Teman más bien a aquel que puede arrojar el alma y el cuerpo a la Gehena

Evangelio según San Mateo 10,24-33. 


Jesús dijo a sus apóstoles: "El discípulo no es más que el maestro ni el servidor más que su dueño. Al discípulo le basta ser como su maestro y al servidor como su dueño. Si al dueño de casa lo llamaron Belzebul, ¡cuánto más a los de su casa! No les teman. No hay nada oculto que no deba ser revelado, y nada secreto que no deba ser conocido. Lo que yo les digo en la oscuridad, repítanlo en pleno día; y lo que escuchen al oído, proclámenlo desde lo alto de las casas. No teman a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma.Teman más bien a aquel que puede arrojar el alma y el cuerpo a la Gehena. ¿Acaso no se vende un par de pájaros por unas monedas? Sin embargo, ni uno solo de ellos cae en tierra, sin el consentimiento del Padre que está en el cielo. Ustedes tienen contados todos sus cabellos.


No teman entonces, porque valen más que muchos pájaros. Al que me reconozca abiertamente ante los hombres, yo lo reconoceré ante mi Padre que está en el cielo. 


Pero yo renegaré ante mi Padre que está en el cielo de aquel que reniegue de mí ante los hombres."

Tomás de Celano (hacia 1190-hacia 1260), biógrafo de San Francisco y de Santa Clara 
Primera vida de S. Francisco de Asís, 58

“Ni un pajarito cae en tierra sin que lo sepa vuestro Padre...No temáis!”

Llegado a una gran manada de pájaros, el bienaventurado Francisco se dio cuenta que le esperaban. Les dirigió su saludo habitual, se admiraba de que no se escaparan como de costumbre, les dijo que debían de escuchar la Palabra de Dios y les rogó humildemente de estar atentos. Les dijo, entre otras cosas:

“Pajaritos, hermanos míos, tenéis motivo de alabar y amar a vuestro creador. El os ha dado las plumas de vestido, las alas para volar, y todo lo que necesitáis para vivir. De entre todas las criaturas de Dios, vosotros tenéis la mayor suerte. Os ha dado el aire y su pureza como vuestro espacio vital. No habéis sembrado ni segado, os da vuestro alimento y vuestra cobijo sin que os tengáis que inquietar por ello.” A estas palabras, según el mismo santo y sus compañeros, los pájaros expresaron a su manera una inmensa alegría: alargaban sus cuellos, desplegando sus alas, abriendo el pico y mirando con toda atención. El Santo se paseaba entre ellos, rozando con su túnica  sus cabezas y sus cuerpos. Finalmente, los bendijo trazando sobre ellos la señal de la cruz y permitiéndoles que se fueran volando. El siguió el camino con sus compañeros y, exultante de alegría, dio gracias a Dios que es reconocido y venerado por todas las criaturas.

Francisco no era un simple pero tenía la gracia de la simplicidad. Se acusaba entonces de no haber predicado antes a los pájaros ya que escuchaban con tanta atención y respeto la Palabra de Dios. A partir de este día no dejaba de exhortar a todos los pájaros, a todos los animales, a los mismos reptiles y hasta a las criaturas insensibles, a alabar y amar al Creador.

SABER ESCUCHAR

Isaías 6, 1 -8; Sal 92, lab. 1c-2. 5; Mateo 10, 24-33

“Hijo mío, si aceptas mis palabras y conservas mis consejos, prestando oído a la sensatez y prestando atención a la prudencia; si invocas a la inteligencia y llamas a la prudencia; si la procuras como el dinero y la buscas como un tesoro, entonces comprenderás el temor del Señor y alcanzarás el conocimiento de Dios.” Para aceptar la Palabra del Señor hay que escuchar. Si no escuchamos entonces es el mismo hombre el que se trivializa. San Benito, que ayer celebrábamos, patrón de Europa, se retiró -unos cuantos años-, a escuchar y adquirió prudencia, inteligencia y sensatez. Ahora tenemos tantas ganas de hablar y tan pocas de escuchar que seguramente la mayoría de las cosas que digamos serán tonterías. Podríamos intentar hoy tomar nota de cuántas cosas de las que decimos hoy son realmente importantes y cuántas cosas importantes escuchamos. Veremos que son muy pocas.

