“Aquel que actúa conforme a la verdad, se acerca a la luz...”

El domingo se celebra una década de su elección como Papa
Benedicto XVI cumple este jueves 88 años
Su secretario ha explicado que ahora usa bastón o andador

Benedicto camina media hora diaria por los Jardines Vaticanos, rezando el Rosario

Benedicto XVI al piano

Benedicto XVI cumple este jueves 16 de abril 88 años, los tres últimos como Papa emérito y el segundo que celebrará en el Vaticano después de haber renunciado al Pontificado. Dos años antes, en 2013, cuando cumplió 86 años, ya había anunciado su renuncia pero se encontraba en Castelgandolfo, la histórica residencia estival de los papas.

Será una semana de celebraciones y aniversarios para Benedicto XVI, ya que sólo tres días más tarde, el domingo 19, se cumplirán 10 años de su elección como el Papa número 265 de la Iglesia católica. Con motivo del décimo aniversario de su elección como sucesor de San Pedro, el Vaticano presentará en el Campo Santo Teutonico, el cementerio alemán de los jardines vaticanos, el libro en italiano Benedicto XVI Siervo de Dios y de los hombres, publicado por la Librería Editora Vaticana.

Se trata de un retrato de la vida del Papa Ratzinger con palabras e imágenes a través del testimonio de varios autores. 'La gente quería ver a Benedicto XVI, pero sobre todo escucharlo", ha afirmado sobre la publicación del libro el secretario personal de Benedicto XVI y Prefecto de la Casa Pontificia, arzobispo Georg Gänswein.

Como ya hiciera el año pasado, el Papa emérito no tendrá ninguna celebración pública y pasará el día en el habitual clima de recogimiento y oración, sin ningún festejo especial. Gaenswein afirmó recientemente en una entrevista que Benedicto XVI está "bien para su edad" y que cada día caminan media hora por los Jardines Vaticanos. "Por lo general le acompaño yo. Rezamos juntos el rosario. Caminamos media hora. El Papa Benedicto, que siempre ha tenido un paso veloz, ahora, por consejo del médico, usa un andador durante sus paseos y en casa el bastón", comentó en este sentido.

Además, explicó que el Papa emérito "durante el día reza, lee, estudia, responde a muchas cartas y no raramente toca el piano por la tarde", aunque ha precisado que "no se dedica más a escritos teológicos o científicos". "Dice que con los tres volúmenes sobre Jesús ha concluido su obra", detalló.

Se sabe poco de su agenda diaria, pero el pasado día 11 de abril el Papa Emérito Benedicto XVI recibió la visita de seminaristas de la Diócesis de Munich y Frisingia.

El Papa Francisco felicitó telefónicamente al Papa emérito con motivo de su 87 cumpleaños y también le recordó en la celebración de la Misa en la capilla de la Casa Santa Marta, cuando aprovechó para invitar a los fieles a rezar por él. Es muy probable que este año lo felicite de nuevo.

Joseph Ratzinger celebró la última fiesta de cumpleaños como Papa a sus 85 años. El 16 de abril de 2012, iniciaba el día de su 85 aniversario con una Misa celebrada en privado en la Capilla Paulina del Palacio Apostólico Vaticano con la presencia de su hermano, un grupo de obispos de Bavaria y una delegación de la misma región alemana, entre ellos, el ministro presidente de Bavaria Horst Seehofer.
EL "ÚLTIMO PERIODO DE SU VIDA".. Benedicto XVI dijo entonces que se encontraba ante "el último período" de su vida y queno sabía qué le esperaría, pero afirmó que la luz y la bondad de Dios es "más fuerte que cualquier oscuridad" y "que cualquier mal de este mundo". Un cumpleaños diferente fue el del año 2008, cuando el Pontífice celebró su 81 aniversario en la Casa Blanca, junto a George W. Bush y su mujer, coincidiendo con su visita pastoral a Estados Unidos. En cualquier caso, el denominador común de muchos de sus cumpleaños ha sido la música. Así, en 2007, cuando cumplía 80 años, lo festejó asistiendo a un concierto en su honor a cargo de la orquesta sinfónica alemana de la Radio Televisión de Stutgart. Los asistentes pudieron escuchar la interpretación de diversas obras de Giovanni Gabrieli, Wolfgang Amadeus Mozart y Antonin Dvorák. También destaca el que fue su primer cumpleaños como Papa, el 16 de abril de 2006, cuando cumplía 79 años, que coincidió con la primera vez que presidía las celebraciones de Pascua. Joseph Ratzinger nació el 16 de abril de 1927 en Marktl am Inn, un municipio de Baviera, al sureste de Alemania. Estudió en la Escuela Superior de Filosofía, en Freising, y en la Universidad de Münich. Fue ordenado sacerdote el 29 de junio de 1951.

