"El Reino de los Cielos se parece a un poco de levadura"

Evangelio según San Mateo 13,31-35. 

Jesús propuso a la gente otra parábola: "El Reino de los Cielos se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su campo. En realidad, esta es la más pequeña de las semillas, pero cuando crece es la más grande de las hortalizas y se convierte en un arbusto, de tal manera que los pájaros del cielo van a cobijarse en sus ramas". Después les dijo esta otra parábola: "El Reino de los Cielos se parece a un poco de levadura que una mujer mezcla con gran cantidad de harina, hasta que fermenta toda la masa". Todo esto lo decía Jesús a la muchedumbre por medio de parábolas, y no les hablaba sin parábolas, para que se cumpliera lo anunciado por el Profeta: Hablaré en parábolas, anunciaré cosas que estaban ocultas desde la creación del mundo. 

Papa Francisco 

Exhortación apostólica “Evangelii Gaudium / La alegría del Evangelio” § 111.113-114 (trad. © copyright Libreria Editrice Vaticana)

"El Reino de los Cielos se parece a un poco de levadura"

Todo el Pueblo de Dios anuncia el Evangelio. La evangelización es tarea de la Iglesia. Pero este sujeto de la evangelización es más que una institución orgánica y jerárquica, porque es ante todo un pueblo que peregrina hacia Dios...

Esta salvación, que realiza Dios y anuncia gozosamente la Iglesia, es para todos[82], y Dios ha gestado un camino para unirse a cada uno de los seres humanos de todos los tiempos. Ha elegido convocarlos como pueblo y no como seres aislados.[Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Lumen gentium, 9.] Nadie se salva solo, esto es, ni como individuo aislado ni por sus propias fuerzas. Dios nos atrae teniendo en cuenta la compleja trama de relaciones interpersonales que supone la vida en una comunidad humana. Este pueblo que Dios se ha elegido y convocado es la Iglesia. Jesús no dice a los Apóstoles que formen un grupo exclusivo, un grupo de élite. Jesús dice: «Id y haced que todos los pueblos sean mis discípulos» (Mt 28,19). San Pablo afirma que en el Pueblo de Dios, en la Iglesia, «no hay ni judío ni griego [...] porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús» (Ga 3,28). Me gustaría decir a aquellos que se sienten lejos de Dios y de la Iglesia, a los que son temerosos o a los indiferentes: ¡El Señor también te llama a ser parte de su pueblo y lo hace con gran respeto y amor!

Ser Iglesia es ser Pueblo de Dios, de acuerdo con el gran proyecto de amor del Padre. Esto implica ser el fermento de Dios en medio de la humanidad. Quiere decir anunciar y llevar la salvación de Dios en este mundo nuestro, que a menudo se pierde, necesitado de tener respuestas que alienten, que den esperanza, que den nuevo vigor en el camino. La Iglesia tiene que ser el lugar de la misericordia gratuita, donde todo el mundo pueda sentirse acogido, amado, perdonado y alentado a vivir según la vida buena del Evangelio.

ÚTIL O INÚTIL

Jeremías 13, 1-11; Dt 32, 18-19. 20. 21;  Mateo 13, 31-35

«Así dice el Señor: De este modo consumiré la soberbia de Judá, la gran soberbia de Jerusalén. Este pueblo malvado que se niega a escuchar mis palabras, que se comporta con corazón obstinado y sigue a dioses extranjeros, para rendirles culto y adoración, será como ese cinturón, que ya no sirve para nada.

