“Es necesario que él crezca y yo disminuya”

Acogida a los divorciados vueltos a casar

Tras un "camino penitencial" y con el permiso del obispo diocesano, señala el Instrumentum Laboris
El Vaticano constata un "consenso" en torno a la comunión para los divorciados vueltos a casar
"No existe fundamento para asimilar analogías entre las uniones homosexuales y las heterosexuales"

Redacción, 23 de junio de 2015 a las 16:31

Muestra su rechazo al aborto y a la eutanasia porque, según el documento de las conferencias episcopales de todo el mundo, "es tarea de la familia, apoyada por toda la sociedad, acoger la vida que nace y ocuparse de su última fase"

El Vaticano ha constatado que existe un consenso en el seno de la Iglesia católica para que los divorciados vueltos a casar puedan comulgar, siempre que lleven a cabo una reflexión sobre su situación a través de "itinerarios de reconciliación o un camino penitencial y si el obispo correspondiente así lo determina en último término. Así lo recoge 'Instrumentum Laboris', boceto que servirá de base para el debate de los padres sinodales durante la segunda sesión del Sínodo sobre la familia, que se celebrará a finales de año y que recoge las respuestas de diócesis de todo el mundo a preguntas remitidas por el Papa Francisco sobre la familia. De este modo, el texto recoge un "común acuerdo" entre los católicos para que los divorciados vueltos a casar recorran un "camino penitencial" --entendido como el acompañamiento por parte de un sacerdote que explicará a esas personas las consecuencias del divorcio y que les hará reflexionar sobre su estado-- para poder acceder al sacramento de la Eucaristía, aunque al final la última palabra la tendrá el obispo. Así lo expone el documento, que precisa que este término se aplicaría "bajo la autoridad del Obispo, para los fieles divorciados vueltos a casar por lo civil, que se encuentran en una situación de convivencia irreversible".

El 'Instrumentum Laboris' es una síntesis de las respuestas que Conferencias Episcopales de todo el mundo, organizaciones católicas laicas y otras instituciones eclesiales han brindado al segundo cuestionario enviado por el Vaticano en diciembre para preparar la próxima fase de la Asamblea Sinodal de la Familia que tendrá lugar del 04 al 25 octubre 2015 bajo el título 'La vocación y la misión de la familia en la Iglesia y el mundo moderno'. Sobre la atención pastoral a los homosexuales, los católicos proponen que haya un proyecto pastoral que extienda "una específica atención al acompañamiento de las familias en las que en las que vivan personas con tendencia homosexual y también sobre estas personas". Asimismo, se subraya que toda persona independientemente de su orientación sexual debe ser "respetada en su dignidad y acogida con sensibilidad y delicadeza, ya sea en la Iglesia como en la sociedad". 


         
Este segundo documento sobre el que debatirán los padres sinodales está compuesto por el texto definitivo de 'Relatio Synodi', el anterior documento de trabajo saliente de la primera fase sinodal e integrado además por la síntesis de las respuestas, de las observaciones y de las contribuciones de estudio del nuevo cuestionario enviado. Respecto a los fracasos matrimoniales, el Instrumentum Laboris señala que "tras la toma de conciencia de las propias responsabilidades" existe la necesidad de renovar "la confianza y la esperanza" y proclama que la Iglesia debe "pedir a los cónyuges separados y divorciados que se traten con respeto y misericordia, sobre todo por el bien de los hijos, para no procurarles ulteriores sufrimientos". "Algunos piden que la Iglesia demuestre también una análoga actitud ante los que han roto la unión", se explica. Por otra parte, sobre los matrimonios mixtos con disparidad de culto entre sus miembros, el documento expone la necesidad de crear un "código de buena conducta para que ningún cónyuge sea un obstáculo al camino de fe del otro". Otros consideran que los matrimonios mixtos sean considerados casos "de grave necesidad en los que sea posible que bautizados fuera de la plena comunión en la Iglesia, que compartan la fe sobre la Eucaristía, sean admitidos en la recepción de tal sacramento". En el apartado en el que se recogen las opiniones sobre familia, reproducción y educación se afirma que es necesario continuar divulgando documentos del Magisterio de la Iglesia "que promueven la cultura de la vida ante la difusión de la cultura de la muerte". Así, se propone que la pastoral familiar involucre a "especialistas católicos en materia biomédica en los cursos de preparación al matrimonio y en el acompañamiento de los cónyuges". Además, se hace un llamamiento a que los políticos católicos promuevan"iniciativas legislativas adecuadas y responsables en relación a la promoción y defensa de la vida". Respecto al "drama aborto", los católicos subrayan el carácter "sagrado e inviolable" de la vida humana y se promueve las iniciativas para ayudar a las madres. "Gracias a sus instituciones se ofrece ayudas a las embarazadas, a las madres jóvenes, asiste a los niños abandonados y acompaña a las que han sufrido abortos", dice el documento. Además, se insta a los que trabajan en el campo sanitario "la obligación moral de la objeción de conciencia". Además, se advierte de la "invasiva presencia de los medios de comunicación en el interior de la esfera familiar, así como de la delegación a otros sujetos de este deber".

                       

El documento, articulado en tres partes que muestran la continuidad entre las dos Asambleas sobre la familia, está firmado por el Secretario General del Sínodo de Obispos, cardenal Lorenzo Baldisseri. La parte I titulada 'La escucha a los desafíos sobre la familia' refiere directamente al primer momento sinodal. La parte II se denomina 'El discernimiento de la vocación familiar' y la parte III, 'La misión de la familia hoy'. Los católicos reconocen un "cambio antropológico" en la sociedad de hoy que se refleja en la minoría que suponen las personas que viven conforme a las enseñanzas de la Iglesia católica, en la disminución de matrimonios religiosos y en el aumento de divorcios. Se señala, además, que en la familia inciden contradicciones culturales y sociales como una "cierta visión del feminismo que ve la maternidad como un pretexto para la esclavitud de la mujer o un obstáculo para su plena realización personal" o la "creciente tendencia a concebir la concepción de un hijo como un instrumento para realización personal que debe obtenerse con cualquier medio". Así se advierte de la tendencia a reconocer "a una pareja instituida independiente de la diferencia sexual la misma titularidad de la relación matrimonial intrínsecamente ligada al papel materno y paterno". "No existe fundamento para asimilar analogías entre las uniones homosexuales y las heterosexuales", afirma.

El Vaticano reiteró que el matrimonio heterosexual es "la base indispensable para la formación integral del niño". En el Instrumentum Laboris, se afirma que la educación y la procreación tienen "su fundamento en el amor conyugal entre un hombre y una mujer, que constituye la base indispensable para la formación integral del niño".

El Vaticano considera además que "la realidad de la adopción debe ser valorada y profundizada, también en el seno de la teología del matrimonio y de la familia". Las discusiones del Sínodo de octubre próximo estarán guiadas por este documento, el "Instrumentum Laboris", redactado con las respuestas de las conferencias episcopales al cuestionario enviado desde la Santa Sede (lineamenta) y con el informe final del Sínodo Extraordinario del pasado octubre. Articulado en tres partes, este informe repasa otros temas del ámbito familiar como la homosexualidad, el aborto, la eutanasia, la viudedad o las parejas de diferente culto. Sobre los homosexuales, reitera el resultado del Sínodo Extraordinario, que consideró que "no existe fundamento alguno para asimilar o establecer analogías entre las uniones homosexuales" y las heterosexuales. Sin embargo añade como novedad que "los hombres y las mujeres con tendencias homosexuales deben ser acogidos con respeto y delicadeza" y considera "deseable" que los proyectos pastorales diocesanos reserven "una atención específica al acompañamiento de las familias" que cuentan con miembros homosexuales.

En relación con la eutanasia y el aborto, el Vaticano insiste en que "la vida es un regalo de Dios y, por eso, no se pueden descartar ni su comienzo ni su estado terminal". "Al contrario, es necesario asegurar a estas fases una atención especial. Hoy, demasiado fácilmente, 'se considera al ser humano como un bien de consumo que se puede usar y tirar'", dice el documento parafraseando la exhortación apostólica del papa Francisco, Evangelii Gaudium (La alegría en el Evangelio, 2013).