DOMINGO II DE PASCUA (B).  Ac. 4: 32-35, Y Yo. 5: 1-6, Yo. 20: 19-31. 12 de abril de 2015

FESTIVIDAD DEL SEÑOR DE LA MISERICORDIA QUE NOS LLENA DE SU AMOR Y GRAN BONDAD.

Las lecturas de la misa de este segundo Domingo de Pascua son como una síntesis los hechos inmediatos después de la resurrección de Cristo, y de las consecuencias que esto conllevó para aquellos que lo habían seguido de cerca durante el tiempo de su predicación anunciando la Buena Nueva del Reino de Dios. Todo hacía pensar que con la crucifixión del Maestro había puesto fin a las esperanzas de un mundo mejor, de justicia y de paz. Su muerte hacía prever que todo había sido un fracaso y una simple ilusión. Por el miedo de la reacción de los judíos, lo más sensato era de quedarse encerrados en casa esperando que las aguas se calmaran para poder volver a la vida de antes, yendo cada uno a su casa.

Y he aquí que se verifica el hecho maravilloso que nos ha narrado el autor sagrado en el evangelio de hoy: La tarde de ese mismo domingo de Pascua, estando los discípulos reunidos en casa con las puertas cerradas, Jesús entró, se puso en medio de ellos y les dijo: "Paz a vosotros", y les muestra los estigmas de su crucifixión; y les vuelve a decir: "Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo "... Recibid el Espíritu Santo.

Tomás, uno de los discípulos, nos dice el evangelista, no estaba en casa en el momento de la aparición del Jesús resucitado y duda firmemente de lo que le dicen sus compañeros de cierta aparición del Maestro que vive. Él ha visto con sus propios ojos, su muerte en la cruz; por tanto, si no lo puede constatar personalmente, no lo creerá, ya que todo el resto son pamplinas. Y continúa el evangelio diciendo que, ocho días después, estando también los discípulos en casa reunidos y Tomás con ellos, estando las puertas cerradas, Jesús se presenta de nuevo en casa y dice a Tomás que palpe las heridas de sus manos y de su lado, y que no sea incrédulo sino creyente. Tomás, rendido a la evidencia sin necesidad de palpar aquellas heridas, cree lo que ve y lo profundo de su corazón sale una gran confesión de fe: Señor mío y Dios mío! Y Jesús le dice: "Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto ". A partir de esta experiencia, los discípulos pierden el miedo, y saliendo de su escondite comienzan a predicar con fuerza y ​​valentía que Jesús está vivo y que su obra de salvación continúa; de ahí nace la primera comunidad de creyentes, que tal como nos ha dicho la primera lectura de la misa de hoy, la multitud de ellos tenían un solo corazón y una sola alma, y ​​todo lo ponían en común para que nadie viviera en la indigencia y el número de los creyentes cada día aumentara más

Hasta aquí los textos de la misa. Y ahora nos podemos preguntar: ¿Qué representa hoy para nosotros el hecho de la resurrección de Cristo? En un mundo tan secularizado como el nuestro, que generalmente busca por encima de todo el bienestar personal y el pasarlo lo major posible, ya que la vida es corta y pasa deprisa ..., es por ello que hay que aprovechar el momento presente y disfrutar de todo lo que le pueda proporcionar, aunque sea momentáneamente, felicidad. Creer hoy en un mundo trascendente le preocupa bien poco, ya que las ciencias le hablan de otras realidades que se alejan de lo que en otro tiempo atribuía a la religión. Por lo tanto, creer hoy que un cierto personaje, llamado Jesús, que dicen que hace más de dos mil años murió y resucitó, no le preocupa ni es de su incumbencia.

Esta es la triste realidad para muchos de los hombres y de las mujeres de nuestro tiempo. Con todo, para los cristianos, creer en Jesucristo resucitado es mucho más que creer en la afirmación de un hecho extraordinario ocurrido en un muerto llamado Jesús de hace más de dos mil años. Para nosotros, creer en el Resucitado es creer que Cristo está vivo, lleno de fuerza y ​​de creatividad, impulsando la vida hacia su último destino y liberando la humanidad de caer en el caos definitivo. Para nosotros, la resurrección de Jesús no es sólo una celebración litúrgica que se repite cada año. Es, sobre todo, la manifestación del amor poderoso de Dios, que nos salva de la muerte. Es creer que para la resurrección de Cristo no todo acaba aquí, y nos abre a la esperanza de que hay un más allá desconocido, donde disfrutaremos de otra realidad que nos trasciende y que será una felicidad definitiva. Procuramos que la celebración anual de la Pascua nos haga comprender mejor el hecho de la resurrección de Cristo y nos ayude a hacer que no sea para nosotros sólo un hecho conmemorativo de un acontecimiento del pasado, sino una realidad presente que transforme la propia vida y que nos haga vivir con más fe, con más esperanza y con más caridad. Es llenarnos del AMOR del PADRE MISERICORDIOSO como celebración Pascual para toda la COMUNIDAD MISIONERA DE PAX VOBIS y de todos los miembros de la COMUNIDAD DE JESUS. Con mis mejores deseos de las gracias abundantes del SEÑOR DE LA MISERICORDIA y de la VIRGEN MARIA.
Que así sea.

