“El Reino de Dios está en medio de vosotros.”

Dios y el dinero

"Claridad y transparencia"
La Iglesia y los dineros
"El estilo de vida elegido por Francisco marca una clara tendencia"

Redacción, 11 de noviembre de 2015 a las 11:15

El escándalo no es tener Patrimonio, sino, no conocerlo claramente, y no saber cómo se está gestionando

(José Luis Ferrando, biblista).- El tema de los dineros en las Instituciones Eclesiales es siempre delicado. El "dinero", en términos bíblicos, es "anatema", que vendría a ser como "el dinero consagrado a los dioses" es el rival número uno de Dios (Mt 6, 19-24). La conclusión final del texto es bien clara "No podéis servir (adorar, rendir culto) a Dios y al dinero".
Y esta complicación se ha decantado, con demasiada frecuencia, del lado del dinero: unas veces para pagar favores, obtener prebendas o mostrar prepotencia. Sin olvidar los aspectos compensatorios, que Freud y su escuela nos explican. La historia de la Iglesia está repleta de ejemplos de estas prácticas. Incluso para llenar bolsillos de particulares de todo tipo.

Los dos mil años de historia de la Iglesia, sin duda, han dado de sí para acumular un gran patrimonio en oro y joyas, propiedades inmobiliarias y otros bienes. Y esto se puede explicar históricamente y es comprensible. No digo aceptable. Muchos de esos bienes, incluso, suponen una esclavitud para la Iglesia, porque conllevan un costoso mantenimiento. En este largo período son muchos los hombres que han gestionado este inmenso patrimonio, en cada momento, por supuesto desde unos u otros criterios, presuponiendo siempre las buenas voluntades. Pero las malas prácticas también se han deslizado con frecuencia. La historia nos ofrece muchos ejemplos de esto, aunque también de lo contrario. No podemos olvidar que los hombres que integran la iglesia jerarquía son "hombres de carne".

Hoy, el Papa y la Iglesia, se encuentran con ese inmenso Patrimonio. Francisco, con buen criterio lo primero que desea es poner orden y, para eso, lo básico es conocer las verdaderas dimensiones del mismo, con una documentación acreditativa bien clara. Sin un inventario claro y preciso, difícilmente, se podrán tomar decisiones. Por eso el escándalo no es tener Patrimonio, sino, no conocerlo claramente, y no saber cómo se está gestionando. Estas cuestiones tan básicas y elementales son lo que el Papa, al parecer, ha pedido a la Comisión, de la que formaban parte los filtradores. Auditar claramente el uso de esas propiedades es absolutamente necesario, ya que la segunda parte de lo escandaloso es la nefasta gestión de ese Patrimonio. Quién se está beneficiando de ese patrimonio.

La claridad y la transparencia serán la antesala de, sin duda, decisiones valientes por parte del Papa y de la Iglesia en cuanto al buen uso de esos bienes. Una contabilidad rigurosa es prioritaria para una utilización inteligente y evangélica de los bienes. Y que nadie ponga en duda la intencionalidad de los filtradores, ya que en lugar de informar a quien debían, para poner remedio, lo han hecho a quienes con la publicación quieren escandalizar a las buenas gentes del Pueblo de Dios. Lo importante, ahora, es que el trabajo continúa, como ha dicho el Papa. Y, si Francisco le ha dado tanta importancia a estos temas económicos es porque sabe que la tienen, ya que pueden empañar gravemente el testimonio evangélico. Y, sobre todo, porque sospecho, que su voluntad es que la productividad y rentabilidad de ese Patrimonio repercuta en el mantenimiento de la Iglesia y en los destinatarios naturales y preferidos del Señor, los más pobres.

Finalmente, en esta área, el estilo de vida elegido por Francisco marca una clara tendencia: la sobriedad y la desapropiación. Vive en una casa común y compartida en Santa Marta, y usa el llamado Palacio Apostólico para desempeñar sus funciones. Estos dos gestos son muy significativos de su pensamiento. Asume libremente lo que considera oportuno, les guste o no a los cancerberos del sistema. Y esa libertad nos encanta, pero no debemos olvidar que el camino de los dineros, es siempre un camino peligroso.

Cardenal Sistach

Ingresa en la Academia de Jurisprudencia de Cataluña
Sistach: "La sociedad no es ni puede ser laica"
"La libertad religiosa tiene que ser protegida por el Estado"

Redacción, 11 de noviembre de 2015 a las 10:56

En España y Europa asistimos a un interesantísimo debate sobre la laicidad, que no es ajeno a la religión cristiana

El cardenal y arzobispo de Barcelona, Lluís Martínez Sistach, ha ingresado en la Academia de Jurisprudencia y Legislación de Cataluña este martes, en el acto de inauguración del nuevo curso académico, durante el que ha recibido la medalla de miembro y ha afirmado que la libertad religiosa tiene que ser "protegida" por el Estado.

El presidente de la Academia y exconseller de Justicia de la Generalitat, Josep-Delfí Guardia, ha criticado la actual "judicialización de la vida política, que no da solución a los problemas", y ha apoyado la idea de Sistach de que la laicidad tiene que implicar ladefensa del espacio religioso.

Como es tradición, Sistach ha protagonizado el discurso como académico que ingresa con un parlamento titulado 'Estado laico y sociedad plurirreligiosa' en el que ha reflexionado sobre la necesidad de repensar el término 'laicidad'.

El cardenal ha apoyado la libertad religiosa por encima de algunas corrientes modernas que "quieren encerrar la religión en el ámbito privado, pretendiendo que no se exprese en el espacio público", ha opinado. También ha defendido la presencia de autoridades públicas en actos religiosos en festividades patronales, una presencia respetuosa que ha comparado a la asistencia que haría un político a un acto de poesía, aunque a él no le gustara, en respeto a los ciudadanos a los que les gustara este género literario.

"La sociedad no es ni puede ser laica", ha afirmado el cardenal en su discurso, y ha añadido que la laicidad del Estado tiene que permitir espacios para la expresión de la fe de las personas, ya que ignorar la existencia de la religión equivaldría a ignorar la realidad y situarse al margen de la sociedad.

"En España y Europa asistimos a un interesantísimo debate sobre la laicidad, que no es ajeno a la religión cristiana", ha afirmado Sistach, y ha añadido que la temática sobre la libertad religiosa sale a la superficie con más frecuencia con la inmigración, con la que en pocos años se ha pasado de una sociedad monorreligiosa a una plurirreligiosa, con gran presencia musulmana. También ha recordado que las dimensiones de libertad religiosa y laicidad del Estado se establecieron en el Edicto de Milán en 313, "y ahora, 1700 años después, 350 millones de cristianos son discriminados o perseguidos en el mundo", ha lamentado.

