para nuestra salvación (cf. Jn 19, 34), "es considerado como el principal indicador y símbolo...del amor con que el divino Redentor ama continuamente al eterno Padre y a todos los hombres (Pío XII, Enc."Haurietis aquas": DS 3924; cf. DS 3812).
Catecismo de la Iglesia Católica, 478
La difusión de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús se debe a santa Margarita de Alacoque a quien Jesús se le apareció con estas palabras: "Mira este corazón mío, que a pesar de consumirse en amor abrasador por los hombres, no recibe de los cristianos otra cosa que sacrilegio, desprecio, indiferencia e ingratitud, aún en el mismo sacramento de mi amor. Pero lo que traspasa mi Corazón más desgarradamente es que estos insultos los recibo de personas consagradas especialmente a mi servicio."
He aquí las promesas que hizo Jesús a Santa Margarita, y por medio de ella a todos los devotos de su Sagrado Corazón:
1. Les daré todas las gracias necesarias a su estado.
2. Pondré paz en sus familias.
9. Les consolaré en sus penas.
4. Seré su refugio seguro durante la vida, y, sobre todo, en la hora de la muerte.
5. Derramaré abundantes bendiciones sobre todas sus empresas.
6. Bendeciré las casas en que la imagen de mi Corazón sea expuesta y venerada.
7. Los pecadores hallarán en mi Corazón la fuente, el Océano infinito de la misericordia.
8. Las almas tibias se volverán fervorosas.
9. Las almas fervorosas se elevarán a gran perfección.
10. Daré a los sacerdotes el talento de mover los corazones más empedernidos.
11. Las personas que propaguen esta devoción tendrán su nombre escrito en mi Corazón, y jamás será borrado de El.
12. Les prometo en el exceso de mi misericordia, que mi amor todopoderoso concederá a todos aquellos que comulgaren por nueve primeros viernes consecutivos, la gracia de la perseverancia final; no morirán sin mi gracia, ni sin la recepción de los santos sacramentos. Mi Corazón será su seguro refugio en aquel momento supremo.
Las condiciones para ganar esta gracia son tres:
1. Recibir la Sagrada Comunión durante nueve primeros viernes de mes de forma consecutiva y sin ninguna interrupción.
2. Tener la intención de honrar al Sagrado Corazón de Jesús y de alcanzar la perseverancia final.
3. Ofrecer cada Sagrada Comunión como un acto de expiación por las ofensas cometidas contra el Santísimo Sacramento.
Mi yugo es suave y mi carga ligera
Mateo 11, 25-30. Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús. "Aprendan de mí que soy manso y humilde de corazón".
Oración introductoria
Dios mío, Tú eres rico en misericordia, al punto tal de entregarnos a tu Hijo Jesús, para librarnos del pecado. Me reconozco pecador, indigno y débil, humildemente imploro me acojas en esta oración porque quiero permanecer en tu rebaño.
Petición
Sagrado Corazón de Jesús, traspasado por mis pecados, ten piedad y misericordia.
Meditación del Papa Francisco
En los Evangelios encontramos diversas referencias al Corazón de Jesús, por ejemplo en el pasaje donde Cristo mismo dice: "Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón". Es fundamental, luego, el relato de la muerte de Cristo según san Juan. Este evangelista, en efecto, testimonia lo que vio en el Calvario, es decir, que un soldado, cuando Jesús ya estaba muerto, le atravesó el costado con la lanza y de la herida brotaron sangre y agua. Juan reconoce en ese signo, aparentemente casual, el cumplimiento de las profecías: del corazón de Jesús, Cordero inmolado en la cruz, brota el perdón y la vida para todos los hombres. (S.S. Francisco, 9 de junio de 2013).