Y añade: "Es tarea de la familia, apoyada por toda la sociedad, acoger la vida que nace y ocuparse de su última fase".


La viudedad, para los obispos, es "una experiencia particularmente difícil para quienes han vivido el matrimonio como un regalo del Señor" y, en el caso de que no cuenten con más familiares, "deberán ser apoyados por la comunidad cristiana", sobre todo "si se hallan en condiciones de indigencia". El cardenal Baldisseri ilustró además los trabajos de la Secretaría del Consejo del Sínodo entre una asamblea y otra que comenzaron ya en noviembre de 2014, con la presentación del proyecto de los ''Lineamenta'', compuesto por la Relatio Synodi y una serie de 46 preguntas relativas a la recepción y profundización de ese documento sinodal que fueron enviados a los sínodos de las Iglesias Orientales Católicas sui iuris, a las Conferencias Episcopales, a los dicasterios de la Curia Romana y a otros sujetos, con la invitación de responder como fecha tope el 15 de abril de 2015. La Secretaría General ha recibido hasta ahora 99 respuestas por parte de los organismos competentes a las que se han añadido 359 observaciones enviadas libremente por diócesis, parroquias, asociaciones eclesiales, grupos espontáneos de fieles, movimientos y organizaciones civiles, etc... De ahí que el período intersinodal, se haya revelado como ''una ocasión inapreciable de escucha de lo que el Espíritu dice a la Iglesia en la pluralidad de sus componentes''.

Por último se refirió a la metodología de la próxima Asamblea General, que hay que recordar, es Ordinaria y no Extraordinaria como la anterior y que, obedeciendo sobre todo a las sugerencias de los miembros sinodales, ''continuará con el proyecto de un desarrollo del Sínodo en una línea dinámica y más adecuada a nuestros tiempos''. A este propósito los padres sinodales han reiterado la necesidad de evitar una larga serie de intervenciones individuales, como sucedía en los sínodos anteriores, para asegurarse de que las intervenciones estén mejor distribuidas en el tiempo y no todas seguidas.

También se ha solicitado la valorización de los Circuli Minores y de reafirmar el principio del orden temático. Siguiendo esta línea, las tres semanas del Sínodo se distribuirán de acuerdo con las partes del documento Instrumentum Laboris, que son también tres. La primera semana abordará la primera parte del documento, la segunda se ocupará del discernimiento de la vocación familiar y la tercera de la misión de la familia hoy. ''Al final de la tercera semana -aclaró el prelado- se dedicará el tiempo necesario para preparar el texto final del documento, que se presentará a la Asamblea para su última puesta a punto, que se integrará en el documento para ser sometido a la aprobación final. Esta modalidad asegurará la intervención en el Aula a cuantos tienen derecho a tomar la palabra, incluida la hora de final de la jornada , y concederá más tiempo a los Circuli Minores. Se prevé un documento final, que será entregado al Santo Padre''.

Por cuanto respecta a la información, el cardenal recordó que el Papa Francisco ha afirmado que ''el Sínodo es un espacio donde puede actuar el Espíritu Santo y no un parlamento. Los Padres sinodales están invitados a expresarse con parresia. Serán libres de comunicar con los medios de comunicación a discreción y bajo su responsabilidad''.

Evangelio según San Lucas 1,57-66.80. 

Cuando llegó el tiempo en que Isabel debía ser madre, dio a luz un hijo. Al enterarse sus vecinos y parientes de la gran misericordia con que Dios la había tratado, se alegraban con ella. A los ocho días, se reunieron para circuncidar al niño, y querían llamarlo Zacarías, como su padre; pero la madre dijo: "No, debe llamarse Juan". Ellos le decían: "No hay nadie en tu familia que lleve ese nombre". Entonces preguntaron por señas al padre qué nombre quería que le pusieran. Este pidió una pizarra y escribió: "Su nombre es Juan". Todos quedaron admirados. Y en ese mismo momento, Zacarías recuperó el habla y comenzó a alabar a Dios. Este acontecimiento produjo una gran impresión entre la gente de los alrededores, y se lo comentaba en toda la región montañosa de Judea. Todos los que se enteraron guardaban este recuerdo en su corazón y se decían: "¿Qué llegará a ser este niño?". Porque la mano del Señor estaba con él. El niño iba creciendo y se fortalecía en su espíritu; y vivió en lugares desiertos hasta el día en que se manifestó a Israel.

San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la Iglesia 
Homilía para el nacimiento de Juan el Bautista

“Es necesario que él crezca y yo disminuya” (Jn 3,30)

El nacimiento de Juan y el de Jesús, y sus correspondientes Pasiones, han marcado la diferencia entre ambos. Porque Juan nace cuando el día empieza a decrecer; Cristo, cuando el día se dispone a crecer. La disminución del día es, para uno, el símbolo de su muerte violenta. Su crecimiento, para el otro, la exaltación de la cruz.

Hay también un secreto sentido que el Señor revela… en referencia a esta frase de Juan sobre Jesús: “Es necesario que él crezca y yo disminuya”. Toda la justicia humana… se había consumado en Juan; dijo de él la Verdad: “Entre los nacidos de mujer, no hay ninguno mayor que Juan, el Bautista” (Mt 11,11). Ningún hombre, pues, es superior a él; pero no era sino un hombre. Ahora bien, en nuestra gracia cristiana, se nos pide de no gloriarnos en el hombre, sino que “si alguno se gloría, que se gloríe en el Señor” (2C 10,17): el hombre, en su Dios; el servidor, en su amo. Es por esto que Juan grita: “Es necesario que él crezca y yo disminuya.” Ciertamente que Dios ni disminuye ni crece en sí mismo, sino en los hombres; a medida que aumenta el verdadero fervor, la gracia divina crece y el poder humano disminuye, hasta que llega a su fin la morada de Dios que está en todos los miembros de Cristo, y donde toda tiranía, toda autoridad, y todo poder, mueren, y donde Dios es todo en todos (Col 3,11).

Juan, el evangelista, dice: “Había la verdadera luz, la que ilumina a todo hombre que viene a este mundo” (1,9): y Juan, el Bautista, dice: “De su plenitud todos hemos recibido” (Jn 1,16). Cuando la luz, que en ella misma es siempre total, crece en el que es iluminado por ella, éste decrece en él mismo cuando deja de tener lo que estaba sin Dios. Porque el hombre, sin Dios, no puede más que pecar, y su poder humano disminuye cuando triunfa en él la gracia divina, destructora del pecado. La debilidad de la criatura cede ante el poder del Creador, y la vanidad de nuestros afectos egoístas se hunden ante el universal amor, mientras Juan, el Bautista, desde el fondo de nuestra miseria, grita a la misericordia de Dios: “Es necesario que él crezca y yo disminuya”.

24 de junio 2015 Miércoles St. Juan Is 49, 1-6

Si leemos el texto de Isaías, sus palabras nos evocan la figura de Juan; por ejemplo cuando dice: «Antes de nacer, el Señor, me llamó ... convirtió mis labios en una espada cortando ... Estás mis sirviente ... estoy orgulloso de ti» Podríamos encontrarme muchas más. ¿Qué nos impresiona más a la figura de Juan Bautista? ¿Tú desearías vivir similar, con la fuerza y la misión de su espíritu? Señor, que como Juan, yo sea un instrumento para anunciar tu don.

Solemindad de la Natividad de san Juan Bautista

Solemnidad de la Natividad de san Juan Bautista, Precursor del Señor, que, estando aún en el seno materno, al quedar lleno del Espíritu Santo exultó de gozo por la próxima llegada de la salvación del género humano. Su nacimiento profetizó la Natividad de Cristo el Señor, y su existencia brilló con tal esplendor de gracia, que el mismo Jesucristo dijo no haber entre los nacidos de mujer nadie tan grande como Juan el Bautista.

