“Yo les doy vida eterna”

Escuchar su voz y seguir sus pasos

La escena es tensa y conflictiva. Jesús está paseando dentro del recinto del templo. De pronto, un grupo de judíos lo rodea acosándolo con aire amenazador. Jesús no se intimida, sino que les reprocha abiertamente su falta de fe: «Vosotros no creéis porque no sois ovejas mías». El evangelista dice que, al terminar de hablar, los judíos tomaron piedras para apedrearlo.
Para probar que no son ovejas suyas, Jesús se atreve a explicarles qué significa ser de los suyos. Solo subraya dos rasgos, los más esenciales e imprescindibles: «Mis ovejas escuchan mi voz... y me siguen». Después de veinte siglos, los cristianos necesitamos recordar de nuevo que lo esencial para ser la Iglesia de Jesús es escuchar su voz y seguir sus pasos.

Lo primero es despertar la capacidad de escuchar a Jesús. Desarrollar mucho más en nuestras comunidades esa sensibilidad, que está viva en muchos cristianos sencillos que saben captar la Palabra que viene de Jesús en toda su frescura y sintonizar con su Buena Noticia de Dios.

Juan XXIII dijo en una ocasión que «la Iglesia es como una vieja fuente de pueblo de cuyo grifo ha de correr siempre agua fresca». En esta Iglesia vieja de veinte siglos hemos de hacer correr el agua fresca de Jesús.

Si no queremos que nuestra fe se vaya diluyendo progresivamente en formas decadentes de religiosidad superficial, en medio de una sociedad que invade nuestras conciencias con mensajes, consignas, imágenes, comunicados y reclamos de todo género, hemos de aprender a poner en el centro de nuestras comunidades la Palabra viva, concreta e inconfundible de Jesús, nuestro único Señor.

Pero no basta escuchar su voz. Es necesario seguir a Jesús. Ha llegado el momento de decidirnos entre contentarnos con una «religión burguesa» que tranquiliza las conciencias pero ahoga nuestra alegría, o aprender a vivir la fe cristiana como una aventura apasionante de seguir a Jesús.

La aventura consiste en creer lo que él creyó, dar importancia a lo que él dio, defender la causa del ser humano como él la defendió, acercarnos a los indefensos y desvalidos como él se acercó, ser libres para hacer el bien como él, confiar en el Padre como él confió y enfrentarnos a la vida y a la muerte con la esperanza con que él se enfrentó.

Si quienes viven perdidos, solos o desorientados pueden encontrar en la comunidad cristiana un lugar donde se aprende a vivir juntos de manera más digna, solidaria y liberada siguiendo a Jesús, la Iglesia estará ofreciendo a la sociedad uno de sus mejores servicios.

4 Pascua - C
(Juan 10,27-30)
José Antonio Pagola

IV DOMINGO DE PASCUA: EL BUEN PASTOR
JORNADA MUNDIAL DE ORACIÓN POR LAS VOCACIONES

(Act 13, 14. 43-52; Sal 99; Apc 7, 9. 14b-17; Jn 10, 27-30

EL PASTOR BUENO
Tengo muy reciente el impacto de las imágenes de primavera en la Tierra de Jesús. Casi siempre he hecho la peregrinación en verano o en otoño, pero esta vez al haber sido en la semana de Pascua, he podido contemplar un paisaje inédito para mí, al ver los montes verdes, cubiertos de hierba, y las reses pastando por los prados, circunstancia que hace más fácil poner imágenes al salmo que canta al Pastor bueno que conduce a sus ovejas a verdes praderas y a fuentes tranquilas.

Si ubicamos el signo de la multiplicación de los panes en una pradera, junto a siete fuentes, podemos interpretar dónde y cómo cuida y alimenta el Buen Pastor a quienes le siguen, con la donación total de sí mismo, hecho alimento y bebida.

Una imagen que representa a Jesús en el arte paleocristiano es precisamente la del Buen Pastor; así lo hemos contemplado a la entrada del teatro de Cesarea Marítima, donde se expone el hallazgo de una escultura de mármol blanco, algo deteriorada, pero que permite apreciar muy bien la figura del pastor que lleva sobre los hombros una oveja.

Este Año Jubilar de la Misericordia se nos propone como logo la imagen de Dios que carga a Adán, y en él, a la humanidad entera. Interpreto la intuición del artista: el Creador lleva sobre sus hombros a su criatura y al ponérsela simbólicamente como vestido sagrado, como estola, nos muestra el amor de Dios al hombre.

El Evangelio de San Juan pone en labios de Jesús la declaración: “Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano”.

Si esta declaración se lee en un contexto mayor, descubrimos cómo se revela Dios a través de su Hijo, quien personaliza al Pastor bueno que apacienta sus ovejas y las cuida hasta el extremo de morir por ellas.

El texto del Apocalipsis señala: “Ya no pasarán hambre ni sed, no les hará daño el sol ni el bochorno. Porque el Cordero que está delante del trono será su pastor, y los conducirá hacia fuentes de aguas vivas”. El pasto y el alimento que nos da el Señor es su Palabra y su Cuerpo entregado, representados en el sacrificio del Cordero Pascual.

Pidamos al Pastor bueno que siga suscitando en su Iglesia pastores según su corazón, para que no le falte al pueblo de Dios la mediación entrañable de su cuidado.