Sistach se ha referido a la Constitución española de 1978 y la separación que establece entre religión y política y ha afirmado: "La laicidad constitucional de España es positiva y abierta", ya que en su opinión reconoce, garantiza y promueve las condiciones jurídicas que permiten ejercer cualquier religión, no solo la cristiana. Éste ha sido uno de los últimos actos del cardenal como arzobispo de Barcelona, ya que el 26 de diciembre --festividad de Sant Esteve-- el actual obispo de Calahorra y La Calzada-Logroño Juan José Omella tomará posesión del arzobispado de Barcelona.El académico Josep Pintó Ruiz ha elogiado a Sistach exclamando: "¡Qué buen hombre es!", y ha añadido que entiende y siente las palabras del cardenal, así como la humanidad que lo caracteriza, además de defender también que el Estado no puede ser ajeno al hecho religioso. El acto ha contado con la asistencia del expresidente de la Generalitat José Montilla; el exalcalde de Barcelona Xavier Trias; la vicedecana del Colegio de Abogacía de Barcelona, Rosa Maria Barberà, y la expresidenta del Parlament Núria de Gispert como académica de la Académia de Jurisprudencia y Legislación, entre otras personalidades. La lectura de la memoria anual estatutaria ha inaugurado el acto a cargo del secretario Lluís Jou, que ha alabado "la actividad y las publicaciones de los académicos, que son lo que da el prestigio con el que reconoce la sociedad catalana" a la institución. (RD/Ep)

Evangelio según San Lucas 17,20-25. 

Los fariseos le preguntaron cuándo llegará el Reino de Dios. El les respondió: "El Reino de Dios no viene ostensiblemente, y no se podrá decir: 'Está aquí' o 'Está allí'. Porque el Reino de Dios está entre ustedes".  Jesús dijo después a sus discípulos: "Vendrá el tiempo en que ustedes desearán ver uno solo de los días del Hijo del hombre y no lo verán. Les dirán: 'Está aquí' o 'Está allí', pero no corran a buscarlo.  Como el relámpago brilla de un extremo al otro del cielo, así será el Hijo del hombre cuando llegue su Día. Pero antes tendrá que sufrir mucho y será rechazado por esta generación." 

Santa Teresa del Niño Jesús (1873-1897), carmelita descalza, doctora de la Iglesia 
Manuscrito A, 83 vº

“El Reino de Dios está en medio de vosotros.”

Lo que me sostiene en la oración es, por encima de todo, el evangelio; hallo en él todo lo que necesita mi pobrecita alma. Siempre descubro en él luces nuevas, sentidos ocultos y misteriosos...

Comprendo y sé por experiencia, que el reino de Dios está dentro de nosotros. Jesús no tiene necesidad de libros ni de doctores para instruir a las almas; él, el doctoro de los doctores, enseña sin ruido de palabras...

Nunca le he oído hablar, pero sé que está dentro de mí.

Me guía y me inspira a cada instante lo que debo decir o hacer. Descubro, justamente en el momento en que las necesito, luces que hasta entonces no había visto. Y las más de las veces estas ilustraciones no son más abundantes precisamente en la oración, sino más bien en medio de las ocupaciones del día...

San Josafat de Polotsk

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San Josafat, obispo y mártir

Memoria de san Josafat (Juan) Kuncewicz, obispo de Polotsk, en Rutenia, y mártir, que con ardor incesante impulsó a su pueblo hacia la unidad católica, cultivó con piadosa dedicación el rito bizantino-eslavo en Witebsk, que entonces estaba bajo la jurisdicción de Polonia, y, cruelmente perseguido por una chusma enemiga, murió por la unidad de la Iglesia y la defensa de la verdad católica.

En octubre de 1595, el metropolitano de los ortodoxos disidentes de Kiev y otros cinco obispos, que representaban a millones de rutenos (hoy ucranios), hallándose reunidos en Brest-Litovsk, ciudad de Lituania, decidieron someterse a la Sede Romana. Las controversias a que ello dio lugar, provocaron excesos y violencias deplorables. 

El gran defensor de la unidad cristiana, cuya fiesta celebramos hoy, derramó su sangre por la causa que defendía y fue el protomártir de la reunión de la cristiandad. Pero en la fecha que acabamos de citar, era todavía niño, ya que había nacido en 1580 o 1584 en Vladimir de Volhinia. Su nombre de bautismo era Juan. Su padre, que era un católico de buena familia, puso a estudiar a su hijo en la escuela de su pueblo natal. Después Juan entró a trabajar como aprendiz en una tienda de Vilna, pero en vista de que el comercio no le interesaba mayormente, empleaba sus tiempos libres aprendiendo el eslavo eclesiástico para comprender mejor los divinos oficios y poder recitar diariamente una parte del largo oficio bizantino. Juan conoció por entonces a Pedro Arcudius, rector del colegio oriental de Vilna, así como a los jesuitas Valentín Fabricio y Gregorio Gruzevsky, quienes se interesaron por él y le alentaron a seguir adelante.

Al principio, el amo de Juan no veía con muy buenos ojos sus inquietudes religiosas; pero el joven supo cumplir tan bien con sus obligaciones, que el comerciante acabó por ofrecerle que se asociase con él y tomase por esposa a una de sus hijas. Juan rehusó ambas proposiciones, pues estaba decidido a hacerse monje. Efectivamente, en 1604, ingresó en el monasterio de la Santísima Trinidad de Vilna. El santo indujo también a seguir su ejemplo a José Benjamín Rutsky, un hombre muy culto, convertido del calvinismo, a quien el papa Clemente VIII había mandado abrazar, contra su voluntad, el rito bizantino. Los dos jóvenes monjes empezaron juntos a trazar planes para promover la unión y reformar la observancia en los monasterios rutenos. Juan Kunsevich, quien desde entonces se llamó Josafat, recibió el diaconado, después el sacerdocio y pronto adquirió gran fama por sus sermones sobre la unión con Roma. Su vida personal era muy austera, ya que añadía a las penitencias acostumbradas en las reglas monásticas del Oriente, otras mortificaciones tan severas, que en más de una ocasión le merecieron las críticas aun de los monjes más ascéticos. En el proceso de beatificación el burgomaestre de Vilna declaró que «no había en el pueblo ningún religioso más bueno que el P. Josafat».