Como se adhiere el cinturón a la cintura del hombre, así me adherí la casa de Judá y la casa de Israel -oráculo del Señor-, para que ellas fueran mi pueblo, mi fama, mi alabanza, mi ornamento; pero no me escucharon.» Siempre son interesantes esto que cuando estudiaba el profesor llamaba “parábolas en acción,” (aunque siempre pensé que era una acción que era una parábola, pero bueno). El pobre Jeremías perdió un buen cinturón, que quedo inservible, para expresar lo que el Señor quería. El pueblo de Judá se había hecho poderoso y se olvidó de Dios, se dedicó a servir a otros dioses y, por lo tanto, cuanto más poderoso era más inútil se hacía. Había pueblos mucho más grandes que ellos, mejor armados y organizados, con historia más intensa y mayor sabiduría, pero no tenían al único Dios. Los muy obtusos se olvidaron de lo que les hacía grandes y se creyeron algo, pero sin Dios no eran nada, se convertían en un pueblo completamente inútil.

“En aquel tiempo, Jesús propuso esta otra parábola a la gente: -«El reino de los cielos se parece a un grano de mostaza que uno siembra en su huerta; aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que las hortalizas; se hace un arbusto más alto que las hortalizas, y vienen los pájaros a anidar en sus ramas.»” no sé si esto es una parábola en acción, pero al menos es una parábola. Es lo contrario de la primera. La más pequeña de las semillas, cuando la planta el Señor, se convierte en la más alta del huerto- Puede parecer que no vale nada, pero si se deja cuidar por Dios recibe su grandeza. La conclusión es bien sencilla, cada uno tenemos que decidir ser útiles como la mostaza o la levadura o inútiles como el cinturón de Jeremías. Tendremos que decidirlo personalmente, pero también como nación. Parece que España y otros países se han creído algo, pueden prescindir de Dios y entregarse en manos de los ídolos. Claro que siempre llega una crisis económica y san euro no viene en nuestro rescate. Y cuando pasen algunos años más y el drama de tantas familias destrozadas, de tantas personas que nunca han aprendido a amar, de los niños que nunca llegaron a nacer y de los ancianos que hemos quitado de en medio como estorbo, alzaremos nuestros brazos al… ¿parlamento? Pero allí no nos dirán que somos “su pueblo, su fama, su alabanza, su ornamento,” mirarán para otro lado y le echarán la culpa a los Estados Unidos, a la Unión Europea o a las olimpiadas de Pekín. Pero si les llaman inútiles se enfadan. Prefiero no ser un inútil. Nunca gobernaré la nación, tal vez no mande ni en mi parroquia pero procuraré dejar que Dios me cuide, no separarme de Él ni lanzarme en brazos del mundo que es tan mal pagador. Para eso más oración, más entrega, más mortificación. Algunos me dicen que eso es inútil, pero ¿por qué será que siempre me lo dicen los inútiles?.


San Pedro Poveda

San Pedro Poveda Castroverde, presbítero y mártir

En Madrid, en España, san Pedro Poveda Castroverde, presbítero y mártir, que, preocupado por la difusión evangelizadora de los cristianos en el mundo, principalmente en los campos de la educación y la cultura, fundó la Institución Teresiana, y al comienzo de la persecución contra la Iglesia en tiempo de guerra, fue asesinado por quienes odiaban la religión, ofreciendo a Dios un claro testimonio de su fe.

Pedro Poveda Castroverde nació en Linares (Jaén) el 3 de diciembre de 1874. Ya de niño sintió atracción por el sacerdocio. Ingresó en el seminario de Jaén y concluyó los estudios en el de Guadix, diócesis en la que recibió el presbiterado en 1897. Comenzó su ministerio en el Seminario y en la atención pastoral a los que vivían en las cuevas que rodeaban la población, creando una escuela para ellos. Nombrado canónigo de Covadonga se ocupó de la formación cristiana de los peregrinos y comenzó a escribir libros sobre educación y la relación entre la fe y la ciencia. A partir de 1911, con unas jóvenes colaboradoras, comenzó la fundación de Academias y Centros pedagógicos que darían inicio a la Institución Teresiana.

Se trasladó a Jaén para consolidar la misma Institución que recibiría allí la aprobación diocesana y después, estando él ya en Madrid como capellán real, la aprobación pontificia. Sacerdote prudente y audaz, pacífico y abierto al diálogo, entregó su vida por causa de la fe en la madrugada del 28 de julio de 1936, identificándose, «Soy sacerdote de Cristo», ante quienes le conducirían al martirio. 