Evangelio según San Juan 3,16-21. 

Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.» El que cree en él, no es condenado; el que no cree, ya está condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios. 

En esto consiste el juicio: la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas. Todo el que obra mal odia la luz y no se acerca a ella, por temor de que sus obras sean descubiertas. En cambio, el que obra conforme a la verdad se acerca a la luz, para que se ponga de manifiesto que sus obras han sido hechas en Dios. 

San Clemente de Alejandría (150-c. 215), teólogo 
El Pedagogo, 1,6   

“Aquel que actúa conforme a la verdad, se acerca a la luz...”

En el momento de nuestro bautismo quedamos iluminados, hechos hijos perfectos y recibimos el don de la inmortalidad. “Lo digo, palabra del Señor, sois todos dioses e hijos del Altísimo!” (cf Sal 81,6; Jn 10,34)

Damos diferentes nombres a estos efectos del bautismo: lo llamamos: gracia, iluminación, baño, perfeccionamiento. “Baño” pues somos purificados de nuestras faltas; “gracia” porque el castigo por nuestros pecados es perdonado; “iluminación” porque contemplamos la luz santa de nuestra salvación en la que llegamos a ver los misterios divinos; “perfeccionamiento” porque ya no nos falta nada. ¿Qué puede faltar a quien ha visto a Dios?  Y ¿cómo se puede llamar “gracia de Dios” a algo que no sea perfecto? Pues, Dios perfecto no puede dar sino cosas perfectas...

Así pues, a penas alguien ha sido regenerado, es también iluminado, liberado de las tinieblas, y al mismo instante, agraciado con la luz... Hemos sido liberados de nuestros pecados que, como una nube, cubrieron al Espíritu divino. Y ahora, libre ya la mirada de nuestro espíritu, descubierta, luminosa, nos hace contemplar las cosas divinas.

Dios mandó a su Hijo para salvar al mundo
Juan 3, 16-21. Pascua. No acabamos de darnos cuenta de lo que significa este amor de Dios, inmenso, gratuito, desinteresado, un amor hasta el extremo.



Oración introductoria
Jesús, pongo toda mi libertad en tus manos para que Tú me guíes hacia esa luz que me aleje de las tinieblas. Dedico tiempo al radio, a la música, a la televisión, a los mensajes que me llegan por internet, etc., en vez de buscar con ahínco más y mejor tiempo para mi oración.

Petición. Dios mío, haz que me dé cuenta que lo primero que tengo que buscar en mi día en mi corazón es tu luz, tu verdad, tu voz de suave y firme Pastor.

Meditación del Papa Francisco
El Evangelio de hoy nos propone las palabras dirigidas por Jesús a Nicodemo: “Dios, amó tanto al mundo, que dio a su Hijo unigénito”. Escuchando esta Palabra, dirigimos la mirada de nuestro corazón a Jesús Crucificado y sentimos dentro de nosotros que Dios nos ama, nos ama de verdad, y ¡nos ama mucho! Esta es la expresión más sencilla que resumen todo el Evangelio, toda la fe, toda la teología: Dios nos ama con amor gratuito y sin límites. Así nos ama Dios. […] San Pablo nos recuerda: “Pero Dios, que es rico en misericordia --no olvidarlo nunca, es rico en misericordia-- por el gran amor con que nos amó, precisamente cuando estábamos muertos a causa de nuestros pecados, nos hizo revivir con Cristo”. La Cruz de Cristo es la prueba suprema del amor de Dios por nosotros: Jesús no ha amado “hasta el extremo”, es decir, no solo hasta el último instante de su vida terrena, sino hasta el extremo límite del amor. Si en la creación el Padre nos ha dado la prueba de su amor inmenso dándonos la vida, en la Pasión de su Hijo nos ha dado la prueba de las pruebas: ha venido a sufrir y morir por nosotros. Y esto por amor. Así de grande es la misericordia de Dios, porque nos ama, nos perdona con su misericordia, Dios perdona todo y Dios perdona siempre. María, Madre de misericordia, nos ponga en el corazón la certeza de que somos amados por Dios. Esté cerca de nosotros en los momentos de dificultad y nos done los sentimientos de su Hijo. (S.S. Francisco, Ángelus del 15 de marzo de 2015).

Reflexión
La oscuridad nos inquieta. La luz, en cambio, nos da seguridad.

En la oscuridad no sabemos dónde estamos. En la luz podemos encontrar un camino. En pocas líneas, el Evangelio nos presenta los dos grandes misterios de nuestra historia.

