«El que ha mojado conmigo la mano en el plato, ése me entregará»
- 23 Marzo 2016
- 23 Marzo 2016
- 23 Marzo 2016
Evangelio según San Mateo 26,14-25.
Uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a ver a los sumos sacerdotes y les dijo: "¿Cuánto me darán si se lo entrego?". Y resolvieron darle treinta monedas de plata. Desde ese momento, Judas buscaba una ocasión favorable para entregarlo. El primer día de los Acimos, los discípulos fueron a preguntar a Jesús: "¿Dónde quieres que te preparemos la comida pascual?". El respondió: "Vayan a la ciudad, a la casa de tal persona, y díganle: 'El Maestro dice: Se acerca mi hora, voy a celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos'". Ellos hicieron como Jesús les había ordenado y prepararon la Pascua. Al atardecer, estaba a la mesa con los Doce y, mientras comían, Jesús les dijo: "Les aseguro que uno de ustedes me entregará". Profundamente apenados, ellos empezaron a preguntarle uno por uno: "¿Seré yo, Señor?". El respondió: "El que acaba de servirse de la misma fuente que yo, ese me va a entregar.
El Hijo del hombre se va, como está escrito de él, pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre será entregado: más le valdría no haber nacido!". Judas, el que lo iba a entregar, le preguntó: "¿Seré yo, Maestro?". "Tú lo has dicho", le respondió Jesús.
San Toribio Mogrovejo
Obispo (1538-1606) Toribio, arzobispo de Lima, es uno de los eminentes prelados de la hora de la evangelización. El concilio plenario americano del 1900 lo llamó: "la lumbrera mayor de todo el episcopado americano". Era la hora de llevar la fe cristiana al imperio inca peruano lo mismo que en México se cristianizaba a los aztecas. Nació en Mayorga (Valladolid), el 16 de noviembre de 1538. No se formó en seminarios, ni en colegios exclusivamente eclesiásticos, como era frecuente entonces; Toribio se dedicó de modo particular a los estudios de Derecho, especialmente del Canónico, siendo licenciado en cánones por Santiago de Compostela y continuó luego sus estudios de doctorado en la universidad de Salamanca. También residió y enseñó dos años en Coimbra.
En Diciembre de 1573 fue nombrado por Felipe II para el delicado cargo de presidente de la Inquisición en Granada, y allí continuó hasta 1579; pero ya en agosto de 1578 fue presentado a la sede de Lima y nombrado para ese arzobispado por Gregorio XIII el 16 de marzo de 1579, siendo todavía un brillante jurista, un laico, o sólo clérigo de tonsura, cosa tampoco infrecuente en aquella época. Recibió las órdenes menores y mayores en Granada; la consagración episcopal fue en Sevilla, en agosto de 1579. Llegó al Perú en el 1581, en mayo.
Se distinguió por su celo pastoral con españoles e indios, dando ejemplo de pastor santo y sacrificado, atento al cumplimiento de todos sus deberes. La tarea no era fácil. Se encontraba con una diócesis tan grande como un reino de Europa, con una población nativa india indócil y con unos españoles muy habituados a vivir según sus caprichos y conveniencias. Celebró tres concilios provinciales limenses _el III (1583), el IV (1591) y el V (1601)_; sobresalió por su importancia el III limense, que señaló pautas para el mexicano de 1585 y que en algunas cosas siguió vigente hasta el año 1900.
Aprendió el quechua, la lengua nativa, para poder entenderse con los indios. Se mostró como un perfecto organizador de la diócesis. Reunió trece sínodos diocesanos. Ayudó a su clero dando normas precisas para que no se convirtieran en servidores comisionados de los civiles. Visitó tres veces todo su territorio, confirmando a sus fieles y consolidando la vida cristiana en todas partes. Alguna de sus visitas a la diócesis duró siete años. Prestó muy pacientemente atención especial a la formación de los ya bautizados que vivían como paganos. Llevado de su celo pastoral, publicó el Catecismo en quechua y en castellano; fundó colegios en los que compartían enseñanzas los hijos de los caciques y los de los españoles; levantó hospitales y escuelas de música para facilitar el aprendizaje de la doctrina cristiana, cantando.
No se vio libre de los inevitables roces con las autoridades en puntos de aplicación del Patronato Real en lo eclesiástico; es verdad que siempre se comportó con una dignidad y con unas cualidades humanas y cristianas extraordinarias; pero tuvo que poner en su sitio a los encomenderos, proteger los derechos de los indios y defender los privilegios eclesiásticos. Atendido por uno de sus misioneros, murió en Saña, mientras hacía uno de sus viajes apostólicos, en 1606. Fue beatificado en 1679 y canonizado en 1726.