Fue beatificado el 10 de octubre de 1993, y canonizado el 4 de mayo de 2003, en España. En homilía de la misa de canonización decía SS. Juan Pablo II:

San Pedro Poveda, captando la importancia de la función social de la educación, realizó una importante tarea humanitaria y educativa entre los marginados y carentes de recursos. Fue maestro de oración, pedagogo de la vida cristiana y de las relaciones entre la fe y la ciencia, convencido de que los cristianos debían aportar valores y compromisos sustanciales para la construcción de un mundo más justo y solidario. Culminó su existencia con la corona del martirio.

DOMINGO XVII  27 de julio de 2014. 1R 3, 5. 7-12 / Rm 8, 28-30 / Mt 13, 44-52.

Queridos hermanos y hermanas: Con este evangelio que acabamos de escuchar hemos puesto fin al discurso de las parábolas que el evangelista Mateo nos presenta en su evangelio en casi todo el capítulo 13. Un discurso en el que el evangelista articula parábolas, con algunos comentarios sobre el por qué Jesús predica a través de parábolas y también con la explicación detallada de dos de ellas; y termina, es el final del evangelio de hoy, con una breve conclusión de todo el discurso haciendo ver la riqueza que supone para uno mismo y para los otros haber aprendido y comprendido la predicación de Jesús. Como se ha podido sentir, hoy se nos han expuesto tres parábolas-las dos primeras, el tesoro escondido y la perla de gran valor, muy parecidas y que apuntan a la misma conclusión-y otra, la de la red con todo tipo de peces buenos y malos-; para acabar con una casi-parábola: la del escriba que saca de su tesoro cosas nuevas y viejas. De este modo, alguien propone que el fragmento evangélico de hoy se diga: "el evangelio de los dos tesoros", cogiendo las dos primeras como un solo tesoro. Está claro que el tesoro de las dos primeras parábolas es diferente del tesoro del que habla la conclusión. Mirémoslo más
detenidamente.

En las dos primeras parábolas, más que hablarnos del tesoro y de su valor o de la perla de gran precio para cantar sus excelencias, nos quieren hacer poner la atención en la reacción que tienen al campesino que encuentra el tesoro escondido o el comerciante de perlas. ellos dos son los verdaderos objetivos de la parábola: ¿cómo reaccionan ante una descubierta de este tipo? Se lo venden todo para poder adquirir lo que es más importante que todo lo que tienen y todo lo que hacen: les cambia la vida y los valores en los que creen. No se puede decir que les ha tocado la lotería: el precio del boleto no vale lo que te pueda tocar, mucho o poco; más bien les pasa que en un momento determinado de la vida, se encuentran ante algo inesperado, que pasa, y si estás atento, comprendes que aquello es importante y que hay que conseguirlo como sea. Hay que estar pues atentos y cazar al que quiere el don de Dios, no hacer el sordo ni el ciego, sino alegrarse de que te pase a ti, como puede pasar a otro. Jesús, pues, en estas dos parábolas nos quiere hacer ver la actitud bien dispuesta de aquel que descubre el gran valor que tiene el mensaje de Jesús, pero, por eso hay que estar abierto a la inspiración, al toque de la gracia de Dios que nos hace descubrir la verdadera realidad de las cosas de Dios y por las que vale la pena jugarse todo.

Como le pasa a Pedro cuando, después de proclamar que Jesús es el Cristo, sintió de la boca del Maestro: "Feliz tú, Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado, sino mi Padre del cielo "(Mt 16, 17). Diría que en estas parábolas hay un toque de atención de Jesús en el sentido de decir: alerta! mirad que pedir y adquirir la sabiduría de Dios para poder hacer un auténtico discernimiento de los hechos y de las cosas que pasan y no ir despistados por el mundo.

