Creyó en la palabra que Jesús le había dicho y se puso en camino
- 16 Marzo 2015
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Francisco bendice a los fieles durante el Angelus
El Papa condena “con dolor, con mucho dolor”, el atentado contra dos iglesias en Lahore
Francisco clama contra la “persecución contra los cristianos, que el mundo trata de esconder”
“Dios nos ama con un amor gratuito y sin límites: esta frase resume todo el Evangelio y toda la teología”
"Dios elige a su pueblo no porque lo merezca, sino porque es el más pequeño entre todos los pueblos
(Jesús Bastante).- "Que la persecución contra los cristianos, que el mundo trata de esconder, termine. Y que exista la paz". Profundamente conmovido, el Papa Francisco lanzó ayer un mensaje de condena a los atentados terroristas que han causadodecenas de víctimas en dos iglesias de Lahore (Pakistán) y que el Papa ha conocido "con dolor, con mucho dolor".
"Son iglesias cristianas, los cristianos son perseguidos. Nuestros hermanos derraman la sangre solamente porque son cristianos", denunció Bergoglio, quien "imploro" al Señor, "el don de la paz y la concordia para aquel país" y para las víctimas y sus familias.
El Angelus de este domingo recibió a las decenas de miles de personas que se agolpaban en San Pedro, y al mismo Papa, con frío y viento. El Evangelio de hoy, al que Francisco dedió el rezo, giraba en torno a las palabras de Jesús a Nicodemo. "Tanto amó Dios al mundo que entregó a su hijo".
"Dirijamos la mirada a Jesús crucificado, y dentro sentimos que Dios nos ama, nos ama de verdad. Que nos ama muchísimo", proclamó el Papa. "Es la expresión más sencilla, la que resume todo el Evangelio, toda la fe, toda la teología: Dios nos ama con un amor gratuito y sin límites", desde el comienzo, desde la Creación.
"En el origen del mundo, existe sólo el amor libre y gratuito del Padre", señaló el Papa, quien citó a San Ireneo para proclamar que "Dios no creó a Adán porque tenía necesidad del hombre, sino que lo creó para tener a alguien a quien donar su beneficio, su amor". Y es que "el amor de Dios es así".
Y así prosigue la oración: y cuando por desobediencia perdió tu amistad, no lo abandonaste al poder de la muerte, sino que tendiste la mano a todos.
"Dios elige a su pueblo -prosiguió Francisco- no porque lo merezca, sino porque es el más pequeño entre todos los pueblos. Y cuando llegue la plenitud de los tiempos, no obstante los hombres hubieran infringido la alianza, Dios en lugar de abandonarlos, estrechó un vínculo nuevo en la sangre de Jesús. Un vínculo que nada podrá nunca romper".
"Dios es rico en misericordia, no olvidéis esto. Y por el gran amor que nos tiene, estando muertos por nuestros pecados, nos hizo revivir con Cristo", añadió Francisco, quien incidió en que "la cruz de Cristo es la prueba suprema de la misericordia y del amor de Dios por nosotros. Jesús nos ha amado hasta el final. No solamente hasta el último instante de la vida terrenal, sino hasta el límite del amor".
"Dios ha venido a sufrir y a morir por nosotros. Y esto por amor. Porque nos ama, nos perdona, con su misericordia Dios perdona todo, y Dios perdona siempre". Al término del Angelus, donde tuvo un recuerdo para miembros de las iglesias de Granada y Málaga, el Papa también quiso recordar a la población de Vanuatu, azotada por un reciente ciclón. "Me siento muy cerca de ellos. Rezo por los difuntos y los heridos, y agradezco a los que se han puesto enseguida a ayudar a todos".
Evangelio según San Juan 4,43-54.
Jesús partió hacia Galilea. El mismo había declarado que un profeta no goza de prestigio en su propio pueblo. Pero cuando llegó, los galileos lo recibieron bien, porque habían visto todo lo que había hecho en Jerusalén durante la Pascua; ellos también, en efecto, habían ido a la fiesta. Y fue otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Había allí un funcionario real, que tenía su hijo enfermo en Cafarnaún. Cuando supo que Jesús había llegado de Judea y se encontraba en Galilea, fue a verlo y le suplicó que bajara a curar a su hijo moribundo. Jesús le dijo: "Si no ven signos y prodigios, ustedes no creen". El funcionario le respondió: "Señor, baja antes que mi hijo se muera". "Vuelve a tu casa, tu hijo vive", le dijo Jesús. El hombre creyó en la palabra que Jesús le había dicho y se puso en camino. Mientras descendía, le salieron al encuentro sus servidores y le anunciaron que su hijo vivía. El les preguntó a qué hora se había sentido mejor. "Ayer, a la una de la tarde, se le fue la fiebre", le respondieron. El padre recordó que era la misma hora en que Jesús le había dicho: "Tu hijo vive". Y entonces creyó él y toda su familia. Este fue el segundo signo que hizo Jesús cuando volvió de Judea a Galilea.