San Agustín hace la observación de que la Iglesia celebra la fiesta de los santos en el día de su muerte que, en realidad, es el día del nacimiento, del gran nacimiento a la vida eterna; pero que, en el caso de san Juan Bautista le conmemora el día de su nacimiento, porque fue santificado en el vientre de su madre y anunció a Cristo ya antes de nacer (Sermón 292,1).

Efectivamente, es digno de celebrarse el nacimiento de Juan Bautista, y así nos lo enseña el propio Evangelio, que tan reacio es a contar anécdotas o hechos meramente circunstanciales, y sin embargo dedica en San Lucas un largo capítulo, el primero de su obra, al nacimiento milagroso del Precursor. Es que la llegada de Juan no es un acontecimiento menor ni circunstancial en la vida de Jesús ni en el anuncio del Evangelio.

En cuanto a los hechos relacionados con el nacimiento, no es posible ir más allá de lo que narra Lucas 1; ninguna biografía ni indagación histórica podría explicar de otra manera lo que con sencillez, pero con solemne rotundidad se afirma en ese capítulo: «El ángel dijo: "No temas, Zacarías, porque tu petición ha sido escuchada; Isabel, tu mujer, te dará a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Juan; será para ti gozo y alegría, y muchos se gozarán en su nacimiento, porque será grande ante el Señor; no beberá vino ni licor; estará lleno de Espíritu Santo ya desde el seno de su madre, y a muchos de los hijos de Israel, les convertirá al Señor su Dios, e irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y a los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto."»

Ante hechos como estos no tiene demasiado sentido preguntarse, «¿pero habrá sido exactamente así, o tal vez de otra manera?» Sea cual sea la «manera» (y no hay duda que un evangelio, como escrito que es, acomoda literariamente los hechos a un plan narrativo, a un estilo, y a un interés de la narración), el hecho permanece: en el plan salvador de Dios era completamente necesario el Precursor. Dios mismo proveyó de ese Precursor a los hombres, y lo proveyó de manera milagrosa.

Pero sí cabe que nos preguntemos ¿por qué era necesario un precursor? ¿en que consiste ese «plan salvador» que hacía necesario un precursor? El Precursor era necesario porque en los hechos de la historia de la salvación nada de lo que afectará al hombre ocurre sin la ayuda del hombre, ¡ni siquiera Dios podía salvar al hombre sin hacerse primero hombre! Pero no sólo eso, no bastaba que Dios se hiciera hombre, sino que es necesario de toda necesidad que, para que esa salvación sea auténticamente divina, venga anunciada por una palabra completamente humana, una palabra que no se dude que viene de un hombre.

Así es la Ley que rige el encuentro de Dios con el hombre, la Ley promulgada por el propio Dios al revelarse en una «literatura sagrada», en una palabra de hombres que es a la vez Palabra de Dios. Ampliando el principio que ya enunciaba san Agustín deberemos decir que Dios, que creó al hombre sin el concurso de hombres, no hizo nada más sin el concurso de nosotros los hombres, ni siquiera nacer humanamente para salvarnos. Todo, absolutamente todo lo que Dios vino a decirnos a los hombres, y a obrar entre nosotros y en nuestro favor, necesita ser humanado, hecho verdaderamente de hombres y entre los hombres, para ser verdaderamente de Dios.

Por eso la esperanza de Israel había ido entresacando de las profecías antiguas una «loca idea», que llegó a hacerse incluso explícita con el profeta Malaquías: aquel mismo profeta Elías que había sido tan misteriosamente arrebatado al cielo en un carro de fuego (2Re 2,11), aquel «Carro y caballos de Israel! ¡Auriga suyo!» -como lo llama su discípulo Eliseo- volvería antes del fin para anunciar el juicio del mundo y la restauración final de Israel. «He aquí que yo os envío al profeta Elías antes que llegue el Día de Yahveh, grande y terrible.» (Malaquías 3,23)

Aunque había muchas voces apocalípticas en época de Jesús, muchos que anunciaban el fin de una era, el juicio de Dios, e incluso predicaban la necesidad de realizar gestos de penitencia, como el lavado simbólico que ofrece Juan, en ninguno de ellos vio la fe apostólica la mano de Dios sino en Juan. Hubiera sido práctico y «consensual» para la fe cristiana hacer un «pool» de anuncios de salvación y declarar «¿véis como todos estos lo anuncian? tantos lo dicen, tan cierto debe ser» Sin embargo la fe apostólica no hizo esa tan conveniente encuesta, no le importó si era uno o muchos los que anunciaban la llegada del Cristo, le importó que lo anunciado fuera verdad, y por eso la fe apostólica conservó como un tesoro esa frase de Jesús: «Entre los nacidos de mujer no hay ninguno mayor que Juan» (Lc 7,28); aunque en seguida agrega «sin embargo el más pequeño en el Reino de Dios es mayor que él», porque en toda su grandeza, Juan sigue perteneciendo al mundo del Antiguo Testamento, a la promesa, no al cumplimiento, al signo, no al significado. Y con esos rasgos nos es presentado, con los rasgos del signo del Antiguo Testamento: se alimenta a langostas y miel silvestre, vive en el desierto, se viste de pieles de animales salvajes, reuniendo en sí las figuras de Sansón, Elías, y como el Arca de Dios que, antes de habitar en su verdadero templo, vive «envuelta en pieles» (2Samuel 7,2)

Sobre la fecha de la celebración

Es evidente que la tradición quiso relacionar cronológicamente la celebración del nacimiento del Precursor con el nacimiento histórico de Jesús, y así que la Virgen permaneció junto a Isabel tres meses, hasta que naciera el Bautista, luego de recibir su propio anuncio del Ángel, y puesta la celebración de la Navidad convencionalmente el 25 de diciembre, adquirieron su definido lugar el 25 de marzo la Anunciación, y debería haber sido el 25 de junio el del nacimiento del Bautista. Sin embargo, desde el principio tuvo su día el 24 de junio. Al respecto observa el Butler:

El Nacimiento de san Juan Bautista fue una de las primeras fiestas religiosas que encontraron un lugar definido en el calendario de la Iglesia; el lugar que ocupa hasta hoy: el 24 de junio. La primera edición del Hieronymianum lo localiza en esta fecha y subraya que la fiesta conmemora el nacimiento «terrenal» del Precursor. El mismo día está indicado en el Calendario Cartaginés, pero en tiempos anteriores ya hablaba del asunto san Agustín en los sermones que pronunciaba durante esta festividad. San Agustín hacía ver que la conmemoración está suficientemente señalada, en la época del año, por las palabras del Bautista, registradas en el cuarto Evangelio: «Es necesario que Él crezca y que yo disminuya». El santo doctor descubre la propiedad de esa frase al indicar que, tras el nacimiento de san Juan, los días comienzan a ser más cortos, mientras que, después del nacimiento de Nuestro Señor, los días pasan a ser más largos [claro que esta observación sólo vale en el hemisferio norte]. Probablemente Duchesne tenga razón cuando afirma que la relación de esta fiesta con el 24 de junio se originó en el Occidente y no en el Oriente. «Es necesario hacer notar, expresa Duchesne, que la festividad se fijó el 24 y no el 25 de junio, por lo que podríamos preguntarnos por qué razón no se adoptó la segunda fecha que hubiese dado exactamente, el intervalo de seis meses entre la edad del Bautista y la de Cristo. La razón es, dice luego, que se hicieron los cálculos de acuerdo con el calendario romano, donde el 24 de junio es el "octavo kalendas Julii", así como el 25 de diciembre es el "octavo kalendas Januarii". Por regla general, en Antioquía y en todo el Oriente, los días del mes se numeraban en sucesión continua, desde el primero, tal como nosotros lo hacemos y, el 25 de junio habría correspondido al 25 de diciembre, sin tener en cuenta que junio tiene treinta días y diciembre treinta y uno. Pero de la misma manera que la fecha romana de Navidad fue adoptada en Antioquía (muy posiblemente en razón de la amistad de san Juan Crisóstomo con san Jerónimo), durante los últimos veinticinco años del siglo cuarto, se adoptó también la fecha para conmemorar el nacimiento del Bautista en Antioquía, Constantinopla y todas las otras grandes iglesias del oriente, en el mismo día en que se conmemoraba en Roma.

