Dejen a los niños, y no les impidan que vengan a mí
- 16 Agosto 2014
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Francisco, rodeado de jóvenes
Le describen como "líder carismático que busca a la gente"
Francisco, el "ídolo" que desata pasiones entre los jóvenes católicos de Asia
Jóvenes de países donde el catolicismo es, a veces, una opción casi marginal
Redacción, 15 de agosto de 2014 a las 17:35
"Él es maravilloso, hemos anhelado este momento durante tanto tiempo que no podemos esperar más para verle"
"Emocionada", "conmovido" o simplemente "sin palabras" son los adjetivos que emplean algunos de los más de 6.000 jóvenes católicos de toda Asia que, tras décadas de espera, han acogido hoy al papa Francisco como su "ídolo".
Bajo un sol abrasador en el santuario de Solmoe de Dangjin, Corea del Sur, los jóvenes de todas las edades procedentes de 23 países recibieron con gritos, aplausos, lágrimas e instantáneas de "smartphone" al pontífice argentino, que realiza una visitad de cinco días al país.
Entre el mosaico de banderas de la VI Jornada de la Juventud Asiática (JJA), el lugar de nacimiento del primer sacerdote coreano Andrew Kim Tae-gon, se encontraban jóvenes de países donde el catolicismo es una opción casi marginal, como es el caso de Mongolia.
"El catolicismo llegó hace dos décadas y somos solo 900 fieles en todo el país", asegura Battugs, de 25 años, que se convirtió a este credo hace ocho a pesar de la oposición de sus padres.
"Al principio mis padres no me dejaban ir a la iglesia, pero al final me han aceptado como católica", relata a Efe esta joven, que voló a Corea del Sur desde Ulán Bator junto a decenas de compañeros vestidos con camisetas azules y banderas de Mongolia "por una sola razón, ver a Francisco".
Y es que el pontífice despierta auténticas pasiones entre los jóvenes católicos de Asia, como es el caso del malasio Kevin, de 29 años, que no duda en calificar a Jorge Mario Bergoglio como "mi ídolo" ya que, asegura, "con su sencillez y humildad se ha ganado el corazón de millones de personas".
Por su parte, el filipino Juno de 22 años lo describe como "un líder carismático que ama a la juventud y busca a la gente", mientras su compatriota María, de 22, destaca su "sencillez".
Algunos otros expresaban motivaciones mucho más insólitas, como es el caso de la estudiante taiwanesa Sheng, de 20 años, que confiesa ser "toda una futbolera, y este papa es un fan del fútbol como yo, por eso me encanta".
En el evento de hoy, de hecho, se pudo ver a un grupo de jóvenes coreanas vestidas con la camiseta de la selección argentina, a la espalda el número 5 y el nombre "FRANCISCO" estampado en la parte superior del dorsal.
Unos 450 voluntarios se encargaron de que no fallara ni un detalle en la gran carpa donde se desplegaron actuaciones musicales, de teatro y monólogos de jóvenes de toda Asia en varios idiomas bajo la mirada de Bergoglio, al que los intérpretes besaron la mano tras cada espectáculo.
Después, Francisco se dirigió en inglés y en italiano a los participantes, que respondieron a su tono cercano y animado con sonoras ovaciones.
"Viva el papa, viva el papa" fue el cántico espontáneo más escuchado a lo largo de la jornada por parte de los jóvenes, que con abanicos y gorras hicieron más llevaderos los más de 30 grados de esta tarde soleada.
"Él es maravilloso, hemos anhelado este momento durante tanto tiempo que no podemos esperar más para verle", comenta Clara, de 26 años, que viajó a Seúl desde Hong Kong para participar en el encuentro de los jóvenes asiáticos.
Se trata de la primera vez que un papa acude a la JJA en sus 15 años de existencia, por lo que esta edición es, según describe el sacerdote de 37 años Pho Saw venido de Myanmar, "muy especial para todos los católicos de Asia", que suman algo menos de 140 millones.
La JJA, el equivalente asiático de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), tuvo su primera edición en 1999 en Hua Hin, Tailandia, y busca conectar a los jóvenes católicos del continente más poblado del mundo.
