Una obra buena ha hecho conmigo

Evangelio según San Juan 12,1-11. 

Seis días antes de la Pascua, Jesús volvió a Betania, donde estaba Lázaro, al que había resucitado. Allí le prepararon una cena: Marta servía y Lázaro era uno de los comensales. María, tomando una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, ungió con él los pies de Jesús y los secó con sus cabellos. La casa se impregnó con la fragancia del perfume. Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dijo: "¿Por qué no se vendió este perfume en trescientos denarios para dárselos a los pobres?". Dijo esto, no porque se interesaba por los pobres, sino porque era ladrón y, como estaba encargado de la bolsa común, robaba lo que se ponía en ella. Jesús le respondió: "Déjala. Ella tenía reservado este perfume para el día de mi sepultura. A los pobres los tienen siempre con ustedes, pero a mí no me tendrán siempre". Entre tanto, una gran multitud de judíos se enteró de que Jesús estaba allí, y fueron, no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado. Entonces los sumos sacerdotes resolvieron matar también a Lázaro, porque muchos judíos se apartaban de ellos y creían en Jesús, a causa de él. 

San Nicolás de Flüe

Confesor (1417-1497)  Nació en el 1417, justo el año en que termina el Cisma de Occidente con la elección de Martín V como Papa por el concilio de Constanza. En familia de católicos campesinos, se ocupa de los trabajos del campo, pero es asiduo a la oración y practica el ayuno como cosa habitual cuatro días por semana.    Se casa cuando tiene treinta años con Dorotea Wyss.

La unidad familiar dura veinte años, tienen 10 hijos, uno de ellos llega a frecuentar la universidad y el mayor consigue ser presidente de la Confederación. Siendo Nicolás un hombre de paz, tuvo que intervenir en tres guerra, en la de liberación de Nüremberg, en la vieja de Zurich y en la de Turgovia contra Segismundo.   En el año 1467 da comienzo la parte de su vida.

Tiene cincuenta años y con el permiso de su esposa y de sus hijos se retira a vivir como eremita en la garganta de Ranft. Vive entregado a la meditación preferentemente de la Pasión del Señor que contempla siguiendo los distintos episodios, como hicieron Juan Ruysbroeck y Enrique Suso. Obtiene un alto y profundo conocimiento de la Santísima Trinidad.     Hace notable penitencia y practica riguroso ayuno. La celda que le han construido los paisanos solo dispone de una ventana para ver los oficios del sacerdote y otra para contemplar la naturaleza de Unterwald. El obispo de Constanza va a bendecir el lugar que se convierte en centro de peregrinación. El contenido será el culto a la Eucaristía y el motivo el hecho milagroso del ayuno absoluto y prolongado de Nicolás.    

Se cierra su vida con una enfermedad cargada de dolor y de sufrimiento que lleva con paciencia tan grande como su pobreza. Después de recibir el Cuerpo y la Sangre de Cristo, muere el 21 de marzo de 1487.

Los católicos comenzaron en el 1591 el proceso de canonización que no llega a promulgarse hasta el 1947 por el papa Pío XII, el mismo día de la Ascensión.   Han pasado más de 350 años y es que la santidad, antes de ser oficialmente reconocida, está supeditada a las contingencias históricas.

Oremos

Señor, Dios todopoderoso, que nos has revelado que el amor a Dios y al prójimo es el compendio de toda tu ley, haz que, imitando la caridad de San Nicolás de Flüe seamos contados un día entre los elegidos de tu reino. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
Calendario  de  Fiestas Marianas: Nuestra Señora de Bruges, Flandes (1150), donde  se preserva un rizo de pelo de la Virgen.