Los sermones de san Agustín nn 287 y siguientes. Toda la información «histórica» sobre el personaje está contenida en Lucas, su significación doctrinaria, en cambio, repartida entre los cuatro evangelios, siempre con la impronta de la referencia a Elías.  Raymond Brown, «El nacimiento del Mesías». Cualquier introducción actual al Evangelio de Juan (incluida la del propio Brown) trata la cuestión del grupo de los discípulos del Bautista y cómo incidieron en la constitución de los primeros seguidores de Jesús. Al igual que la bibliografía, la iconografía cristiana sobre el Bautista es inmensa; he seleccionado tres vidrieras de distintas épocas tomadas de la extensísima Galería de Lawrence OP

Soy a imagen de Dios: ¿qué cosa significa e implica?

La dignidad de la persona humana se radica en la creación a imagen y semejanza de Dios. Dotada de alma espiritual e inmortal, de inteligencia y de libre voluntad la persona humana está ordenada a Dios y llamada, con su alma y su cuerpo, a la felicidad eterna (Compendio del Catecismo, n. 358). Mons. Rafaello Martinelli
 
¿Dónde se fundamenta la afirmación: "soy creado a imagen y semejanza de Dios (Imago Dei)"?
Se fundamenta en la Biblia. De hecho en las primeras páginas leemos: “Dios creó al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó” (Gn 1, 27). 

¿Cuándo el hombre comienza a ser Imagen de Dios?
Inicia desde el primer momento de su concepción. Tal dignidad está por tanto presente en cada fase de la vida humana. La Iglesia anuncia esta verdad non sólo con la autoridad del Evangelio, sino también con la fuerza que deriva de la razón, y por esto siente el deber de llamar la atención a todo hombre de buena voluntad, en la certeza que la acogida de esta verdad non puede menos que ayudar a cada individuo en la sociedad.  

¿De dónde le viene al hombre el ser Imagen de Dios? 
- Viene de Dios. Es Dios mismo quien hace este don especial al hombre. El hombre lo recibe gratuitamente. No es por tanto una conquista humana o una obra del hombre. 
- Al hombre le corresponde: 
· reconocer tal don; 
· agradecer al Donante, Dios; 
· manifestar y hacer crecer en su vida los frutos de tal don; 
· testimoniar con valentía, en el propio actuar cotidiano, el ser a imagen de Dios. 

¿Qué cosa significa: Dios nos ha creado a su imagen? 
- Decir que Dios nos ha creado a su imagen significa que: 
· El ha querido que cada uno de nosotros manifieste un aspecto de su esplendor infinito; 
· El tiene un proyecto sobre cada uno de nosotros; 
· cada uno de nosotros está destinado a entrar, por un itinerario que es propio, en la eternidad feliz. La criatura es imagen de Dios por el hecho de que participa de la inmortalidad –no por su naturaleza, sino como don del Creador. 
La orientación a la vida eterna es lo que hace al hombre el correlativo creado por Dios. 

  • La dignidad del hombre no es algo que se impone a nuestros ojos, no es mensurable ni se puede cualificar, escapa a los parámetros de la razón científica o técnica; sin embargo nuestra civilización, nuestro humanismo, no han progresado sino en la medida en que esta dignidad ha sido universal y plenamente reconocida siempre más personas” (Card. Joseph Ratzinger, Discurso al Consejo Pontificio para la Pastoral de la salud, 28 de noviembre 1996). 

¿En qué sentido el hombre es creado a "Imagen de Dios"? 
“El hombre es creado a imagen de Dios en el sentido de que es capaz de conocer y de amar, en la libertad, al propio Creador. Es la única criatura, sobre esta tierra, que Dios ha querido por sí misma y que ha llamado a participar, por el conocimiento y el amor, de su vida divina. El, en cuanto creado a imagen de Dios, tiene la dignidad de persona: no es cualquier cosa, sino alguien, capaz de conocerse, de donarse libremente y de entrar en comunión con Dios y con las otras personas” (Compendio del Catecismo, n. 66).  

¿Cuáles dimensiones de la persona implica el ser creado a Imagen de Dios? 
- Implica todo el hombre y cada hombre. 
- En particular: 
· su dignidad; 
· la unidad de su cuerpo y alma; 
· su ser hombre o mujer; 
· su relación con Dios, consigo mismo, con las otras personas, con el mundo. 
- Es, por tanto, el hombre en su totalidad que ha sido creado a imagen y semejanza de Dios. La Biblia presenta una visión del ser humano en la cual la dimensión espiritual es vista junto a la dimensión física, social e histórica del hombre. 

¿En qué modo el ser a imagen de Dios implica la dignidad del hombre? 
- Implica su dignidad en cuanto que constituye su fundamento. El hombre encuentra el fundamento último de su propia dignidad propiamente en su ser creado a imagen de Dios. 
- La dignidad del hombre, de hecho: 
· no se identifica con los genes de su ADN; 
· no depende de su tener o de su capacidad de hacer, tanto menos de su pertenencia a una raza, cultura o nación; 
· no disminuye a causa de la eventual presencia de diversidad física o de defectos genéticos. 
- El fundamento de la auténtica y plena dignidad, ínsita en cada hombre, está en su ser creado a imagen y semejanza de Dios. “La dignidad de la persona humana se radica en la creación a imagen y semejanza de Dios. Dotada de alma espiritual e inmortal, de inteligencia y de libre voluntad la persona humana está ordenada a Dios y llamada, con su alma y su cuerpo, a la felicidad eterna” (Compendio del Catecismo, n. 358). 
- Tal dignidad así fundamentada, distingue al hombre esencialmente de todos los demás seres creados (por eso se habla de diferencia ontológica en el plano del ser y no sólo en el plano funcional del actuar- entre los seres humanos y el resto del mundo). La Biblia pone en evidencia esta diferencia ya desde las primeras páginas, cuando afirma que Dios, después de haber creado las cosas de este mundo, dice: “Y Dios vio que era cosa buena” (Gn 1, 26), pero, después de haber creado al hombre, exclama: “Dios vio cuanto había hecho, y he ahí que, era algo muy bueno” (Gn 1, 31).  

¿Cómo se relacionan en el hombre el ser imagen de Dios con su comunión con Dios?
- El ser creado a imagen de Dios es el fundamento de la orientación del hombre hacia Dios. De hecho sobre esta semejanza radical al Dios uno y trino es que se fundamenta la posibilidad de la comunión del hombre con la Santísima Trinidad.
Así lo ha querido Dios mismo. El Dios uno y trino ha querido de hecho compartir su comunión trinitaria con personas creadas a su imagen. Aún más, es por esta comunión trinitaria que el hombre ha sido creado a imagen de Dios. Es fin del hombre por tanto conocer, amar y servir a Dios en esta vida y gozar de El en la otra vida, y amar al prójimo como Dios lo ama. 
- “Creado a imagen de Dios, el hombre expresa la verdad de su relación con Dios creador también mediante la belleza de sus propias obras artísticas” (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2501).  

¿También el cuerpo participa de tal imagen de Dios? 
- Sí, el mismo cuerpo, como parte intrínseca de la persona, participa desde su creación de la imagen de Dios. 
- En la fe cristiana: 
· es el alma que es creada a imagen de Dios; 
· pero, porque el alma es la forma substantialis del cuerpo, la persona humana en su totalidad posee la imagen divina en una dimensión tanto espiritual como corpórea; 
· el hombre non tiene su cuerpo, sino que es también su cuerpo; 
· el hombre es considerado en su totalidad, en su unidad; es espíritu encarnado, es decir alma que se expresa en el cuerpo y cuerpo que es informado por un espíritu inmortal; 
· la corporeidad es por tanto esencial a la identidad personal; 
· la afirmación de la resurrección del cuerpo, al fin del mundo, hace entender cómo el hombre exista también en la eternidad, después de la muerte, como persona física y espiritual completa. 
- La fe cristiana afirma por tanto claramente la unidad del ser humano y comprende la corporeidad como esencial a la identidad personal sea en esta vida como en la otra.  