Reflexión
En un estanque vivía una colonia de ranas. Y el sapo más viejo se creía también el más grande y el más fuerte de toda la especie. Cada mañana se posaba a la orilla del estanque y comenzaba a hincharse para atraer la atención de sus vecinas y para presumir su tamaño y su fuerza. Un buen día se acercó un buey a beber; y el sapo, viendo que éste era más grande que él, comenzó a hincharse e hincharse, más que en otras ocasiones, tratando de igualarse al buey. Y tanto se infló que reventó. Así sucede también a muchos hombres que, por su ambición, su soberbia y prepotencia tratan de igualarse a otro buey (y también se podría escribir con "g"). Ya muy bien lo decía san Agustín: "La soberbia no es grandeza, sino hinchazón; y lo que está hinchado parece grande, pero no está sano".
Feuerbach y Nietzsche -dos filósofos ateos del siglo pasado- lanzaron sus teorías del "super-hombre" y del dominio del más fuerte. Ideas tan tristes que desembocaron en la prepotencia nazi, en un racismo aberrante y en todas las formas de totalitarismo ateo que perseguía todo tipo de religión, especialmente la católica; esas ideas fueron las causantes de la Segunda guerra mundial y originaron un abismo de inhumanidad que ni siquiera excluyeron los terribles campos de concentración y de exterminio. Esa triste "ley del más fuerte" impone muchas veces el criterio de comportamiento entre los hombres, ¡tan penosa y de tan lamentables consecuencias para la convivencia humana! Y es que el poder, la ambición desenfrenada y la soberbia prepotente pudre el corazón de los hombres y crea verdaderos infiernos.
Y, sin embargo, Jesucristo nuestro Señor nos viene a hablar hoy de humildad, de mansedumbre y de servicio: "Tomen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallarán descanso para sus almas"... ¿No es un mensaje ya trasnochado y pasado de moda? ¿Acaso el que triunfa, hoy en día, no es el hombre "fuerte", el "grande", el poderoso?
El pequeño, el débil y el humilde ni siquiera es tomado en cuenta; más aún, muchas veces es ridiculizado y emarginado. El mismo Nietzsche se mofaba de la humildad, diciendo que era "un vicio servil y un comportamiento de esclavos".
En el Evangelio de la fiesta del Sagrado Corazón, se nos presenta Jesús en oración bendiciendo a su Padre: "Te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado los misterios del Reino a los sabios y a los poderosos, y se los has revelado a los pequeños". ¡Qué contraste tan abismal! Pensamos que las gentes felices del mundo son los ricos, los poderosos, los grandes, los fuertes y los sabios. Y, sin embargo, nuestro Señor llamó "dichosos" precisamente a los de la parte opuesta: "Bienaventurados los pobres de espíritu, los mansos, los que lloran, los misericordiosos, los pacíficos, los que padecen persecución... porque de ellos es el Reino de los cielos" (Mt 5, 1-12). Y hoy, Jesús nos sale con otra de las "suyas", invitándonos a la humildad. ¿Es que Jesús está loco?
¡Con razón nadie le hace caso! Parece que Él va siempre "en sentido contrario", contra corriente. Pero, no nos viene mal preguntarnos quién es el verdadero loco. A Nietzsche, al final de su vida, "se le saltaron la tuercas" y acabó suicidándose.
Jesús siempre se presentó así: manso y humilde. Después de la multiplicación de los panes, cuando la muchedumbre quería arrebatarlo para hacerlo rey, Él se les esconde y se va solo, a la montaña, a orar. Y cuando curó al leproso de su enfermedad inmunda o devolvió la vista al ciego de nacimiento; cuando hizo caminar al paralítico, curó a la hemorroísa, resucitó a Lázaro o a la hija de Jairo, no se dedicó a tocar la trompeta para que todo el mundo se enterara... Y, finalmente, cuando se decide a entrar triunfalmente en Jerusalén, no lo hace sobre un alazán blanco o sobre un caballazo prieto azabache, rodeado de un ejército de vencedor, sino montado en un pobre burrito, que era señal de humildad y de paz.