Como el abad del monasterio de la Santísima Trinidad manifestara su tendencia al separatismo, Juan fue elegido para sustituirle y, bajo su gobierno, el monasterio se repobló. Ello movió a sus superiores a retirarle del estudio de los Padres orientales para que fundase otros monasterios en Polonia. En 1614, Rutsky fue elegido metropolitano de Kiev, y Josafat le sucedió en el cargo de abad de Vilna. Cuando el nuevo metropolitano fue a tomar posesión de su catedral, Juan le acompañó en el viaje y aprovechó la ocasión para visitar el famoso monasterio de las Cuevas de Kiev. Pero la comunidad de dicho monasterio, que se componía de más de 200 monjes, estaba relajada, y el reformador católico estuvo a punto de ser arrojado al Dnieper. Aunque sus esfuerzos por hacer volver a la unidad a la comunidad fracasaron, su ejemplo y sus exhortaciones consiguieron hacer cambiar un tanto la actitud de los monjes y situarlos en un plano de buena voluntad.

El arzobispo de Polotsk era entonces un hombre ya muy anciano que favorecía a los disidentes. En 1617, el P. Josafat fue consagrado obispo de Vitebsk, con derecho de sucesión a la sede de Polotsk. Pocos meses después murió el anciano arzobispo. Así pues, Josafat se halló al frente de una eparquía tan extensa como poco fervorosa. Los que practicaban más a fondo la religión se inclinaban al cisma, pues temían que Roma interfiriese en forma arbitraria con sus ritos y costumbres. Las iglesias estaban en ruinas y se hallaban en manos de los laicos. Muchos miembros del clero secular habían contraído matrimonio dos y hasta tres veces (según el derecho canónico oriental, un hombre casado puede ordenarse sacerdote, pero, si queda viudo, no puede contraer matrimonio otra vez; tampoco puede casarse si era soltero en el momento de recibir el sacerdocio), y la vida monástica estaba en decadencia.

Josafat pidió ayuda a algunos de sus hermanos de Vilna y emprendió la tarea: reunió sínodos en las ciudades principales, publicó e impuso un texto de catecismo, redactó una serie de ordenaciones sobre la conducta del clero y combatió la interferencia de los «señores» en los asuntos de las iglesias locales. A todo ello añadió el ejemplo de su vida, su celo en la instrucción, la predicación, la administración de sacramentos y la visita a los pobres, a los enfermos, a los prisioneros y a las aldeas más remotas. Hacia 1620, prácticamente toda la eparquía era ya sólidamente católica, el orden estaba restaurado y el ejemplo de aquel puñado de hombres buenos había producido un renacimiento de la vida cristiana. Pero en ese mismo año se instituyó en el territorio afectado por el tratado de la Unión de Brest que mencionamos al inicio, la jerarquía de obispos disidentes. Un tal Melecio Smotritsky fue nombrado arzobispo de Polotsk y se dedicó enérgicamente a destruir la obra del arzobispo católico, propagando que Josafat se había «convertido al latinismo», que iba a obligar a sus fieles a seguir su ejemplo, y que el catolicismo no era la forma tradicional del cristianismo ruteno. Cuando Melecio empezó a esparcir esos rumores, san Josafat se hallaba en Varsovia. Al volver a su diócesis, se encontró con que, aunque su ciudad episcopal seguía siéndole fiel, ciertos territorios de la eparquía comenzaban a vacilar, pues un monje llamado Silvestre había conseguido ganar las poblaciones de Vitebsk, Mogilev y Orcha para la causa de Smotritsky. La nobleza y casi todo el pueblo estaban por la unión; pero san Josafat no pudo hacer nada en las tres poblaciones que acabamos de mencionar. Cuando el rey de Polonia proclamó un decreto afirmando que Josafat era el único arzobispo legítimo de Polotsk, se prdujeron desórdenes no sólo en Vitebsk, sino en la misma Vilna. El decreto fue leído públicamente en presencia del santo, y éste estuvo a punto de perder la vida.

El canciller de Lituania, León Sapieha, que era católico, temeroso de los resultados políticos de la inquietud general, prestó oídos a los rumores esparcidos por los disidentes que, fuera de Polonia, acusaban a san Josafat de haber sido el causante de los desórdenes con su política. Así pues, en 1622, Sapieha escribió al santo acusándole de emplear la violencia para mantener la unión, de exponer al reino al peligro de una invasión de los cosacos saporoshzky por sembrar la discordia entre el pueblo, de haber clausurado por la fuerza ciertas iglesias no católicas y de otras cosas por el estilo. Las acusaciones eran demasiado generales y los testimonios ad hoc proporcionados por ambas partes sólo sirvieron para demostrar la injusticia del proceso. Lo único que se podía reprochar realmente al santo, era haber pedido el auxilio del brazo secular para recobrar la iglesia de Mogilev, de la que se habían apoderado los disidentes. El arzobispo tuvo que hacer frente también a la oposición, las críticas y la falta de comprensión de algunos católicos. Está fuera de duda que una de las causas de la facilidad con que una parte del pueblo había vuelto al cisma, era la firme disciplina y el rigor moral que el renacimiento católico había impuesto. Desgraciadamente, san Josafat no encontró entre los obispos latinos de Polonia el apoyo que merecía en tal empresa, porque mantuvo valientemente el derecho del clero y de los ritos bizantinos a que se los considerase en Roma en pie de igualdad con los latinos. El santo mantuvo su lucha con la misma tenacidad y valentía. En octubre de 1623, sabedor de que Vitebsk era todavía el centro de la oposición, decidió ir allá personalmente. Sus amigos no lograron disuadirle ni convencerle de que llevase una escolta militar. «Si Dios me juzga digno de merecer el martirio, no temo morir», respondió san Josafat. Así pues, durante dos semanas predicó en las iglesias de Vitebsk y visitó a los fieles sin distinción alguna. Sus enemigos le amenazaban continuamente y provocaban a sus acompañantes para poder asesinarle aprovechando el desorden. El día de la fiesta de san Demetrio, una chusma enfurecida rodeó al mártir, el cual les dijo: «Sé que queréis matarme y que me acecháis en todas partes: en las calles, en los puentes, en los caminos, en la plaza central. Pero yo estoy entre vosotros como vuestro pastor y quiero que sepáis que me consideraría muy feliz de dar la vida por vosotros. Estoy pronto a morir por la sagrada unión, por la supremacía de San Pedro y del Romano Pontífice».