San Juan Crisóstomo (345?-407), presbítero en Antioquía, después obispo de Constantinopla, doctor de la Iglesia Homilía 35, sobre San Juan
“Si no veis prodigios y signos, no creéis.”
“Si no veis prodigios y signos, no creéis.” (Jn 4,48) El funcionario real parece no creer que Jesús tenga el poder de resucitar a los muertos. “¡Baja antes que no muera mi hijo!” (Jn 4,49) Parece que cree que Jesús ignora la gravedad de la enfermedad de su hijo. Por esto, Jesús le reprocha su poca fe, para mostrarle que los signos y prodigios se realizan sobre todo para curar a las almas. Así, Jesús cura al padre que está enfermo del espíritu no menos que al hijo que está enfermo en su cuerpo. Así nos enseña que hace falta unirse a él, no a causa de los milagros, sino por su enseñanza confirmada por los milagros. Jesús realiza los prodigios no para los creyentes sino para los incrédulos....
Una vez en casa, “creyo y toda su familia” (Jn 4, 53) Gente que no había visto nunca a Jesús ni oído hablar, creen en él. ¿Qué nos quiere enseñar el evangelio? Hay que creer en él sin exigir prodigios; no hay que exigir a Dios pruebas de su poder. En nuestros días, ¡cuánta gente muestra un amor mayor a Dios después que su hijo o su mujer hayan experimentado alivio en sus enfermedades! Aunque nuestros ruegos no fueran escuchados, hay que perseverar igualmente en la acción de gracias y la alabanza. ¡Quedemos unidos a Dios en la adversidad y en la prosperidad!
San Juan de Brébeuf
Pertenecía a una acomodada familia de terratenientes. En la Normandía oriental, donde nació el 25 de marzo de 1593, imperaba el calvinismo, pero ellos profesaban la fe católica. Cursó estudios de filosofía y teología en la universidad de Caen. A los 21 años entró en una vía de discernimiento vocacional. Se dispuso a ingresar en la Compañía de Jesús, pero asuntos familiares le obligaron a posponer su incorporación hasta 1617. Tenía 24 años. Realizó el noviciado en Rouen donde se le consideró como una vocación tardía. Su dificultad para asimilar las materias se contrarrestó con una formación personalizada. Profesó en 1619 y fue destinado a la docencia. Contrajo la tuberculosis y tuvo que abandonar las aulas. Su estado era tan grave que, ante el riesgo de muerte, el provincial propició su ordenación en 1622. La mejoría fue tal que ese mismo año reanudó con brío las misiones que le encomendaron: ayudante de ecónomo del colegio y después ecónomo titular. Bajo su responsabilidad tenía 600 alumnos. Más tarde, por indicación del provincial de Francia, asumió las misiones de la Nueva Francia. La noticia, tan querida como inesperada, le llenó de alegría. Porque sabiendo que los franciscanos requerían la presencia de jesuitas para atender las fundaciones de Canadá, aún pensando que su ofrecimiento no sería acogido, se prestó para viajar a ese país.
En 1625 partió a la misión de Quebec acompañado de dos religiosos. Unos meses más tarde, después de haberse familiarizado con la lengua de los algonquines, se apresuró a evangelizar a los hurones. Informado de la alta peligrosidad de la zona, no temió por su vida y se estableció en el lugar. Desde allí extendió su radio de acción a otros lugares habitados también por los hurones. Fue una etapa de profunda actividad y esfuerzo que le permitió asimilar sus condiciones de vida y costumbres, acogidas por él como si fuera uno de ellos. Realizó viajes extenuantes por bosques y lagos, soportó inclemencias, plagas, falta de higiene de los indios, y muchos problemas de distinta índole. Otros religiosos no fueron capaces de integrarse y regresaron. Al final se encontró solo, pero se mantuvo firme en su misión. Sus ansias martiriales, vinculadas a su celo apostólico, seguían intactas:«Dios mío, ¡cuánto me duele el que no seas conocido, el que esta región extranjera no se haya aún convertido enteramente a ti, el hecho de que el pecado no haya sido aún exterminado de ella! Sí, Dios mío, si han de caer sobre mí todos los tormentos que han de sufrir, con toda su ferocidad y crueldad, los cautivos en esta región, de buena gana me ofrezco a soportarlos yo solo».
En 1629 tuvo que retornar a Francia, momento en el que emitió sus votos perpetuos. Develan irrevocable fidelidad: «Sea yo destrozado antes de violar voluntariamente una disposición de las Constituciones. Nunca descansaré, jamás he de decir: basta». En 1633 regresó junto a los hurones de Ihonatiria. Fundó la Misión de San José y emprendió otra intensa labor apostólica.
