El Reino de los Cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo
- 26 Julio 2014
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El Papa, con su bandeja, en el comedor de los empleados
Se puso a la cola y se sentó a la mesa como un empleado más
El Papa, con su bandeja, almorzó en el comedor del Vaticano
"Con normalidad, como el más humilde de los trabajadores", dijo el chef Paìni
Tras una hora de almuerzo, el Papa les ha dado su bendición, se ha hecho unas fotos con ellos y se ha marchado
El Papa Francisco ha acudido este viernes por sorpresa al comedor donde almuerzan diariamente los trabajadores de la Santa Sede para sentarse a su misma mesa y comer con ellos como un operario más.
Según ha explicado el chef Franco Paìni, el Pontífice ha llegado, se ha puesto a la cola para coger la comida, ha colocado el vaso y los cubiertos en su bandeja y le han servido pasta y merluza.
"Con normalidad, como el más humilde de los trabajadores", ha explicado Paìni recordando el momento en declaraciones a Radio Vaticana recogidas por Europa Press. Según ha precisado el chef, los trabajadores se han presentado y Francisco les ha preguntado por su empleo y ha elogiado su labor. Tras una hora de almuerzo, el Papa les ha dado su bendición, se ha hecho unas fotos con ellos y se ha marchado. "¡Quién iba a esperar que el Papa iba a venir a comer con nosotros! ¡Ha sido una sorpresa! Ha sido una de las satisfacciones más grandes que uno puede tener", ha asegurado este trabajador, aún emocionado por la visita. (RD/Ep)
Evangelio según San Mateo 13,24-30.
Jesús propuso a la gente otra parábola: "El Reino de los Cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras todos dormían vino su enemigo, sembró cizaña en medio del trigo y se fue. Cuando creció el trigo y aparecieron las espigas, también apareció la cizaña. Los peones fueron a ver entonces al propietario y le dijeron: 'Señor, ¿no habías sembrado buena semilla en tu campo? ¿Cómo es que ahora hay cizaña en él?'.
El les respondió: 'Esto lo ha hecho algún enemigo'. Los peones replicaron: '¿Quieres que vayamos a arrancarla?'. 'No, les dijo el dueño, porque al arrancar la cizaña, corren el peligro de arrancar también el trigo. Dejen que crezcan juntos hasta la cosecha, y entonces diré a los cosechadores: Arranquen primero la cizaña y átenla en manojos para quemarla, y luego recojan el trigo en mi granero'".
San Juan Crisóstomo (345?-407), presbítero en Antioquía, después obispo de Constantinopla, doctor de la Iglesia
Homilías sobre san Mateo, 46, 1-2
La parábola de la cizaña
El método del diablo es el de mezclar siempre la verdad con el error, revestido éste con las apariencias y colores de la verdad, de manera que pueda seducir fácilmente a los que se dejan engañar. Por eso el Señor sólo habla de la cizaña porque esta planta se parece al trigo. Seguidamente indica cómo lo hace para engañar: «mientras la gente dormía». Por ahí se ve el grave peligro que corren los jefes, sobre todo aquellos a quienes les ha sido confiada la guarda del campo; por otra parte, ese peligro no amenaza sólo a los jefes, sino también a los subordinados. Esto mismo nos enseña que el error viene después de la verdad... Cristo nos dice todo esto para enseñarnos a no dormirnos..., de ahí la necesidad de la vigilancia de un guardia. Y también nos dice: «El que persevere hasta el final, se salvará» (Mt 10,22). Considera ahora el celo de los criados: quieren arrancar la cizaña inmediatamente; es cierto que, aunque les falte reflexión, dan pruebas de su solicitud por la simiente. Sólo buscan una cosa que no es vengarse del que ha sembrado la cizaña sino de salvar la cosecha; por eso quieren echar totalmente el mal del campo... ¿Y qué responde el Maestro? Se lo priva por dos razones: la primera el temor de perjudicar el trigo; la segunda, la certeza de que un castigo inevitable se abatirá sobre los que están afectados de esa enfermedad mortal. Si queremos que se les castigue sin que se perjudique la cosecha, debemos esperar el momento conveniente... Por otra parte ¿es posible que una parte de esa cizaña se convierta en trigo? Si lo arrancáis ahora podéis perjudicar la próxima cosecha arrancando a los que podrían llegar a ser mejores.
Santos Ana y Joaquín, padres de la B.V. María
Memoria de san Joaquín y santa Ana, padres de la Inmaculada Virgen María, Madre de Dios, cuyos nombres se conservaron gracias a la tradición de los cristianos.