Esta fiesta de la juventud católica de Asia tocará a su fin el domingo con una misa de clausura ofrecida por el pontífice en la Fortaleza de Haemieupseong, un espacio histórico junto al Santuario de los Mártires de Haemi en la localidad de Seosan, 150 kilómetros al suroeste de Seúl. (RD/Agencias)
El Papa, en la misa del estadio de Dajeon
"El Señor acoja a los difuntos en su paz y consuele a los que lloran"
El Papa recuerda a "cuantos han perdido la vida en el naufragio del ferry 'Se Wol'"
Pide a los jóvenes "que se conviertan en heraldos gozosos del alba de un mundo de paz"
Redacción, 15 de agosto de 2014 a las 08:35
Pidamos también a la Virgen María que vuelva sus ojos misericordiosos sobre cuantos sufren, en especial los enfermos, los pobres y los que carecen de un trabajo digno
Tras la multitudinaria eucaristía en el World Cup Stadium de Daejeon, Francisco rezó el ángelus. En él tuvo un recuerdo especial para los muertos del ferry 'Se Wol', pidió a los jóvenes que se conviertan en "heraldos gozosos del alba de un mundo en paz" y encomendó especialmente a la Virgen a los pobres, a los enfermos, a los que sufren y "a los que carecen de un trabajo digno".
Texto completo en español
Queridos hermanos y hermanas: Al final de la Misa, nos dirigimos de nuevo a María, Reina del Cielo. Le ofrecemos nuestras alegrías, sufrimientos y esperanzas. Le confiamos de modo especial a cuantos han perdido la vida en el naufragio del ferry "Se Wol", así como a los que todavía hoy sufren las consecuencias de esta gran desgracia nacional. El Señor acoja a los difuntos en su paz, consuele a los que lloran, y siga sosteniendo a quienes han acudido generosamente en auxilio de sus hermanos y hermanas. Que este trágico suceso, que ha unido a los coreanos en el dolor, refuerce también su voluntad de colaborar solidariamente en el bien común.
Pidamos también a la Virgen María que vuelva sus ojos misericordiosos sobre cuantos sufren, en especial los enfermos, los pobres y los que carecen de un trabajo digno. Finalmente, en este día que Corea celebra su liberación, pedimos a la Virgen María que proteja a esta noble nación y a sus ciudadanos.
Ponemos bajo su amparo a los jóvenes que, venidos de toda Asia, se han reunido en estos días. Que se conviertan en heraldos gozosos del alba de un mundo de paz, según el designio bendito de Dios.
Maria
María era la madre de Jesús, una chica de pueblo normal y corriente. El 15 de agosto es su festividad. Los amigos de Jesús la celebramos con muchas ganas, tantas, que en muchos lugares coincide con su. Festividad y de una gran alegría.
"GUARDABA TODO LO EN SU CORAZÓN Y meditaba" (Lc. 2, 19)
¿Qué guardas en tu corazón?
Piensa en las cosas bonitas que te han pasado esta semana.
Piensa en las personas que te han ayudado a hacer algo esta semana.
Piensa en las frases bonitas que has escuchado esta semana.
AVE MARIA
Dios te salve MARIA LLENA DE GRACIA…
Evangelio según San Mateo 19,13-15.
Le trajeron entonces a unos niños para que les impusiera las manos y orara sobre ellos. Los discípulos los reprendieron, pero Jesús les dijo: "Dejen a los niños, y no les impidan que vengan a mí, porque el Reino de los Cielos pertenece a los que son como ellos". Y después de haberles impuesto las manos, se fue de allí.
Beata Teresa de Calcuta (1910-1997), fundadora de las Hermanas Misioneras de la Caridad "No hay mayor amor” p.63
“Dejad a los niños, no les impidáis que vengan a mí, porque de los que son como ellos es el reino de los cielos.”
Beata Teresa de Calcuta (1910-1997), fundadora de las Hermanas Misioneras de la Caridad
"No hay mayor amor” p.63
“Dejad a los niños, no les impidáis que vengan a mí, porque de los que son como ellos es el reino de los cielos.”