“En aquel tiempo, dijo Pedro a Jesús: -«Nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué nos va a tocar?»” San Pedro y sus compañeros llevaban años escuchando al Señor, pero les faltaba el Espíritu Santo para hacer silencio y entender lo que oían. Además de escuchar hay que interiorizar. La Palabra de Dios es “tajante y eficaz” pero tiene que entrar hasta el tuétano, no podemos dar un respingo al primer pinchazo. Dios es exigente, pide fidelidad, pero nos da todos los medios para caminar siempre a su lado, escuchando su Palabra y haciéndola vida, pero para eso hay que dejar que cale hasta el fondo del alma. No podemos conformarnos con un pequeño “barniz” católico, si no nos dejamos que profundice en nosotros, hasta que podamos decir como María “hágase en mi según tu Palabra,” sin miedos y con toda confianza.

SOLEMNIDAD DE SAN BENITO. Col 3, 12-17

11 DE JULIO DE 2014

Todo lo que haga, sea de palabra o de obra, hacedlo en nombre de Jesús, decía el Apóstol en la segunda lectura. Y esta fue, la norma de vida de San Benito. Todo hecho en nombre de Jesucristo. Vivir y actuar en nombre del Señor, quiere decir, como mínimo dos cosas. Por un lado, hacerlo todo de acuerdo con su Palabra tal como la encontramos en el Evangelio (RB Prólogo, 21). Y, por otro, hacerlo invocando su fuerza salvadora que nos ayude a llevar a cabo (RB Prólogo, 4). Porque el nombre de Jesús en la tradición bíblica significa toda su persona divina, con su poder y su misericordia entrañable.

Hacerlo todo en nombre de Jesús fue, como decía, la norma de vida de san Benito; que en su juventud dejó la familia, la herencia que le hubiera tocado, los estudios, y todos sus grandes  y deslumbrantes proyectos de futuro, para dedicarse al "placer únicamente de Dios"(Gregorio, el Grande, Diálogos, II, 1, 1).

Buscaba una vida de recogimiento que le facilitara entrar dentro de sí mismo y trabajar con constancia su interior para unificarlo y pacificar y así adentrarse por los caminos de la oración, de la vida evangélica y del servicio a los demás.

Como San Pablo, ardía porque su vivir fuera el Cristo (cf. Flp 1, 21; Gregorio Magno, o. c., 3, 11). No le fue fácil; en su proceso experimentó desánimo, la tentación, el ataque de falsos hermanos; pero en todas estas cosas venció gracias al nombre de Jesús y a saberse amado por él (cf. RB 7, 39).

Todo este combate espiritual le preparó para ser "maestro de virtudes" (cf. Gregorio Magno, oc, 2, 3) y le dio una gran irradiación a favor de los que se habían hecho discípulos suyos para ser iniciados en la vida monástica, de la gente que la iba a encontrar y de todos los que después de su traspaso encontramos en la Regla que él escribió un camino espiritual que nos lleva a vivir y actuar en nombre de Jesús, el Cristo.

Efectivamente, toda la Regla está centrada en Jesucristo, desde el comienzo cuando invita a hacerse militante del "Señor, Cristo" (RB Prólogo, 3), hasta el final cuando expresa deseo de que todos los que han emprendido esta militancia puedan llevarla a cabo "con la ayuda de Cristo "(RB 73, 8) el que así Cristo los llevará" a la vida eterna "(RB 72, 12). por esto, San Benito repite tres veces a lo largo de la Regla, aunque con formulaciones diversas, un pensamiento central de su espiritualidad: "no anteponer nada al amor de Cristo "porque nada es tan digno de ser amado como él (cf. RB 4, 21, 5, 2; 72, 11).

La Regla benedictina no tiene por finalidad regular el cumplimiento externo de unas prácticas.

Sino enseñar a dejar entrar a Cristo en la propia vida y amarlo por encima de todo (cf. RB 5, 2). Y desde este amor, ni que pueda ser muy escaso dada la debilidad humana, dejar que él nos vaya identificando con su persona. Las prácticas que indica son para unificar la opción fundamental por Jesucristo con los actos de la propia vida.

Por eso, San Benito ve el monasterio como un taller espiritual donde cada monje, acompañado por una maestría espiritual, se trabaja para reproducir en él la imagen de Jesucristo (cf. RB 4, 78). Y, en tanto que la maestría benedictina se extiende más allá de el ámbito estrictamente monástico y, a través, de la Regla, modela la vida de muchos otros cristianos, podemos decir que el taller para reproducir imágenes vivas de Cristo se encuentra en todas las circunstancias de la vida de los creyentes. Todo  en la vida nos puede ser ocasión de trabajarnos para reproducir cada vez más fielmente el modelo que tenemos en Jesucristo.