Oremos
Señor, tú que quisiste dilatar la Iglesia por medio de la actividad apostólica de santo Toribio de Mogrovejo y por su gran amor a la verdad, suscita también hoy en el pueblo cristiano aquellas mismas virtudes que resplandecen en este santo obispo, para que así la Iglesia crezca, constantemente en la fe y se renueve por la santidad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
Calendario de Fiestas Marianas: Nuestra Señora de la Victoria de Lepanto, Hungría (1716)
Beata Teresa de Calcuta (1910-1997), fundadora de las Hermanas Misioneras de la Caridad
Jesús, al que invocamos
«El que ha mojado conmigo la mano en el plato, ése me entregará»
Fijaos cuánta compasión ha tenido Jesús con Judas, el hombre que ha recibido tanto amor y, sin embargo, ha traicionado a su propio Maestro, este Maestro que ha guardado un silencio sagrado sin traicionarlo a sus compañeros. En efecto, Jesús fácilmente hubiera podido hablar abiertamente y decir a los demás las intenciones que Judas escondía y sus actuaciones; pero no lo hizo. Prefirió dar prueba de misericordia y caridad: en lugar de condenarle, le llama amigo (Mt 26,50). Tan sólo con que Judas hubiera mirado a Jesús a los ojos como lo hizo Pedro (Lc 22,61), Judas hubiera sido el amigo de la misericordia de Jesús. Jesús ha dado siempre pruebas de misericordia.
Estos próximos días estamos llamados a estar con Jesús, a ir con El a la Cena, a Getsemaní, y por el Camino de la Cruz, hasta el Calvario. Son días de acompañar en silencio las últimas horas en la tierra del Nazareno. Con las muestras de la piedad popular, las celebraciones litúrgicas y la oración personal se nos invita a mantener una relación de amistad con el Señor.
Hay momentos de la vida que no se prestan a especulación; son aquellos en los que el dolor, la enfermedad, la prueba, el sufrimiento se enseñorean y parece que impondrán de manera despótica un desenlace fatal.
En la experiencia del límite, cuando la mente es propicia a adelantar el abismo, y el corazón se encoge, ante el riesgo inminente de la peor noticia, una posibilidad favorable, al menos para mantener la calma, es permanecer en la contemplación de los sufrimientos de Jesús, y al mismo tiempo que surge la compasión, se nos devuelve la fuerza para sobrellevar nuestra prueba.
La oración de estos días es de contemplación, de unión, de amor, de estar con el Señor, de vivir de forma discreta cada hora en la resonancia de aquella otra “Hora” en la que Jesucristo padeció por nosotros los tormentos de la Pasión, para que siempre tengamos la certeza de que no estamos solos, aun en las peores circunstancias.
La participación en las celebraciones litúrgicas, la asistencia a actos de piedad, la permanencia silenciosa en adoración de la Eucaristía y de la Santa Cruz, el movimiento compasivo de acompañar a María, la Madre Dolorosa, la especial sensibilidad con todos los que sufren hoy la deportación, la soledad, la extrema necesidad, son expresiones solidarias que se transforman en consuelo interior.
¡Cuánto ayuda en los momentos recios no quedar atrapados en un dolorismo intrascendente! ¡Cuánto ayuda poder transformar la prueba en ofenda por tantos que necesitan sentir una mano tendida, un acompañamiento silencioso y afectivo!
Hemos recorrido la cuarentena, ya no hay tiempo de lucubrar sobre cómo vivir el tiempo pasado, pero es momento de intentar vivir lo más consciente posible los días en los que los cristianos celebramos la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo.
De ello va a depender que nuestra historia personal se transforme en experiencia de salvación. ¡Santos días!
¿Qué queréis darme, y yo os lo entregaré?
Oración introductoria
Jesús, el distintivo de tus discípulos y misioneros es el amor y la fidelidad. Sin embargo, la traición a tu amor continúa y es más dolorosa cuando proviene de quienes buscamos estar más cerca de Ti. Te suplico que me cuentes entre ésos que quieren ser fieles, entre los que te piden tu gracia para ser auténticos apóstoles de tu Reino.
Petición
Dame, Señor, la sabiduría y fortaleza para ser siempre fiel.
Meditación del Papa Francisco
Sino la síntesis de la Buena Noticia; es la opción de los que quieren tener los sentimientos del Corazón de Jesús. «La expresión "Corazón de Jesús" nos hace pensar inmediatamente en la humanidad de Cristo, y subraya su riqueza de sentimientos, su compasión hacia los enfermos, su predilección por los pobres, su misericordia hacia los pecadores, su ternura hacia los niños, su fortaleza en la denuncia de la hipocresía, del orgullo y de la violencia, su mansedumbre frente a sus adversarios, su celo por la gloria del Padre y su júbilo por sus misteriosos y providentes planes de gracia... nos hace pensar también en la tristeza de Cristo por la traición de Judas, el desconsuelo por la soledad, la angustia ante la muerte, el abandono filial y obediente en las manos del Padre.