Por un lado, "tanto amó Dios al mundo". Sin que lo mereciéramos, nos entregó lo más amado. Aún más, se entregó a sí mismo para darnos la vida. Cristo vino al mundo para iluminar nuestra existencia.

Y en contraste, "vino la luz al mundo y los hombres amaron más las tinieblas que la luz". No acabamos de darnos cuenta de lo que significa este amor de Dios, inmenso, gratuito, desinteresado, un amor hasta el extremo.

El infinito amor de Dios se encuentra con el drama de nuestra libertad que a veces elige el mal, la oscuridad, aún a pesar de desear ardientemente estar en la luz. Pero precisamente, Cristo no ha venido para condenar sino para salvarnos. Viene a ser luz en un mundo entenebrecido por el pecado, quiere dar sentido a nuestro caminar.

Obrar en la verdad es la mejor manera de vivir en la luz. Y obrar en la verdad es vivir en el amor. Dejarnos penetrar por el amor de Dios "que entregó a su Hijo unigénito", y buscar corresponderle con nuestra entrega.

Propósito
Que mi testimonio de vida, coherente con la Palabra de Dios, ilumine el camino de los demás.

Diálogo con Cristo
Gracias, Señor, por darme la luz para saber tomar el camino que me lleve a la santidad. Ciertamente ese camino no es el más fácil, ni ante los ojos humanos el más bonito o agradable. Es más, hay un temor interno que no me deja abandonarme totalmente en tu providencia, un espíritu controlador que no logro dominar fácilmente. Pero qué maravilla saber que Tú, a pesar de mis apegos, me sigues amando, perdonando, realmente quiero corresponder a tanto amor.

Damián de Molokai (Jozef De Veuster)

«Fue un ángel en el infierno. Abrasado de amor a Cristo, por quien quiso sufrir y ser despreciado, no dudó en entregar su vida junto a los leprosos de Molokai haciendo de aquél lugar, cuajado de desdichas, un pequeño remanso del cielo»

Ante su vida enmudecen las palabras. Porque este gran apóstol de la caridad, que no abandonó a sus queridos enfermos, murió como ellos dando un testimonio de entrega conmovedor. Vino al mundo en Tremelo, Bélgica, el 3 de enero de 1840. Tenía manifiesta vocación para ser misionero. En las manualidades infantiles incluía de forma predilecta la construcción de casas que recuerdan a las que ocupan los misioneros en la selva. Su hermana y él abandonaron el hogar paterno con el fin de hacerse ermitaños y vivir en oración. Para gozo de sus padres, la aventura terminó al ser descubiertos por unos campesinos.

Cuando tenía edad suficiente para trabajar, ayudó a paliar la maltrecha economía doméstica empleado en tareas de construcción y albañilería. También sabía cultivar las tierras. Era un campesino, y ese noble rasgo se apreciaba en su forma de actuar y de hablar. Tenía por costumbre realizar la visita al Santísimo y un día, mientras se hallaba en su parroquia, escuchó el sermón de un redentorista que decía: «Los goces de este mundo pasan pronto... Lo que se sufre por Dios permanece para siempre... El alma que se eleva a Dios arrastra en pos de sí a otras almas... Morir por Dios es vivir verdaderamente y hacer vivir a los demás». En 1859 ingresó en la Congregación de Misioneros de los Sagrados Corazones de Jesús y de María de Lovaina.

Admiraba a san Francisco Javier y le pedía: «Por favor, alcánzame de Dios la gracia de ser un misionero como tú». La ocasión llegó al enfermar su hermano, el padre Pánfilo, religioso de la misma Orden, que estaba destinado a Hawai. Él iba a sustituirlo. A renglón seguido aquél sanó, favor que el santo agradeció a María en el santuario de Scherpenheuvel (Monteagudo). Ese día se despidió de sus padres a los que no volvería a ver. Inició el viaje en 1863. Fue una travesía complicada. Tuvo que hacer de improvisado enfermero asistiendo a los que se indisponían. Entre todos los pasajeros se fijó especialmente en el capitán del barco. Éste reconoció que nunca se había confesado, asegurando que con él habría estado dispuesto a hacerlo. Damián no pudo atenderle porque no era sacerdote, pero años después lo haría en una situación dramática inolvidable.