Homilía para el Cuarto Domingo de Pascua - C

Hech 13, 14.43-52; Ap 7, 9.14-17; Jn 10, 27-30 

Nexo entre las lecturas
¡El Buen Pastor! Éste es el símbolo de Jesucristo que la liturgia de hoy resalta. Es el Buen Pastor, que conoce a sus ovejas y da la vida por ellas (Evangelio). Es el Buen Pastor que a todos quiere salvar, tanto a las ovejas judías como a las paganas, y a todos ofrece su vida (primera lectura). Es el Buen Pastor, que apacienta a sus ovejas no sólo en esta tierra, sino también en el cielo, conduciéndolas a las fuentes de aguas vivas (segunda lectura).

Mensaje doctrinal
Las mirabilia del Buen Pastor. En la historia de Israel se habla mucho de las mirabilia Dei, de los grandes portentos que Dios hizo en favor de su pueblo. Es legítimo hablar también de las mirabilia Boni Pastoris. Veamos algunas que nos señalan los textos litúrgicos.

1. Yo conozco a mis ovejas. El carácter comunitario y social de la fe, no disminuye para nada el carácter personal de la relación del Buen Pastor con cada una de sus ovejas. Porque el conocer, en la lengua hebrea, implica además el amar, el desear el bien de la persona, el sentir afecto por ella. Es decir, sólo se puede llegar a conocer a una persona en el ámbito de la relación íntima y personal. Cuando el hombre es conocido de esa manera por Jesucristo, en virtud del carácter recíproco de toda relación personal, entra también en el mundo de la intimidad de Jesucristo, le escucha con atención y le sigue con fidelidad, alegría y agradecimiento. En el Evangelio de san Juan, por otra parte, el conocer casi se identifica con el creer. Jesucristo tiene confianza, se fía de sus ovejas, porque las ama y se siente amado por ellas. Y, sobre todo, las ovejas confían en Cristo, y le confiesan como su Salvador y Señor.

2. Yo les doy la Vida Eterna. El don más grande que Dios nos ha concedido es el de la vida. Pero esta vida dura unos años y luego... ¿Reinará la muerte sobre el hombre? ¿Volverá a la nada de la que Dios lo sacó al crearle? Es una pregunta que encuentra respuesta en Cristo resucitado. Él es el Señor de la vida, el Viviente. Siendo Señor de la vida, puede disponer de ella y darla a los que ama y confían en Él. Cristo nos hace partícipes de su misma vida, la que no está sometida al dominio de la muerte, la vida eterna. En el Apocalipsis leemos: "El Cordero (Cristo muerto y resucitado) que está en medio del trono los apacentará y los conducirá a fuentes de aguas vivas". La vida eterna es la misma vida de Cristo, que ya está presente en nosotros por el bautismo y por la gracia, y que adquirirá forma plena en el más allá de la existencia terrena. Como la vida terrena es un don precioso del Padre, la vida eterna es un don estupendo de Cristo resucitado.

3. Nadie puede arrabatármelas. Ningún poder, humano, angélico, diabólico, está por encima del poder de Cristo resucitado. Un poder que Cristo ha recibido del Padre omnipotente. Querer arrebatar a Jesucristo sus ovejas, equivaldría a arrebatárselas a Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo. ¡Algo absurdo! Los hombres pueden cortar el hilo de esta vida, pero no pueden arrancar de las manos del Padre el disponer de la vida eterna. Los ángeles, como nos enseña el catecismo, están al servicio de Dios: "Con todo su ser, los ángeles son servidores y mensajeros de Dios" (CEC 329) y del hombre: "Desde la infancia a la muerte, la vida humana está rodeada de su custodia y de su intercesión" (CEC 336). El demonio, finalmente, aunque sea una criatura poderosa, por el hecho de ser espíritu puro, no puede impedir la edificación del Reino de Dios, no puede arrebatar de las manos de Cristo a sus ovejas, porque "el poder de Satán no es infinito" (CEC 395). Sólo y únicamente el hombre en su libertad puede escaparse del rebaño de Cristo y sustraerse de las manos bondadosas del Padre. El texto de los Hechos de los Apóstoles da fe de ello: "Los judíos se pusieron a rebatir con insultos las palabras de Pablo". ¡Qué poder tan tremendo el de la libertad, que puede hacer inútiles las mirabilia del Buen Pastor!

Sugerencias pastorales
1. ¡No tengáis miedo al Buen Pastor! El misterio de Cristo sobrepasa la mente humana. Por este motivo, el Nuevo Testamento recurre a tantas figuras y símbolos para expresar algo de su infinita riqueza. Se nos habla de Cristo maestro y profeta, Dios y Señor, luz y vida, alfa y omega, Salvador y Enmanuel, y así otros muchos. Uno de los más dulces nombres de Cristo es el de Buen Pastor. Es un nombre que gusta mucho a los niños, y que de ninguna manera desagrada a los adultos, porque la alegoría del Buen Pastor en el Evangelio de san Juan es el equivalente de la parábola del hijo pródigo en el Evangelio de san Lucas.

¿Quién hay que pueda tener miedo de Cristo, Buen Pastor, si lo único que busca y por lo que se desvive es por nuestro mayor bien? Es verdad que algunas verdades de nuestra fe pueden parecernos difíciles, pero no tengas miedo a las dificultades, el Buen Pastor te ayudará a entenderlas un poquito más, a aceptarlas con amor y alegría, como un regalo magnífico, y sobre todo a vivirlas con pasión y entrega. Puede ser que algunas enseñanzas morales del cristianismo sean costosas, duras, contra corriente, pero el mismo Buen Pastor, que te alimenta con estas verdades, te dará la fuerza para asimilarlas y llevarlas a la práctica en tu vida cotidiana. Puede ser que alguna vez te extravíes o desfallezcas en el camino de la vida, pero no tengas miedo en volver a Cristo, que Él te pondrá sobre sus hombros y será feliz de haberte recuperado. ¡No tengas miedo! El Buen Pastor está dispuesto a todo, a todo, por amor a ti, por tu bien.