Que el hacerlo todo en nombre de Jesús no es simplemente un cumplimiento externo, queda bien ilustrado un episodio de la vida de San Benito. Cuando supo que un ermitaño de nombre Martín, se había atado una cadena de hierro con tal de vencer la tentación de ir más lejos de donde le llegaba la cadena, San Benito le hizo decir por uno de sus discípulos: “Si eres servidor de Dios, no estés retenido por una cadena de hierro, sino por la cadena de Cristo” (San Gregorio, el Grande, Diálogos, III, 16, 9). Era tanto como decirle que la fidelidad a la vida que había emprendido había de ser fruto de una convicción interna.

Si el amor a Cristo no lo movía a obrar en la solicitud, no tenía sentido que se atara una cadena, poniéndose a un nivel infrahumano. Porque, hacerlo todo en nombre de Jesús supone actuar siempre en libertad y sentirse atado por un vínculo de amor.

El ermitaño le hizo caso y se sacó la cadena, pero nunca más –dice el relato- se alejó del radio de acción que le era permitido cuando iba con el pie encadenado. La adhesión a Cristo libera interiormente y lo hizo fiel a su vocación, abriéndole nuevos horizontes y un itinerario espiritual sin límites. San Benito quiere que sus discípulos actúen con libertad y con convicción interior y por coacción. Por eso ya desde el inicio del itinerario monástico, quiere que se le diga al candidato en referencia al mensaje espiritual de la Regla que lo tiene que guiar: “Esta es la ley bajo la cual quieres militar: si puedes observarla, entra; y si no puedes vete libremente (RB 58, 10).

Es que hacerlo todo en nombre de Jesús, tanto de palabra como de obra, ha de ser una opción libre, porque es la manera de corresponder por amor a todo lo que Jesucristo ha hecho a favor nuestro, también por amor. Hacerlo todo en nombre de Jesús no sólo nos anula la libertad personal, sino que la hace crecer ceda día más y lleva a la vida eterna. A aquella vida eterna que Jesús en el evangelio que hemos escuchado en la Misa, prometía a todos los que le han seguido. I de la cual ya disfruta San Benito.

Hacerlo todo en nombre de Jesús es camino de libertad y de santidad. Lo sabemos bien los sacerdotes que hace unos años fuimos ordenados. Muchos de ellos ya traspasados y que se recuerdan delante el altar del Señor y los demás que el amor los llamó al ministerio sacerdotal para ayudar a los demás a vivir la vida en Cristo. Nos unimos a su alabanza y a su acción de gracias.

Ayer celebrábamos el cincuenta aniversario de la primera concelebración eucarística que la santa sede escogió a Montserrat para estudiar la manera concreta de restablecer aquella práctica de los primeros tiempos de la Iglesia, que el oriente cristiano había mantenido pero que la tradición litúrgica latina había perdido. Es cincuenta aniversario nos mueve a dar gracias porque de esta manera manifiesta la unidad del ministerio ordenado, del sacrificio eucarístico y de todo el pueblo de Dios y dar gracias por tantos frutos espirituales como ha producido.

Hacerlo todo en nombre de Jesús encuentra su cima en la celebración Eucarística, cuando bajo la acción del Espíritu, agrademos a Dios, el Padre, la acción de gracias de la Iglesia. Que esta liturgia nos sea fuente de bendición para vivir en Cristo todas las cosas de cada día, con agradecimiento, con alegría, y la alabanza en el fondo del corazón. I que la sepamos traducir en servicio generoso a los demás como intenta dar y ser el testimonio desde PAX TELEVISION EN HD para bien de muchos corazones que en Comunidad de PAX VOBIS y de Jesús es todo un testimonio de amor.

Santa Verónica Calvario

Su nombre podría proceder del latín significando "verdadero ícono" o, según el parecer del profesor Miguel Angel García Olmo, puede ser una variante del antiguo nombre femenino Berenice (Bereníke), la versión macedonia del griego Phereníke, o sea,"la que lleva la victoria". El caso es que a esta santa mujer, ambos le pegan magistralmente.