San Cromacio de Aquilea (¿-407), obispo 
Sermón 11; SC 154, pag. 213ss

“Una obra buena ha hecho conmigo.” (Mt 26,10)

El evangelio nos relata hoy que el Señor, estando sentado en la mesa de Lázaro que había resucitado de entre los muertos “María, la hermana de Lázaro y de Marta, traía un frasco  de perfume de nardo y ungió los pies de Jesús.”... Santa María, tal como se lee a menudo en el evangelio, fue muy considerada por Cristo por la grandeza extraordinaria de su fe. En el pasaje que precede, llorando la muerte de su hermano, hizo llorar también al Señor, porque provocó la ternura en el autor de la ternura. Pues bien, aunque preparaba la resurrección de Lázaro, el Señor lloraba, porque María lloraba, para mostrar así al mismo tiempo su propia ternura y el mérito de María... Las lágrimas del Señor nos muestran el misterio de la carne asumida; la resurrección de Lázaro pone de relieve el poder de su divinidad...

En este pasaje, miremos la devoción y la fe de esta mujer. Los otros estaban en la mesa con el Señor; ella ungiéndole los pies. Los otros conversaban con el Señor, ella en el silencio de su fe, secaba sus pies con sus cabellos. Los otros ocupaban un sitio de honor, ella servía. Pero el servicio prestado por María tenía más mérito a los ojos de Cristo que los primeros puestos de los convidados.  Por esto, el Señor dijo a su propósito: “Os aseguro: dondequiera que se proclame esta Buena Nueva, en el mundo entero, se hablará también de lo que ésta ha hecho, para memoria suya” (Mt 26,13).

¿Cuál ha sido el servicio de esta santa mujer, para que sea proclamado en todo el mundo y cada día? Mirad su humildad. No empezó por ungir la cabeza del Señor sino sus pies... Ha comenzado por los pies para merecer llegar luego a la cabeza, porque “quien se humillare será ensalzado y quien se ensalce será humillado” (Mt 23,12). Se abajó y fue elevado.

LUNES SANTO

“Venid, y al mismo tiempo que ascendemos al monte de los Olivos, salgamos al encuentro de Cristo que vuelve hoy de Betania y por propia voluntad se apresura hacia su venerable y dichosa pasión para poner fin al misterio de la salvación de los hombres”. (San Andrés de Creta)

LA CASA
Siempre me resulta significativa la referencia a Betania en los días previos a la Pasión del Señor, y el que Jesús escogiera ese recinto amigo. Así lo señala el Cuarto Evangelio: “Seis días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien habla resucitado de entre los muertos. Allí le ofrecieron una cena; Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban con Él a la mesa” (Jn 12, 1).

Betania significa la “casa del amigo”. Si además hacemos imaginariamente el recorrido que Jesús hizo a diario los días últimos de su vida terrena, deberemos pasar por Betfagué, que significa “la casa de los higos”; y si escuchamos la orden que el Maestro dio a dos de sus discípulos, de que buscaran a Fulano para que les dejara la casa para celebrar la cena pascual, descubrimos una reiteración evidente de espacios domésticos.

La ley de Moisés mandaba celebrar la Pascua juntos todos los de casa, y si eran pocos, que invitaran a los vecinos, pero se debía celebrar en familia, en el recinto íntimo.

Al inicio de la Semana Santa, los cristianos recibimos la invitación de Jesús a reunirnos como familia, en los recintos comunitarios para celebrar los días santos que fundamenta nuestra fe, la memoria de la última Cena, de la Pasión y Resurrección de Jesucristo.

¿Has programado ya dónde celebrar estos días? La fe no se puede vivir de manera aislada. Bastante intemperie sufrimos para que no arriesguemos también la experiencia de pertenencia al grupo de los discípulos de Jesús.

¿Cuál será tu Betania? O si quieres, te pregunto de otra manera: ¿Estás dispuesto a ser anfitrión, casa, espacio familiar, pertenencia en los próximos días santos?

En Betania aconteció que a Jesús le lavó y perfumó los pies la mujer pecadora, y en el Cenáculo, el Maestro se pondrá a los pies de los discípulos para lavarles los pies. Desde una lectura icónica, el Maestro repite el gesto de la mujer, y expresa su amor a los discípulos de manera entrañable.
El año de la Misericordia, Betania es recinto donde se aprende a servir con amor, y a tener los gestos más sensibles y afectivos con Jesús, y con quienes hoy son sacramento suyo, a quienes también deberemos lavar los pies.