2. ¡El martirio posible: don y libertad! La vocación cristiana por fuerza propia lleva ínsita en sí la vocación al martirio. Es por tanto, una posibilidad, a veces muy real y hasta cercana, para todo cristiano, allí donde esté. Y no pensemos que los mártires son posibles sólo en América hispana, Asia, África y Europa del Este. Cada año no son pocos los que han confesado su fe con el martirio en diversos continentes. En el mundo hay muchos que mueren violentamente, pero no son mártires; esto es un don de Cristo crucificado y exaltado a la derecha de Dios. Si el Crucificado no nos atrae hacia el martirio, no nos otorga esta semejanza suprema a Él, ni siquiera tendremos la posibilidad de ser mártires. Al don divino se añade la libertad humana, porque el martirio es un acto de soberana libertad. Nadie es coaccionado a morir mártir. Se llega a ser mártir, sólo si se es libre y se ama de veras. Existe el martirio cruento, posible para todos, efectivo sólo en algunos. Y existe el martirio incruento, posible y efectivo para todos: el martirio del deber cumplido, de la coherencia entre la fe y la vida, del testimonio constante, de vivir siempre en la verdad, de amar a los enemigos (políticos, ideológicos, religiosos, parroquiales...). Cualquiera que sea tu martirio, bebe el Cáliz por Cristo y con Cristo.

Santa Kateri Tekakwitha

Kateri Tekakwitha (1656-1680), laica, india de América del Norte (Estados Unidos y Canadá), llamada también “lirio de los Mohawks”, muerta tres años después de su bautismo. La América norteamericana ya tiene su santa india. Una figura extraordinaria llena de encanto, testigo de lo que la gracia divina hace en quien, con toda la inocencia de una juventud incontaminada, se deja llevar por su impulso. Kateri Tekakwitha vivió mucho en pocos años. Murió consagrada a Dios a los 24 años. En el inmenso territorio descubierto en el siglo XVI, se establecieron poco a poco colonias de todas las procedencias, ambicionando establecerse en aquellas grandes praderas. En medio de la presencia holandesa y luego inglesa, vivió una joven india mohawk. La santa ha realizado muchos milagros privados. La conocida como “el lirio de los mohawks” tiene su santuario nacional en Fonda, Nueva York. Fue fundado en honor de Kateri, en el lugar donde fue bautizada el domingo de Pascua, 5 de abril de 1676, y aquí vivió sus años de adolescencia. Kateri nació en 1656 de una madre algonquina cristiana --raptada por los iroqueses y casada con un jefe mohawk--, en la aldea fortificada de Mohawk Canaouaga u Ossernenon (moderna Auriesville), en el actual estado de Nueva York. Cuando sólo tenía cuatro años, quedó huérfana, debido a una epidemia de viruela. Kateri sobrevivió pero quedó marcada de cicatrices y con una visión reducida.

Kateri fue apodada "tekakwitha", que significa "la que choca contra las cosas". Fue acogida por su tío, que se oponía duramente a la evangelización. Cuando Kateri tenía diez años, en 1666, una partida de guerra compuesta de soldados franceses e indios hostle de Canadá destruyó las fortalezas mohawk en la orilla sur del río Mohawk. Los mohawks supervivientes se trasladaron a la parte norte del río. Kateri vivió en Caughnawaga, sede del actual santuario, los siguientes diez años. Cuando tenía 18 años, inició la catequesis en secreto y finalmente su tío dio su consentimiento para que se convirtiera al cristianismo, a condición de saliera del pueblo indio. Tras caminar unos 320 kilómetros por el bosque hasta llegar a Sault Ste. Marie, un pueblo cristiano cerca deMontreal, en 1677. El asentamiento indio era conocido como Kahnawake, al otro lado del río San Lorenzo, fue denominado "El pueblo de los indios que rezan".

El día de Navidad de 1677, Kateri hizo la primera comunión y, en la Fiesta de la Anunciación de 1679, hizo voto de virginidad perpetua. Se ofreció a la Santísima Virgen María para que la aceptara como hija. En los últimos años de su vida, soportó un gran sufrimiento por una enfermedad grave. Murió el 17 de abril de 1680, poco antes de cumplir 24 años, y fue enterrada en Kahnawake, Quebec, Canadá. Sus palabras finales fueron: "Jesús, María, os amo". Para saber más, la página de la beata está en inglés: http://www.katerishrine.com/.

Oremos
Concédenos, Señor, un conocimiento profundo y un amor intenso a tu santo nombre, semejantes a los que diste a Catalina Tekakwitha, para que así, sirviéndote con sinceridad y lealtad, a ejemplo suyo también nosotros te agrademos con nuestra fe y con nuestras obras. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

Calendario  de  Fiestas Marianas: Nuestra Señora de Haut (1267). Los Siete Gozos  de Nuestra Señora (Siglo II).

La historia del Pastor y las ovejas
Juan 10, 27-30. Domingo IV Semana de Pascua C. Jesús es nuestro Pastor, pero nosotros tenemos que esforzarnos por ser ovejas buenas.


Oración introductoria
Señor, esta meditación es una oportunidad para continuar celebrando tu Pascua de Resurrección. Saber que me amas, que me pides mi ayuda en la nueva evangelización y que esperas tanto de mí me anima a ofrecerte mi fe y devoción. Te agradezco y te bendigo por todo tu amor.