He aquí lo que dice el amor lleno de confianza:
-Entregarse de forma absoluta, incondicional e inalterable en las manos de Dios, Nuestro Padre, incluso cuando las cosas parecen condenadas al fracaso
- no considerar a nada ni a nadie, fuera de Dios, como amparo y auxilio
- rechazar la duda y el desánimo, "abandona todas nuestras angustias y nuestras preocupaciones en el Señor" (Sl.54,22) y continuar nuestro camino con plena libertad
- atrevernos a no tener miedo ante los obstáculos, sabiendo que “nada es imposible a Dios”. (cf Lc 1,37)
- contar en todo momento con Dios, Nuestro Padre del cielo, en un movimiento espontáneo de abandono, como el del niño, convencidos de nuestra nada, y al mismo tiempo seguros, con todo el ardor del corazón, de la bondad paternal de Dios.
San Roque Enfermero
San Roque, peregrino
Fecha: 16 de agosto †: c. 1379 - país: Italia canonización: pre-congregación hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
En Lombardía, san Roque, que, nacido en Montpellier, en el Languedoc, adquirió fama de santidad con su piadosa peregrinación por toda Italia curando a los afectados por la peste.
patronazgo: patrono de varias ciudades europeas, de los prisioneros, enfermos, hospitales, enfermeros, médicos, cirujanos, farmacéuticos, agricultores, jardineros, carpinteros, sepultureros, marchantes de arte; protector contra la peste, el cólera, la rabia, los accidentes, y dolores de pie, piernas y rodillas.
Enfermero. Año 1378. Roque significa: "Fuerte como roca".
Este santo se ha hecho famoso en el mundo por los grandes favores que consigue a favor de pobres y enfermos. Su popularidad ha sido verdaderamente extraordinaria cuando a pueblos o regiones han llegado pestes o epidemias, porque consigue librar de la enfermedad y del contagio a muchísimos de los que se encomiendan a él.
San Roque nació en Montpellier, de una familia sumamente rica. Muertos sus padres, él vendió todas sus posesiones, repartió el dinero entre los pobres y se fue como un pobre peregrino hacia Roma a visitar santuarios. Y en ese tiempo estalló la peste de tifo y las gentes se morían por montones por todas partes.
Roque se dedicó entonces a atender a los más abandonados. A muchos logró conseguirles la curación con sólo hacerles la señal de la Santa Cruz sobre su frente. A muchísimos ayudó a bien morir, y él mismo les hacía la sepultura, porque nadie se atrevía a acercárseles por temor al contagio. Con todos practicaba la más exquisita caridad.
Así llegó hasta Roma, y en esa ciudad se dedicó a atender a los más peligrosos de los apestados. La gente decía al verlo: "Ahí va el santo". Y un día mientras atendía a un enfermo grave, se sintió también él contagiado de la enfermedad. Su cuerpo se llenó de manchas negras y de úlceras. Para no ser molesto a nadie, se retiró a un bosque solitario, y en el sitio donde él se refugió, ahí nació un aljibe de agua cristalina, con la cual se refrescaba.
Y sucedió que un perro de una casa importante de la ciudad empezó a tomar cada día un pan de la mesa de su amo e irse al bosque a llevárselo a Roque.
Después de varios días de repetirse el hecho, al dueño le entró curiosidad, y siguió los pasos del perro, hasta que encontró al pobre llaguiento, en el bosque. Entonces se llevó a Roque a su casa y lo curó de sus llagas y enfermedades. Apenas se sintió curado dispuso el santo volver a su ciudad de Montpellier.
Pero al llegar a la ciudad, que estaba en guerra, los militares lo confundieron con un espía y lo encarcelaron. Y así estuvo 5 años en la prisión, consolando a los demás prisioneros y ofreciendo sus penas y humillaciones por la salvación de las almas. Y un 15 de agosto, del año 1378, fiesta de la Asunción de la Virgen Santísima, murió como un santo. Al prepararlo para echarlo al ataúd descubrieron en su pecho una señal de la cruz que su padre le había trazado de pequeñito y se dieron cuenta de que era hijo del que había sido gobernador de la ciudad.