El tesoro del que habla la conclusión del Evangelio es diferente: es el tesoro que se ha adquirido y acumulado con el tiempo a base de trabajo y de estudio. Hay riquezas nuevas y viejas y todas tienen valor: no como la red que recoge de todo, bueno y malo; no, aquí todo es bueno y debe servir para cualquier eventualidad de la vida. Los discípulos de Jesús a los que les ha sido dado de comprender su predicación, han acumulado la sabiduría que viene de Dios para poder transmitir a los demás la novedad del mensaje de Jesús que arraiga de la tradición bíblica, hecha Palabra de Dios.

Hermanos: Necesitamos sabiduría para poder discernir los tiempos y los hechos y las personas que pasan, que nos pasan por el lado, que nos rodean y que nos comprometen en la vida. Sí, necesitamos la sabiduría de Dios; necesitamos que el Espíritu de Dios empape nuestro corazón y despierte nuestra inteligencia. Necesitamos sabiduría de Dios para vivir la fe con alegría y compromiso; para ser constantes en la esperanza, a pesar de las adversidades y los desengaños que nos vienen de los hechos y de las personas; para ser fuertes y solícitos en la caridad, en el amor a los demás, en la solidaridad, en el perdón, en la generosidad.

Como les decía al comienzo de la celebración, estamos en la escuela de Jesús. Y, una vez , nos pregunta igual que a sus discípulos inmediatos: "¿Habéis entendido todo esto?" ¿Ha ido enriqueciendo su tesoro personal con nuevos conocimientos de la Buena nueva que os predico? ¿Ha descubierto en mí, Jesús de Nazaret, el tesoro escondido desde siglos? Sí, hermanos, en la escuela de Jesús no sólo aprendemos cosas teóricas,  doctrinas más o menos bonitas y estimulantes, sino sobre todo descubrimos  a Jesús y los tesoros de sabiduría y de conocimiento que en Él hay escondidos, como dice San Pablo a los Colosenses (Col 2, 3).

Que en el deseo intenso y en la oración constante y confiada buscamos siempre de "ser imágenes vivas del Hijo, Jesús ", como nos decía san Pablo en la segunda lectura. Escuchémosle y seguimos con alegría.

AGRADECIDOS y FELICES FIESTAS PATRIAS A TODOS LOS CORAZONES QUE AMAN

No se entiende que vivamos a menudo un mensaje de libertad con un encogimiento tan grande. No se entiende que la Buena Nueva que invita al coraje ya la apertura, la vivamos en clave exclusiva de miedo y de nostalgia.
Intuyo que uno de los elementos claves para un cambio profundo de actitud pasa por situar el agradecimiento en el corazón de nuestra oración y de nuestra vida. No se trata de ingenuidad sino de constatar que sin alegría la fe se puede llegar a convertirse en una carga más. Damos Gracias por todo el cariño recibido para ir logrando el PAX HD para servir y amar al Perú y a todos los Corazones que gracias a JESUS y a la VIRGEN se van montando con Amor las piezas.

MUCHAS GRACIAS POR TODO EL ESFUERZO Y POR EL QUE HA DE VENIR PARA SERVIR.

 


El Papa, con uno de sus gestos títpicos de felicidad y ánimo con el pulgar"

Vive y deja vivir", el primer paso para lograr una existencia feliz
El secreto de la felicidad del Papa Francisco en diez consejos
"La guerra destruye. Y el clamor por la paz hay que gritarlo"

Patricio Downes, 28 de julio de 2014 a las 07:56

Los ancianos tienen esa sabiduría, son la memoria de su pueblo. Y un pueblo que no cuida a su ancianos no tiene futuro

(Patricio Downes, corresponsal en Buenos Aires).- Pablo Calvo, el periodista colega y amigo que entrevistó al papa Francisco en una audiencia para 8 personas el 7 de julio pasado, publicó en la revista Viva del diario Clarín de Buenos Aires que le preguntó al pontífice argentino cuál es para él la fórmula de la fellicidad. "Le quería preguntar a usted que además de Papa, es técnico químico ¿cuál es la fórmula de la felicidad?", le dijo el periodista en ese encuentro.