Smotritsky, que era quien fomentaba la agitación, sólo pretendía probablemente obligar al santo a salir de la ciudad. Pero sus partidarios, que eran más exaltados, empezaron a tramar una conspiración para asesinar a Josafat el 12 de noviembre, a no ser que se excusase ante ellos por haber empleado antes la violencia. Un sacerdote llamado Elías fue el encargado de penetrar en el patio de la casa del arzobispo e insultar a sus criados por su religión y al amo a quien servían. Como la escena se repitiese varias veces, san Josafat dio permiso a sus criados de arrestar al sacerdote, si volvía a presentarse. En la mañana del 12 de noviembre, cuando el arzobispo se dirigía a la iglesia para el rezo del oficio de la aurora, Elías le salió al encuentro y comenzó a insultarle. El santo dio entonces permiso a su diácono para que mandase encerrar al agresor en un aposento de la casa. Eso era precisamente lo que deseaban sus enemigos. Al punto, echaron a vuelo las campanas, y la multitud empezó a clamar que se pusiese en libertad a Elías y se castigase al arzobispo. Después del oficio, san Josafat volvió a su casa y devolvió la libertad a Elías, no sin antes haberle amonestado. A pesar de ello, el pueblo penetró en la casa, exigiendo la muerte de Josafat y golpeando a sus criados. El santo salió al encuentro de la turba y preguntó: «¿Por qué golpeáis a mis criados, hijos míos? Si tenéis algo contra mí, aquí estoy; dejadlos a ellos en paz» (inútil recalcar cuánto se parecen estas palabras a las que pronunció santo Tomás Becket en una ocasión semejante). La chusma comenzó entonces a gritar: «¡Muera el Papista!», y san Josafat cayó atravesado por una alabarda y herido por una bala. Su cuerpo fue arrastrado por las calles y arrojado al río Divna.

San Josafat Kunsevich fue canonizado en 1867. Fue el primer santo de la Iglesia de Oriente canonizado con proceso formal de la Sagrada Congregación de Ritos. Quince años más tarde, León XIII fijó el 14 de noviembre como fecha de la celebración de su fiesta en toda la Iglesia de Occidente, aunque con la última reforma del calendario fue puesta en el 12, que le es más propio.

El martirio del santo produjo como resultado inmediato un movimiento en favor de la unidad católica. Desgraciadamente, la controversia se prolongó con una violencia muy poco edificante, y los disidentes tuvieron también un mártir, el abad Anastasio de Brest, quien fue ejecutado en 1648. Por otra parte, el arzobispo Melecio Smotritsky se reconcilió más tarde con la Santa Sede. La gran reunión rutena existió, con altos y bajos, hasta que, después de la repartición de Polonia, los soberanos rusos obligaron por la fuerza a los rutenos católicos a unirse con la Iglesia Ortodoxa de Rusia, Los pocos que no lo hicieron, han visto repetirse la historia en nuestros días, como lo recuerda la encíclica Orientales omnes, que Pío XII publicó en 1946, con motivo del 350 aniversario de la Unión de Brest. En el oficio de lecturas del santo se recoge un fragmento de SS Pío XI en la encíclica Ecclesiam Dei, de 1923, donde el Papa afirma que san Josafat fue «el hombre más eminente y destacado entre los eslavos de rito oriental, ya que difícilmente encontraríamos a otro que haya contribuido a la gloria y provecho de la Iglesia más que éste, su pastor y apóstol, principalmente cuando derramó su sangre por la unidad de la santa Iglesia.»

En 1874, Dom Alphonse Guépin publicó dos gruesos volúmenes en octavo, de más de mil páginas, titulados Saint Josaphat, archevéque martyr, et l'Eglise grecque unie en Pologne. El autor habla en el prefacio de las fuentes de su obra. En particular, da las gracias al P. J. Martynov por haber puesto a su disposición una copia del proceso de beatificación y cierto número de documentos copiados de los archivos romanos. También cita una vasta colección de documentos reunidos por el monje basiliano Pablo Szymansky y habla de otra gran biblioteca de manuscritos del mismo tipo, reunida por el obispo Naruszewicz para sus investigaciones hitsóricas. Dom Guépin pudo disponer de todo ese material y supo emplearlo con tal tino, que la mayoría de los escritores occidentales que han escrito después de él sobre el tema, se basan en sus investigaciones. Sin embargo, hay que mencionar también los utilísimos panfletos del P. G. Hofmann (Orientalai Christiana, nn. 6 y 12). La noticia de la muerte de san Josafat se difundió rápidamente por toda Europa. En el Museo Británico se conserva una copia de un panfleto publicado en 1625, en Sevilla, con el título de Relación verdadera de la muerte y martirio de ... Josafat. Véase también 0. Kozanewyc, Leben des hl. Josaphat (1931) ;, y la revista Roma e l'Oriente, vol. X (1920), pp. 27-34. San Josafat y el metropolitano Rutsky fueron los iniciadores del movimiento monástico ruteno que se convirtió, más tarde, en la orden de San Basilio; por ello, desde 1932, dichos monjes recibieron el nombre oficial de Basilianos de San Josafat.

fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI 

Nace en Vladimir de Volhinia por el año 1580 de padres ortodoxos; se convirtió a la fe católica e ingresó en la Orden de san Basilio. 

Ordenado sacerdote en el rito bizantino en 1609. Ordenado obispo de Vitebsk 1617, meses mas tarde, Arzobispo de Polotzk, Lituania.

Trabajó infatigablemente por la unidad de la Iglesia. Perseguido a muerte por sus enemigos, sufrió el martirio el año 1623.
Protomártir de la re-unificación de la cristiandad.Canonizado en 1867.                                               


Basilica de S. Josafat, Milwauke

En Octubre de 1595, el metropolitano de los ortodoxos disidentes de Kiev y otros cinco obispos, que representaban a millones de rutenos (hoy llamados ucranios), hallándose reunidos en Brest-Litovsk, ciudad de Lituania, decidieron someterse al Papa y estar en comunión con la Iglesia católica. Se trata de la histórica Unión de Brest. Esta unificación dio lugar a grandes controversias llegándose hasta la violencia. San Josafat por aquel tiempo era muy jovencito, pero aquellos eventos tendrían un profundo impacto en su vida ya que el mismo daría su vida por la unidad de la Iglesia.

Su nombre de bautismo era JuanKunsevich. Su padre, que era un católico de buena familia, puso a su hijo en la escuela de su pueblo natal. Después Juan entró a trabajar como aprendiz en una tienda de Vilna, pero en vista de que el comercio no estaba en su corazón, empleaba sus tiempos libres aprendiendo el eslavo eclesiástico para comprender mejor los divinos oficios y poder recitar diariamenteel oficio bizantino. Juan conoció por entones a Pedro Arcudius, rector del colegio oriental de Vilna, así como a los jesuitas Valentín Fabricio y Gregorio Gruzevsky, quienes se interesaron por él y le alentaron a seguir adelante. Al principio, el amo de Juan no veía con muy buenos ojos sus inquietudes religiosas,pero el joven supo cumplir tan bien con sus obligaciones, que el comerciante acabó por ofrecerle que se asociase con él y tomase por esposa a una de sus hijas. Juan rehusó ambas proposiciones, pues estaba decidido a hacerse monje.