¿Por qué la imagen de Dios se manifiesta también en la diferencia de sexos?
- Porque el ser humano existe solamente como varón o como hembra, y esta diferencia sexual, lejos de ser un aspecto accidental o secundario de la personalidad, es un elemento constitutivo de la identidad personal. Por tanto también la dimensión sexual pertenece al ser imagen de Dios. Hombre y mujer son igualmente creados a imagen de Dios, aún cuando cada uno lo es en forma propia y peculiar. Por esto la fe cristiana habla de reciprocidad y complementariedad entre los sexos. 
- Creados a imagen de Dios, los seres humanos están llamados al amor y a la comunión. Porque esta vocación se realiza en modo peculiar en la relación unitivo-procreativa entre marido y mujer, la diferencia entre hombre y mujer es un elemento esencial en la constitución de los seres humanos hechos a imagen de Dios. “Dios creó al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creó; macho y hembra los creó.” (Gn 1, 27; cfr. Gn 5, 1-2). Según la Escritura, por tanto, la imago Dei se manifiesta, desde el inicio, también en la diferencia entre los sexos. 
- “La sexualidad ejercita una influencia sobre todos los aspectos de la persona humana, en la unidad de su cuerpo y de su alma. Esa concierne particularmente la afectividad, la capacidad de amar y de procrear, y, en modo más general, la actitud para establecer relaciones de comunión con los otros” (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2332). 
- Los roles atribuidos a uno y otro sexo pueden variar en el tiempo y en el espacio, pero la identidad sexual de la persona no es una construcción cultural o social. Pertenece al modo específico en que existe la Imago Dei. 
- Esta especificidad sexual es reforzada por la Encarnación del Verbo. El ha asumido la condición humana en su totalidad, asumiendo un sexo, pero llegando a ser hombre en ambos sentidos del término: como miembro de la comunidad humana y como ser de sexo masculino (CTI, n. 34). 
- Además la encarnación del Hijo de Dios y la resurrección de los cuerpos al final de los tiempos extienden también a la eternidad la identidad sexual originaria de la Imago Dei. 

¿Por qué el ser imagen de Dios implica también nuestra relación con las otras personas?
- Precisamente porque Dios es Trinidad, comunión de tres Personas en la única naturaleza divina, también la persona, creada a imagen de Dios, es también capaz de relación con las otras personas, es un ser que: 
· tiene una orientación fundamental hacia las otras personas; 
· está llamado a formar con ellos una comunidad. 
- “El ser humano es por tanto verdaderamente humano en la medida en que actualiza el elemento esencialmente social en su constitución, en cuanto persona dentro de grupos familiares, religiosos, civiles, profesionales y de otro género, que juntos forman la sociedad circundante a la cual pertenece” (CTI, n. 42).
- El matrimonio constituye una forma elevada de comunión entre las personas humanas y una de las mejores analogías de la vida trinitaria. Aún más “el primer ejemplo de esta comunión es la unión procreativa del hombre y de la mujer, que refleja la comunión creativa del amor trinitario” (CTI, n. 56). Cuando un hombre y una mujer unen su cuerpo y su espíritu en una actitud de total apertura y donación de sí, forman una nueva imagen de Dios. Su unión en una sola carne no responde simplemente a una necesidad biológica, sino a la intención del Creador que les conduce a compartir la felicidad de ser hechos a su imagen (cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2331). 
- La misma humanidad, en su dignidad originaria (de la cual es símbolo Adán), está hecha a imagen de la divina Trinidad. 
“Todos los hombres forman la unidad del género humano, por el común origen que tienen de Dios. Dios, además, ha creado “de uno solo todas las naciones de los hombres” (Hch 17, 26). Todos, además, tienen un único Salvador y están llamados a compartir la eterna felicidad de Dios” (Compendio del Catecismo, n. 68).  

¿Cómo el ser a imagen de Dios implica también nuestra relación con las cosas creadas?
- El ser creados a imagen de Dios es el fundamento: 
· de nuestra relación con las cosas creadas; 
· de nuestra superioridad sobre el mundo visible, en cuanto es el único que ha sido creado a imagen y semejanza de Dios; 
· de nuestra participación en el gobierno divino de la creación. 

¿De qué manera el hombre participa del señorío de Dios sobre el mundo? 
- Participar del señorío de Dios sobre el mundo significa que el hombre: 
· ejerce tal señorío sobre la creación visible sólo en virtud del privilegio que Dios le ha conferido; 
· reconoce en Dios el creador de todo, y rinde alabanza y da gracias por el don de la creación glorificando el nombre de Dios; 
· no es el señor principal sobre el mundo. Dios, el creador del mundo, es el Señor por excelencia sobre el mundo. El hombre es un señor subordinado (señorío ministerial y subordinado); 
· es designado por Dios para ser su colaborador, administrador. El hombre está llamado por Dios a ejercitar, en nombre de Dios mismo, una administración responsable sobre el mundo creado. Tal administración “debe medirse con la solicitud por la calidad de vida del prójimo, comprendida la de las generaciones futuras, y exige un religioso respeto de la integridad de la creación” (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2415); 
· en cuanto administrador, debe dar cuentas de su gestión, y Dios juzgará sus acciones. 

- Tal señorío se realiza en el respeto hacia la creación: el hombre, como imagen de Dios, no es un dominador del mundo. La administración humana del mundo creado es en cambio un servicio realizado mediante la participación del gobierno divino. “Los seres humanos realizan tal servicio adquiriendo un conocimiento científico del universo, ocupándose responsablemente del mundo natural (incluso los animales y el ambiente) y salvaguardando su integridad biológica” (CTI, n. 61). 

- El mismo trabajo humano “proviene inmediatamente de personas creadas a imagen de Dios y llamadas a prolongar, las unas con las otras y para las otras, la obra de la creación” (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2427), colaborando con Dios creador. 

¿Cuál es la relación entre el ser a imagen de Dios y la ley natural?
Creando al hombre a su imagen, Dios ha puesto en la intimidad de la conciencia humana una ley, que “la tradición llama ley natural. Tal ley es de origen divino, y la conciencia que el hombre tiene de ella, es esa misma participación de la ley divina” (CTI, n. 60). 

Y el Compendio del Catecismo afirma al respecto: “La ley natural, inscrita por el Creador en el corazón de cada hombre, consiste en una participación de la sabiduría y de la bondad de Dios y expresa el sentido moral originario, que permite al hombre discernir, por medio de la razón, el bien y el mal. Esa es universal e inmutable y pone la base de los deberes y de los derechos fundamentales de la persona, igualmente los de la comunidad humana y de la misma ley civil” (n. 416).  

¿Todos perciben la ley natural? 
“A causa del pecado, la ley natural no siempre y no por todos es percibida con igual claridad e inmediatez” (op. cit. n. 417). Por esto Dios “ha escrito sobre las tablas de la Ley cuanto los hombres no lograban leer en sus corazones” (San Agustín). 

¿Cuáles consecuencias ha provocado y provoca el pecado en el ser del hombre a imagen de Dios? 
- El pecado no destruye, no anula la imagen de Dios en el hombre. El hombre es imagen de Dios en cuanto hombre. Y mientras es hombre, es un ser humano a imagen de Dios. La imagen divina está conectada con la esencia humana en cuanto tal, y no está en poder del hombre destruirla completamente. 