Y nos habla sobre todo del amor que brota sin cesar de su interior: amor infinito hacia el Padre y amor sin límites hacia el hombre. (San Juan Pablo II, Ángelus, 9 julio 1989).
Reflexión
La traición de una persona querida trae siempre un dolor muy profundo. Jesús ha vivido este dolor sin una reacción irascible, sino que ha hecho todo lo posible por evitar la violencia con Judas de tal manera que, cuando éste llega a Getsemaní con una turba de gente armada, Jesús no rechaza el beso del traidor. Se limita a hacerle ver su error con los ojos de la conciencia y del corazón: "¿Con un beso traicionas al Hijo del Hombre?".
Es paradójico que un beso, un gesto afectivo, llegue a ser un acto de traición. Existe una bella oración que se recita en la Iglesia Oriental tomada de la antigua liturgia de san Juan Crisóstomo. Dice así: "Hijo de Dios, hazme hoy partícipe de tu místico convite, porque no revelaré el Misterio a tus enemigos, ni te daré el beso de Judas. Más bien, como el buen ladrón, te pido que te acuerdes de mí, Señor, cuando estés en tu Reino".
Pidamos hoy la gracia de ser siempre fieles al amor del maestro y busquemos en Él la luz para realizar la voluntad de Dios.
Propósito
Pedir al Espíritu Santo la sabiduría para comprender la grandeza de la Misericordia de Dios.
Diálogo con Cristo
Jesús, no permitas que abuse de tu misericordia. Que mi corazón no se endurezca sino que se llene de ese santo temor que lo encauce a nunca ofenderte conscientemente. Gracias por darme la luz para formar mi conciencia y la fuerza para luchar siempre contra toda forma de egoísmo o doblez. Sé que llegar a santidad es difícil, que no se logra de un día para otro, pero que nunca deje de esforzarme por conseguirla.
Hoy es un día para preparar el corazón para el triduo sacro
Miércoles santo. Los discípulos preparan la cena de Pascua, ¿cómo está tu corazón en este momento?
Por: SS Papa Francisco
La Pasión de Jesús se acerca. Hoy es un día para preparar el corazón para el triduo sacro. Los discípulos preparan la Pascua, Judas le ha entregado y con el Sanedrín buscan la ocasión para tomarlo preso. ¿Cómo está tu corazón en este momento?
Viviendo la Semana Santa
“¿Qué quiere decir para nosotros vivir la Semana Santa? ¿Qué significa seguir a Jesús en su camino al Calvario hacia la Cruz y la Resurrección? En su misión terrena, Jesús recorrió los caminos de Tierra Santa; llamó a doce personas sencillas para que permanecieran con Él, compartieran su camino y continuaran su misión. Las eligió entre el pueblo lleno de fe en las promesas de Dios. Habló a todos, sin distinción; a los grandes y a los humildes, al joven rico y a la viuda pobre, a los poderosos y a los débiles; trajo la misericordia y el perdón de Dios; curó, consoló, comprendió; dio esperanza; trajo para todos la presencia de Dios que se interesa por cada hombre y por cada mujer, como hace un buen padre y una buena madre hacia cada uno de sus hijos. Dios no esperó que fuéramos a Él, sino que Él se puso en movimiento hacia nosotros, sin cálculos, sin medida. Dios es así: él da siempre el primer paso, Él se mueve hacia nosotros. Jesús vivió las realidades cotidianas de la gente más sencilla: se conmovió ante la multitud que parecía un rebaño sin pastor; lloró ante el sufrimiento de Marta y María por la muerte del hermano Lázaro; llamó a un publicano como discípulo suyo; sufrió también la traición de un amigo.
En Él Dios nos dio la certeza de que está con nosotros, en medio de nosotros. «Las zorras —dijo Él, Jesús—, las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza» (Mt 8, 20). Jesús no tiene casa porque su casa es la gente, somos nosotros, su misión es abrir a todos las puertas de Dios, ser la presencia de amor de Dios.
En la Semana Santa vivimos el vértice de este camino, de este designio de amor que recorre toda la historia de las relaciones entre Dios y la humanidad. Jesús entra en Jerusalén para dar el último paso, en el que resume toda su existencia: se dona totalmente, no se queda nada, ni siquiera la vida. En la Última Cena, con sus amigos, comparte el pan y distribuye el cáliz «para nosotros». El Hijo de Dios se ofrece a nosotros, entrega en nuestras manos su Cuerpo y su Sangre para estar siempre con nosotros, para habitar en medio de nosotros. En el Huerto de los Olivos, como en el proceso ante Pilato, no opone resistencia, se dona; es el Siervo sufriente anunciado por Isaías que se despoja a sí mismo hasta la muerte (cf. Is 53, 12).