En 1601 ingresó en el monasterio de la Santísima Trinidad de Vilna. El santo indujo también a seguir su ejemplo a José Benjamín Rutsky, un hombre muy culto, convertido del calvinismo. Los dos jóvenes monjes empezaron juntos a trazar planes para promover la unión y reformar la observancia en los monasterios rutenos. Desde entonces se llamó Josafat, recibió el diaconado, después el sacerdocio y pronto adquirió fama por sus sermones sobre la unión con Roma. Su vida personal era muy austera, ya que añadía a las penitencias acostumbradas en las reglas monásticas del oriente, otras mortificaciones tan severas, que en más de una ocasión le criticaron los mismos monjes. En el proceso de beatificación el burgomaestre de Vilna declaró que "no había en el pueblo ningún religioso más bueno que el P. Josafat."

Josafat, al notar quesu superior, Samuel, el abad del monasterio de la Santísima Trinidad, manifestaba  tendencia a separarse de Roma, se lo advirtió a sus superiores. El arzobispo de Kiev sustituyó a Samuel por Josafat.  Bajo su gobierno, el monasterio se repobló. Ello movió a sus superiores a retirarle del estudio de los Padres orientales para que fundase otros monasterios en Polonia.

En 1614, Rutsky fue elegido metropolitano de Kiev y Josafat Ie sucedió en el cargo de abad de Vilna. Cuando el nuevo metropolitano fue a tomar posesión de su catedral, Juan le acompañó en el viaje y aprovechó la ocasión para visitar el famoso monasterio de las Cuevas de Kiev. Pero la comunidad de dicho monasterio, que se componía de más de 200 monjes, estaba relajada y el reformador católico estuvo a punto de ser arrojado al río Dnieper. Aunque sus esfuerzos por hacer volver a la unidad a la comunidad fracasaron, su ejemplo y sus exhortaciones consiguieron hacer cambiar un tanto la actitud de los monjes.

Obispo ejemplar
En 1617, el P. Josafat fue consagrado obispo de Vitebsk con derecho de sucesión a la sede de Polotsk. Pocos meses después murió el anciano arzobispo de esa sede y Josafat se halló al frente de una eparquía extensa pero poco fervorosa. Muchos se inclinaban al cisma porque temían que Roma interfiriese en sus ritos y costumbres. Las iglesias estaban en ruinas y se hallabanmanos de los laicos. Muchos miembros del clero secular habían contraído matrimonio, algunos varias veces. La vida monástica estaba en decadencia. Josafat pidió ayuda a algunos de sus hermanos de Vilna y emprendió la tarea: reunió sínodos en las ciudades principales, publicó e impuso un texto de catecismo, redactó una serie de ordenaciones sobre la conducta del clero y combatió la interferencia de los "señores" en los asuntos de las iglesias locales. A todo ello añadió el ejemplo de su vida, su celo en la instrucción, la predicación, la administración de sacramentos y la visita a los pobres, a los enfermos, a los prisioneros y a las aldeasmás remotas.

Hacia 1620, prácticamente toda la eparquía era ya sólidamente católica, el orden estaba restaurado y el ejemplo de aquel puñado de hombres buenos había producido un renacimiento de la vida cristiana. Pero en ese mismo año, disidentes en la región que se había unido a Roma, establecieron obispos paralelos, contrarios a Roma. Así, un tal Melecio Smotritsky fue nombrado arzobispo de Polotsk, sede de San Josafat, y se dedicó enérgicamente a destruir la obra del arzobispo católico, diciendo que Josafat se había "convertido al latinismo", que iba a obligar a sus fieles a seguir su ejemplo y que el catolicismo no era la forma tradicional del cristianismo ruteno. La nobleza y la mayoría del pueblo estaban por la unión, pero habían zonas disidentes. Un monje llamado Silvestre Smotritsky recorrió las poblaciones de Vitebsk, Mogilev y Orcha sublevando a la gente contra el catolicismo. Cuando el rey de Polonia proclamó un decreto afirmando que Josafat era el único arzobispo legítimo de Polotsk, se produjeron desórdenes no sólo en Vitebsk, sino en la misma Vilna. El decreto fue leído públicamente en presencia del santo y éste estuvo a punto de perder la vida.

El canciller de Lituania, León Sapieha, que era católico, temeroso de los resultados políticos de la inquietud general, prestó oídos a los rumores esparcidos por los disidentes que, fuera de Polonia, acusaban a San Josafat de haber sido el causante de los desórdenes con su política. Así pues, en 1622, Sapieha escribió al santo acusándole de emplear la violencia para mantener la unión, de exponer el reino al peligro de una invasión de los cosacos, de sembrar la discordia entre el pueblo, de haber clausurado por la fuerza ciertas iglesias no católicas y de otras cosas por el estilo. Tan solo era cierto que Josafat había pedido el auxilio del gobierno para recobrar la iglesia de Mogilev, de la que se habían apoderado los disidentes. El arzobispo tuvo que hacer frente también a la oposición, las críticas y la falta de comprensión de algunos católicos. Una de las razones por la que que una parte del pueblo fácilmente se dejó llevar por las falsas acusaciones era para evitar la disciplina y las exigencias morales del renacimiento católico. En octubre de 1623, sabedor de que Vitebsk era todavía el centro de la oposición, decidió ir allá personalmente. Sus amigos no lograron disuadirle ni convencerle de que llevase una escolta militar. "Si Dios me juzga digno de merecer el martirio, no temo morir'", respondió San Josafat. Así pues, durante dos semanas predicó en las iglesias de Vitebsk y visitó a los fieles sin distinción alguna. Sus enemigos le amenazaban continuamente y provocaban a sus acompañantes para poder asesinarle aprovechando el desorden. El día de la fiesta de San Demetrio, una turba enfurecida rodeó al mártir, el cual les dijo: 
"Sé que queréis matarme y que me acecháis en todas partes: en las calles, en los puentes, en los caminos, en la plaza central. Pero yo estoy entre vosotros como vuestro pastor y quiero que sepáis que me consideraría muy feliz de dar la vida por vosotros. Estoy pronto a morir por la sagrada unión, por la 
supremacía de San Pedro y del Romano Pontífice."