Tres años más tarde, los frutos eran visibles. Pudo enviar a 12 jóvenes hurones a Quebec para ser educados en la Misión de Nuestra Señora de los Ángeles. Pero se desencadenaron varias epidemias, que una parte de los hurones achacaron a la presencia de los misioneros, por lo que fueron amenazados y Juan pensó que podría morir. Cuando se desató una de ellas en San José, el único que se mantuvo indemne fue él, que había desafiado a los hechiceros. En 1637 fundó en Ossosané, la capital hurona. Nueva plaga, en este caso de viruela, contribuyó a incrementar la hostilidad. El convencimiento de la gente era que los «sotanas negros» ocasionaban tales desgracias. Juan escribió su voto de martirio que recitaba todos los días en la misa. Parte de la población le quería. Por eso, en febrero de 1638 fue nombrado jefe hurón. Siguió un periodo de altibajos en lo que concierne a las bendiciones apostólicas hasta que en una de sus misiones sufrió una caída y regresó a Quebec. En 1641 fue nombrado superior de Sillery. Hasta allí llegaron evidencias de los atroces martirios contra los hermanos que había enviado a evangelizar. Las huellas de las torturas de los que regresaban con vida eran estremecedoras. Juan, vertiendo sus lágrimas por ellos, siguió incansable, impulsando las misiones. Diez intensos años de entrega entre los indígenas en los que había administrado el bautismo a 50 personas le permitían trasladar con propiedad a sus superiores esta impresión: «Este campo de misión tendrá su fruto más tarde, pero solo mediante una paciencia casi sobrehumana». Volvió con los hurones en 1644. Y cuando llevaba veinte años en la región, encontró la palma del martirio. Sucedió en 1649. Después de fundar en el territorio de los iroqueses, muchos de los cuales le perseguían a él y a la comunidad, un grupo de ellos le apresó en la Misión de San Luís. Los suplicios fueron terribles. Él oraba: «Jesús, ten misericordia»; mientras, los hurones respondían: «Echon (era el nombre que le daban), ruega por nosotros». Su valentía ante tanta crueldad hizo creer a los feroces verdugos que estaban frente a alguien que excediendo con creces lo humano se hallaba cerca de lo sobrenatural. La tarde del 16 de marzo de 1649 expiró. Pío XI lo canonizó el 29 de junio de 1930 junto a varios misioneros jesuitas. Fueron declarados patronos de la evangelización de América del Norte.
16 de marzo 2015 Lunes IV de cuaresma Is 65, 17-21
Las palabras del libro de Isaías que son puestas en boca del Señor: "Crearé un cielo nuevo y una tierra nueva», nos recuerdan que la esperanza en Dios hará cambiar las cosas. ¿Pero cuáles son los cambios que yo deseo? ¿Te parecen que son como los que desea Dios? Señor, que aquí en la tierra se haga tu voluntad.
A la hora de contemplar los Evangelios durante la Cuaresma, os doy este consejo: tómese muy en serio la humanidad de Jesús incluso a la hora de meditar sobre su divinidad. Dios se hizo humanidad para ser como uno de nosotros, y hacemos un flaco favor a esta voluntad divina si minimizamos la encarnación. Cuando usamos la imaginación a la hora de contemplar a Jesús, confiamos en que el Espíritu de Dios nos revele algo sobre Jesús que sea importante para nosotros, para que así más la amamos y seguimos. La única manera en que podemos llegar a conocer otra persona es a través de la revelación; el otro se nos revela. Al contemplar los Evangelios, estamos pidiendo conocer más y más a Jesús.
Francisco, y la reforma de la Curia
Francisco, dos años después: Juan José Arnáiz
Un religioso Papa para las sombras frías de la vida
"El milagro (de) Francisco: el por dentro de la transformación del Papa y la Iglesia"
Juan José Arnáiz, 16 de marzo de 2015 a las 10:53
• "Francisco es un proyecto con el que millones de personas sueñan y se identifican"
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• Papa Francisco entrando a Santa Marta
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Considero que la ‘enfermedad' o "motivo psiquiátrico" de vivir en Santa Marta es porque Francisco es un religioso
(Juan José Arnaiz Ecker, scj).- Buscando por dónde empezar me he tropezado con dos apuntes que me han ayudado. Uno es el título de un libro del vaticanista John Allen titulado The Francis Miracle: Inside the Transformation of the Pope and the Church que vendría ser en traducción lo más castiza posible "El milagro (de) Francisco: el por dentro de la transformación del Papa y la Iglesia".