San Pedro Damian decía que era una curiosidad vana y culpable tratar de averiguar lo que los Evangelistas no escribieron y ponía precisamente como ejemplo la curiosidad acerca de los padres de la Santísima Virgen.
Los únicos escritos que pretenden poseer algunos datos sobre los padres de María son apócrifos, como el «Protoevangelio de Santiago», que -a pesar de su nombre- no tiene nada de la autenticidad de la Sagrada Escritura. En realidad no poseemos ningún dato cierto sobre ellos, pero no es ilícito aceptar las piadosas creencias procedentes de los apócrifos cuando no se oponen a las verdades ciertas.
Aunque la primera redacción del apócrifo de Santiago es muy antigua, no se trata de un documento fidedigno. El protoevangelio cuenta que los parientes de Joaquín se burlaban de él porque no tenía hijos.
Entonces, el santo se retiró cuarenta días al desierto a orar y ayunar, en tanto que Ana «se quejaba en dos quejas y se lamentaba en dos lamentaciones» (por su esterilidad y por haberse quedado sin marido). Cuando Ana se hallaba sentada orando bajo un laurel, un ángel se le apareció y le dijo: «Ana, el Señor ha escuchado tu oración: concebirás y darás a luz. Del fruto de tu vientre se hablará en todo el mundo». Ana respondió:
«Vive Dios que consagraré el fruto de mi vientre, hombre o mujer, a Dios mi Señor y que le servirá todos los días de su vida». El ángel se apareció también a san Joaquín. A su debido tiempo, nació María, quien sería un día la Madre de Dios. Hagamos notar que esta narración se parece mucho a la de la concepción y el nacimiento de Samuel, cuya madre se llamaba también Ana (1Reyes 1). Los primeros Padres de la Iglesia oriental veían en ello un paralelismo. En realidad, se puede hablar de paralelismo entre la narración de la concepción de Samuel y la de San Juan Bautista, pero en el caso presente la semejanza es tal, que se trata claramente de una imitación.
Sin embargo, el culto a santa Ana se difundió desde la antigüedad: la mejor prueba es que en Constantinopla, ya a mediados del siglo VI, el emperador Justiniano le dedicó un santuario. En Santa María la Antigua hay dos frescos que representan a Santa Ana y datan del siglo VIII. Su nombre aparece también destacadamente en una lista de reliquias que pertenecían a san Angel de Pescheria y sabemos que el papa san León III (795-816), regaló a la iglesia de Santa María la Mayor un ornamento en el que estaban bordadas la escena de la Anunciación y las figuras de san Joaquín y santa Ana.
En Apt, en la Provenza, se guardan supuestas reliquias de santa Ana, sin embargo las pruebas históricas en favor de la autenticidad más bien muestran que carecen absolutamente de valor. La verdad es que antes de mediar el siglo XIV, el culto de santa Ana no era muy popular en Occidente, pero un siglo más tarde se popularizó enormemente, e incluso Lutero lo ridiculizó con acritud y atacó en particular la costumbre de representar juntos á Jesús, María y Ana, como una especie de trinidad. En 1382, Urbano VI publicó el primer decreto pontificio referente a Santa Ana; por él concedía la celebración de la fiesta de la santa a los obispos de Inglaterra exclusivamente, como se lo habían pedido algunos ingleses. Muy probablemente la ocasión de dicho decreto fue el matrimonio del rey Ricardo II con Ana de Bohemia, que tuvo lugar en ese año. La fiesta fue extendida a toda la Iglesia de Occidente recién en 1584, y sólo desde ese tiempo comenzó en Occidente el culto a san Joaquín.
En el Oriente se celebra desde fecha muy antigua la fiesta de san Joaquín y santa Ana el 9 de septiembre. Pero en Occidente, puesto que no había tradición al respecto, las fechas fueron variables, y sólo en 1913 se fijó el 16 de agosto como día de la fiesta de san Joaquín. Sin embargo, los benedictinos y algunos católicos de Oriente celebraban juntos a san Joaquín y santa Ana el 26 de julio, fecha que el nuevo martirologio adoptó para toda la Iglesia.