Santa Verónica es recordada por su gesto compasivo hacia Jesús en Su camino al Calvario. Unos le agredían, otros permanecían indiferentes ante tanta crueldad. Ella se le acercó y le enjugó el rostro con su velo. Aquel divino rostro, cruelmente golpeado, ensangrentado y sudoroso suscitó en el corazón de Santa Verónica la misericordia. La fuente de Misericordia recibe de ella en aquel momento un amor que casi todos le negaron. 

Aunque poco sabemos de la vida de Verónica y su acto de amor no aparece en las Sagradas Escrituras, la tradición lo ha recogido como un acto ejemplar que recordamos en la sexta estación del Vía Crucis Dante lo evoca en el canto XXXI del Paraíso.
Santa Verónica es mujer de gran valentía, ya que su acto de amor le podría haber causado una peligrosa reacción por parte de los romanos o de las turbas. Es mujer de gran compasión, ya que venció todo miedo y decidió amar en medio de una multitud movida por odio o la indiferencia.

El velo de la Verónica está en Santuario del Santo Rostro, en Manoppello, Italia desde el comienzo del siglo XVI. Posiblemente fue robado de la Basílica de San Pedro mientras estaba en construcción. Benedicto XVI fue el primer Papa en visitar el santuario en Manoppello, en Sept, 2006.

Tras trece años de investigaciones sobre el "velo de la Verónica" (el que, según la tradición, utilizara para enjugar el rostro de Cristo camino del Calvario), el prestigioso historiador alemán P. Heinrich Pfeiffer S.J.certifican su autenticidad.

Según Pfeiffer, el rostro de Cristo que aparece en el velo de la Verónica (hoy conservado en Manoppello, Italia), se sobrepone perfectamente a la imagen de la Sábana Santa de Turín:

Los trazos son los mismos: rostro oval ligeramente redondo y asimétrico, cabello largo, un mechón de cabellos sobre la frente, la boca ligeramente abierta, la mirada dirigida a lo alto; rasgos que influyeron en toda la iconografía de Cristo en los siglos posteriores.

Entre los exámenes a los que ha sido sometido el Velo de la Verónica destacan las fotografías digitales realizadas por Donato Vittore, experto de la Universidad de Bari, así como las observaciones bajo luz ultravioleta que confirman la inexistencia de pintura sobre el paño. En efecto, la densidad del color del rostro es muy fuerte sobre el tejido blanco casi transparente, pero estas tomas digitales dejan bien a las claras que no hay pintura. No puede, por lo tanto ser la obra de un artista. Además, en el rostro se observan dos manchitas y da la impresión de que un líquido, que bien podría ser sangre, se impregnó en las fibras del tejido.

¿La oración nos ayuda a esperar?

Dice Santo Tomás de Aquino que la oración es la intérprete de la esperanza (II-II, 17,2.4). Abraham sabía bien lo que era esperar contra toda esperanza (Rom 4, 18). Y, nos dice San Pablo, "la esperanza no defrauda porque el amor de Dios ha sido infundido en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado" (Rom 5, 5). La esperanza no defrauda. Pero ¿qué tipo de esperanza es la que no defrauda? ¿Cuál es la esperanza que nos hace vivir del fuego del amor? Porque nuestra experiencia parece ser contraria a esto.

Nosotros muchas veces, cuando llegamos a la oración, venimos del fragor de la vida en donde hay muchas luchas, muchas caídas, muchas circunstancias complejas que nos desorientan, muchas traiciones, muchas desilusiones. Llegamos con frecuencia a la oración como esa barquilla del poema de Lope de Vega: "Pobre barquilla mía, entre peñascos rotas, sin velas desvelada, y entre las olas sola". ¡Pobre barquilla la de nuestra vida que en mar tumultuoso de la existencia tantas veces parece hacer quiebra, tantas veces parece que el agua la va inundar y creemos que vamos a naufragar! ¡Cuántas veces gritamos:

'¡Sálvanos, Señor, que perecemos!' (Mt 8, 23). Parece que todo está perdido, parece que no hay solución, parece que quien hace el mal triunfa, parece que no hay justicia en el mundo, parece que no hay futuro para mí o para mi familia, parece que las tinieblas y la desesperanza son el triste destino de la existencia humana.