Toda la gente de Montpellier acudió a sus funerales, y desde entonces empezó a conseguir de Dios admirables milagros y no ha dejado de conseguirlos por montones en tantos siglos. Lo pintan con su bastón y sombrero de peregrino, señalando con la mano una de sus llagas y con su perro al lado, ofreciéndole el pan. Que San Roque bendito nos libre de enfermedades, epidemias y contagios del cuerpo y del alma. Amén
Oremos
Señor, protege a tu pueblo con incansable bondad, y, por la intercesión de San Roque, líbranos de toda enfermedad del alma y del cuerpo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
Oh glorioso san Roque, que por tu ardiente amor a Jesús has abandonado riquezas y honores y has buscado la humillación, enséñame a ser humilde ante Dios y los hombres. Alcánzame la gracia de apreciar en su debido valor las riquezas y los honores de la vida para que no sean para mi lazos de eterna perdición. Líbrame de toda enfermedad corporal. Alcánzame el favor que te pido si es para honra tuya, gloria de Dios y salvación de mi alma. Amén.
16 de agosto 2014 Sábado XIX Ez 18,1-10.13b.30-32
A los que creían que por una conducta mala no solo era castigado el que la hacía, sino todos sus descendientes, Dios, por boca de Ezequiel, dice: «Sabed que ya juzgaré cada uno según sus comportamiento ... Yo no deseo la muerte de nadie. Convertíos y salvad la vida ». ¿Te produce alguna satisfacción cuando sabes que por alguna actuación mala lo paga toda la familia? ¿Has pensado que cuando ponemos alguien en la cárcel muchas veces es toda la familia, empezando por los hijos, que quedan desamparados? Señor, que aprenda a ser justo, como tú eres justo.
Francisco, con las monjas coreanas
"La castidad expresa vuestra donación exclusiva a Dios"
El Papa a monjas y frailes de Corea: "Los religiosos que viven como ricos hieren a los fieles y a la Iglesia"
"Demostrad que la vida consagrada es un don precioso para la Iglesia y para el mundo"
José Manuel Vidal, 16 de agosto de 2014 a las 10:36
La pobreza en la vida religiosa es un muro y una madre. Un muro, porque la protege y una madre, porque la guía en su caminar
(José M. Vidal).- Miles de monjas se reunen con el Papa en el Training Center de Kkottomgnae. Emoción a raudales y un discurso papal centrado en los tres votos de la vida religiosa: pobreza, castidad y obediencia. Francisco insistió en que "los religiosos que viven como ricos son un anti testimonio para los fieles y para la Iglesia".
El propio Papa introduce el acto. "Rezaremos a la Virgen todos juntos y, después, hablarán los dos presidemtes y, después yo".
Le dan la bienvenida el presidente de los religiosos y la presidenta dee la religiosas coreanas.
Algunas frases del Papa
"Os saludo a todos. Bello estar con vosotros hoy"
"La gran variedad de carismas enriquece la Iglesia de Corea de una forma maravillosa"
"Os doy las gracias por el empeño en edificar el Reino de Dios"
"Alegre confianza en Dios"
"Ser para los demás un signo tangible de la presencia del Reino de Dios"
"Sólo si nuestro testimonio es alegre podemos llevar a hombres y mujeres a Cristo"
"Experiencia de Dios, oración y comunidad"
"Sed sal sobre la roca de su misericordia"
"Obediencia madura"
"Dios desea nuestro corazón por completo"
"Salir de nosotros mismos cada vez más"
"La castidad expresa vuestra donación exclusiva a Dios"
"Las tentaciones requieren humildad, perseverancia y apertura del corazón"
"Por la pobreza seréis capaz de reconocer la misericordia de Dios, como un tesoro"
"Ser pobre significa encontrar un tesoro, aunque parezca contradictorio"
"Evitar todas las cosas que pueden distraeros y causar escándalo en los otros"
"La pobreza en la vida religiosa es un muro y una madre. Un muro, porque la protege y una madre, porque la guía en su caminar"
"Los religiosos que viven como ricos hieren a los fieles y a la Iglesia"
"Destruye el testimonio de la pobreza"
"Haced todo lo que podáis para demostrar que la vida consagrada es un don precioso para la Iglesia y para el mundo. Compartidlo"
"Os confío especialmente a los enfermos y ancianos de vuestras comunidades"
"Y os doy de corazón la bendición"
Le entregan un regalo al Papa. Y Francisco da las gracias con el pulgar levantado.
Donan también dinero para los pobres del mundo.