Martirio
Smotritsky, fomentador de la agitación, probablemente solo pretendía obligar al santo a salir de la ciudad. Pero sus partidarios empezaron a tramar una conspiración para asesinar a Josafat el 12 de noviembre, a no ser que se excusase ante ellos por haber empleado la violencia. Un sacerdote llamado Elías fue el encargado de penetrar en el patio de la casa del arzobispo e insultar a sus criados por su religión y al amo 
a quien servían. Como la escena se repitiese varias veces, San Josafat dio permiso a sus criados de arrestar al sacerdote, si volvía a presentarse. En la mañana del 12 de noviembre, cuando el arzobispo se dirigía a la iglesia para el rezo del oficio de la aurora, Elías le salió al encuentro y comenzó a insultarle. El santo dio entonces permiso a su diácono para que mandase encerrar al agresor en un aposento de la casa. Eso era precisamente lo que deseaban sus enemigos que buscaban pretexto para atacarle. Al punto, echaron a vuelo las campanas, y la multitud empezó a clamar que se pusiese en libertad a Elías y se castigase al arzobispo. Después del oficio, San Josafat volvió a su casa y devolvió la libertad a Elías, no sin antes haberle amonestado. A pesar de ello, el pueblo penetró en la casa, exigiendo la muerte de Josafat y golpeando a sus criados. El santo salió al encuentro de la turba y preguntó: "¿Por qué golpeáis a mis criados, hijos míos?   Si tenéis algo contra mí, aquí estoy; dejadlos a ellos en paz." (Palabras muy parecidas a las de Santo Tomás Becket en ocasión semejante). La turba comenzó entonces a gritar: "¡Muera el Papista!", y San Josafat cayó atravesado por una alabarda y herido por una bala. Su cuerpo fue arrastrado por las calles y arrojado al río Divna.El martirio del santo produjo como resultado inmediato un movimiento en favor de la unidad católica. Desgraciadamente, la controversia se prolongó con violencia y los disidentes tuvieron también un mártir, el abad Anastasio de Brest, quien fue ejecutado en 1648. Por otra parte, el arzobispo Melecio Smotritsky se reconcilió más tarde con la Santa Sede.La gran reunión rutena existió, con altos y bajos, hasta que, después de la repartición de Polonia, los soberanos rusos obligaron por la fuerza a los rutenos católicos a unirse con la Iglesia Ortodoxa de Rusia. El  comunismo favoreció la opresión de la fe católica. Hoy como ayer es necesaria la intercesión y el ejemplo de San Josafat a favor de la unión en la verdad y el amor. San Josafat Kunsevich fue canonizado en 1867 por el Papa Pío IX. Fue el primer santo de la Iglesia de oriente canonizado con proceso formal de la Sagrada Congregación de Ritos. Quince años más tarde, León XIII fijó el 14 de noviembre como fecha de la celebración de su fiesta en toda la Iglesia de occidente. La reforma litúrgica movió la fiesta al 12 de noviembre. El Papa Pío XI declaró a San Josafat Patrón de la Reunión entre Ortodoxos y Católicos el 12 de noviembre de 1923, III centenario de su martirio. El 25 de Noviembre de 1963, durante el Concilio Vaticano II y por petición del Papa Juan XXIII, quién estaba muy interesado en la unidad, el cuerpo de San Josafat finalmente encontró su descanso en el altar de San Basilio en la Basílica de San Pedro.Bibliografía: -Vida de los Santos de Butler, Vol IV.

El Reino de Dios entre nosotros
Lucas 17, 20-25. Tiempo Ordinario. Dejar que Jesús reine en mi alma es abrirle las puertas para que Él haga lo que quiera. conmigo.

Oración introductoria
Señor Jesús, para vivir unido a Ti de modo real, personal y constante, necesito alimentar esta unión por medio de la vida de gracia y la identificación de mi voluntad con la tuya, en esta meditación y durante toda mi vida. ¡Ven Espíritu Santo y haz esto posible!

Petición
Jesús, dame la gracia de orar y de hablar contigo de corazón a corazón.

Meditación del Papa Francisco
Nosotros sabemos que la historia tiene un centro: Jesucristo, encarnado, muerto y resucitado; que está vivo entre nosotros y que tiene una finalidad: el Reino de Dios, Reino de paz, de justicia, de libertad en el amor.

Y tiene una fuerza que la mueve hacia aquel fin: es la fuerza del Espíritu Santo. Todos nosotros tenemos el Espíritu Santo que hemos recibido en el bautismo. Y él nos empuja a ir hacia adelante en el camino de la vida cristiana, en el camino de la historia, hacia el Reino de Dios.

Este Espíritu es la potencia del amor que ha fecundado el seno de la Virgen María; y es el mismo que anima los proyectos y las obras de todos los constructores de paz. Donde hay un hombre y una mujer constructor de paz, es exactamente el Espíritu Santo quien ayuda y lo empuja a hacer la paz» (S.S. Francisco, 1 de enero de 2014).

Reflexión
El Reino de Dios ya está entre nosotros, aunque no completamente. Está entre nosotros porque Jesús ya ha venido a la tierra y nos ha dejado su presencia. Pero todavía falta algo. Es necesario que el Reino llegue al corazón de cada hombre. Sólo entonces podremos decir que ya ha llegado en toda su plenitud.

Jesús advierte que no se trata de un reino de ejércitos, de emperadores, de palacios, etc. sino que es algo mucho más sutil, menos notorio. Es un gobierno sobre los corazones, cuya ley es la caridad y Cristo es el soberano.

Dejar que Jesús reine en mi alma significa abrirle las puertas para que Él haga lo que quiera conmigo. Y El sólo entra y se queda a vivir si encuentra un alma limpia, es decir, sin pecado. Un alma en pecado es un lugar inhabitable para Dios. Por eso decimos que hay que vivir en continua lucha con nuestro peor enemigo, que es el pecado, porque sólo él nos aleja de Dios, la meta de nuestra vida.

¡Cómo sería el mundo si todos los hombres viviesen en gracia, en amistad con Dios! ¡Qué diferentes serían las cosas si todos los países adoptaran el mandamiento de la caridad universal como ley suprema!

Entonces, sí que podríamos decir que el Reino de los cielos ha llegado a la tierra.

Propósito. Empecemos por nuestro corazón y por nuestra casa. Que cada día Dios sea lo más importante en mi vida, buscar que el Reino de Dios viva en mi corazón, a través de la oración y la caridad a los demás.

Diálogo con Cristo
Jesús, ni el trabajo, ni el estudio, ni las ocupaciones cotidianas, deben ser un obstáculo para estar unido a Ti. Sólo dejando que gobiernes y ordenes mi vida, podrá venir a mí tu Reino.

Reconociéndote hoy como mi Rey y Señor, todo mi día se convertirá en un medio para alabarte, para glorificarte y amarte, por medio de mi amor y servicio a los demás.

Se deja tocar, comer y abrazar por quienes lo desean
Pan y vino, comida y bebida para la vida corporal... Cuerpo y Sangre para la vida espiritual.

Sucedió en la vida de San Felipe Neri, como nos lo presenta un testigo en el proceso de canonización: Haber visto al Santo revestido con una vieja alba y unos pobrísimos ornamentos, retirándose con lágrimas porque se le impedía decir Misa. Debe ser lo más tremendo que le pueda suceder a un sacerdote: el que no se le deje celebrar la Santa Misa. Y una de las novedades de las cuales se lo acusaba injustamente a San Felipe Neri era precisamente ésa: la de exhortar a los sacerdotes a decir Misa todos los días y a los fieles a comulgar frecuentemente.