- El pecado, según su gravedad objetiva y la responsabilidad subjetiva del hombre, desfigura la imagen de Dios en el hombre, la hiere, la ofusca. Y porque el pecado es como una herida de la imagen de Dios en el hombre, hiere, ofusca al hombre: 
· en su dignidad, provocando una división en su interior entre cuerpo y espíritu, conocimiento y voluntad, razón y emociones; 
· en su relación con Dios, consigo mismo, con los demás, con la creación. 

- Herido por el pecado, el hombre está necesitado de salvación. Y Dios infinitamente bueno, le ofrece tal salvación nada menos que en Su Hijo Unigénito Jesucristo, el cual libera, resana la herida del hombre mediante su Muerte y Resurrección. 

- La mancha que el pecado imprimió en la Imago Dei, con sus inevitables consecuencias negativas en la vida personal e interpersonal, es borrada por la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo.  

¿Cuál modelo tiene el hombre en la realización de su ser a imagen de Dios?
- Ante todo el hombre se comprende plenamente a sí mismo, y sobretodo su ser a imagen de Dios, sólo a la luz de Cristo. “En realidad solamente en el misterio del Verbo encarnado encuentra la verdadera luz el misterio del hombre. Adán, de hecho, el primer hombre, era figura de Aquel futuro, es decir de Cristo Señor. Cristo, que es el nuevo Adán, mientras revela el misterio del Padre y de su amor, desvela también plenamente el hombre al hombre y le hace nota su altísima vocación” (Concilio Vaticano ii, Gaudium et Spes, n. 22). 

- El misterio del hombre se aclara por tanto sólo a la luz de Cristo, que es imagen perfecta “del Dios invisible, generado antes de toda criatura” (Col 1, 15) y que nos introduce, mediante el Espíritu Santo, en una participación al misterio de Dios uno y trino. “Qué cosa signifique ser creados a imago Dei nos es por tanto plenamente revelado sólo en la Imago Christi” (CTI, n. 53). 

- “Dios Padre nos llama a ser «conformes a la imagen de su Hijo» (Rm 8, 29), mediante la obra del Espíritu Santo, el cual obra en modo misterioso en todos los seres humanos de buena voluntad, en la sociedad y en el cosmos, para transfigurar y divinizar los seres humanos. Además el Espíritu Santo obra a través de los sacramentos, en particular mediante la Eucaristía” (CTI, n. 54). 

- Gracias al Espíritu Santo, “La gracia salvífica de la participación al misterio pascual de Cristo reconfigura la Imago Dei según el modelo de la Imago Christi (...). En tal sentido la existencia cotidiana del hombre es definida como un esfuerzo de siempre más plena conformación a la imagen de Cristo, buscando de dedicar la propia vida al combate por llegar a la victoria final de Cristo en el mundo” (CTI, n. 56). Por tanto nosotros llegamos a ser plenamente imagen de Dios por medio de la participación en la vida divina de Cristo. 

¿En qué modo Cristo es el modelo de cada hombre en el vivir a imagen de Dios?
Cristo es el modelo para el hombre en el vivir a imagen de Dios, en el sentido que: 

- la imagen originaria del hombre, que a su vez representa la imagen de Dios, es Cristo, y el hombre es creado a partir de la imagen de Cristo, a imagen suya. La criatura humana es al mismo tiempo proyecto preliminar en vista de Cristo, o bien: Cristo es la imagen perfecta y fundamental del Creador, y Dios forma al hombre precisamente en vista de El, de su Hijo; 

- las posibilidades que Cristo abre al hombre no significan la supresión de la realidad del hombre en cuanto criatura, sino su transformación y realización según la imagen perfecta del Hijo; 

- al mismo tiempo, existe una tensión entre ocultamiento y futura manifestación de la imagen de Dios: podemos aplicar aquí la palabra de la primera carta de Juan: “nosotros desde ya somos hijos de Dios, pero lo que seremos no ha sido todavía revelado” (1 Jn 3, 2). 
Todos los seres humanos desde ya somos imagen de Dios –a imagen de Cristo, aunque todavía no sea manifiesto lo que llegarán a ser sobretodo al fin de los tiempos, cuando el Señor Jesús vendrá sobre las nubes del cielo, para que Dios “sea todo en todos” (1 Cor 15, 28). La Imago Dei puede ser por tanto considerada, en un sentido real, todavía en devenir (su carácter dinámico); 

- Nuestra conformación a la imagen de Cristo se cumple por tanto perfectamente solamente en nuestra resurrección al final de los tiempos, en la cual Cristo nos ha precedido y ha ya asociado a sí a su Madre, María Santísima. 

 Fuego de Dios, noche de San Juan

Para muchos de nosotros, herederos de un cristianismo vinculado a tradiciones populares y herencias religiosas multiformes, al menos en el hemisferio norte, la fiesta de San Juan está vinculada al fuego y al agua: al sol ardiente (solsticio de verano), al agua del nuevo nacimiento (del bautismo). L
La noche de San Juan ha sido y sigue el fuego en plazas y colinas, en cruces de caminos y en los puentes. A la llama del Dios/Fuego se “cogía" el trébole la noche de San Juan, se quemaban las culebras, se purificaban los campos y, de esa forma, se evocaba el paso de la vida. Todo se quema y todo arde, para que todo pueda renacer: principados, señoríos;obispados, ministerios; palacios y chozas... Todo ardía,porque todo es fuego en el Dios donde todo nace y todo se consume/consuma para ser…

He tratado de la llama de Dios varios días en este portal, desde la perspectiva del fuego/cielo y del infierno/fuego. Hoy es ocasión para volver al tema, en la magia de la noche de San Juan, retomando motivos de la Biblia, con verso famoso del fuego en San Juan de la Cruz. Buen día a todos, a los seis meses de la Navidad de Dios, buen verano a los del norte, buen invierno a los del sur.
A todos los que tengan tiempo para el tema ofrezco esta reflexión sobre el fuego en la Biblia y en San Juan de la Cruz, con ocasión de la fiesta del profeta de Dios, del fuego del juicio y del agua del bautismo, Juan Bautista.

FUEGO BÍBLICO

(1) Fuego de Dios: teofanía y castigo.
El fuego está ligado a lo divino como fuerza creadora y destructora. La misma revelación de Dios, que transciende y fundamenta los principios y poderes normales de la vida, se halla unida repetidamente al fuego. Hay fuego de Dios en la teofanía del Sinaí (Ex 19. 18), lo mismo que en la visión de la zarza ardiendo (Ex 3, 2) y en la nube luminosa (Ex 13, 21-22: Num 14, 14).
El fuego acompaña a las grandes teofanías apocalípticas de Ez 1, 4.13.27 y Dan 7, 10 y, lógicamente, puede adquirir rasgos destructores para aquellos que se oponen al proyecto de Dios, dentro de la misma historia. En ese plano se sitúa el castigo de las viejas ciudades pervertidas de la hoya del Mar Muerto (Gen 19, 24-25), lo mismo que la séptima plaga de Egipto (Ex 9, 24). Por eso, no es extraño que se diga que del seno de Dios pro¬viene el fuego que devora a los rebeldes (Lev 10, 2) o destruye a los murmuradores del pueblo de Israel en el desierto (Num 11, 1-3).

Éste es el fuego que obedece a Elías, pro¬feta (1 Re 18, 38-39; 2 Re 1, 10-12), castigando a los enemigos de Dios o a los mismos israelitas pervertidos (cf. Am 1, 4-7; 2, 5; Os 8, 14; Jer 11, 16; 21, 24; Ez 15, 7, etc.). Pero el fuego de Mt 25, 41 desborda el nivel histórico y debe situarse en una perspectiva escatológica: en el momento final de la historia, cuando Dios realiza el juicio sobre el mundo.
En esta línea siguen las formulaciones de Joel, con su visión del fuego que precede y comienza a realizar el juicio (Jl 2, 3; 3, 3). También es importante el fuego en Ez 38, 22; 39, 6, que presenta el fuego como instrumento de la justicia de Dios, que destruye al último enemigo de los justos, Gog y Magog, antes de que surja un mundo nuevo. Por su parte, Mal 3, 1–3.9 anuncia la venida escatológica de Elías con el fuego de Dios que purifica y prepara la llegada de Dios. Éste es el fuego de Juan Bautista, que habla del Dios que viene a quemar la paja al lado de la era.