Fue ordenado en Honolulu. Después, enviado a una pequeña isla de Hawai, su primera morada fue una modesta palmera. Allí construyó una humilde capilla que fue un remanso del cielo. Convirtió a casi todos los protestantes. Comenzó a asistir a los enfermos; les llevaba medicinas y consiguió devolver la salud a muchos. En esa primera misión advirtió la presencia de la lepra, una enfermedad considerada maldita, una de cuyas consecuencias era el destierro. Los enfermos del lugar eran deportados a Molokai donde permanecían completamente abandonados a su suerte. Sus vidas, mientras duraban, también iban carcomiéndose en medio de la podredumbre de las miserias y pecados. Enterado Damián de la existencia de ese gulag en el que yacían desasistidas tantas criaturas, rogó a su obispo monseñor Maigret que le autorizase a convivir con ellos. El prelado, aún estremecido por la petición, se lo permitió. Damián no era un irresponsable. Sabía de sobra a lo que se enfrentaba, y dejó clara la intención que le guiaba: «Sé que voy a un perpetuo destierro, y que tarde o temprano me contagiaré de la lepra. Pero ningún sacrificio es demasiado grande si se hace por Cristo».

Llegó a Molokai en 1873. Le recibió un enjambre de rostros mutilados. El lugar, calificado como un «verdadero infierno», estaba maniatado por desórdenes y vicios diversos, droga para asfixia de su desesperación. Le acogieron con alegría. Con él un rayo de esperanza atravesó de parte a parte la isla. No hubo nada que pudiera hacer, y que dejara al arbitrio. Lo tenía pensado todo. Puso en marcha diversas actividades laborales y lúdicas. Incluso creó una banda de música. Con su presencia desaparecieron los enfermos abandonados. A todos los atendía con paciencia y cariño; les enseñaba reglas de higiene y consiguió que, dentro de todo, fuese un lugar habitable. A la par enviaba cartas pidiendo ayuda económica, que iba llegando junto con alimentos y medicinas. Era sepulturero, carpintero de los ataúdes y fabricante de las cruces que recordaban a los fallecidos. Además, hacía frente a los temporales reconstruyendo las cabañas destruidas. El trato con los enfermos era tan natural que les saludaba dándoles la mano, comía en sus recipientes y fumaba en la pipa que le tendían. Iba llevando a todos a Dios.

Las autoridades le prohibieron salir de la isla y tratar con los pasajeros de los barcos para evitar un contagio. Llevaba años sin confesarse y lo hizo en una lancha manifestando sus faltas a voz en grito al sacerdote que viajaba en el barco contenedor de las provisiones para los leprosos. Fue la única y la última confesión que hizo desde la isla. Un día se percató de que no tenía sensibilidad en los pies. Era el signo de que había contraído la lepra. Escribió al obispo:«Pronto estaré completamente desfigurado. No tengo ninguna duda sobre la naturaleza de mi enfermedad. Estoy sereno y feliz en medio de mi gente». Extrajo su fuerza de la oración y la Eucaristía: «Si yo no encontrase a Jesús en la Eucaristía, mi vida sería insoportable». Ante el crucifijo, rogó: «Señor. por amor a Ti y por la salvación de estos hijos tuyos, acepté esta terrible realidad. La enfermedad me irá carcomiendo el cuerpo, pero me alegra el pensar que cada día en que me encuentre más enfermo en la tierra, estaré más cerca de Ti para el cielo».

Cuando la enfermedad se había extendido prácticamente por todo su cuerpo, llegó un barco al frente del cual iba el capitán que lo condujo a Hawai. Quería confesarse con él. Al final de su vida fue calumniado y criticado por cercanos y lejanos. Él decía: «¡Señor, sufrir aún más por vuestro amor y ser aún más despreciado!». Murió el 15 de abril de 1889. Dejaba a sus enfermos en manos de Marianne Cope. Juan Pablo II lo beatificó el 4 de junio de 1995. Benedicto XVI lo canonizó el 11 de octubre de 2009.

Servir a Dios o al dinero

"La armonía es más que la unidad, es unidad armoniosa, es el don del Espíritu"
Francisco dice que los cristianos "no deben acumular riquezas"
"Si tengo lo que tengo, debo administrarlo bien por el bien común y con generosidad"

Redacción, 14 de abril de 2015 a las 19:58

Dijo que hya dos signos "renacimiento en una comunidad": la armonía y el bien común

El papa Francisco dijo hoy que los cristianos no deben acumular riquezas sino ponerlas al servicio de quien tiene necesidad, según explicó en su homilía en la misa matutina en su residencia Casa Santa Marta.

La comunidad cristiana "hace ver que ha renacido en el Espíritu Santo cuando es una comunidad que busca la armonía", no la división interna; "cuando busca la pobreza","no la acumulación de riquezas para sí, porque las riquezas son para el servicio", según informó Radio Vaticano.

El pontífice dijo que los cristianos deben pedir "la gracia de la pobreza", y que esta significa lo siguiente: "si yo tengo lo que tengo, debo administrarlo bien por el bien común y con generosidad".
La referencia utilizada por el papa Francisco para su homilía de la misa de hoy se basó en el pasaje de los Hechos de los Apóstoles que describe la vida de la primera comunidad cristiana, explicó en su resumen de la intervención la radio del Vaticano.