El Protoevangelio de Santiago es conocido con diversos nombres, y su texto puede leerse en muchas ediciones actuales, incluso populares; una traducción confiable se contiene en «Los Evangelios apócrifos», BAC (2009). Una obra completa sobre santa Ana y su devoción es la del P. B. Kleinschmidt, Die heilige Anna (1930). El presente artículo fusiona (con algunos retoques) los del Butler-Guinea correspondientes a santa Ana del 26 de julio y a san Joaquín del 9 de agosto. fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Oremos
« ... Inclinad el oído, venid a mí : escuchadme y viviréis. Sellaré con vosotros alianza perpétua, la promesa que aseguré a David... « Isaías 55, 3
Señor, Dios de nuestros padres, tú concediste a san Joaquín y a santa Ana la gracia de traer a este mundo a la Madre de tu Hijo; concédenos, por la plegaria de estos santos, la salvación que has prometido a tu pueblo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén .
CUANDO SEAS BUENO HABLAREMOS
Jeremías 7, 1-11; Sal 83, 3. 4. 5-6a y 8a. 11; Mateo 13, 24-30
“Mirad: Vosotros os fiáis de palabras engañosas que no sirven de nada”. Hablaba ayer con un amigo que me confesaba su falta de fe. En un primer momento intenté persuadirle de que ese tipo de consideraciones se debían al cansancio y a la necesidad de unas buenas vacaciones. Él volvió a insistir, hasta el punto que empezaron a asomarse unas lágrimas en sus ojos, que me hablaban de lo sincero de su convencimiento.
Intentando “escarbar” en las verdaderas motivaciones le insinué que, en ocasiones, nos dejamos engañar por las apariencias de determinaciones éxitos humanos hasta que llega la hora de la contradicción.
Llegados a este punto, mi amigo se puso serio y me dijo: “¿Es que acaso me estás sugiriendo que hago las cosas por motivos egoístas?”.
Recuerdo a un sacerdote anciano, años atrás, que asegurándome de la inexistencia de recetas para ser santo, me dijo que, ante momentos de oscuridad de no ver claramente si Dios era el sentido auténtico de su ministerio, tenía un sabio remedio: “Pepe (se decía así mismo), cuando seas bueno hablaremos”… y las dudas se alejaban en ese preciso instante. Esto recordaba teniendo frente a mí a ese amigo con sus “grandes” problemas de fe. Echamos la culpa a Dios de lo que corresponde únicamente a nuestro comportamiento. Hacemos fuente de nuestras creencias lo que baratamente nos ofrecen: “Eres un tipo extraordinario… lástima que malgastes tu tiempo con tantos hijos”, “Tienes todo un futuro por delante… lástima que te ate tanto tu familia”, “Tu poder de convicción podría ser mucho más útil y provechosa si no estuvieras condicionado por tu moral cristiana”… Etc.
Todas estas palabras engañosas “embadurnan” nuestros pensamientos, y llegamos a actuar en contra del más elemental sentido común. ¿Cuál es el problema?: que en el interior de toda mentira anida un aspecto de la verdad… pero sólo un aspecto, no toda la verdad. Y lo que más nos duele es que, confesándonos pobres, miserables y faltos de fe, nos digan que somos unos soberbios. ¡Cuánta autocompasión nos reclamamos! ¿No recuerdas las palabras de Jesús al joven rico?: “¿Por qué me llamas bueno?… sólo Dios es bueno”. Si no logramos ver en Cristo al Hijo de Dios, simplemente nos quedaremos con el “ajuar”: las flores del campo, lo espectacular de sus milagros… “Dejadlos crecer juntos hasta la siega”. Decidir en aquellas cosas que sólo le corresponden a Dios tiene muchos riesgos: “no tengo fe”, “que mal me tratan”, “no hay remedio”… Nos cuesta una enormidad dejar que el tiempo de Dios actúe en nosotros.
Olvidamos que la santidad no es incompatible con nuestros defectos y pecados, y nos empeñamos en construir castillos en el aire. Dios cuenta con lo que eres, y de esa manera te quiere. ¡Por supuesto que es necesaria la lucha ascética! Pero no puedes cifrar el camino hacia Dios como una realización meramente personal. Escucha: Menos autocompasión, y más acudir al sacramento de la confesión, que es donde Dios abre los brazos de su amor para que te vuelques sin temor alguno. Ya vendrá el tiempo de la siega… Mientras tanto: a ti, ¿qué?
La Virgen siente un respeto reverencial por la hora de Dios. Ese entrar lo divino en la historia es un misterio que nos supera, y del que no podemos apropiarnos como si fuera una golosina. Y cuando te vengan dudas de fe, respóndete como aquel anciano sacerdote: “Cuando seas bueno hablaremos”.