Por eso, que este ejemplo de su vida simplemente nos sirva para llegar a darnos cuenta de lo que significaba la Eucaristía para San Felipe Neri, y para tomar pie para seguir con nuestro tema: el por qué la Eucaristía da la gracia, por qué la Eucaristía da la vida.

En primer lugar, porque la Eucaristía, es el mismo Cristo. La Eucaristía no solamente nos da la gracia santificante y la gracia propia del sacramento, sino que, además, nos da al mismo Autor de la gracia, que se presentó a sí mismo como “la Vida”. 

  • En segundo lugar, porque en la Eucaristía se nos da la víctima que se inmola. Por tanto, participamos -al recibir la víctima del sacrificio- del sacrificio eucarístico, del sacrificio del altar, que no es otro que el sacrificio de la Cruz, aunque en “especie aliena”, en especie ajena. 
  • En tercer lugar, por lo cual la Eucaristía nos da la vida es por el modo mismo de este sacramento. ¿Cuál es ese modo? Este sacramento se nos da a modo de comida y bebida. Así entonces, de esta manera todo lo que hacen la comida y la bebida materiales en la vida corporal, hace este sacramento, comida y bebida espiritual, en orden a la vida espiritual de los cristianos. Y ¿qué es lo que hace la comida y la bebida material en orden al cuerpo para así entender lo que hace la comida y bebida espiritual en orden al alma?

La comida y bebida material hacen cuatro cosas: sustentar, aumentar, reparar y deleitar. Y esas cuatro cosas son las que hace este sacramento en nuestras almas:

1)  Sostiene nuestra vida espiritual, la conserva, la mantiene y la sustenta.

2)  Aumenta, pero con esta diferencia: así como es necesaria la comida material para que el cuerpo del hombre crezca hasta que llegue hasta su plenitud, pero luego comienza a decrecer, por el contrario, la comida y la bebida espirituales al hombre le hacen crecer durante toda su vida porque siempre le van produciendo un aumento de la gracia, que va llevando al hombre hasta la medida de la edad perfecta en Cristo.

3)  Repara. Ciertamente que, debido a los trabajos del día y al desgaste que hacemos de calorías, necesitamos reparar esas energías. Para eso está la comida y la bebida material, pero de manera especial, en la vida espiritual, los ataques del demonio, las tentaciones, las arideces, el polvo del camino en este peregrinar que se nos va pegando, las dificultades de adentro, de afuera, la carne, el mundo, el demonio, nos hacen perder fuerza espiritual. ¿Cómo recuperamos esas fuerzas espirituales? ¿Cómo se repara la pérdida que puede haber? Con la Eucaristía.

4)  Y por si fuese poco, la Eucaristía deleita. Por eso, la Eucaristía siempre es un manjar para el paladar del sacerdote, como tiene que ser un manjar para el paladar de aquél que se va preparando al sacerdocio. Y deleita la Eucaristía por ser el mismo Cristo y por ser el Cristo que es Víctima y por ser el Cristo que se nos da como comida y bebida de una manera inefable. Esto se ha mostrado de manera extraordinaria en algunos casos en la historia de la Iglesia; pero de manera ordinaria se manifiesta todos los días al recibir el Pan de los ángeles.

Por eso decía San Ambrosio: “este pan es de vida eterna, pues sustenta la sustancia de nuestra alma”.
Y San Juan Crisóstomo: “se deja tocar, comer y abrazar por quienes lo desean”.
No por nada dijo el Señor: “Mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida”.
Pidámosle a la Virgen, que fue la que dio vida a Jesús, el comprender como ese Jesús, que es Vida, nos da vida a nosotros a través de la Eucaristía.

Francisco rodeado de alumnos de los jesuitas

Video mensaje de Francisco al congreso latinoamericano de Guayaquil
El Papa, a los ex alumnos jesuitas: "¿Tenés el virus adentro o no, o ya lo perdiste?"

Quien lleva el espíritu de la Compañía "tiene que estar en tensión, continuamente en tensión"

Redacción, 12 de noviembre de 2015 a las 10:48

¿cómo mirás a Dios?, ¿cara a cara?, ¿persona a persona?, ¿a quién le hablás? A un "Dios spray", difuso... o le hablás al Padre que es tu Padre, o le hablás al Hijo que es tu Hijo o le hablás al Espíritu Santo que recibiste en el Bautismo

(RV).- «El Papa que mueve el mundo» es el lema del XVI Congreso Latinoamericano de ex alumnos Jesuitas, que tiene lugar del 11 al 13 de noviembre en la ciudad de Guayaquil, en Ecuador; con el objetivo de analizar y aplicar el modelo de liderazgo del Papa Francisco, para lograr resultados estratégicos sin distinción de credo ni religión, teniendo como eje fundamental la espiritualidad ignaciana, que es una espiritualidad de la encarnación y de la acción donde cada persona participa en su entorno para generar cambios positivos, creando un mundo más justo y humilde.

Con motivo de este Congreso el Papa Francisco envió un video mensaje que Radio Vaticana ofrece a continuación.

«Queridos hermanos: Recibí esta carta del Padre Gilberto Freire; me pide un mensaje para este XVI Congreso Latinoamericano de exalumnos de la Compañía de Jesús que se va a desarrollar en Guayaquil, la querida Guayaquil, del 11 al 13 de noviembre del presente año. Y me mandan algunas preguntas.

Yo pensé... hablar a los ex alumnos jesuitas, me da la oportunidad de decir qué es lo que espera, el Papa, la Compañía de Jesús, la Iglesia; de un hombre o de una mujer que estudió en un colegio jesuita o una universidad jesuita.

¿Qué espera? ¿Cómo tiene que ser el perfil? Cuando a mí se me presenta alguien y me dice: "Yo estudié con los jesuitas", le pregunto: "¿Tenés el virus adentro o no, o ya lo perdiste? Es decir, cuál es el perfil de alguien que se dejó formar por la Compañía de Jesús y qué es lo que tiene que dar al mundo ahora. ¿Cómo tiene que actuar? Y dándole vuelta a la cosa, fui a la fuente, a los Ejercicios y les quiero proponer para inspiración del modo de actuar de ustedes, la Contemplación de la Encarnación: el número 101 de los Ejercicios en adelante. Sí, por ahí alguno de ustedes está pensando: "Uh, este nos viene a hacer una prédica". Les vengo a decir lo que yo creo que tiene que ser cada uno de ustedes y deseo que lo logren ¡eh!, porque mi intención es acompañarlos en esta celebración y ayudarlos.