María ungió los pies de Jesús en Betania
Juan 12, 1-11. Lunes Santo. Encontró verdaderamente al Señor. En el silencio, le abrió su corazón; en el dolor, le mostró el arrepentimiento. 

Oración introductoria
Dame, Señor, la sabiduría y fuerza de voluntad para saber dedicar el mejor tiempo de este día a la oración. Sé que vendrás a mi encuentro para transformarme. ¡Gracias por tu bondad y misericordia!

Petición
Señor, que no me ciegue como Judas. Tú eres lo mejor de mi vida, dame un corazón abierto a tu gracia y un alma generosa que sepa corresponder a tu infinito amor.

Meditación del Papa Francisco
Esta mujer encontró verdaderamente al Señor. En el silencio, le abrió su corazón; en el dolor, le mostró el arrepentimiento por sus pecados; con su llanto, hizo un llamamiento a la bondad divina para recibir el perdón. Para ella no habrá ningún juicio si no el que viene de Dios, y este es el juicio de la misericordia. El protagonista de este encuentro es ciertamente el amor, la misericordia que va más allá de la justicia.

Simón, el dueño de casa, el fariseo, al contrario, no logra encontrar el camino del amor. Todo está calculado, todo pensado... Él permanece inmóvil en el umbral de la formalidad. Es algo feo el amor formal, no se entiende. No es capaz de dar el paso sucesivo para ir al encuentro de Jesús que le trae la salvación. Simón se limitó a invitar a Jesús a comer, pero no lo acogió verdaderamente. En sus pensamientos invoca sólo la justicia y obrando así se equivoca. Su juicio acerca de la mujer lo aleja de la verdad y no le permite ni siquiera comprender quién es su huésped. Se detuvo en la superficie —en la formalidad—, no fue capaz de mirar al corazón. Ante la parábola de Jesús y la pregunta sobre cuál de los servidores había amado más, el fariseo respondió correctamente: “Supongo que aquel a quien le perdonó más”. Y Jesús no deja de hacerle notar: “Has juzgado rectamente”. Sólo cuando el juicio de Simón se dirige al amor, entonces él está en lo correcto. (Homilía de S.S. Francisco,  13 de marzo de 2015).

Reflexión
Jesús se encuentra con sus amigos. Yo soy su amigo. Sale a mi encuentro.

Es Él quien va a Betania y quien viene a tocar a mi puerta. Desea sentarse a mi mesa, partir el pan conmigo, hablar conmigo.

Toca a la puerta de mi corazón para iluminarlo y consolarlo: "Sólo Él tiene palabras de vida eterna" No sólo está a mi lado: me lleva en sus brazos para que las asperezas, las piedras y el barro no me salpiquen y no me hagan tropezar y caer, si yo quiero.

Y, aunque cayera, su amor no disminuiría, incluso me amaría más. Limpiaría mis heridas y manchas del camino. Él sería una María de Betania para con nosotros, nos perfumaría los pies y la cabeza. ¿No deberíamos nosotros hacer lo mismo?

Ponernos a sus pies y llorar. Llorar por la tristeza de ofenderle y llorar por la alegría de su perdón. Las lágrimas son la mejor oración que podemos elevar a Dios. Y, también, perfumar sus pies; que el perfume de nuestras buenas obras y el ungüento de nuestro perdón sean dignos de un Dios tan misericordioso. Como Él perdona, así perdonar a quienes nos ofenden.

No nos fijemos en el "derroche" de este caro perfume. Es un perfume que nunca se acaba si es a Cristo a quien lo ofrecemos. Obrando así prepararemos la sepultura del Señor, su resurrección y su permanencia entre nosotros.

Propósito
Si hoy tengo un pensamiento negativo sobre una persona, orar y buscar una cualidad de ella para alabarle.