Y el acto termina con una canción, mientras el Papa se seca el sudor con un pañuelo.
Texto íntegro del discurso del Papa a la vida religiosa
Queridos hermanos y hermanas en Cristo: Saludo a todos con afecto en el Señor. Es bello estar hoy con ustedes y compartir este momento de comunión. La gran variedad de carismas y actividades apostólicas que ustedes representan enriquece maravillosamente la vida de la Iglesia en Corea y más allá. En este marco de la celebración de las Vísperas, en la que hemos cantado las alabanzas de la bondad y de la misericordia infinita de Dios, agradezco a ustedes, y a todos sus hermanos y hermanas, sus desvelos por construir el Reino de Dios en este querido país. Doy las gracias al Padre Hwang Seok-mo y a Sor Escolástica Lee Kwang-ok, Presidentes de las conferencias de Superiores Mayores masculinos y femeninos de los Institutos religiosos y las Sociedades de Vida Apostólica, por sus amables palabras de bienvenida.
Las palabras del Salmo -«Se consumen mi corazón y mi carne, pero Dios es la roca de mi corazón y mi lote perpetuo» (Sal 73,26)- nos invitan a reflexionar sobre nuestra vida. El salmista manifiesta gozosa confianza en Dios. Todos sabemos que, aunque la alegría no se expresa de la misma manera en todos los momentos de la vida, especialmente en los de gran dificultad, «siempre permanece al menos como un brote de luz que nace de la certeza personal de ser infinitamente amado» (Evangelii gaudium, 6). La firme certeza de ser amados por Dios está en el centro de su vocación: ser para los demás un signo tangible de la presencia del Reino de Dios, un anticipo del júbilo eterno del cielo. Sólo si nuestro testimonio es alegre, atraeremos a los hombres y mujeres a Cristo. Y esta alegría es un don que se nutre de una vida de oración, de la meditación de la Palabra de Dios, de la celebración de los sacramentos y de la vida en comunidad. Cuando éstas faltan, surgirán debilidades y dificultades que oscurecerán la alegría que sentíamos tan dentro al comienzo de nuestro camino. Para ustedes, hombres y mujeres consagrados a Dios, esta alegría hunde sus raíces en el misterio de la misericordia del Padre revelado en el sacrificio de Cristo en la cruz.
Sea que el carisma de su Instituto esté orientado más a la contemplación o más bien a la vida activa, siempre están llamados a ser «expertos» en la misericordia divina, precisamente a través de la vida comunitaria. Sé por experiencia que la vida en comunidad no siempre es fácil, pero es un campo de entrenamiento providencial para el corazón. Es poco realista no esperar conflictos: surgirán malentendidos y habrá que afrontarlos. Pero, a pesar de estas dificultades, es en la vida comunitaria donde estamos llamados a crecer en la misericordia, la paciencia y la caridad perfecta. La experiencia de la misericordia de Dios, alimentada por la oración y la comunidad, debe dar forma a todo lo que ustedes son, a todo lo que hacen. Su castidad, pobreza y obediencia serán un testimonio gozoso del amor de Dios en la medida en que permanezcan firmes sobre la roca de su misericordia. Éste es ciertamente el caso de la obediencia religiosa. Una obediencia madura y generosa requiere unirse con la oración a Cristo, que, tomando forma de siervo, aprendió la obediencia por sus padecimientos (cf. Perfectae caritatis, 14). No hay atajos: Dios desea nuestro corazón por completo, y esto significa que debemos «desprendernos» y «salir de nosotros mismos» cada vez más.
Una experiencia viva de la diligente misericordia del Señor sostiene también el deseo de llegar a esa perfección de la caridad que nace de la pureza de corazón. La castidad expresa la entrega exclusiva al amor de Dios, que es la «roca de mi corazón». Todos sabemos lo exigente que es esto, y el compromiso personal que comporta. Las tentaciones en este campo requieren humilde confianza en Dios, vigilancia y perseverancia.