¡Definitivamente, Jesús no hacía milagros para "ganar votos" para las elecciones, ni se aprovechó de su popularidad entre la gente para hacerse propaganda política y ocupar los mejores puestos, como muchos de nuestros gobernantes! Él no era un populista o un demagogo como los que abundan hoy en nuestras plazas y manifestaciones públicas. Él no conocía, sin duda, esa "picardía" y oportunismo interesado, ni sabía mucho de eso que nosotros llamamos "técnicas de publicidad y de imagen"...
"Aprendan de mí -nos dice- que soy manso y humilde de corazón". Sí. Él había dicho durante su vida pública que "no había venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida en rescate por muchos" (Mc 10,45) y lo cumple al pie de la letra. ¡Aquí está la verdadera grandeza: no la del poder, sino la grandeza de la humildad, de la mansedumbre y del servicio!
Si seguimos su ejemplo, Él nos asegura los frutos que obtendremos: "Encontrarán descanso para sus almas, porque mi yugo es suave y mi carga ligera". La persona humilde goza de una paz muy profunda porque su corazón está sosegado. Ese yugo y esa carga se refieren a la cruz que tenemos que llevar todos los seres humanos. Pero Cristo nos llena de paz y de felicidad en medio del dolor porque su presencia y su compañía nos bastan y nos sacian. Él es nuestra paz. Y no importa que nos lluevan las persecuciones, las calumnias, las injurias y todo tipo de mentiras.
Diálogo con Cristo
No importan las persecuciones. Tu nos llena de paz porque tu yugo es llevadero y tu carga ligera. Nos advertiste que seríamos perseguidos porque también te persiguieron a Ti y te condenaron a muerte por calumnias. Llamaste "bienaventurados a los perseguidos", y contigo tenemos asegurada la victoria y el triunfo definitivo.
Propósito
Poner en el Corazón de Jesús todas mis preocupaciones y confiarme a Él.
INVOCACIÓN AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
¿Por qué, Señor, te muestras vulnerable, si has vencido a la muerte, y permaneces vivo y resucitado?
¿Por qué invitaste a tu discípulo a introducir su mano en la herida de tu pecho, y le dejaste palpar tu carne traspasada?
¿Qué mensaje me quieres dar al mostrarme tus llagas, si ya vives glorioso, y la muerte no tiene dominio sobre ti?
Conoces la naturaleza humana, y en qué es más sensible y se hiere más: por las relaciones. Al contemplar tu costado abierto, me consuelas el sentimiento dolorido, por tantos deseos insatisfechos, por la torpeza de mi afán posesivo y por la soledad del alma.
Gracias, Señor Jesús, por mostrarte compañero, aunque glorioso, de lo que más duele, la herida del corazón.
Si cabe el error en el empleo de las manos hacendosas, cansadas en mil tareas por afán protagonista, o quizá por autovalimiento, cuando no tendría destreza alguna sin tu gracia; si es posible errar en el camino, y avanzar torpemente por senda equivocada y sentir el dolor del tiempo perdido y de los pasos inútiles. La contemplación de las heridas de tus pies y de tus manos consuelan y curan las mías de tantas acciones autosuficientes. Gracias a tu gesto solidario y compasivo, al mostrar tus llagas, unges las mías con el bálsamo de la compasión.
Pero es la herida de tu costado la que más sangra. Tú conoces bien lo que duele la soledad de los propios, la infidelidad de los amigos, el deseo de un amor imposible, el error afectivo, la dependencia impropia.
Tú me ofreces en el hueco de tu pecho el cobijo, poder ponerme a resguardo en la intemperie de mí mismo, y descubrir la verdad de tu invitación: “Venid a mi los que estáis cansados y agobiados. Aprended de mi, que yo soy manso y humilde de corazón.”
Gracias, Señor, por ofrecerte a ser puerto franco, amparo y refugio en los momentos de mayor intemperie, cuando se siente la llaga en las entrañas.
Gracias, Señor, por mantener siempre abierta la puerta de tu costado, por donde puedo entrar a gozar de tu regazo, como el discípulo preferido.