Milagro, Papa e Iglesia, pero sobre todo "inside", el "por dentro". El otro apunte es la respuesta el domingo pasado (8 de marzo) a la pregunta de una niña, durante la visita de Francisco a una de las parroquias de su diócesis romana. La chiquita quiso saber qué sintió cuando fue elegido Papa. La pregunta no era nueva, la respuesta tampoco. Y es importante porque son dos años de distancia casi exactos: "No sé...: Me cambiaron de diócesis... [ríe, ríen] Yo era feliz en una diócesis y ahora soy feliz en otra. Me han cambiado. Eso es".
Cambio y felicidad. Interiores, profundas, religiosas en ese sentido relacional que a veces adormentamos con nuestras prisas y visiones personales de la fe y de la Iglesia. El Papa Francisco, en base a esta felicidad y conciencia, está transformando la Iglesia, tal y como él ha sido transformado/cambiado al ser trasladado (en obediencia) de sede episcopal y ocupar, con todas sus responsabilidades anejas, la sede episcopal de Roma. Y sí.
Creo que este orden de conciencia es clave: como pontífice bonaerense conocía y desempeñó sus obligaciones en su Iglesia local. A ellas sumó en 2001 las responsabilidades y servicios a la Iglesia universal como cardenal. Como pontífice romano conoce y desempeña sus obligaciones. A ellas corresponden desde el primer segundo las responsabilidades y servicios de Pastor Universal de la Iglesia. El conjunto indisoluble: Papa Francisco; pero creo que existe este orden (u ordenamiento) en su conciencia: el obispo (en primer lugar) de Roma es sucesor personal de Pedro (en segundo lugar), con lo que es quien, como pastor (con potestad ordinaria, plena, universal, suprema, inmediata) custodia y sirve en la caridad (fáctica) la unidad de todas las Iglesias.
Esta conciencia no creo que sea fruto de una opción de escuela teológica. Es algo más (sencillamente) profundo. Felicidad es lo que pide y destaca, lo que da como criterio de verificación, a un estado y modo de vida en la Iglesia del que este año se hace especial recuerdo y oración (en medio de un silencio mediático-pastoral eclesial que no sé si es de asustar o es lo que tiene que ser): la Vida consagrada. Y es que Francisco es un consagrado, es un religioso jesuita. No he escrito "fue", sino "es". Y esta realidad, este modo de desplegar la gracia bautismal a través de la consagración religiosa jesuítica, que es luego desarrollada en su ordenación presbiteral como religioso jesuita, forma parte del orden de las cosas y, por lo tanto, creo, modestamente, que del modo en el que se deben leer estos dos años de pontificado.
Lo de los zapatos (negros y usados, y no rojos y cuidados), lo de su vestimenta (vestir pantalón negro en lugar de uno blanco -que evitaría que se transparentase bajo la sotana-, o que su fajín no tenga su escudo papal), lo del uso de los coches de gama baja... creo que debe entenderse en el contexto de un hombre que vive con libertad, alegría y profunda cotidianidad la austeridad propia de un voto de pobreza. Sí, su ordenación episcopal del 27 de junio de 1992 lo dispensó canónicamente del cumplimiento de sus votos religiosos. Pero él sabe que un religioso hace sus votos más adentro del nivel público (canónico) de su ser y vivir en la Iglesia. El voto establece un vínculo entre la persona y Dios, y a ese vínculo (y estilo consiguiente) se mantiene fiel como obispo, como cardenal (lo atestiguan sus sotanas rehechas de las de su predecesor, o su viajar en clase turista las 13 horas y 5 minutos estimados de un vuelo entre Buenos Aires y Roma, o haber conocido solo ‘por trabajo' -cónclave- la Capilla Sixtina -desconozco si como papa ha visitado los Museos Vaticanos, porque creo que, al menos hasta su elección, nunca había estado) y como papa.
Un religioso tiene, por naturaleza carismática, vida común. Es cierto que en la vida religiosa existen muchas modalidades e intensidades de esa vida común. Pero hay algo que es compartido por toda forma de vida religiosa y que pido se me permita expresar así: el religioso no tiene casa propia. Como mucho tiene (prestada) habitación propia. Y la habitación propia es ese espacio de "mínima clausura" donde poder vivir la intimidad con el Señor que da sentido y verdad al celibato consagrado por el voto de castidad. El resto de espacios cotidianos son espacios de encuentro y de construcción de la comunidad. Por eso la capilla de este papa es la común de todos, y la misa cotidiana de este papa es abierta (dentro de lo sensato) a todos. Y el comedor, el refectorio, es prolongación de esa mesa eucarística abierta por el Señor para todos en una mesa común, donde todos comen del mismo puchero. Y eso siempre repercute en la austeridad de la calidad del producto final... (créaseme que sé de lo que hablo). En definitiva, considero que la ‘enfermedad' o "motivo psiquiátrico" de vivir en Santa Marta es porque Francisco es un religioso. No buscaría más nombre ni motivo (sobre todo si es para atacar tontamente a los anteriores papas, provenientes del llamado clero secular, que imprime otro estilo; ni mejor ni peor, diferente). Él aquí, ahora, puede elegir. Tantos otros religiosos obispos no han podido ni pueden elegir más que vivir solos. Pudiendo optar, la elección ha sido la que ha sido.