(2) Moisés. La zarza ardiente.
Conforme a un esquema usual en muchas tradiciones religiosas de oriente y occidente, la manifestación de Dios se encuentra vinculada al fuego: es llama que arde y calienta. El texto más significativo es el de la zarza ardiente:

"Entonces se le apareció el ángel de Yahvé en una llama de fuego en medio de una zarza. Moisés observó y vio que la zarza ardía en el fuego, pero la zarza no se consumía. Entonces Moisés pensó: Iré, pues, y contemplaré esta gran visión; por qué la zarza no se consume. Cuando Yahvé vio que se acercaba para mirar, lo llamó desde en medio de la zarza diciéndole: ¡Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí" (Ex 3, 2-4).

Este pasaje vincula fuego y zarza (árbol y llama), en paradoja que ilustra el sentido radical de lo divino. Moisés ha tenido que atravesar el desierto y llegar a la montaña sagrada, donde ve a Dios en la zarza que arde. Árbol y arbusto son desde antiguo signos religiosos, como aparece en la historia de Abrahán (encina de Moré: Gen 12, 6) y como sabe la tradición religiosa cananea, combatida por los profetas (culto de la piedra y árbol, de Baal y Ashera).

En este momento, en medio del desierto, la visión de Dios se encuentra vinculada con un árbol ardiente: la misma vegetación se vuelve ardor y fuego donde Dios se manifiesta. Éste es un fuego paradójico: es zarza llameante que arde sin consumirse.

Esto es Dios: llama constante, vida que se sigue manteniendo en aquello que parece incapaz de tener vida.
Quizá pudiera trazarse un paralelo: los hebreos oprimidos son la zarza, arbusto frágil que en cualquier momento puede quebrar y destruirse, consumidos por el desierto o aniquilados por la montaña de los grandes pueblos de este mundo. Pues bien, en esa pobre zarza se desvela Dios, como vida en aquello que es más débil, más frágil. Moisés ha ido a la Montaña de Dios dispuesto a ver el espectáculo, como simple curioso que mira las cosas desde fuera. Pero Dios, que le hablará desde el fuego de la zarza, tiene otra intención, se manifiesta de otra forma, revelándose como Yahvé (El que Es) y enviándole a liberar a los hebreos.

(3) Fuego destructor, fuego de castigo
A partir de los pasajes anteriores, la tradición exegética ha distinguido dos tipos de fuego de castigo: uno que destruye a los culpables para siempre (fuego de aniquilación) y otro que les castiga y atormenta, también para siempre (fuego de punición).

(a) Fuego de aniquilación. Es signo de la fuerza destructora de Dios que aniquila a los malvados. El mismo fuego de Dios ejerce una función positiva (da calor, ofrece vida, es signo teofánico) y también otra que es negativa (es terrorífico, destruye todo lo que encuentra). En esa línea, desde un punto de vista filosófico, dentro de la tradición occidental, el fuego puede presentarse como signo de la totalidad cósmica, como principio positivo y cons¬titutivo de la realidad (uno de los cuatro elementos; los otros son agua, tierra, aire) o como poder destructor, que todo lo aniquila para recrearlo (Heráclito). El fuego, en fin, tiene una clara connotación psicológica y se muestra como expresión de aquel poder que nos condu¬ce a la conquista del mundo (complejo de Prometeo) o nos lleva hacia la luz oscura de la muerte (mito de Empédocles), convirtiéndose así en sinónimo de muerte, destrucción, puro vacío.

(b) Fuego de castigo. No destruye, sino que va quemando sin fin los cuerpos y las almas de los condenados. Esta visión de fuego de castigo que no acaba sólo es posible allí donde se destaca el carácter perverso de algunos hombres y la visión de un Dios juez, que impone una condena sin fin a esos perversos. Éste es un tema clave la teodicea entendida ya de una manera judicial. El viejo sheol de las represen¬taciones antiguas, donde todos por igual perviven tras la muerte, en estado de sombra (pero sin sufrimiento), no responde a la nueva experiencia de Dios y su justicia, que tiene que sancionar a los malvados. Por eso, el sheol se convierte progresivamente en lugar de espera hasta que llegue el juicio que se expresa como salvación o condena (cf. Dan 12, 1-3).

JUAN DE LA CRUZ, LLAMA DE DIOS
Conforme a lo anterior, la función del fuego es doble: puede concebirse como fuerza destructora que aniquila (llama permanente que castiga). Pero también, en otra línea, el fuego puede venir a presentarse como la más honda “esencia de Dios”, que es fuego purificador, destructor y creador.

Paradójicamente, nadie (que sepamos) ha profundizado en el tema del fuego de Dios como Juan de la Cruz, en su obra madura «LLAMA DE AMOR VIVA”. Aquí me limito a citar uno de los últimos verso del Cántico Espiritual, en la estrofa 29, que es la culminación del camino profético y místico:
el aspirar el aire,
el canto de la dulce filomena,
el soto y su donaire
en la noche serena,

con llama que consume y no da pena (Cántico b, 39)
Ellos mismos (Dios y el hombre/mujer que le aman) son luz, ellos son llama: se van consumiendo uno en otro y de esa forma se consuman. La más honda realidad de Dios se vuelve fuego: los restantes símbolos quedan trascendidos y asumidos de algún modo en este fuego-luz, en la noche serena, que es hogar de respiración dialogal, llama de vida que existe al darse y se consuma al consumirse sin fin. Porque, habiendo llegado al fuego, está el alma en tan conforme y suave amor con Dios, que, con ser Dios, como Dice Moisés, fuego consumidor, ya no lo sea, sino consumador y refeccionador.
Que no es ya como la transformación que tenía en esta vida el alma, que, aunque era muy perfecta y consumadora en amor, todavía le era algo consumidora y de tractiva, a manera del fuego en el ascua...
(Cf. Dt 4, 24. Coment 39, 14).

El fuego de este mundo consume y da pena, dueleEl fuego del cielo consuma sin consumir ni consumirse: es fuego de luz, vida amorosa que se expande, sin perder fuerza ni perderse. En ese contexto la vida eterna es llama de luz en la noche internamente iluminada, canto de existencia superior, himno de Pascua, vida que triunfa y existe por la muerte.
En este contexto, recogiendo de un modo unitario las ideas de esta estrofa, podemos citar unos pasajes de Llama de Amor Viva, donde de SJC ha evocado la culminación de su experiencia amorosa. El texto de Llama evoca y despliega de un modo consecuente la misma experiencia, al entender la realidad como regalo de bondad, que Dios ofrece al hombre y que el hombre regala nuevamente a Dios, en comunión de amantes: un Dios que es Fuego de Amor. En esa línea de fuego queremos recordar esta noche al profeta Juan, en su noche santa, la noche de San Juan.

Cartel en el audiencia del Papa

"Hay casos en los que la separación es inevitable y moralmente necesaria"
Papa: "Cuando papa y mamá pierden la cabeza, el alma de los niños sufre hasta la desesperación"

"En Turín, me sentí realmente en casa, abrazado por vuestro afecto"

José Manuel Vidal, 24 de junio de 2015 a las 10:19

Cuando un hombre y una mujer piensan obsesivamente en sus propias exigencias de libertad atacan profundamente al corazón y a la vida de los hijos

(José M. Vidal).- "Francisco te queremos", es uno de los gritos más repetidos en la abarrotada Plaza de San Pedro para la audiencia de los miércoles, tras la exitosa visita del Papa a Turín. Bergoglio centra su catequesis en las heridas que provocan en los hijos las separaciones de sus padres. "El alma de los niños sufre hasta la desesperación", asegura el Papa. 