El jesuita y por lo tanto aquel que estudió con el jesuita tiene como su herencia; tiene que estar en tensión, continuamente en tensión. En tensión entre el cielo, la tierra y él. No puede esconder la cabeza, como hace el avestruz, de la realidad de la tierra. No puede hacerse un mundo aislado con una religiosidad "light" frente a la realidad de Dios. Y no puede vender su conciencia a la mundanidad. O sea, son tensiones, ¿cómo estoy yo frente a Dios?, ¿cómo estoy frente al mundo?, ¿cómo estoy frente al espíritu mundano que se me propone a cada rato? Entonces si ustedes responden a esas tres preguntas, podrán calibrar hasta qué punto la formación que recibieron de la Compañía de Jesús entró o hasta qué punto la tienen guardada en un armario. Hay que sacarla, o sería muy triste si ya ni se acuerdan. Me parece que como sacerdote, como Obispo, como jesuita, es el mejor aporte que les puedo dar a ustedes en este XVI Congreso de la Compañía.

San Ignacio, en la Meditación de la Encarnación nos pone en tensión en tres cosas: Por un lado, nos hace mirar al cielo: las tres Divinas personas. Por otro lado, nos hace mirar la Tierra: la gente, los hombres, los países, las situaciones. Y por otro lado, nos hace mirar una persona: en este caso María la casa de Nazaret, esa persona hoy es cada uno de ustedes. Y dice así:

"Traer la cosa que tengo que contemplar". ¿Y cuál es la cosa? Cómo las tres personas divinas miraban toda la planicie, la redondez de todo el mundo llena de hombres. O sea Dios mirando a los hombres y como viendo que todos descendían al infierno, es decir, vivían paganamente, se determina en su eternidad que el Hijo se haga hombre para salvarlos. Después continúa... y ver el lugar, ver la gran capacidad y redondez del mundo, en la cual están tantas y tan diversas gentes. Asimismo, ver también qué hace esta gente. Las unas y las otras.

En tanta diversidad, así en trajes como en gestos, unos blancos y otros negros, unos en paz otros en guerra, unos llorando, otros riendo, unos sanos y otros enfermos, unos naciendo y otros muriendo; o sea mirar la realidad como es. Esto lo segundo. Y lo tercero, mirar la casa de Nuestra Señora en Nazaret. ¿Y qué hace Dios? ¿Y qué hacen los hombres_ 

Y Dios decide enviar a su Hijo a salvar. Los hombres reciben la salvación para ser salvados de la ceguedad y las tragedias. Y la Virgen dice que sí. Es curioso como, cuando describe lo que hablan las personas: mirar cómo hablan unos con otros, como juran, blasfeman, como se pelean, como lo que dicen... Y esto es lo que me inspira hablarles. La Iglesia a ustedes ex alumnos jesuitas los quiere en tensión. En tensión entre la fe que profesan, Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo; que envía a su Hijo al mundo, y esa fe en tensión con lo que está pasando hoy en el mundo. Esto es un Congreso americano, ¿qué pasa en Latinoamérica?, ¿cuántos chicos no van a la escuela?, porque no pueden, ¿cuántos chicos no tienen alimentación suficiente?, ¿cuántos chicos no tienen salud?

Tres cosas: atención sanitaria, alimentación, educación. Piensen eso. Piensen las "tragedias humanas", no quiero decir las palabras "tragedias sociales"... sino humanas, porque cada persona es templo de la trinidad. Piensen en las tragedias humanas que están pasando en Latinoamérica. A mí me impresiona mucha en Buenos Aires, una zona de la orilla del Río. Había 36 restaurantes seguidos. Al que iba a cenar ahí le cortaban la cabeza, le hacían pagar una barbaridad. Estaban normalmente llenos.

Terminado eso, había una estación ferroviaria y empezaba enseguida una "villa miseria", una "chabola", una "favela". Y de este lado lo mismo.

Que esa figura les haga ver la tragedia que trae hoy día la falta de justicia, la falta de equidad. Y la gente que estaba comiendo allí, mucha era cristiana, mucha creía en Jesucristo y se profesaba católica, y quizás habrían estudiado en colegios católicos, bueno es un ejemplo. Si vos tenés dentro tuyo el "virus jesuítico", tenés que mirar qué le decís a Dios cuando ves esta desigualdad, qué le decís a Dios cuando ves la explotación de los chicos del trabajo, la explotación de la gente, qué le decís a Dios cuando ves que no se cuida la tierra y que para sembrar y sembrar se desforesta la tierra, y eso hace daño a la gente; qué le decís a Dios cuando compañías mineras usan el cianuro, el arsénico para extraer el mineral y eso atenta a la salud de tanta gente, de tantos chicos, de tantos adultos.

Esto que San Ignacio nos dice: "Mirar como miraba a Dios la faz de la tierra, mirar a todos los hombres, unos naciendo, otros muriendo, otros llorando otros riendo; la realidad... ¿cómo es tu relación con la realidad?, o de otra manera ¿cómo trascendés de vos mismo?, ¿sos un cerrado en vos mismo?, ¿vos te la imaginás a la Virgen cerrando la puerta para no recibir el llamado de Dios? No podés imaginartela así. Pero si sos cristiano, hacé lo que hizo ella. ¿Cómo mirás a los hombres?, ¿con qué mirada? La mirada de tu comodidad, de tu tranquilidad, del que no quiere problemas, o la mirada de tu bolsillo y¿cómo mirás a Dios?, ¿cara a cara?, ¿persona a persona?, ¿a quién le hablás? A un "Dios spray", difuso... o le hablás al Padre que es tu Padre, o le hablás al Hijo que es tu Hijo o le hablás al Espíritu Santo que recibiste en el Bautismo. Bueno así los quiero a ustedes, en tensión. Y la verdad siempre se da en tensión, la verdad no está quieta, no está cristalizada, es tensionante, te lleva a actuar, te lleva a cambiar, te lleva a hacer, te lleva a imitar a Dios creador, redentor, santificador; te lleva a ser humano.

¿Estás en tensión?, o estás tranquilo, cómodo... "y no quiero problemas".

En este Congreso, les deseo que se hagan esta pregunta... ¿cómo vivo yo como ex alumno de la Compañía de Jesús esto que San Ignacio nos hace ver en el Misterio de la Encarnación?, ¿cómo vivo?, ¿estoy en tensión o no me importa nada?
Bueno esto es lo que a mí se me ocurre proponerles, les deseo que pasen un buen Congreso. Guayaquil es linda, una ciudad que quiero; que sea fructuoso el Congreso. Fructuoso, concreto para el corazón de cada uno de ustedes, para la gente con la que trabajan ustedes y para Dios con Ustedes; ¿cómo lo meten a Dios en la familia de ustedes? Le pido al Señor que los bendiga, a la Virgen que los cuide y si lo ven al Padre Paquito denle un abrazo de mi parte. Que Dios los bendiga».

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