El Papa se rió con ganas, pero respondió. Y en esa "fórmula" de la felicidad que esbozó puso énfasis en el cuidado de la familia y en prioridades como darse a los demás y actuar con humanidad.

El Papa precisó los diez puntos de esa "receta", que invitó a adoptar:

1- Viví y dejá vivir. "Acá los romanos tienen un dicho y podríamos tomarlo como un hilo para tirar de la fórmula esa que dice: 'Anda adelante y deja que la gente vaya adelante'. Viví y dejá vivir, es el primer paso de la paz y la felicidad".

2- Darse a los demás. "Si uno se estanca, corre el riesgo de ser egoísta. Y el agua estancada es la primera que se corrompe".

3- Moverse respetuosamente. "En Don Segundo Sombra hay una cosa muy linda, de alguien que relee su vida. El protagonista. Dice que de joven era un arroyo pedregoso que se llevaba por delante todo; que de adulto era un río que andaba adelante y que en la vejez se sentía en movimiento, pero lentamente remansado. Yo utilizaría esta imagen del poeta y novelista Ricardo Guiraldes, ese último adjetivo, remansado. La capacidad de moverse con benevolencia y humildad, el remanso de la vida. Los ancianos tienen esa sabiduría, son la memoria de su pueblo. Y un pueblo que no cuida a su ancianos no tiene futuro".

4- Jugar con los chicos. "El consumismo nos lleva a esa ansiedad de perder la sana cultura del ocio, leer, disfrutar del arte. Ahora confieso poco, pero en Buenos Aires confesaba mucho y cuando venía una mamá joven le preguntaba: ¨Cuántos hijos tenés? ¨Jugás con tus hijos? Y era una pregunta que no se esperaba, pero yo le decía que jugar con los chicos es clave, es una cultura sana. Es difícil, los padres se van a trabajar temprano y vuelven a veces cuando los hijos duermen, es difícil, pero hay que hacerlo".

5- Compartir los domingos con la familia. "El otro día, en Campobasso, fue a una reunión entre el mundo de la universidad y el mundo obrero, todos reclamaban el domingo no laborable. Es domingo es para la familia".

6- Ayudar a los jóvenes a conseguir empleo. "Hay que ser creativos con esta franja. Si faltan oportunidades, caen en la droga. Y está muy alto el índice de suicidios entre los jóvenes sin trabajo. El otro día leí, pero no me fío porque no es un dato científico, que había 75 millones de jóvenes de 25 años para abajo desocupados. No alcanza con darles de comer: hay que inventarles cursos de un año de plomero, electricista, costurero. La dignidad te da la llevar el pan a casa".

7. Cuidar la naturaleza. "Hay que cuidar la creación y no lo estamos haciendo. Es uno de los desafíos más grandes que tenemos".

8. Olvidarse rápido de lo negativo. "La necesidad de hablar mal del otro indica una baja autoestima, es decir: yo me siento tan abajo que en vez de subir, bajo al otro. Olvidarse rápido de lo negativo es sano".

9. Respetar al que piensa distinto. "Podemos inquietar al otro desde el testimonio, para que ambos progresen en esa comunicación, pero lo peor que puede haber es el proselitismo religioso, que paraliza: 'Yo dialogo contigo para convencerte', no. Cada uno dialoga desde su identidad. La Iglesia crece por atracción, no por proselitismo".

10. Buscar activamente la paz. "Estamos viviendo en una época de mucha guerra. En África parecen guerras tribales, pero son algo más. La guerra destruye. Y el clamor por la paz hay que gritarlo. La paz a veces da la idea de quietud, pero nunca es quietud, siempre es una paz activa".



                           

PAXTV.ORG