Petición
Señor, mi buen pastor, concédeme tener siempre mi conciencia clara: ¡Soy conocido y amado infinitamente!

Meditación del Papa Francisco
Cristo es el verdadero pastor, que realiza el modelo más alto de amor por el rebaño: Él dispone libremente de su vida, nadie se la quita, sino que la dona a favor de las ovejas. En abierta oposición a los falsos pastores, Jesús se presenta como el verdadero y único pastor del pueblo: el mal pastor piensa en sí mismo y explota a las ovejas; el pastor bueno piensa en sus ovejas y se dona a sí mismo. A diferencia del mercenario, Cristo pastor es un guía pensativo que participa en la vida de su rebaño, no busca otro interés, no tiene otra ambición que la de guiar, alimentar y proteger a sus ovejas. Y todo esto al precio más alto, el del sacrificio de la propia vida.

En la figura de Jesús, buen pastor, nosotros contemplamos la Providencia de Dios, su preocupación paterna por cada uno de nosotros. La consecuencia de esta contemplación de Jesús Pastor verdadero y bueno, es la exclamación de asombro conmovido que encontramos en la segunda Lectura de la liturgia de hoy: “Mirad qué amor nos ha tenido el Padre, mirad qué amor nos ha tenido el Padre, …” Es realmente un amor sorprendente y misterioso, porque donándonos Jesús como Pastor que da la vida por nosotros, ¡el Padre nos ha dado todo lo más grande y precioso que podía darnos! Es el amor más alto y más puro, porque no está motivado por ninguna necesidad, no está condicionado por ningún cálculo, no es atraído por ningún deseo de intercambio interesado. Frente a este amor de Dios, nosotros experimentamos una alegría inmensa y nos abrimos al reconocimiento por lo que hemos recibido gratuitamente.(Papa Francisco Regina Coeli,IV Domingo de Pascua 2014)

Reflexión
Seguramente todos habremos visto, en más de una ocasión, un rebaño de ovejas pastando. Una enorme masa de algodón sobre una alfombra verde, natural, y un pastor que las apacienta. Es una escena muy hermosa y pintoresca, y no deja de suscitarnos un sentimiento de simpatía, sobre todo cuando vemos a las ovejillas casi recién nacidas brincando entre las demás ovejas del rebaño.

Es una imagen lírica y bucólica que ha inspirado a muchos poetas, músicos y artistas como tema de sus composiciones. Baste recordar, por ejemplo, las famosas Églogas del gran poeta latino Virgilio, la novela pastoril “La Galatea”, de Cervantes; o tantas otras obras literarias que describen bellamente la vida del campo: Boscán, Garcilaso de la Vega, Góngora, Tirso de Molina, Lope de Vega. En la música, tenemos la magistral Sexta Sinfonía de Beethoven, también llamada “Pastoral”. Y en el campo de la pintura, tantísimos cuadros de todas las épocas: Fra Angélico, Giotto, Botticelli, Monet, Degas y miles más.

Pero mucho antes que todos estos personajes del arte y de las letras, alguien más habló de pastores y de ovejas, y de una manera muchísimo más profunda y sublime: nuestro Señor Jesucristo. Y también los profetas. En su lenguaje teológico-espiritual, el Pastor es Dios, y las ovejas, el pueblo elegido. Y en la predicación del Señor, el Pastor es Él mismo y las ovejas, nosotros, su Iglesia.

El profeta Ezequiel, por ejemplo, tiene todo un capítulo de su libro en donde habla de los malos pastores que se apacientan a sí mismos –o sea, los falsos guías del pueblo, que vinieron antes de nuestro Señor-; y, en contraposición, nos presenta al pastor fiel, que es el mismo Dios. De éste se expresa con tonos muy delicados: "Yo mismo –dice el Señor- iré a buscar a mis ovejas y las reuniré. Como recuenta el pastor a sus ovejas el día en que la tormenta dispersa a la grey, así recontaré yo a mis ovejas, y las pondré a salvo en todos los lugares en que fueron dispersadas el día del vendaval... Yo mismo apacentaré a mis ovejas y yo mismo las llevaré a la majada –dice el Señor Yahvé-. Buscaré a la oveja perdida, traeré a la extraviada, vendaré a la herida, curaré a la enferma y guardaré a las fuertes y robustas" (Ez 34, 11-12. 15-16). Y continúa así todo el capítulo. Imagen perfecta de este pastor es nuestro Señor Jesucristo.

El evangelio de Juan nos presenta, por su parte, el hermoso discurso de Jesús en donde Él mismo se define como el buen Pastor, el verdadero. Éste apacienta a sus ovejas con amor, fidelidad, justicia y misericordia. A éste lo conocen las ovejas, oyen su voz y las ovejas lo siguen; no hacen caso a los extraños porque no conocen su voz (Jn 10, 1-6).

Y "conocer", en lenguaje bíblico, es mucho más profundo que en nuestra lengua vernácula. Es el conocimiento del amor, de la intimidad, de la familiaridad, de la entrega total por el amado. Así lo expresa a continuación Jesús: "Yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia.Yo soy el buen Pastor; el buen pastor da la vida por sus ovejas… Yo soy el buen Pastor, y conozco a las mías, y las mías me conocen a mí… y pongo mi vida por las ovejas" (Jn 10, 10-15).