Jorge Bergoglio aludió a que existen dos signos de lo que denominó "renacimiento en una comunidad" y dijo que el primero de ellos es "la armonía".
Y aseguró que el segundo signo es "el bien común, o sea: 'En efecto ninguno entre ellos estaba necesitado, ninguno consideraba de su propiedad aquello que les pertenecía, estaba al servicio de la comunidad. Sí, algunos eran ricos, pero al servicio'", dijo citando el pasaje sobre el que formuló su homilía en referencia a la primera comunidad de cristianos. (RD/Agencias)

La versión de Radio Vaticana

(RV).- Una comunidad renacida en el Espíritu Santo busca la armonía y es paciente en los sufrimientos. Lo afirmó el Papa Francisco en su homilía de la Misa matutina celebrada en la Capilla de la Casa de Santa Marta. Además, el Santo Padre advirtió asimismo que los cristianos no deben acumular riquezas, sino ponerlas al servicio de quien tiente necesidad, tal como hacía la primera comunidad guiada por los Apóstoles. ¿Qué frutos aporta el Espíritu Santo a una comunidad? En su homilía Francisco se detuvo en el pasaje de los Hechos de los Apóstoles que describe la vida de la primera comunidad cristiana.

Armonía y bien común, signos de una comunidad renacida. El Papa Bergoglio destacó los dos signos del "renacimiento en una comunidad". Y dijo que el primero es la armonía:

"La comunidad renacida o de aquellos que renacen en el Espíritu tiene esta gracia de la unidad, de la armonía. El único que puede darnos la armonía es el Espíritu Santo, porque también él es la armonía entre el Padre y el Hijo, es el don que hace la armonía. El segundo signo es el bien común, o sea: ‘En efecto ninguno entre ellos estaba necesitado, ninguno consideraba de su propiedad aquello que les pertenecía, estaba al servicio de la comunidad. Sí, algunos eran ricos, pero al servicio. Estos son los dos signos de una comunidad que vive en el Espíritu".

El don de la paciencia en las dificultades

Éste - destacó el Papa - es un pasaje "curioso", porque "inmediatamente después comienzan" los problemas en el seno de la comunidad, como por ejemplo, el ingreso de Ananías y Safira que tratan de "estafar a la comunidad":

"Estos son los patrones de los benefactores que se acercan a la Iglesia, entran para ayudarla y para usar a la Iglesia para sus propias especulaciones, ¿no? Después están las persecuciones que fueron anunciadas por Jesús. La última de las bienaventuranzas de Mateo: ‘Bienaventurados cuando los insulten, y los persigan a causa mía... Alégrense'. Y se leen tantas persecuciones de esta comunidad así. Jesús promete esto, promete tantas cosas bellas, la paz, la abundancia: ‘Tendrán cien veces más con las persecuciones'".

En la "primera comunidad renacida del Espíritu Santo - recordó Francisco - sucede esto: la pobreza, el bien común, pero también los problemas, adentro y afuera". Problemas adentro, como "aquella pareja de especuladores, y afuera, con las persecuciones". Pero Pedro dice a la comunidad que no se sorprenda por estas persecuciones, porque "el fuego purifica el oro". Y la comunidad renacida del

Espíritu Santo es purificada precisamente "en medio de las dificultades y de las persecuciones".

Por lo tanto, hay un tercer signo de una comunidad renacida: "la paciencia en el soportar: soportar los problemas, soportar las dificultades, soportar las murmuraciones, las calumnias, soportar las enfermedades, soportar el dolor" de la pérdida de un propio ser querido.

No acumular las riquezas, sino administrarlas para el bien común

La comunidad cristiana - dijo también el Santo Padre - "hace ver que ha renacido en el Espíritu Santo cuando es una comunidad que busca la armonía", no la división interna; "cuando busca la pobreza", "no la acumulación de riquezas para sí, porque las riquezas son para el servicio". Y cuando "no se enoja inmediatamente ante las dificultades o se siente ofendida", sino que es paciente como Jesús:

"En esta segunda semana de Pascua, durante la que celebramos los misterios pascuales, nos hará bien pensar en nuestras comunidades, diocesanas, parroquiales, familiares o tantas otras, y pedir la gracia de la armonía que es más que la unidad - la unidad armoniosa, la armonía, que es el don del Espíritu - y pedir la gracia de la pobreza - no de la miseria, de la pobreza: ¿Qué significa? Que si yo tengo lo que tengo, debo administrarlo bien por el bien común y con generosidad - y pedir la gracia de la paciencia, de la paciencia". Que el Señor - concluyó diciendo el Papa - "nos haga comprender a todos que no sólo cada uno de nosotros ha recibido esta gracia en el Bautismo de renacer en el Espíritu, sino también nuestras comunidades".