Y todo esto, todas estas bases que tan superficialmente intento ofrecer a consideración, cuando me fijo en su estilo pastoral lo someto al mismo criterio de interpretación que vengo usando: porque es un religioso, feliz desde siempre de serlo. Que alguien me explique, por favor, cómo un simple "buona sera", ¡por Dios bendito!, un simple "buona sera", pero dicho en la loggia de San Pedro, en una primera aparición papal, de un hombre sereno, pero cuanto menos "acongojado", cómo es posible, digo, que pueda suscitar la alegría que suscita, provocar la emoción que provoca y arrancar tantos millones de sonrisas como arranca. Esto para mí es un misterio viéndolo en directo muchos días, y viéndome a mí, que me saca siempre la misma sonrisa... ( y créaseme que, para mi desgracia, no es tan fácil).
Con suma alegría acepto el hecho (otros lo interpretan como una peligrosa desmitificación o desacralización del papado), pero sigo intentando entenderlo. En otro lugar escribía hace unas semanas: "Para mí, el papa Francisco significa el movimiento ascendente de los muchos miles de curas, frailes y monjas que, sin irse a derecha o izquierda, sino centrados en Cristo (buscándolo, respetándolo, sirviéndolo) han pastoreado a pie de calle y de coche (o burro, o bici, o lo que sea) la Iglesia en estos últimos 50 años. Sin aspavientos, sin prisas, sin miedos (excesivos), sin nostalgias (¡y qué difícil!), buscando siempre renovar su mente, como pide la Palabra de Dios". ¿Es esto? ¿Es esa cercanía desmitificada, diaconal, de vecindad de esos miles de curas y monjas (por resumir) de estos 50 años la gramática que ha preparado esta aceptación incondicional del estilo como pastor de este papa? ¿Es algo de esto lo que se esconde tras la naturalidad del "buona sera" o un "buon pranzo" que le sale al papa y la naturalidad con que se recibe ese deseo, como si fuese casi el anuncio de que... no sé de qué...?
La expresión "Vida consagrada", decía mi profesor el P. Santiago González Silva, tiene un orden como expresión: lo primero y más importante (sustantivo) es vida. Antes de consagrarla (un acto segundo) tenemos previamente que ser conscientes y tener en mano esa vida. ¿Conecta el "buona sera" con la vida? ¿Esa conexión permite a este papa pastorear y consagrar, hacer sagrada, la cotidiana existencia de tantos millones de cristianos que, ¡atención!, le ‘entienden porque le atienden'?
Permítaseme una bomba: con toda sinceridad, yo, personalmente, estaba muy bien con el papa Benedicto. Motivo 1: porque era el papa (¡ahhh!, estoy leyendo -gracias por cierto- a un papista fundamentalista... ¡que no, por Dios! A un simple y normalito fiel cristiano católico que se goza de la figura del papa... nada más). Motivo 2: porque he creído haber entendido qué quería hacer Benedicto. Motivo 3: porque, por eso, me permitía señalar las estrategias que consideraba que no eran buenas. Hecho este ridículo pliego de descargo, lo que más me dolía era que Benedicto no fuese entendido. Se me hacía imposible, porque creo que no era/es tan difícil entender al Benedicto de las homilías y de otros textos pastorales. El problema era que no se le ‘atendía'. ¿Por qué? Por el inmenso error de optar, al querer proclamar que solo en la neta conexión con la Tradición está el camino adecuado de la Iglesia, por el uso de estéticas conservadoras (en esto cada palabra es importante, porque la Tradición no es ni conservadora ni progresista, la Tradición es la conexión con Jesucristo, que es lo único que debe gozar de -salvífica- continuidad, la conexión que establece la unidad en el tiempo con la Iglesia de Juan XXIII, y de Pío XI, y de León X, y de Cleto, y de Lino, y de Pedro, y... con Jesús). Modestamente creo que aquí reside la no comprensión del papa sabio. Perdidos en puntillas, camauros, saturnos, armiños rojos y blancos, gafas de sol, zapatos Armani... (que no elegimos nosotros, sino él y ese es su error) no se le ‘atendió' (y ese es mi dolor) y, por tanto, no se le ‘entendió'.
Pero el papa religioso (o el religioso que ha sido elegido papa), a través de un estilo austero y cotidiano, conecta a la Tradición y el pueblo le ‘atiende' para que se la pueda transmitir, ¡y le comprende! ¡Ah! Llegamos al desafío real. Hace dos años la gran pregunta era cuánto iba a durar la "franciscomanía". Dos años han pasado y el efecto Francisco continúa. Cierto, nos hemos acostumbrado porque el estilo se ha asentado y no genera novedad. Pero se va más profundo, la noticia tiene menos que ver con la persona del papa y más que ver con el destinatario del gesto del papa: enfermos, niños, orientaciones sexuales, inmigrantes, ancianos, nuevos cardenales, etc.