Carta a los abuelos de Jesús: Ana y Joaquín
Celebramos hoy a San Joaquín y Santa Ana, abuelos de Jesús. ¡Gracias por haber sido tan dulces y ejemplares padres de María!
Mis muy queridos Joaquín y Ana:
Mi nombre es... bueno, no importa… les escribo desde un banco de la parroquia en una inexplicable tarde cálida de julio. Me avisó una amiga que el día 26 es su fiesta y, por ello, quise regalarles esta sencilla carta. No encuentro palabras para decirles "gracias". Gracias por haber sido tan dulces y ejemplares padres de mi amada María.
Usted, señora Ana, que habrá compartido con ella tantas tardes luego de intensas jornadas, ha sido una sencilla pero sabia maestra. Fueron sus manos (¿Las de quién, sino?) las que se unieron a las de Ella en un mar de harina, para enseñarle a amasar el pan. Fueron sus manos (¿Las de quién, sino?) las que apretaron fuerte las de Ella cuando el dolor, implacable, les invadía el alma.
Fue su ejemplo (¿el de quién, sino?) el que ayudó a María a caminar los senderos de la contemplación simple, sencilla, la que está al alcance de cualquier mujer. Fue este santo ejercicio el que permitió a la Madre, años después, meditar en su corazón los misterios de la Salvación. Fue usted, buena señora, la que son su ejemplo más que con sus palabras, le enseñó a María que ser mamá es la tarea más hermosa del mundo. Así, Ella, la veía a usted cuidar y ayudar a amigas y parientas cuando los embarazos venían difíciles en los caminos del alma. Y seguro en su casa los pequeñines siempre hallaron una rica sorpresa, increíblemente siempre lista, para sus sorpresivas y revoltosas incursiones. Ustedes llevaron a la "llena de gracia" por las escalinatas del Templo tantas veces… Así, Ella fue conociendo que hace muchos años, un profeta llamado Isaías anunciaba que "...La Virgen está embarazada y da a luz un hijo..." y la profecía le inundaba el alma…
Usted, mi buen Joaquín, fue un hombre honesto y sencillo. ¿Quién, sino, habría sido digno de traer a este mundo a la "llena de gracia"?. María le habrá contemplado, seguramente, tantos días al partir de la casa para "ganar el pan con el sudor de su frente". Y le habrá esperado de regreso y habrá corrido hacia usted con las mejillas sonrosadas y los ojos llenos de palomas blancas para abrazarle al regreso de la larga jornada. Y usted, la tomó en sus brazos y la alzó al cielo... tan ligera como una gacela, tan pura como una mañana. "
- "Quisiera que el padre de mi hijo se te pareciera” le dijo un día Ella." Y usted casi no veía su rostro pues las lágrimas delataban que la niña le había besado el corazón.
- "Quisiera que mi hijo, un día, estuviese tan feliz de mí como yo lo estoy de ti, querida madre..." y sus palabras le hicieron sentir, Ana, que la vida es hermosa y los sacrificios y angustias de muchos años al criar los hijos, pueden desaparecer en un instante con frases como esa.
No quisiera terminar esta sencilla carta sin imaginar, por un momento, cuanto de ustedes llego al corazón de Jesús a través de María: Usted, mi buena Ana, seguro le alcanzó, desde más allá del tiempo, esa ternura por las pequeñas cosas de cada día, la cual, al llegarle desde el corazón de María, se transformaría luego en parábola, en camino.
Usted, don Joaquín, le dejó al mejor de los nietos la mejor de las herencias: El amor al trabajo. Así, a través de María y envuelto en las palabras y ejemplo del buen José, hallaría en Jesús el mejor de los depositarios. Abuelos, abuelos, cuantas veces Jesús habrá dicho estas palabras. "Extrañas a los abuelos ¿Verdad, Madre querida?". "A veces, Hijo, a veces... Cuando tu te vas a predicar lejos y yo te extraño, muchas veces siento que hubiera querido tener a mis padres cerca”... Y Jesús habrá mirado a María en silencio, sabiendo que había verdades que Ella comprendería más tarde, con la llegada del Espíritu Santo...
Para terminar les pido un favor. Abracen a todos los abuelos del mundo, en especial a los que se sienten solos. No importa si tienen nietos o no, pues hay una edad del alma en que la palabra "abuelo" se torna en caricia...
Un gran abrazo a los dos...