Diálogo con Cristo
Jesús, esta Semana Santa es una excelente oportunidad para dedicar más tiempo a fijarme en los demás, como ha propuesto el Papa. Dame tu luz para emprender una labor de fermento en mi propia familia, en mi propio ambiente, para vivir un cristianismo más dinámico, más apasionado, que no mida el esfuerzo o sacrificio. Dame la generosidad de María, que supo escoger siempre la mejor parte.

Cómo alcanzar la indulgencia plenaria en el Triduo Pascual.
El Santo Triduo Pascual y la Indulgencia Plenaria

Id tras las huellas de Cristo

Lunes santo. La vida no es un camino incierto y sin destino fijo, sino que conduce a Cristo

Por: SS Benedicto XVI | Fuente: www.la-oracion.com 

En este día se conmemora el inicio de la Pasión de Cristo y recordamos hechos como la unción de Betania. Un día para buscar consolar el Corazón de Cristo con el perfume de nuestro amor, de nuestro ofrecimiento, de nuestra opción por él y seguimiento a ejemplo de María de Betania.
Este texto de Benedicto XVI es una invitación a hacer esta opción firme por Cristo y a contemplar su amor marcado por el signo de la cruz.

Id tras Cristo

"Id tras las huellas de Cristo. Él es vuestra meta, vuestro camino y también vuestro premio. En el lema que he escogido para la Jornada de Madrid, el apóstol Pablo invita a caminar, «arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe» (Col 2,7). La vida es un camino, ciertamente. Pero no es un camino incierto y sin destino fijo, sino que conduce a Cristo, meta de la vida humana y de la historia. Por este camino llegaréis a encontraros con Aquel que, entregando su vida por amor, os abre las puertas de la vida eterna. Os invito, pues, a formaros en la fe que da sentido a vuestra vida y a fortalecer vuestras convicciones, para poder así permanecer firmes en las dificultades de cada día.

Os exhorto, además, a que, en el camino hacia Cristo, sepáis atraer a vuestros jóvenes amigos, compañeros de estudio y de trabajo, para que también ellos lo conozcan y lo confiesen como Señor de sus vidas. Para ello, dejad que la fuerza de lo Alto que está dentro de vosotros, el Espíritu Santo, se manifieste con su inmenso atractivo. Los jóvenes de hoy necesitan descubrir la vida nueva que viene de Dios, saciarse de la verdad que tiene su fuente en Cristo muerto y resucitado y que la Iglesia ha recibido como un tesoro para todos los hombres.
(…)

En estos días tan hermosos de la Semana Santa, que ayer iniciamos, os aliento a contemplar a Cristo en los misterios de su pasión, muerte y resurrección. En ellos hallaréis lo que supera toda sabiduría y conocimiento, es decir, el amor de Diosmanifestado en Cristo. Aprended de Él, que no vino «a ser servido sino a servir y a dar su vida en rescate por muchos» (Mc 10,45). Éste es el estilo del amor de Cristo, marcado con el signo de la cruz gloriosa, en la que Cristo es exaltado, a la vista de todos, con el corazón abierto, para que el mundo pueda mirar y ver, a través de su perfecta humanidad, el amor que nos salva.

La cruz se convierte así en el signo mismo de la vida, pues en ella Cristo vence el pecado y la muerte mediante la total entrega de sí mismo. Por eso, hemos de abrazar y adorar la cruz del Señor, hacerla nuestra, aceptar su peso como el Cireneo para participar en lo único que puede redimir a toda la humanidad (cf. Col 1,24). En elbautismo habéis sido marcados con la cruz de Cristo y le pertenecéis totalmente. Haceos cada vez más dignos ella y jamás os avergoncéis de este signo supremo del amor.”

FRAGMENTO DEL DISCURSO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI A LOS JÓVENES, Lunes Santo, 6 de abril de 2006. Texto completo 

UN TRAIDOR AL EMPEZAR LA SEMANA SANTA

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