Y este es el mejor escenario: cotidianidad. Los miércoles romanos son una pesadilla... porque son riadas de fieles que vienen a ver, tocar y ‘atender' al papa. Creo que se pueden contar con los dedos de una mano los gestos absolutamente nuevos que Francisco ha hecho respecto a Benedicto o Juan Pablo II, por quedarme en mi memoria televisiva. Pero los de Francisco tienen esta fuerza de la encarnación. Como la tuvo Juan Pablo, menos Benedicto. Este último, queriendo consagrar la vida del hombre se desconectó (estéticamente, al menos) de la vida (cotidiana)... y se equivocó. Su grandeza: ¡pues me desconecto yo! Y vino Francisco. Conectó. Y se armó el lío. Voy terminando esta recolección de pensamientos traídos de aquí y allá. Lo hago con las palabras de uno que sabe mucho más que yo y que en un párrafo cuenta todo lo que yo he necesitado hacer en tres páginas descalabazadas y, encima, mucho mejor explicado y entendido... En fin: ¡humildad! Lo escribe en la revista de mis hermanos dehonianos de Italia Il Regno - attualità (22/2014, p. 801). Dice, pues, el profesor Kurt Appel:
"La elección del nombre fue un acto revolucionario de Jorge Mario Bergoglio tras la elección, también unido a los grandes desafíos y dificultades que la Iglesia en América Latina y en el tercer mundo debe afrontar: la difusión de los pentecostales en las nuevas megápolis, el desenraizamiento y la individualización de las poblaciones indígenas y la consiguiente búsqueda de modelos de referencia. Con este nombre, Bergoglio se ha colocado en la tradición jesuítica de todos los santos. Francisco de Asís renunció no solo a las propiedades y al título, sino que también llevó sobre sí los estigmas de Jesús, es decir, encarnó la vulnerabilidad y la accesibilidad del mismo Hijo de Dios. El nombre del papa evoca otras asociaciones: Francisco actuó en un período de masiva urbanización, cuando la Iglesia había perdido el contacto con las nuevas clases sociales ciudadanas. En aquel contexto él no buscó intervenir en las guerras culturales de aquel tiempo, sino convencer con su ejemplo y mostrar nuevas formas de humanidad y de interacción social".
Negrita mía. Y mío es también lo que escribía hace dos años en scj.es - Revista de la familia dehoniana (7 [2013], 16-19): "Francisco de Asís fue posible, necesario y cambió el rostro y el alma de la Iglesia al comienzo del segundo milenio después del predominio en el primero de Benito de Nursia [en castellano cotidiano, Benedicto es Benito]. El tercer milenio ha comenzado y concentra en esa síntesis simbólica que son los nombres pontificios la llamada a aprender que solo en la unión, en la suma, de las actitudes y necesidades que encarnan estos pontífices el Señor nos ofrece (una vez más) la belleza de la vida cristiana, de la vida resucitada. Este es el estilo nuevo. Estilo cuyo contenido expresaba así nuestro fundador León Dehon: ‘el amor que vuelve a Dios sensible entre las sombras frías de la vida' (NQT 12/159)". El estilo religioso tiene este deber. Hacer sensible a Dios entre las sombras frías de la vida. Francisco lo está logrando siendo lo que es desde el principio al fin. Con la alegría de cambiar y mejorar. Mientras, comete errores y pecados; acierta y tiene genialidades... como todos nosotros cotidianamente. Por esta conciencia, supongo que siempre pide con seriedad y cotidianidad, y desde aquí me une: rezad por mí.
Vete, que tu hijo vive
Juan 4, 43-54. Cuaresma. Si queremos que de verdad Dios nos cure, tenemos que acercarnos a Él confiadamente.
Oración introductoria
Señor, dame una fe viva y operante, un amor ardiente y desinteresado, una esperanza firme e ilimitada en Ti. Ayúdame a orar con profundidad, para escuchar tu voz y ser dócil a tus inspiraciones en este momento; aunque mi espíritu quiera rebelarse, confío en que tu gracia me fortalecerá.
Petición
Jesucristo, dame una fe real y verdadera que transforme mis actitudes para hacer siempre el bien.
Meditación del Papa Francisco
«¿Creéis que Dios no nos escuche, si lo rezamos con insistencia? La expresión de Jesús es muy fuerte: "Y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que claman a él día y noche, aunque los haga esperar?