Estas palabras nos evocan la bellísima oración del Salmo 23: "El Señor es mi Pastor, nada me falta. Me hace recostar en verdes pastos y me lleva a frescas aguas. Recrea mi alma, me guía por senderos seguros por el amor de su nombre. Aunque camine por cañadas tenebrosas, no temo mal alguno, porque Tú estás conmigo. Tu vara y tu cayado son mis consuelos". ¡Qué delicia y qué seguridad ser apacentados por un Pastor así!

La imagen del buen Pastor ha sido representada miles de veces en el arte cristiano de todos los tiempos: en pinturas, esculturas, iconos… y también en la literatura de los Santos Padres, de los teólogos y de los poetas.

San Agustín, por ejemplo, tiene un estupendo sermón en el que comenta el capítulo 34 de Ezequiel, que acabamos de citar, en donde dice: "Para vosotros, como obispo, soy vuestro pastor; pero con vosotros, como cristiano, soy también oveja del rebaño de Cristo".

Hace poco me escribió un amigo y me envió un soneto compuesto por él mismo. Me gustó mucho, y creo que hoy nos viene como anillo al dedo. Dice así: "Tú me dices, Señor: Pace confiado,/ sólo sigue mi voz y su latido,/ siega el tacto voraz y el fino oído,/ ven a mi fuente y quedarás saciado,/ que aquí tengo tu sitio reservado./ Reposa en mí tu corazón dolido,/ en mi pecho adormece tu gemido/ y deja, calmo, el sueño a mi cuidado./ Yo soy el Pastor que guarda Su ganado/ y busca el corderillo lacerado,/ con música de flautas atraído/ y entre zarzas y espinos atrapado./ Tu mano firme hunde en mi costado./ No dudes más, aún tengo el pecho herido".

Este poema me hizo recordar aquel otro soneto, de Lope de Vega, de una inspiración religiosa de altos vuelos, que comienza así: "Pastor, que con tus silbos amorosos/ me despertaste del profundo sueño:/ tú que hiciste cayado de este leño/ en que tiendes los brazos poderosos"...

Sí, Jesucristo es nuestro buen Pastor. Él ha dado su vida y su sangre por nosotros, para redimirnos de nuestros pecados, para darnos vida eterna. Hemos sido comprados al precio de la sangre de Cristo –como nos dice san Pedro en su primera epístola (I Pe 1, 18-19). Por eso, sus ovejas "no perecerán para siempre y nadie las arrebatará de su mano". Pero, para ello, también nosotros tenemos que esforzarnos por ser ovejas buenas de este buen Pastor. Dejémonos, pues, apacentar y conquistar por Él siendo dóciles en el cumplimiento amoroso de su santísima voluntad sobre nosotros. Seamos buenas ovejas por nuestra fe y amor a Él, por la obediencia, la vida de gracia y la fidelidad sincera a sus mandamientos.

Mensaje del Santo Padre Francisco para la 53 Jornada Mundial de Oración por la Vocaciones

La Iglesia, madre de las vocaciones. 17 de abril 2016

Por: S.S. Papa Francisco | Fuente: http://w2.vatican.va 
La Iglesia, madre de vocaciones

Queridos hermanos y hermanas:

Cómo desearía que, a lo largo del Jubileo Extraordinario de la Misericordia, todos los bautizados pudieran experimentar el gozo de pertenecer a la Iglesia. Ojalá puedan redescubrir que la vocación cristiana, así como las vocaciones particulares, nacen en el seno del Pueblo de Dios y son dones de la divina misericordia. La Iglesia es la casa de la misericordia y la «tierra» donde la vocación germina, crece y da fruto.

Por eso, invito a todos los fieles, con ocasión de esta 53ª Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, a contemplar la comunidad apostólica y a agradecer la mediación de la comunidad en su propio camino vocacional. En la Bula de convocatoria del Jubileo Extraordinario de la Misericordia recordaba las palabras de san Beda el Venerable referentes a la vocación de san Mateo: misereando atque eligendo(Misericordiae vultus, 8). La acción misericordiosa del Señor perdona nuestros pecados y nos abre a la vida nueva que se concreta en la llamada al seguimiento y a la misión. Toda vocación en la Iglesia tiene su origen en la mirada compasiva de Jesús. Conversión y vocación son como las dos caras de una sola moneda y se implican mutuamente a lo largo de la vida del discípulo misionero.

El beato Pablo VI, en su exhortación apostólica Evangelii nuntiandidescribió los pasos del proceso evangelizador. Uno de ellos es la adhesión a la comunidad cristiana (cf. n. 23), esa comunidad de la cual el discípulo del Señor ha recibido el testimonio de la fe y el anuncio explícito de la misericordia del Señor. Esta incorporación comunitaria incluye toda la riqueza de la vida eclesial, especialmente los Sacramentos. La Iglesia no es sólo el lugar donde se cree, sino también verdadero objeto de nuestra fe; por eso decimos en el Credo: «Creo en la Iglesia».

La llamada de Dios se realiza por medio de la mediación comunitaria. Dios nos llama a pertenecer a la Iglesia y, después de madurar en su seno, nos concede una vocación específica. El camino vocacional se hace al lado de otros hermanos y hermanas que el Señor nos regala: es una con-vocación. El dinamismo eclesial de la vocación es un antídoto contra el veneno de la indiferencia y el individualismo. Establece esa comunión en la cual la indiferencia ha sido vencida por el amor, porque nos exige salir de nosotros mismos, poniendo nuestra vida al servicio del designio de Dios y asumiendo la situación histórica de su pueblo santo.