Lectura del evangelio de Mateo: "El que escandalice a uno de estos más le valdría colgarse una piedra de molino al cuello y arrojarse al mar".
Algunas frases de la catequesis del Papa

"Hemos hablado de la familia, que vive la fragilidad de la condición humana"
"Hoy reflexionamos sobre las heridas en el seno de la convivencia familiar"
"Cuando en la propia familia se hace el mal, es lo peor"
"¿No estaremos anestesiados respecto a las heridas del alma de los niños?"
"Cuando más se intenta compensar con regalos más se pierde el sentido de las heriudas del alma"
"Hablamos mucho de problemas de comportamiento, ¿pero sabemos qué es una herida del alma?"
"¿Qué peso tiene el alma de los niños?"
"Cuando papa y mamá se hacen mal, el alma de los niños sufre hasta la desesperación"
"Cuando un hombre y una mujer piensan obsesivamente en sus propias exigencias de libertad atacan profundamente al corazón y a la vida de los hijos"
"Muchas veces los niños se esconden para llorar solos"
"Hay que custodiar el vínculo conyugal"
"Hay casos, en cambio, en los que la separación es inevitable. A veces, puede ser incluso moralmente necesaria"
"No faltan los que, sostenidos popr la fe, testimonian su fidelidad en un vínculo"
"¿Cómo acompañar a las parejas en dificultades?"
"Para que los niños no se conviertan en rehenes de papá o de mamá"

Texto completo de la catequesis del Papa traducido del italiano
La familia (Heridas). Pasaje bíblico: Mt 18, 2-6

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

En las últimas catequesis hemos hablado de la familia que vive las fragilidades de la condición humana, la pobreza, la enfermedad, la muerte. Hoy, en cambio, reflexionamos sobre las heridas que se abren precisamente en el interior de la convivencia familiar. Es decir, cuando en la misma familia, nos hacemos mal. ¡Es la cosa más fea!

Sabemos bien que en ninguna historia familiar faltan los momentos en los cuales la intimidad de los afectos más queridos es ofendida por el comportamiento de sus miembros. Palabras y acciones ¡y omisiones! que en vez de expresar amor, lo quitan o, peor todavía, lo mortifican. Cuando estas heridas, que son todavía remediables se descuidan, se agravan: se transforman en prepotencia, hostilidad, desprecio. Y a este punto pueden transformarse en laceraciones profundas, que dividen a marido y mujer e inducen a buscar en otro lado comprensión, apoyo y consuelo. ¡Pero a menudo estos "apoyos" no piensan en el bien de la familia!
El vaciamiento del amor conyugal difunde resentimiento en las relaciones. Y a menudo la desunión "cae" encima de los hijos.

Los hijos. Quisiera detenerme un poco sobre este punto. No obstante nuestra sensibilidad aparentemente evolucionada, y todos nuestros refinados análisis psicológicos, me pregunto si no nos hemos anestesiado también con respecto a las heridas del alma de los niños. Cuanto más se trata de compensar con regalos y dulces, más se pierde el sentido de las heridas - más dolorosas y profundas - del alma. Hablamos mucho de trastornos comportamentales, de salud psíquica, de bienestar del niño, de ansia de los padres y de los hijos. ¿Pero sabemos todavía qué es una herida del alma? ¿Sentimos el peso de la montaña que aplasta el alma del niño, en las familias en las cuales se tratan mal y se hacen mal, hasta romper el vínculo de fidelidad conyugal? ¿Qué peso tiene, en nuestras elecciones - elecciones equivocadas, por ejemplo - qué peso tiene el alma de los niños? Cuando los adultos pierden la cabeza, cuando cada uno piensa sólo en sí mismo, cuando papá y mamá se hacen mal, el alma de los niños sufre mucho, prueba una sensación de desesperación. Y son heridas que dejan una marca para toda la vida.

En la familia, todo está relacionado junto: cuando su alma está herida en algún punto, la infección contagia a todos. Y cuando un hombre y una mujer, que se han comprometido a ser "una sola carne" y a formar una familia, piensan obsesivamente en las propias exigencias de libertad y de gratificación, esta distorsión carcome la vida de los hijos. Tantas veces los niños se esconden para llorar solos... Debemos entender bien todo esto. Marido y mujer son una sola carne. Pero sus criaturas son carne de su carne. Si pensamos a la dureza con la cual Jesús exhorta a los adultos a no escandalizar a los pequeños - hemos escuchado el pasaje del Evangelio (cfr. Mt 18,6), podemos comprender mejor también su palabra sobre la grave responsabilidad de custodiar el vínculo conyugal que da comienzo a la familia humana (cfr. Mt 19,6-9). Cuando el hombre y la mujer se transformaron en una sola carne, todas las heridas y todos los abandonos del papá y de la mamá inciden en la carne viva de los hijos.

Por otra parte, es verdad que hay casos en los cuales la separación es inevitable. A veces puede volverse incluso moralmente necesaria, cuando precisamente se trata de sustraer al cónyuge más débil o a los hijos pequeños, a las heridas más graves causadas por la prepotencia y por la violencia, por el desaliento y por la explotación, por la ajenidad y la indiferencia.No faltan, gracias a Dios, aquellos que sostenidos por la fe y por el amor a los hijos, dan testimonio de su fidelidad a un vínculo en el cual han creído, aunque parezca imposible hacerlo revivir. Pero no todos los separados sienten esta vocación. No todos reconocen, en la soledad, un llamado del Señor dirigido a ellos. Entorno a nosotros encontramos diversas familias en situaciones así llamadas irregulares - no me gusta esta palabra - y nos hacemos tantas preguntas. ¿Cómo ayudarlas? ¿Cómo acompañarlas? ¿Cómo acompañarlas para que los niños no se vuelvan rehenes del papá o de la mamá?

Pidamos al Señor una fe grande, para mirar la realidad con la mirada de Dios; y una gran caridad, para acercarnos a las personas con su corazón misericordioso.



Saludo del Papa en español
Queridos hermanos y hermanas:

En la catequesis de hoy reflexionamos sobre las heridas que se producen en la misma convivencia familiar. Se trata de palabras, acciones y omisiones que, en vez de expresar amor, hieren los afectos más queridos, provocando profundas divisiones entre sus miembros, sobre todo entre el marido y la mujer. Si estas heridas no se curan a tiempo se agravan y se transforman en resentimiento y hostilidad, que recae sobre los hijos. Cuando los adultos pierden la cabeza y cada uno piensa en sí mismo; cuando los padres se hacen daño, el alma de los niños sufre marcándolos profundamente.

En la familia todo está entrelazado. Los esposos son "una sola carne", de tal manera que todas las heridas y abandonos afectan a la carne viva que son sus hijos. Así se entienden las palabras de Jesús sobre la grave responsabilidad de custodiar el vínculo conyugal, que da origen a la familia. En algunos casos, la separación es inevitable, precisamente para proteger al cónyuge más débil o a los hijos pequeños. Pero no faltan los casos en que los esposos, por la fe y el amor a los hijos, siguen dando testimonio de su fidelidad al vínculo en el que han creído.

Saludo a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica. Pidamos a la Virgen María que interceda por nuestras familias, especialmente por los que pasan por dificultades, para que sepan superar y sanar siempre las heridas que causan división y amargura. Muchas gracias y que Dios los bendiga.

Saludo en italiano Saludo del Papa en italiano
"Gracias a los turineses por su cariñosa acogida"
"Gracias a monseñor Nosiglia, a los sacerdotes, a los consagrados..."
"A los enfermos del Cottolengo, que son sus sufrimientos sostienen la vida de la Iglesia"
"Gracias a los jóvenes y a las autoridades, a los voluntarios, a las asociaciones, al mundo dle trabajo y a todos los que contribuyeron a mi visita"
"Me sentí realmente en casa, abrazado por vuestro afecto y por vuestra hospitalidad"
"Que el Señor os bendiga a todos y a vuestra bella ciudad"
"Saludo a los misioneros de la Preciosísima Sangre"
"Hoy celebramos a San Juan Bautista"

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