Ve a Galilea, allí me verás
Volver a Galilea significa volver a ese punto en que la gracia de Dios me tocó y me miró con misericordia.

El Evangelio de la resurrección de Jesucristo comienza con el ir de las mujeres hacia el sepulcro, temprano en la mañana del día después del sábado.

Se dirigen a la tumba, para honrar el cuerpo del Señor, pero la encuentran abierta y vacía. Un ángel poderoso les dice: «Vosotras no temáis» (Mt 28,5), y les manda llevar la noticia a los discípulos: «Ha resucitado de entre los muertos y va por delante de vosotros a Galilea» (v. 7). Las mujeres se marcharon a toda prisa y, durante el camino, Jesús les salió al encuentro y les dijo: «No temáis: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán» (v. 10).

Después de la muerte del Maestro, los discípulos se habían dispersado; su fe se deshizo, todo parecía que había terminado, derrumbadas las certezas, muertas las esperanzas. Pero entonces, aquel anuncio de las mujeres, aunque increíble, se presentó como un rayo de luz en la oscuridad. La noticia se difundió: Jesús ha resucitado, como había dicho… Y también el mandato de ir a Galilea; las mujeres lo habían oído por dos veces, primero del ángel, después de Jesús mismo: «Que vayan a Galilea; allí me verán».

Galilea es el lugar de la primera llamada, donde todo empezó. Volver allí, volver al lugar de la primera llamada. Jesús pasó por la orilla del lago, mientras los pescadores estaban arreglando las redes. Los llamó, y ellos lo dejaron todo y lo siguieron (cf. Mt 4,18-22).

Volver a Galilea quiere decir releer todo a partir de la cruz y de la victoria. Releer todo: la predicación, los milagros, la nueva comunidad, los entusiasmos y las defecciones, hasta la traición; releer todo a partir del final, que es un nuevo comienzo, de este acto supremo de amor.

También para cada uno de nosotros hay una «Galilea» en el comienzo del camino con Jesús. «Ir a Galilea» tiene un significado bonito, significa para nosotros redescubrir nuestro bautismo como fuente viva, sacar energías nuevas de la raíz de nuestra fe y de nuestra experiencia cristiana. Volver a Galilea significa sobre todo volver allí, a ese punto incandescente en que la gracia de Dios me tocó al comienzo del camino.

Con esta chispa puedo encender el fuego para el hoy, para cada día, y llevar calor y luz a mis hermanos y hermanas. Con esta chispa se enciende una alegría humilde, una alegría que no ofende el dolor y la desesperación, una alegría buena y serena.

En la vida del cristiano, después del bautismo, hay también una «Galilea» más existencial: la experiencia del encuentro personal con Jesucristo, que me ha llamado a seguirlo y participar en su misión. En este sentido, volver a Galilea significa custodiar en el corazón la memoria viva de esta llamada, cuando Jesús pasó por mi camino, me miró con misericordia, me pidió de seguirlo; recuperar la memoria de aquel momento en el que sus ojos se cruzaron con los míos, el momento en que me hizo sentir que me amaba.

Hoy, en esta noche, cada uno de nosotros puede preguntarse: ¿Cuál es mi Galilea? ¿Dónde está mi Galilea? ¿La recuerdo? ¿La he olvidado?

He andado por caminos y senderos que me la han hecho olvidar. Señor, ayúdame: dime cuál es mi Galilea; sabes, yo quiero volver allí para encontrarte y dejarme abrazar por tu misericordia.

El evangelio de Pascua es claro: es necesario volver allí, para ver a Jesús resucitado, y convertirse en testigos de su resurrección. No es un volver atrás, no es una nostalgia. Es volver al primer amor, para recibir el fuego que Jesús ha encendido en el mundo, y llevarlo a todos, a todos los extremos de la tierra.

«Galilea de los gentiles» (Mt 4,15; Is 8,23): horizonte del Resucitado, horizonte de la Iglesia; deseo intenso de encuentro… ¡Pongámonos en camino!

Celebración de la Vigilia Pascual del Papa Francisco en la Basílica de San Pedro, 2014

Francisco saluda hoy en la audiencia

Francisco defiende la complementariedad hombre y mujer y ataca la teoría del género
“Tenemos que hacer mucho más para que la voz de la mujer tenga un peso real en la sociedad y en la Iglesia”

"Cuando el hombre y la mujer colaboran juntos con el designio divino, la tierra se llena de armonía y confianza"

Jesús Bastante, 15 de abril de 2015 a las 10:29

La diferencia entre el hombre y la mujer "no es para competir o para dominar, sino para que se dé esa reciprocidad necesaria para la comunión y para la generación, a imagen y semejanza de Dios"

(Jesús Bastante).- "Tenemos que hacer mucho más en favor de la mujer. No sólo para que sea más reconocida, sino para que su voz tenga un peso real, una autoridad efectiva en la sociedad y en la Iglesia". El Papa Francisco hizo un llamamiento a la igualdad de derechos entre hombres y mujeres durante la Audiencia General de hoy, en la que también arremetió contra la llamada"teoría de género", que "pretende borrar la diferencia sexual porque ya no pueden tratar con ella. Sí, nos arriesgamos a dar un paso atrás".