El Papa visitará Caserta
El Papa visita hoy por unas horas Caserta, la Tierra del fuego
Monseñor D'Alise: "La visita del Papa será para nosotros consuelo y estímulo"
"El paro es grande y espero que el Papa nos diga una palabra de aliento a las nuevas generaciones"
Nosotros tenemos como compromiso fundamental no desalentar a los jóvenes, sino darles alguna posibilidad para alcanzar aquello que es posible
Son más de dos cientos mil fieles los que se esperan en Caserta, Región Campania al sur de Italia, para la misa que presidirá hoy el Papa Francisco a las 18.00 horas delante del Palacio Real, en la fiesta de Santa Ana, patrona de la ciudad. Antes de la celebración, a las 16.00 horas, el Papa encontrará al clero local.
Son pocas las horas que Francisco transcurrirá en esta ciudad, marcado por graves problemas, desde la presencia de la mafia hasta los venenos de la Tierra del fuego. El anuncio de su vista ha dado vida a grandes expectativas y esperanzas. Mons. Giovanni D'Alise, recientemente nombrado por el Papa, Obispo de Caserta, afirma que la visita del Papa es un gran don para la diócesis y para toda la ciudad. Nuestra compañera Francesca Sabatinelli lo ha entrevistado, escuchémoslo en los micrófonos de Radio Vaticano.
R.- La alegría no es sólo mía. Estoy viendo una ciudad en fermento, pero no sólo en la ciudad, sino también en otras ciudades que por cierto estarán presentes. Nosotros estamos esperando las palabras del Santo Padre, porque aquí en Caserta, vivimos como todos repiten continuamente, "una situación difícil". Soy Obispo aquí desde hace dos meses y la frase que más he escuchado ha sido "una situación difícil", a nivel civil pero también a nivel eclesial. Pues, la visita del Papa será para nosotros una consolación y un estímulo.
P.- Ésta es una magnifica tierra pero lamentablemente tiene un aire en todo sentido irrespirable. ¿Qué espera después de las palabras del Papa? ¿Qué nos podrá dejar?
R.- Es cierto. Yo he manifestado al Papa esta situación, y el Santo Padre está al tanto de todo y ha hecho alguna intervención en su magisterio. Nosotros esperamos que tenga que decirnos alguna palabra no sólo de aliento, sino también de guía, de cómo comportarnos, porque nosotros estamos inmersos en medio de estas problemáticas. Por ejemplo, la presencia de la mala vida organizada: aquí es ligera pero se siente. Así como es difícil también para los jóvenes. La desocupación es grande y yo espero tanto que el Papa nos diga una palabra de aliento para las nuevas generaciones. Nosotros tenemos como compromiso fundamental no desalentar a los jóvenes, sino darles alguna posibilidad para alcanzar aquello que es posible, pero sobre todo esperamos una palabra decisiva del Santo Padre. Me da mucha confianza como la gente ha respondido a este anuncio de la visita del Papa, me hace tener confianza en que no será sólo un vientecillo que mueve un poco de polvo, sino que será ciertamente una cosa que penetra en la profundidad del terreno de nuestras vidas y también en las relaciones de nuestra sociedad. Pero todo está en manos de la providencia. Nosotros estamos en espera, nosotros sobre todo como clero, como laicos comprometidos, estamos en espera de una palabra, pero sobre todo estamos agradecidos al Santo Padre, porque todo ha nacido en su corazón. Esta visita imprevista, que yo lo considero oficial, pero familiar, esta visita ciertamente moverá las conciencias.
P.- ¿En este momento, es muy difícil llevar la palabra de Dios en estas tierras? ¿Es difícil ser sacerdotes aquí?
R.- Lo es ciertamente, pero no es más difícil de otros momentos históricos, porque la propuesta cristiana encuentra siempre la adversidad de un modo de vivir consolidado. Esto lo ha sido en todas las épocas. Hoy lo es más todavía, y es ciertamente difícil. Responder a la vocación de ser sacerdote significa ponerse completamente en las manos de Dios y al servicio del pueblo. Éstas dos cosas son inseparables y fundamentales y esto el pueblo nos pide a todos los niveles, incluyendo también el religioso. El sacerdote es uno que comparte la vida diaria hasta el final, que en muchos momentos, y en este momento particularmente es verdaderamente difícil. Aquí no sólo hay degrado, sino hay tanta gente que quiere no un sacudón, sino un volver a empezar. Y tienen ganas y sólo es necesario tomarlas un momento por la mano y animarlas.