En esta jornada, dedicada a la oración por las vocaciones, deseo invitar a todos los fieles a asumir su responsabilidad en el cuidado y el discernimiento vocacional. Cuando los apóstoles buscaban uno que ocupase el puesto de Judas Iscariote, san Pedro convocó a ciento veinte hermanos (Hch. 1,15); para elegir a los Siete, convocaron el pleno de los discípulos (Hch. 6,2)San Pablo da a Tito criterios específicos para seleccionar a los presbíteros (Tt 1,5-9). También hoy la comunidad cristiana está siempre presente en el surgimiento, formación y perseverancia de las vocaciones (cfr. Exhort. ap. Evangelii gaudium107).

La vocación nace en la Iglesia. Desde el nacimiento de una vocación es necesario un adecuado «sentido» de Iglesia. Nadie es llamado exclusivamente para una región, ni para un grupo o movimiento eclesial, sino al servicio de la Iglesia y del mundo. Un signo claro de la autenticidad de un carisma es su eclesialidad, su capacidad para integrarse armónicamente en la vida del santo Pueblo fiel de Dios para el bien de todos(ibíd., 130). Respondiendo a la llamada de Dios, el joven ve cómo se amplía el horizonte eclesial, puede considerar los diferentes carismas y vocaciones y alcanzar así un discernimiento más objetivo. La comunidad se convierte de este modo en el hogar y la familia en la que nace la vocación. El candidato contempla agradecido esta mediación comunitaria como un elemento irrenunciable para su futuro. Aprende a conocer y a amar a otros hermanos y hermanas que recorren diversos caminos; y estos vínculos fortalecen en todos la comunión.

La vocación crece en la Iglesia. Durante el proceso formativo, los candidatos a las distintas vocaciones necesitan conocer mejor la comunidad eclesial, superando las percepciones limitadas que todos tenemos al principio. Para ello, es oportuno realizar experiencias apostólicas junto a otros miembros de la comunidad, por ejemplo: comunicar el mensaje evangélico junto a un buen catequista; experimentar la evangelización de las periferias con una comunidad religiosa; descubrir y apreciar el tesoro de la contemplación compartiendo la vida de clausura; conocer mejor la misión ad gentes por el contacto con los misioneros; profundizar en la experiencia de la pastoral en la parroquia y en la diócesis con los sacerdotes diocesanos. Para quienes ya están en formación, la comunidad cristiana permanece siempre como el ámbito educativo fundamental, ante la cual experimentan gratitud.

La vocación está sostenida por la Iglesia. Después del compromiso definitivo, el camino vocacional en la Iglesia no termina, continúa en la disponibilidad para el servicio, en la perseverancia y en la formación permanente. Quien ha consagrado su vida al Señor está dispuesto a servir a la Iglesia donde esta le necesite. La misión de Pablo y Bernabé es un ejemplo de esta disponibilidad eclesial. Enviados por el Espíritu Santo desde la comunidad de Antioquía a una misión (Hch 13,1-4), volvieron a la comunidad y compartieron lo que el Señor había realizado por medio de ellos (Hch 14,27). Los misioneros están acompañados y sostenidos por la comunidad cristiana, que continúa siendo para ellos un referente vital, como la patria visible que da seguridad a quienes peregrinan hacia la vida eterna.

Entre los agentes pastorales tienen una importancia especial los sacerdotes. A través de su ministerio se hace presente la palabra de Jesús que ha declarado: Yo soy la puerta de las ovejas… Yo soy el buen pastor(Jn 10, 7.11). El cuidado pastoral de las vocaciones es una parte fundamental de su ministerio pastoral. Los sacerdotes acompañan a quienes están en buscan de la propia vocación y a los que ya han entregado su vida al servicio de Dios y de la comunidad.

Todos los fieles están llamados a tomar conciencia del dinamismo eclesial de la vocación, para que las comunidades de fe lleguen a ser, a ejemplo de la Virgen María, seno materno que acoge el don del Espíritu Santo (cf Lc 1,35-38). La maternidad de la Iglesia se expresa a través de la oración perseverante por las vocaciones, de su acción educativa y del acompañamiento que brinda a quienes perciben la llamada de Dios. También lo hace a través de una cuidadosa selección de los candidatos al ministerio ordenado y a la vida consagrada. Finalmente es madre de las vocaciones al sostener continuamente a aquellos que han consagrado su vida al servicio de los demás.

Pidamos al Señor que conceda a quienes han emprendido un camino vocacional una profunda adhesión a la Iglesia; y que el Espíritu Santo refuerce en los Pastores y en todos los fieles la comunión eclesial, el discernimiento y la paternidad y maternidad espirituales: Padre de misericordia, que has entregado a tu Hijo por nuestra salvación y nos sostienes continuamente con los dones de tu Espíritu, concédenos comunidades cristianas vivas, fervorosas y alegres, que sean fuentes de vida fraterna y que despierten entre los jóvenes el deseo de consagrarse a Ti y a la evangelización. Sostenlas en el empeño de proponer a los jóvenes una adecuada catequesis vocacional y caminos de especial consagración. Dales sabiduría para el necesario discernimiento de las vocaciones de modo que en todo brille la grandeza de tu amor misericordioso. Que María, Madre y educadora de Jesús, interceda por cada una de las comunidades cristianas, para que, hechas fecundas por el Espíritu Santo, sean fuente de auténticas vocaciones al servicio del pueblo santo de Dios. Vaticano, 29 de noviembre de 2015. Primer Domingo de Adviento


Papa, en la ventana

Pide la ayuda de Dios a las víctimas de los terremotos de Ecuador y de Japón
El Papa recuerda a los refugiados en el Regina coeli: "¡He visto tanto dolor!"
Cuenta el caso del marido d euna mujer degollada por no renegar de su fe: "Es una mártir"

José Manuel Vidal, 17 de abril de 2016 a las 11:49

Y vosotros, jóvenes, pensad si el Señor no es llama a consagrar la vida a su servicio en el sacerdocio o en la vida consagrada

(José M. Vidal).- Regina Coeli del Papa en San Pedro tras la "triste" visita a los refugiados de la isla-prisión de Lesbos. El Papa confiesa: "¡He visto tanto dolor!". Y cuenta el caso del marido musulmán de una mujer cristiana degollada por los terroristas por no renegar de su fe: "Es una mártir". También recuerda y reza por las víctimas de los terremotos de Ecuador y de Japón.