Jesús no vive este amor que conduce al sacrificio de modo pasivo o como un destino fatal; ciertamente no esconde su profunda turbación humana ante la muerte violenta, sino que se entrega con plena confianza al Padre. Jesús se entregó voluntariamente a la muerte para corresponder al amor de Dios Padre, en perfecta unión con su voluntad, para demostrar su amor por nosotros. En la Cruz, Jesús «me amó y se entregó por mí» (Ga 2, 20). Cada uno de nosotros puede decir: Me amó y se entregó por mí. Cada uno puede decir esto: «por mí».
¿Qué significa todo esto para nosotros? Significa que éste es también mi camino, el tuyo, el nuestro. Vivir la Semana Santa siguiendo a Jesús no sólo con la emoción del corazón; vivir la Semana Santa siguiendo a Jesús quiere decir aprender a salir de nosotros mismos —como dije el domingo pasado— para ir al encuentro de los demás, para ir hacia las periferias de la existencia, movernos nosotros en primer lugar hacia nuestros hermanos y nuestras hermanas, sobre todo aquellos más lejanos, aquellos que son olvidados, que tienen más necesidad de comprensión, de consolación, de ayuda. ¡Hay tanta necesidad de llevar la presencia viva de Jesús misericordioso y rico de amor!
FRAGMENTO DE LA AUDIENCIA GENERAL DEL PAPA FRANCISCO, Miércoles Santo, 27 de marzo de. Texto completo
Francisco en la audiencia: La Semana Santa muestra que el amor de Dios no tiene límites
El Papa invitó a vivir en estos tres próximos días el misterio de la misericordia, con la institución de la eucaristía, la muerte de Jesús en la cruz, y el silencio del sábado que concluye con la Resurrección
El Papa Francisco En La Audiencia General Del 23 De Marzo
(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco inició hoy el habitual encuentro semanal de los miércoles con los fieles, entrando en la Plaza de San Pedro en el papamóvil, saludando a las miles de personas allí reunidas. El vehículo que lo llevaba se detuvo diversas veces y el Santo Padre bendijo a los niños y bebes que le acercaron.
Las medidas de seguridad para ingresar en la plaza eran altas como es habitual, aparentemente no mayores de las rutinarias, a pesar de los atentados en Bruselas que golpearon este martes el corazón de Europa. Por lo que se refiere al programa de Semana Santa, no habrá ningún cambio, de acuerdo a lo indicado ayer por la Oficina de Prensa del Vaticano.
La catequesis de este miércoles frío y ventoso, a pesar de ser el inicio de la primavera en Europa, comenzó con la lectura en varios idiomas del evangelio de Lucas. A continuación el Pontífice explicó que en los tres días de Semana Santa, hay que vivir el Triduo Pascual sintiendo la misericordia de Dios.
“Parece que el idioma español es muy bullicioso”, dijo el Papa al escuchar los fuertes aplausos de la plaza cuando inició a hablar en dicho idioma. Y al resumir la catequesis dijo: “Nuestra reflexión de hoy nos introduce en el Triduo Pascual. Tres días intensos que nos hablan de la misericordia de Dios, pues hacen visible hasta dónde puede llegar su amor por nosotros”. Y recordó que en el evangelio san Juan dice: «Jesús, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo».
Así el Santo padre quiso precisar que Jesús “¡Los amó hasta el fin! El Triduo Pascual es el memorial de un drama de amor que nos da la certeza de que nunca seremos abandonados en las pruebas de la vida”.
“El Jueves Santo, con la institución de la Eucaristía y el lavatorio de los pies, Jesús nos enseña que la Eucaristía es el amor que se hace servicio. El Viernes Santo, llegamos al momento culminante del amor, un amor que quiere abrazar a todos sin excluir a nadie con una entrega absoluta. El Sábado Santo, es el día del silencio de Dios, Jesús comparte con toda la humanidad el drama de la muerte, no dejando ningún espacio donde no llegue la misericordia infinita de Dios” explicó el Papa.
“En este día –añadió Francisco– el amor no duda, como María, la primera creyente. Ella no dudó. sino que espera con confianza en la palabra del Señor hasta que Cristo resucite esplendente el día de pascua”.
Y concluyó: “Saludo cordialmente a los bulliciosos peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica. Que en estos días santos, acojamos en nuestro corazón la grandeza del amor divino en el misterio de la Muerte y Resurrección del Señor”.
La audiencia terminó con la bendición de los objetos religiosos que los fieles han llevado y con el canto del ‘Pater Noster’.