Una multitud de fieles volvió a congregarse en la plaza de San Pedro: los que hablan de un descenso de peregrinos a Roma bien habrían de mirarse la vista. En su alocución, Francisco hizo referencia a la lectura del Génesis en torno a la creación del hombre y de la mujer, a la que dedicará las dos próximas catequesis, resaltando que "Dios hace al ser humana a su imagen y semejanza", apuntando que "la diferencia sexual está impresa en todas las formas de vida, pero sólo en el hombre y en la mujer se encuentra la imagen y semejanza de Dios".
Una diferencia que "no es por sumisión, sino por comunión", ya que "el ser humano, hombre y mujer, vive de la reciprocidad, y cuando ésta no se da, vienen los problemas". El Papa se preguntó qué significa ser hombre y mujer, hoy, cunado "la cultura contemporánea ha abierto nuevos espacios espacios, nuevas libertades y nueva profundidad para la comprensión de esta diferencia. Pero también ha introducido muchas dudas y excepticismo".

"Me pregunto , por ejemplo, si la llamada teoría de género es también una expresión de frustración y resignación , que pretende borrar la diferencia sexual porque ya no pueden tratar con ella. Sí , nos arriesgamos a dar un paso atrás ", apuntó el Papa, quien subrayó que "la eliminación de las diferencias es un problema, no la solución".

"Incluso un hombre y una mujer, como una pareja, son la imagen de Dios. La diferencia entre el hombre y la mujer no es para la oposición o de subordinación, sino para la comunión y de la generación, siempre a la imagen y semejanza de Dios", dijo el Papa, quien pidió no debatir sobre este tema como algo secundario. "Las señales ya son preocupantes".

Ante ello, Francisco señaló dos aspectos fundamentales. El primero, que "resulta indudable que debemos hacer mucho más en favor de la mujer, en favor de esta reciprocidad. Es necesario que la mujer no solo sea escuchada, sino que su voz tenga un peso real, reconocido, y una autoridad efectiva en la sociedad y en la Iglesia". Así lo consideró el propio Cristo, "en un contexto menos favorable que el nuestro".

"No entendemos en profundidad qué nos puede dar el genio femenino en la sociedad.... quizá ver las cosas con otros ojos que completan la mirada del hombre, con más creatividad y audacia".

En segundo lugar, el Papa advirtió de "la crisis de fe colectiva, que está haciendo tanto mal". "Me pregunto si la crisis de fe en el Padre no estará también relacionada con la crisis de la alianza entre el hombre y la mujer. De aquí nace la responsabilidad de la Iglesia y de todos los creyentes de redescubrir la belleza del diseño creador de Dios, que imprime también su imagen en el vínculo del hombre y la mujer"

La diferencia entre el hombre y la mujer "no es para competir o para dominar, sino para que se dé esa reciprocidad necesaria para la comunión y para la generación, a imagen y semejanza de Dios", repitió el Ponítfice.

Este fue el saludo del Papa en castellano:

Queridos hermanos y hermanas:

La catequesis de hoy está dedicada a la diferencia y a la complementariedad entre el hombre y la mujer. El libro del Génesis insiste en que ambos son imagen y semejanza de Dios. No sólo el hombre, no sólo la mujer, sino también la pareja. La diferencia entre ellos no es para competir o para dominar, sino para que se dé esa reciprocidad necesaria para la comunión y para la generación, a imagen y semejanza de Dios. En esta complementariedad está basada la unión matrimonial y familiar para toda la vida, sostenida por la gracia de Dios. El ser humano está hecho para la escucha y la ayuda mutua.

Para superar las dificultades de esta unión, me gustaría indicar dos puntos que nos comprometen con urgencia: Tenemos que hacer mucho más en favor de la mujer. No sólo para que sea más reconocida, sino para que su voz tenga un peso real, una autoridad efectiva en la sociedad y en la Iglesia. Segundo punto, me pregunto: si la crisis de fe en el Padre no estará también relacionada con la crisis de la alianza entre el hombre y la mujer. De aquí nace la responsabilidad de la Iglesia y de todos los creyentes de redescubrir la belleza del diseño creador de Dios, que imprime también su imagen en el vínculo del hombre y la mujer. 

Saludo a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos venidos de España, México, Argentina, Ecuador y otros países latinoamericanos. Queridos hermanos y hermanas, cuando el hombre y la mujer juntos colaboran con el designio divino, la tierra se llena de armonía y confianza. Que Dios les bendiga. Muchas gracias.

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