"Gritar día y noche" ¡hacia Dios! Nos toca esta imagen de la oración. Pero preguntémonos: ¿por qué Dios quiere esto? ¿Él no conoce ya nuestras necesidades? ¿Qué sentido tiene "insistir" con Dios?
Esta es una buena pregunta, que nos hace profundizar en un aspecto muy importante de la fe: Dios nos invita a rezar con insistencia, no porque no sabe qué necesitamos, o porque no nos escucha. Al contrario, Él escucha siempre y conoce todo de nosotros, con amor. En nuestro camino cotidiano, especialmente en las dificultades, en la lucha contra el mal fuera y dentro de nosotros, el Señor no está lejos, está a nuestro lado; nosotros luchamos con Él al lado, y nuestra arma es precisamente la oración, que nos hace sentir su presencia junto a nosotros, su misericordia y también su ayuda»(S.S. Francisco, Ángelus del 20 de octubre de 2013).
Reflexión
De momento a Jesús le reciben bien en Galilea, aunque Él ya es consciente de que "un profeta no es estimado en su propia patria". En Caná, donde había hecho el primer milagro del agua convertida en vino, hace otro "signo" curando al hijo del funcionario real de Cafarnaúm. Y en este momento de nuevo aparece un extranjero con mayor fe que los judíos pues el evangelio nos dice que el hombre creyó en las palabras de Jesús y se puso en camino. La marcha de Jesús hacia la muerte y la resurrección está sembrada de hechos en que comunica a otros la salud, la vida, la alegría. Es Dios quien desea que esta próxima Pascua sea una verdadera primavera para nosotros, incorporándonos a su Hijo porque el que está en Cristo es una nueva creación. Ha pasado lo viejo, todo es nuevo (2 Cor 5, 17). Jesús nos quiere devolver la salud, como al hijo del funcionario real, y quiere liberarnos de toda esclavitud y tristeza perdonándonos todas nuestras faltas. Si tenemos fe, si queremos que de verdad nos cure, debemos acercarnos confiadamente para que nos llene de su gracia. Por esto, cada vez que nos disponemos a recibirle en la Eucaristía le decimos una breve oración que nos hace más humildes, "Señor, no soy digno que entres a mi casa, pero sé que basta una palabra tuya para sanarme".
Propósito
Predicar, no sólo con mi testimonio y mi palabra, sino haciendo al menos un acto concreto de caridad.
Diálogo con Cristo
Señor, la enfermedad de su hijo motivó al funcionario a buscarte y a creer en Ti. Yo quiero madurar y crecer en mi amor a Ti, para que no sólo te busque en la necesidad, en la soledad o en el sufrimiento. Con tu gracia sé que lo podré lograr. ¡Gracias por tu amor eterno y por estar siempre conmigo!
Francisco en Sta. Marta: 'Dios está enamorado de nosotros, sueña con nosotros' Dios está enamorado de nosotros y somos su sueño de amor y esto no lo puede explicar ningún teólogo. Así lo ha afirmado el Santo Padres en la homilía de esta mañana en Santa Marta. En la primera lectura de hoy, del profeta Isaías, el Señor dice que creará “cielo nuevo y tierra nueva”. Por eso, el papa Franciso afirma que la segunda creación de Dios es aún más “maravillosa” que la primera, porque “cuando el Señor ‘rehace’ el mundo estropeado por el pecado” lo ‘rehace’ en Jesucristo. Y en este renovar todo, Dios manifiesta su gloria inmensa. El Pontífice lo ha explicado así. “Vemos que el Señor tiene mucho entusiasmo: habla de alegría y dice una palabra: ‘gozaré de mi pueblo’. El Señor piensa en eso que hará, piensa que Él, Él mismo estará en la alegría de su pueblo. Es como si fuera un ensueño del Señor: el Señor sueña.