Y así nos presentamos en la oración, con la esperanza quebrada. Pero entonces llega Aquel gran Viandante que acompañó por la tarde, cuando el sol iluminaba sus rostros, a los discípulos desanimados, a aquellos que habían perdido también la esperanza: "nosotros esperábamos" (Lc 24, 21). Y entonces Él comienza a hablarnos, a decir cosas sencillas y profundas. Y nosotros comenzamos a escucharlo y a olvidar nuestras penas, comenzamos a quedarnos ahí a sus pies, como María de Betania (Lc 10, 39); comenzamos a salir de nosotros para quedar como extasiados ante Aquel que hacer arder el corazón, ante Aquel que comienza a infundir el fuego del amor en nuestro corazón en sequía. Y cae la lluvia de Dios sobre la tierra sedienta, agostada, sin agua, de nuestra alma; y comienzan a despuntar las ilusiones, comienza el alma a curarse, comienza a reverdecer y luego a florecer. Y comienza la esperanza a asumir su color propio: el verde de la primavera; y comenzamos a llenar nuestras alforjas vacías de amor, y se llenan y se llenan y se llenan. Y esa barca nuestra, primero en quiebra, comienza a enderezar la vela, que se hincha en la dirección en que la conduce el Espíritu. Y comenzamos a tomar velocidad y cambia la perspectiva del mundo, de la vida, de nosotros mismos, de la Iglesia. Comenzamos a ser hombres y mujeres de esperanza, comenzamos a ser hombres y mujeres llenos del Espíritu Santo, que derraman sobre otros, por gracia divina, el fuego del amor divino. Y comenzamos a entender lo que antes no entendíamos y a valorar lo que antes no valorábamos y amar lo que antes no amábamos. Y comenzamos a ser hombres y mujeres nuevos, hombres y mujeres de gracia, de paz, de amor, de serenidad. Y comprendimos que mereció la pena venir a Él, aun con la esperanza rota. Y que valió la pena escucharlo, que valió la pena dedicarle un poco de tiempo. Y comprendemos que sí, que es verdad, que la oración nos ayuda a esperar, que la oración nos ayuda a amar, que la oración nos ayuda a ser. La oración es para ti, hombre y mujer que esperas. La oración es para ti, hombre y mujer, que la anhelas la esperanza. La oración es para ti, hombre y mujer, que todavía no aprender a esperar. La oración es para ti, hombre y mujer de esperanza rota. La oración es para todos aquellos que quieren que el Espíritu Santo se derrame como Amor en sus corazones.

El Papa, RD y el Sínodo sobre la Familia

El Instrumentum Laboris delinea una imagen tipo, con todas sus luces y todas sus sombras

Baldisseri: "La Iglesia, las demás religiones, los Estados y las sociedades esperan respuestas sobre la familia"

Toca a los padres sinodales enfocar las problemáticas actuales, sin dejarse condicionar

Los diversos temas están estrechamente relacionados unos con otros, y para un sano y correcto entendimiento, estudio y eventualmente punto de resolución se deben considerar en su conjunto y en la misma medida

(L'Osservatore Romano).- Es como si se hubiera delineado la imagen tipo de la familia, con todas sus luces y todas sus sombras, preparada para ser retocada de modo tal que pueda entrar por derecho entre los tesoros que se deben defender a nivel universal, como patrimonio de la humanidad.

Es el contenido del Instrumentum laboris, el documento que los padres sinodales utilizarán en la próxima asamblea extraordinaria de octubre. Les toca a ellos vislumbrar las luces y las sombras, las figuras poco nítidas, las imperfecciones, los retoques por hacer.

Les toca a ellos enfocar las luces sobre las problemáticas actuales, sin dejarse condicionar por la presión mediática al privilegiar algunos aspectos en relación a otros. El trabajo que les espera es significativo, las expectativas también, porque la Iglesia, pero incluso las demás religiones, los Estados y las sociedades esperan respuestas sobre el tema de la familia.

De estas situaciones habla el cardenal Lorenzo Baldisseri, secretario general del Sínodo de los obispos, en esta entrevista a nuestro periódico.

El Papa Francisco destacó, en más de una ocasión, el riesgo de que la opinión pública sea orientada a considerar el Sínodo como un debate sobre los divorciados y los vueltos a casar. ¿Qué se puede hacer para volver a conducir todo hacia la óptica justa?