Mediante el consejo evangélico de la pobreza, ustedes podrán reconocer la misericordia de Dios, no sólo como una fuente de fortaleza, sino también como un tesoro. Incluso cuando estamos cansados, podemos ofrecer nuestros corazones agobiados por el pecado y la debilidad; en los momentos en que nos sentimos más indefensos, podemos alcanzar a Cristo, que se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza (cf. 2 Co 8,9). Esta necesidad fundamental de ser perdonados y sanados es en sí misma una forma de pobreza que nunca debemos olvidar, no obstante los progresos que hagamos en la virtud. También debe manifestarse concretamente en el estilo de vida, personal y comunitario. Pienso, en particular, en la necesidad de evitar todo aquello que pueda distraerles y causar desconcierto y escándalo a los demás. En la vida consagrada, la pobreza es a la vez un «muro» y una «madre». Un «muro» porque protege la vida consagrada, y una «madre» porque la ayuda a crecer y la guía por el justo camino. La hipocresía de los hombres y mujeres consagrados que profesan el voto de pobreza y, sin embargo, viven como ricos, daña el alma de los fieles y perjudica a la Iglesia. Piensen también en lo peligrosa que es la tentación de adoptar una mentalidad puramente funcional, mundana, que induce a poner nuestra esperanza únicamente en los medios humanos y destruye el testimonio de la pobreza, que Nuestro Señor Jesucristo vivió y nos enseñó.
Queridos hermanos y hermanas, con gran humildad, hagan todo lo que puedan para demostrar que la vida consagrada es un don precioso para la Iglesia y para el mundo. No lo guarden para ustedes mismos; compártanlo, llevando a Cristo a todos los rincones de este querido país. Dejen que su alegría siga manifestándose en sus desvelos por atraer y cultivar las vocaciones, reconociendo que todos ustedes tienen parte en la formación de los consagrados y consagradas del mañana. Tanto si se dedican a la contemplación o a la vida apostólica, sean celosos en su amor a la Iglesia en Corea y en su deseo de contribuir, mediante el propio carisma, a su misión de anunciar el Evangelio y edificar al Pueblo de Dios en unidad, santidad y amor. Encomiendo a todos ustedes, de manera especial a los ancianos y enfermos de sus comunidades, a los cuidados amorosos de María, Madre de la Iglesia, y les imparto de corazón mi bendición, como prenda constante de gracia y de paz en su Hijo, Cristo Jesús.
Misa de beatificación: 'Tuvieron que elegir entre el mundo o ser católicos'
El santo padre Francisco en la misa de beatificación de de Paul Yun Ji-Chung y de 123 compañeros mártires celebrada en Seúl, en la Puerta de Gwanghwamun, dirigió su homilía a los cientos de miles de personas presentes. A continuación el texto de la homilía.
«¿Quién nos separará del amor de Cristo?». Con estas palabras, san Pablo nos habla de la gloria de nuestra fe en Jesús: no sólo resucitó de entre los muertos y ascendió al cielo, sino que nos ha unido a él y nos ha hecho partícipes de su vida eterna. Cristo ha vencido y su victoria es la nuestra.
Hoy celebramos esta victoria en Pablo Yun Ji-chung y sus 123 compañeros. Sus nombres quedan unidos ahora a los de los santos mártires Andrés Kim Teagon, Pablo Chong Hasang y compañeros, a los que he venerado hace unos momentos. Vivieron y murieron por Cristo, y ahora reinan con él en la alegría y en la gloria. Con san Pablo, nos dicen que, en la muerte y resurrección de su Hijo, Dios nos ha concedido la victoria más grande de todas. En efecto, «ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni ninguna otra criatura podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor».
La victoria de los mártires, su testimonio del poder del amor de Dios, sigue dando frutos hoy en Corea, en la Iglesia que sigue creciendo gracias a su sacrificio. La celebración del beato Pablo y compañeros nos ofrece la oportunidad de volver a los primeros momentos, a la infancia –por decirlo así– de la Iglesia en Corea. Los invita a ustedes, católicos de Corea, a recordar las grandezas que Dios ha hecho en esta tierra, y a custodiar como un tesoro el legado de fe y caridad confiado a ustedes por sus antepasados.