Tiene sus sueños. Sus sueños sobre nosotros. ‘Ah, qué bonito será cuando nos encontremos todos juntos, cuando nos encontremos allí o cuando esa persona, esta otra... aquella otra caminará conmigo. ¡Yo disfrutaré en ese momento!” De este modo, el Santo Padre ha dado un ejemplo que puede ayudar: como si una chica con su novio o el chico con su novia pensara ‘cuando estemos juntos, cuando nos casemos...’ Es el ‘sueño’ de Dios. Además, ha querido recordar en la homilía que “Dios piensa en cada uno de nosotros” y “piensa bien, nos quiere, ‘sueña’ con nosotros. Sueña con la alegría con la que gozará con nosotros. Por esto el Señor quiere ‘re-crearnos’ hacer nuevo nuestro corazón, ‘re-crear’ nuestro corazón para hacer triunfar la alegría”. “¿Lo habéis pensado?”, se pregunta Francisco, y responde: ‘¡El Señor sueña conmigo! ¡Estoy en la mente, en el corazón del Señor! ¡El Señor es capaz de cambiar mi vida!” Y hace muchos planes, explica Francisco. “Fabricaremos casas, plantaremos viñas, comeremos juntos”... estas son ilusiones que hace solamente un enamorado. Y aquí el Señor se muestra enamorado de su pueblo, ha proseguido el Papa. Al respecto, el Santo Padre ha indicado que cuando el Señor dice a su pueblo: “Yo te he elegido no porque seas el más fuerte, el más grande, o el más poderoso. Sino que te he elegido porque eres el más pequeño de todos. También puede decir: el más miserable de todos. Yo te he elegido así”. Y esto --ha observado el Papa-- es amor. El Papa ha insistido en que “Dios está enamorado de nosotros” al comentar el pasaje del Evangelio sobre la sanación del hijo del funcionario real. “Creo que no haya ningún teólogo que pueda explicar esto: no se puede explicar. Sobre esto solo se puede pensar, escuchar y llorar de alegría. El Señor nos puede cambiar”. ¿Y qué debemos hacer?, se ha preguntado el Papa. La respuesta: Creer. “Creer que el Señor puede cambiarme, que el Señor es poderoso: como ha hecho con ese hombre que tenía el hijo enfermo, en el Evangelio”. Así, Francisco ha explicado que ese hombre creyó en la palabra que Jesús le había dado y se puso en camino”. Creyó que Jesús tenía el poder de cambiar a su hijo, la salud del niño. Y venció. Finalmente, el Pontífice ha recordado que “la fe es dar espacio a este amor de Dios, es hacer espacio al poder, al poder de Dios, pero de que uno que es poderoso, al poder de uno que me ama, que está enamorado de mí y que quiere la alegría conmigo. Esto es la fe. Esto es creer: es hacer espacio al Señor para que venga y me cambie”.
V LUNES DE CUARESMA (Is 65, 17-21; Sal 29; Jn 4, 43-54)
LA ALEGRÍA DE LA SALVACIÓN
La pedagogía de la Iglesia se deja sentir en la selección de los textos litúrgicos que se comienzan a proclamar en la cuarta semana de Cuaresma, en la que se nos ofrece la lectura del evangelio de san Juan, como referencia continua hasta la Pascua. La alegría, la esperanza y el sentimiento agradecido por la proximidad de la Pascua se fortalecen al hilo de la meditación de la Palabra. “Mirad: voy a transformar a Jerusalén en alegría, y a su pueblo en gozo; me alegraré de Jerusalén y me gozaré de mi pueblo, y ya no se oirán en ella gemidos ni llantos” (Is 65, 19). Si el grito de auxilio es una constante en la prueba, el alma se inunda de gozo en la experiencia de salvación, como canta el salmo: “Señor, socórreme. Cambiaste mi luto en danzas. Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre” (Sal 29). Jesús, a su paso, va dejando la estela del bien hacer, que no se percibe solo por los signos concretos que se enumeran, sino por lo que significa la presencia del Señor en nuestras vidas. Al igual que el personaje de Cafarnaúm dio fe a la Palabra y se convirtió en testigo del favor del Señor -“El hombre creyó en la palabra de Jesús y se puso en camino. Iba ya bajando, cuando sus criados vinieron a su encuentro diciéndole que su hijo estaba curado”-, del mismo modo, cada uno de nosotros, si da fa al Evangelio, descubrirá un sentido distinto de su vida, aun en los peores momentos.
SANTA TERESA DE JESÚS. Hemos comenzado la cuenta atrás, atravesado el ecuador de la cuarentena. Por este motivo, a la manera de los maestros espirituales, que saben que no es bueno tensar los ánimos, traemos la enseñanza teresiana, que nos desvela algunas fuentes para vivir con alegría interior. Es motivo de alegría verse avanzando en virtud: “Aunque ahora no sea en toda perfección, vese que va ya a ella por el gran contento que le da y alegría ver que no ha de tornar a tratar con cosa de la vida (Camino de Perfección 13, 6), Es motivo de alegría abrazar la voluntad de Dios: “Vuestra reverencia tenga paciencia. Pues le ha dado el Señor tanto deseo de padecer, alégrese de cumplirle en eso, que ya entiendo no es pequeño trabajo. Si hubiésemos de andar a escoger los que queremos y dejar los otros, no sería imitar a nuestro Esposo, que, con sentir tanto en la oración del Huerto su Pasión, el remate era: «Fiat voluntas tua». Esta voluntad hemos menester hacer siempre, y haga El lo que quisiere de nosotros” (Cartas 284, 2). Es motivo de alegría aceptar los acontecimientos, interpretándolos como signos providentes del querer de Dios: “Alégrese con ese padecer y no dé lugar a que el demonio la inquiete con descontento de ese oficio” (Cartas 307, 3).
¿Sientes gozo por cómo vienes viviendo este tiempo?.