Estoy seguro de que la publicación del Instrumentum laboris favorecerá la justa ubicación del tema al cual usted hacía referencia. De la lectura del texto se intuye, en efecto, que la asamblea especial del próximo mes de octubre tratará sobre la familia en su complejidad y urgencia, afrontando todos los temas referidos a ella, enunciados en el documento, en el que confluyen las respuestas a las 38 preguntas del cuestionario distribuido en su momento a los episcopados y a las instituciones de derecho.

Quisiera recordar que el documento está formado por tres partes, con sus respectivos capítulos, divididos en 159 números, de los cuales sólo pocos se refieren al tema del cual usted habla. La progresiva atención a la inmensidad de la temática familiar que se desarrolla orgánicamente en el documento aportará comprensión y claridad para todos y disminuirá la tendencia, también a nivel mediático, a privilegiar algunos respecto a los demás.

Sobre todo, se debe tener presente que los diversos temas están estrechamente relacionados unos con otros, y para un sano y correcto entendimiento, estudio y eventualmente punto de resolución se deben considerar en su conjunto y en la misma medida.
 
Nueva instrucción a los apóstoles

Mateo 10, 16-23. Tiempo Ordinario. Nuestra fe es un tesoro escondido en nuestros corazones.
 
Oración introductoria 



Espíritu Santo, fuente de luz, ilumina mi entendimiento para asimilar más y mejor tu Palabra, porque el panorama no entusiasma, no me gusta el desprecio de los demás ni los problemas, pero sabiendo que Tú eres mi principio y mi fin, confío plenamente en que serás mi compañía y me darás la fuerza de voluntad para mantenerme siempre fiel a tu amor. 



Petición 



Jesús, dame la generosidad para dejarme a mí mismo y dedicar más tiempo a la misión. 


Meditación del Papa Francisco 



Nos enseñan a no caer en las asechanzas de las tinieblas y a defendernos de la oscuridad que pretende cubrir nuestra vida.

Ellos, con esta santa astucia, han custodiado la fe. 
También nosotros debemos custodiar la fe ante una oscuridad que, tantas veces, se disfraza de luz. Porque el demonio, dice san Pablo, se viste de ángel de luz muchas veces. Y aquí necesitamos la santa astucia para custodiar nuestra fe del canto de las sirenas que te dicen: hoy tenemos que hacer esto o aquello. La fe es una gracia y un don. Nos toca custodiarla con la santa astucia, con la oración y con la caridad. Es necesario acoger en nuestro corazón la luz de Dios y, al mismo tiempo, practicar aquella astucia espiritual que sabe armonizar la sencillez con la sagacidad, como Jesús pide a sus discípulos: "Sean sagaces como serpientes y simples como palomas" (S.S. Francisco, 6 de enero de 2014). 



Reflexión 



Por la descripción de algunos versículos, los riesgos y los obstáculos que Jesús les presenta a sus discípulos se parecen bastante a las circunstancias de algunas realidades de nuestra vida en el mundo actual. No es fácil hoy día dar testimonio coherente de la fe. Hoy día vivir la fe es arriesgarse a ser etiquetado de modo despectivo. Ciertamente no es un riesgo de vida o muerte, pero como cristianos tenemos que temer siempre el peligro de sucumbir frente a las presiones a veces aparentemente fuertes de los acuerdos sociales. 

Incomprensiones, odios, rechazos, acusaciones etc, que no es poca cosa, pero no es posible afrontar la misión ni la vida de cristianos, si tememos el juicio y la lucha con el mundo. 

Nuestra fe es un tesoro escondido en nuestros corazones.

No hay hoy desafío más laborioso y fascinador que el de vivir cada día coherentemente con nuestra fe. Además, no estamos solos. El Espíritu Santo está de nuestra parte y nos sugerirá qué hacer y qué decir en cada momento.

A menudo, el ejemplo, el testimonio audaz, atrevido y hasta heroico de un cristiano es semilla de conversión y chispa que enciende la llama luminosa de la fe en los momentos más críticos de una comunidad de cristianos. 

En la medida de nuestra mayor o menor responsabilidad en la comunidad, se nos concede la ocasión de dar auténtico testimonio de nuestra fe. 



Propósito 



Adoptar a un sacerdote o a un(a) consagrado(a), con nombre y apellido, en mis oraciones diarias. 