En la misteriosa providencia de Dios, la fe cristiana no llegó a las costas de Corea a través de los misioneros; sino que entró por el corazón y la mente de los propios coreanos. En efecto, fue suscitada por la curiosidad intelectual, por la búsqueda de la verdad religiosa. Tras un encuentro inicial con el Evangelio, los primeros cristianos coreanos abrieron su mente a Jesús. Querían saber más acerca de este Cristo que sufrió, murió y resucitó de entre los muertos. El conocimiento de Jesús pronto dio lugar a un encuentro con el Señor mismo, a los primeros bautismos, al deseo de una vida sacramental y eclesial plena y al comienzo de un compromiso misionero. También dio como fruto comunidades que se inspiraban en la Iglesia primitiva, en la que los creyentes eran verdaderamente un solo corazón y una sola mente, sin dejarse llevar por las diferencias sociales tradicionales, y teniendo todo en común.
Esta historia nos habla de la importancia, la dignidad y la belleza de la vocación de los laicos. Saludo a los numerosos fieles laicos aquí presentes, y en particular a las familias cristianas, que día a día, con su ejemplo, educan a los jóvenes en la fe y en el amor reconciliador de Cristo. También saludo de manera especial a los numerosos sacerdotes que hoy están con nosotros; con su generoso ministerio transmiten el rico patrimonio de fe cultivado por las pasadas generaciones de católicos coreanos.
El Evangelio de hoy contiene un mensaje importante para todos nosotros. Jesús pide al Padre que nos consagre en la verdad y nos proteja del mundo. Es significativo, ante todo, que Jesús pida al Padre que nos consagre y proteja, pero no que nos aparte del mundo. Sabemos que él envía a sus discípulos para que sean fermento de santidad y verdad en el mundo: la sal de la tierra, la luz del mundo. En esto, los mártires nos muestran el camino. Poco después de que las primeras semillas de la fe fueran plantadas en esta tierra, los mártires y la comunidad cristiana tuvieron que elegir entre seguir a Jesús o al mundo.
Habían escuchado la advertencia del Señor de que el mundo los odiaría por su causa; sabían el precio de ser discípulos. Para muchos, esto significó persecución y, más tarde, la fuga a las montañas, donde formaron aldeas católicas. Estaban dispuestos a grandes sacrificios y a despojarse de todo lo que pudiera apartarles de Cristo –pertenencias y tierras, prestigio y honor–, porque sabían que sólo Cristo era su verdadero tesoro. En nuestros días, muchas veces vemos cómo el mundo cuestiona nuestra fe, y de múltiples maneras se nos pide entrar en componendas con la fe, diluir las exigencias radicales del Evangelio y acomodarnos al espíritu de nuestro tiempo. Sin embargo, los mártires nos invitan a poner a Cristo por encima de todo y a ver todo lo demás en relación con él y con su Reino eterno. Nos hacen preguntarnos si hay algo por lo que estaríamos dispuestos a morir. Además, el ejemplo de los mártires nos enseña también la importancia de la caridad en la vida de fe. La autenticidad de su testimonio de Cristo, expresada en la aceptación de la igual dignidad de todos los bautizados, fue lo que les llevó a una forma de vida fraterna que cuestionaba las rígidas estructuras sociales de su época. Fue su negativa a separar el doble mandamiento del amor a Dios y amor al prójimo lo que les llevó a una solicitud tan fuerte por las necesidades de los hermanos. Su ejemplo tiene mucho que decirnos a nosotros, que vivimos en sociedades en las que, junto a inmensas riquezas, prospera silenciosamente la más denigrante pobreza; donde rara vez se escucha el grito de los pobres; y donde Cristo nos sigue llamando, pidiéndonos que le amemos y sirvamos tendiendo la mano a nuestros hermanos necesitados. Si seguimos el ejemplo de los mártires y creemos en la palabra del Señor, entonces comprenderemos la libertad sublime y la alegría con la que afrontaron su muerte. Veremos, además, cómo la celebración de hoy incluye también a los innumerables mártires anónimos, en este país y en todo el mundo, que, especialmente en el siglo pasado, han dado su vida por Cristo o han sufrido lacerantes persecuciones por su nombre.