"Nadie puede llamarse seguidor de Jesús, si no escucha su voz" subrayó el Pontífice en su catequesis y explicó que la imagen del pastor indica la estrecha relación que Jesús quiere establecer con cada uno de nosotros porque Él es nuestro guía y salvador, así como nuestra vida es plenamente segura en las manos de Jesús y del Padre, que son una sola cosa, rebelados para siempre en el sacrificio de la cruz."

Un misterio que se renueva siempre en la Eucaristía - afirmó - de la cual las ovejas se nutren y donde se vuelven una sola cosa entre ellas y con el Buen Pastor.

"¡Nadie podrá arrancarnos de las manos de Jesús, porque nada ni nadie puede vencer su amor!" aseguró Francisco, y finalmente pidió que la Virgen que ha escuchado y seguido la voz de Jesús, "nos ayude a recibir con alegría la invitación de Jesús a transformarnos en sus discípulos, y a vivir siempre en la certeza de ser en las manos paternas de Dios".

Texto completo de las palabras del Papa antes de la oración del Regina Coeli
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El Evangelio de hoy (Jn 10,27-30) nos ofrece algunas expresiones pronunciadas por Jesús durante la fiesta de la dedicación del templo de Jerusalén, que se celebraba al final de diciembre. Él se encuentra precisamente en la zona del templo, y quizás aquel espacio sagrado cercado le sugiere la imagen del rebaño del pastor. Jesús se presenta como el Buen Pastor y dice: "Mis ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy Vida eterna: ellas no perecerán jamás y nadie las arrebatará de mis manos" (v. 27-28). Estas palabras nos ayudan a comprender que nadie puede llamarse seguidor de Jesús, si no escucha su voz. Y este ‘escuchar' no debe ser entendido en manera superficial, sino cautivante, al punto de hacer posible un verdadero conocimiento reciproco, del cual puede nacer una serie generosa, expresada en las palabras "y ellas me siguen" (v. 27). ¡Se trata de una escucha no sólo del oído sino de una escucha del corazón!

Por lo tanto, la imagen del pastor y de las ovejas indica la estrecha relación que Jesús quiere establecer con cada uno de nosotros. Él es nuestra guía, nuestro maestro, nuestro amigo, nuestro modelo, pero sobre todo, es nuestro Salvador. En efecto, la frase siguiente del pasaje evangélico afirma: "Yo les doy Vida eterna: ellas no perecerán jamás y nadie las arrebatará de mis manos" (v. 28). ¿Quién puede hablar así? Solamente Jesús, porque la ‘mano' de Jesús es una sola cosa con la ‘mano' del Padre y el Padre es "superior a todos" (v. 29).

Estas palabras nos comunican un sentido de absoluta seguridad y de inmensa ternura. Nuestra vida es plenamente segura en las manos de Jesús y del Padre, que son una sola cosa: un único amor, una única misericordia, rebelados para siempre en el sacrificio de la cruz. Para salvar las ovejas perdidas que somos todos nosotros, el Pastor se hizo cordero y se dejó inmolar para tomas sobre él y sacar el pecado del mundo. ¡En este modo Él nos ha donado la vida, pero la vida en abundancia! (cfr Jn 10,10). Este misterio se renueva, en una humildad siempre sorprendente, en la Eucaristía. Es allí que las ovejas se reúnen para nutrirse, es allí que se hace una sola cosa, entre ellos y con el Buen Pastor.

Por esto no tenemos más miedo: nuestra vida está ya salvada de la perdición. Nada y nadie podrá arrancarnos de las manos de Jesús, porque nada y nadie puede vencer su amor. ¡El amor de Jesús es invencible! El maligno, el gran enemigo de Dios y de sus criaturas, prueba arrancarnos la vida eterna en muchos modos. Pero el maligno no puede nada si no somos nosotros a abrirle las puertas de nuestra alma, siguiendo sus adulaciones engañadoras.

La Virgen María ha escuchado y seguido dócilmente la voz del Buen Pastor. Que ella nos ayude a recibir con alegría la invitación de Jesús a transformarnos en sus discípulos, y a vivir siempre en la certeza de ser en las manos paternas de Dios.
 

Algunas palabras de los saludos del Papa tras el Regina Coeli

"He llevado la solidaridad de la Iglesia a los prófugos y al pueblo griego"
"Estaban conmigo el Patriarca Bartolomé  y el arzobispo de Atenas, para significar la unidad en la caridad"
"Visitamos uno de los campos de refugiados"
"Saludamos alrededor de 300 refugiados, uno a uno"
"Muchos de ellos eran niños"
"Algunos asistieron a la muerte de sus padres. Algunos ahogados en el mar"
"He visto tanto dolor"
"Quiero contar un caso: Un joven de menos de 40 años. Lo encontré ayer con sus dos hijos. Es musulmán y me contó que estaba casado con una mujer cristiana. Se amaban y se respetaban. Pero su mujer fue degollada por los terroristas porque no quiso negar a Cristo y abandonar su fe. Es una mártir. Y aquel hombre lloraba tanto..."