Diálogo con Cristo 



Jesús, no es fácil ser tu discípulo y misionero. Hay oposición por todos lados, incluso en la propia familia. Por eso no debo olvidar que el Espíritu Santo, que habita en mi corazón, está ahí para ayudarme, para darme la serenidad y la fuerza para perseverar en mi fe. Te ofrezco mi sacrificio por aquellos que se oponen a mi misión.

Nostalgia de los cuartos vacíos

Se han ido con un equipaje, lleno de todo aquello que con amor les fuimos transmitiendo, en su corazón y en su mente.
 
Hoy Jesús, traigo nostalgia en el alma. 



Hoy Jesús, mis ojos traen vaho de lágrimas, porque hay demasiado silencio en mi casa y he venido aquí para que postrándome a tus plantas sienta el consuelo de tu entrega, también de tu desprendimiento a tantas cosas con la única resolución de hacer la voluntad de tu Padre. Y me detengo un momento a pensar ...¡ cómo hiciste el corazón de la mujer, como hiciste el corazón de las madres!. Y hoy te vengo a contar todos mis pensamientos, sentimientos y nostalgias.... 



La mujer está en la política, en la ciencia, en la comunicación, pero su esencia de mujer no la ha de perder así como tampoco su ternura, su sensibilidad y el percibir las cosas de manera diferente al hombre. Esto tiene relación con el hecho de cómo sentimos las madres cuando los hijos se van. Los padres lo asumen de distinta manera y las horas fuera del hogar los distraen y los confortan. 



Las mujeres cuando nos convertimos en madres, pasamos por etapas diferentes: la espera, los hijos pequeños, los hijos en la adolescencia, los hijos jóvenes y cuando los hijos se van. Suena esto a título de película, pero esto es lo que en estos momentos nos ocupa y atañe. Cuando los hijos se van. 



Los hijos se van por diferentes motivos. Porque se casan, por el trabajo, por lo estudios, en fin, por el motivo que sea, pero llega un tiempo en que se van.

Parece que aún oímos las risas, las conversaciones, las discusiones, el teclear de la máquina de escribir o de la computadora ya muy entrada la noche para entregar un trabajo al día siguiente en la Universidad. Un suéter, un zapato, varios cuadernos dejados en el sitio más inverosímil de la casa... Sus habitaciones no con el orden que hubiésemos deseado y que siempre pedimos inútilmente, el retrato del novio o de la novia... Calor y color por todas partes, ruido, música, VIDA. 



La casa tuvo las habitaciones destinadas a ellos y se fueron transformando con el paso de los años. Cuartos infantiles primero: muñecos de peluche en las repisas y en el suelo, un elefante, una avestruz, una pelota, un barco, un osito, una muñeca, un avión. Después... fotografías, póster, banderines del equipo favorito, libros, revistas, etcétera. Movimiento de entradas y salidas, llamadas telefónicas de larguísimas conversaciones... En los fines de semana el vestido de noche sobre una silla y el silencio de un profundo sueño juvenil en las mañanas de los domingos. 



Esos cuartos ahora están vacíos. Muy en orden, con el orden que tantas veces predicamos y que ahora nos duele. Quietos, callados. Entramos en ellos con pasos quedos, quién sabe por qué y recorremos con la vista las camas con sus colchas impecables, todos los rincones... todo está en orden, todo está bien.

Levantaron el vuelo. Se fueron del nido. Se fueron del nido que los cobijó por años. Nosotros, sus padres, los enseñamos a volar y se fueron. 



Van a volver pero nada será igual. Regresarán hombres y mujeres forjados en el diario vivir. Con sus vidas propias y manejadas a su manera. Están comenzando la más seria y profunda experiencia, igual que nosotros lo hicimos. 



Tenemos que retirarnos de la presencia activa en sus vidas y pasar a ser la parte contemplativa de sus existencias y sus proyectos. Se han ido con un equipaje, lleno de todo aquello que con amor les fuimos transmitiendo, en su corazón y en su mente. Muchas de "esas cosas" estarán dormidas hasta que ellos sean padres... Llevan como escudo, para todos los infortunios que la vida les depare, su fe en Dios y su amor a Él. Los forjamos en el deber y en el afán de la excelencia para emprender toda clase de experiencias y sabrán dar amor porque amor les dimos. 



En el abrazo se llevan nuestro corazón, pero después abrimos los brazos y los vemos partir...para que la VIDA los reciba. 



Los recuerdos son de "otros tiempos". La nostalgia es el presente de los cuartos vacíos.

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