"Esta noche, un violento terremoto ha golpeado Ecuador, causansuadno víctimas y daños. Recemos por su población y por la de Jaón, donde también hubo terremotos...Que Dios les de fuerza"

"Jornada mundial de oración por las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada"
"Ordené esta mañana 11 nuevos sacerdotes"
"Invito a todos los sacerdotes a participar en su Jubileo en los primeros tres días de junio"
"Y vosotros, jóvenes, pensad si el Señor no es llama a consagrar la vida a su servicio en el sacerdocio o en la vida consagrada"
"Saludo, especialmente, a los fieles de Madrid, Sao Paulo y Varsovia..."
"Cercano a tantas familias preocupadas por el problema del paro"
"Que prevalezca siempre la dignidad de la persona humana y no los intereses particulares"

Texto completo de la homilía del papa Francisco en la ordenación de 11 diáconos

El Santo Padre invita a los nuevos 11 ordenados a transmitir la misericordia de Dios

El santo padre Francisco ordenó en este cuarto domingo de Pascua a 11 diáconos. En la misa que coincide con la 53° Jornada Mundial de Oración por las vocaciones, el Papa les pidió a los nuevos ordenados que sean misericordiosos, muy misericordiosos, y que no se olviden que fueron llamados uno a uno por Cristo, no para hacer su comodidad sino para servir a los otros.

A continuación el texto completo de la homilía el Santo Padre
“Queridos hermanos, Estos nuestros hijos han sido llamados al orden presbiteral. Como ustedes saben el Señor Jesús es el solo sumo sacerdote del Nuevo Testamento, peo también en Él todo el pueblo santo de Dios ha sido constituido pueblo sacerdotal.

Sin embargo, entre todos sus discípulos, el Señor Jesús quiso elegir algunos en particular, para que ejercitando públicamente en la Iglesia en su nombre el oficio sacerdotal a favor de todos los hombres, continuaran su misión personal de maestro, sacerdote y pastor.

Después de una madura reflexión ahora estamos por elevar al orden presbiterial a estos nuestros hermanos, de manera que al servicio de Cristo, maestro, sacerdote, pastor, cooperen a edificar el Cuerpo de Cristo que es la Iglesia en el pueblo de Dios y Templo santo del Espíritu Santo. Ellos serán configurados en Cristo sumo y eterno sacerdote, o sea serán consagrados como verdaderos sacerdotes del Nuevo Testamento, y con este título, que les une en el sacerdocio al obispo, serán predicadores del Evangelio, pastores del pueblo de Dios, y presidirán las acciones de culto, especialmente en las celebraciones del Sacrificio del Señor. A vosotros, hijos y hermanos dilectísimos que vais a ser promovidos al orden del presbiterado, considerad que ejercitando el ministerio de la sagrada doctrina seréis partícipes de la misión de Cristo, único maestro. Dad a todos esa Palabra de Dios, que vosotros mismos habéis recibido con alegría. Haced memoria de vuestra historia, de aquel don de la palabra que el Señor les dio, a través de la mamá, de la abuela, de los catequistas, de toda la Iglesia. Leed y meditad asiduamente la palabra del Señor para creer lo que habéis leído, enseñad lo que habéis aprendido de la fe, vivir lo que habéis enseñado. Esto sea el alimento para el pueblo de Dios, vuestra doctrina alegría y apoyo a los fieles y a Cristo, el perfume de vuestra vida porque con la palabra y el ejemplo, que van juntos, la palabra y el ejemplo, edificareis la casa de Dios, que es la Iglesia.

Vosotros continuaréis la obra santificadora de Cristo. Mediante vuestro ministerio el sacrificio espiritual de los fieles se hace perfecto, porque unido al Sacrificio de Cristo, que por vuestras manos en nombre de toda la Iglesia viene ofrecido de forma incruenta en el altar en la celebración de los santos misterios. Reconoced por tanto lo que hacéis, imitad lo que celebráis, porque así, participando en el misterio de la muerte y resurrección del Señor, lleváis la muerte de Cristo en vuestros miembros y camináis con Él en novedad de vida.

Llevar la muerte de Cristo en vosotros mismos, es caminar con Cristo en novedad de vida, sin cruz no encontrareis nunca al verdadero Jesús, y una cruz sin Cristo no tiene sentido.

Con el bautismo agregaréis nuevos fieles al pueblo de Dios. Con el sacramento de la penitencia perdonáis los pecados en nombre de Cristo y de la Iglesia.

Por favor, pido en nombre de Cristo y de la Iglesia les pido de ser misericordiosos, muy misericordiosos. Con el óleo santo daréis alivio a los enfermos. Celebrando los sagrados ritos, elevando a las distintas horas del día la oración de alabanza y súplica, os haréis voz del pueblo de Dios y de la humanidad entera.

Conscientes de haber sido elegidos entre los hombres, elegidos, no se olviden de esto, elegidos. Es el Señor que les ha llamado uno a uno. Elegidos entre los hombres y constituidos a favor de ellos favor, no a favor mío, en comunión filial con vuestro obispo, comprometeos a unir a los fieles en una única familia, para conducirlos a Dios Padre por medio de Cristo en el Espíritu Santo.

Tened siempre delante de los ojos el ejemplo del Buen Pastor, que no ha venido para ser servido, sino para servir, no para quedarse en sus comodidades sino para salir y buscar salvar lo que estaba perdido.

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