Hoy es un día de gran regocijo para todos los coreanos. El legado del beato Pablo Yun Ji- chung y compañeros –su rectitud en la búsqueda de la verdad, su fidelidad a los más altos principios de la religión que abrazaron, así como su testimonio de caridad y solidaridad para con todos– es parte de la rica historia del pueblo coreano. La herencia de los mártires puede inspirar a todos los hombres y mujeres de buena voluntad a trabajar en armonía por una sociedad más justa, libre y reconciliada, contribuyendo así a la paz y a la defensa de los valores auténticamente humanos en este país y en el mundo entero. Que la intercesión de los mártires coreanos, en unión con la de Nuestra Señora, Madre de la Iglesia, nos alcance la gracia de la perseverancia en la fe y en toda obra buena, en la santidad y la pureza de corazón, y en el celo apostólico de dar testimonio de Jesús en este querido país, en toda Asia, y hasta los confines de la tierra. Amén».
Jesús bendice a los niños
Mateo 19, 13-15. Tiempo Ordinario. Somos felices cuando ponemos en Dios nuestra confianza como niños.
Oración introductoria
Señor, inicio esta oración con la humildad y docilidad de un niño que busca el abrazo de su padre amoroso. Ayúdame a saber escucharte y a recibir tu Reino con la sencillez de un niño.
Petición
Jesús, concédeme el don de buscar la humildad voluntaria, motivado por tu ejemplo.
Meditación del Papa Francisco
¿Qué dice el Evangelio? Que Jesús se indignó diciendo "dejad que vengan a mí, no se lo impidáis. A quien es como ellos pertenece el Reino de Dios".[...] Tantas veces somos controladores de la fe en lugar de ser facilitadores de la fe de la gente. Es una tentación que tenemos; la de adueñarnos, apropiarnos del Señor. Como en el caso de una madre soltera que va a la iglesia, a la parroquia, pide bautizar al niño y le responde "un cristiano o una cristiana":no, no puedes, tú no estás casada. Mirad esta chica que ha tenido el coraje de llevar adelante su embarazo y de no abortar: ¿Qué encuentra? Una puerta cerrada. Y así sucede a muchas.
Este no es un buen celo pastoral. Esto aleja del Señor, no abre las puertas. Y así cuando vamos por esta vía, con esta actitud, no hacemos bien a la gente, al pueblo de Dios. Pero Jesús ha instituido siete sacramentos y nosotros con esta actitud instituimos el octavo, el sacramento de la aduana pastoral. Jesús se indigna cuando ve estas cosas porque ¿quién sufre con esto?
Su pueblo fiel, la gente que le ama tanto. Pensemos en el santo pueblo de Dios, pueblo sencillo, que quiere acercarse a Jesús. Y pensemos en todos los cristianos de buena voluntad que se equivocan y en vez de abrir una puerta la cierran. Y pidamos al Señor que todos aquellos que se acercan a la Iglesia encuentren las puertas abiertas para encontrar este amor de Jesús. (Cf. S.S. Francisco, 25 de mayo de 2013, homilía en Santa Marta).
Reflexión
"Dejad que los niños se acerquen a mí... y no se lo impidáis". Las palabras de Jesús suenan como un ligero reclamo. Para los adultos las "cosas de niños" representan un segundo plano, no son importantes. Avanzando en años, y con la experiencia de la vida, comienzan a ver las "cosas de niños" como comportamientos superados. Por nuestra ansia de dejar atrás todo infantilismo nos olvidamos de todo lo bueno que tiene la niñez: como la pureza, la simplicidad, la sinceridad de sentimientos, que son justamente las virtudes que Jesús valora más. Si somos complicados, ambiguos o poco coherentes, ¿no será porque no hemos sabido conservar el tesoro de nuestra infancia? El Señor ve en los niños el reflejo del Reino de los Cielos, porque su conocimiento es todavía puro. Es un tabernáculo interior donde el mal y el pecado no pueden penetrar. La felicidad de los niños, su desenvoltura y su espontaneidad no son sólo manifestación de inconsciencia, ingenuidad o infantilismo, como diríamos nosotros. Muchas personas viven siempre amargadas, demasiado angustiadas por los problemas económicos, por la situación en el trabajo o en la familia, incluso objetivamente difíciles. Creen tener el deber de resolver todo solos, olvidando que Dios está siempre presente y nos ayuda. Sin embargo, toma otra dimensión cuando miramos a Dios. Somos más felices cuando ponemos en Él nuestra confianza y nuestra seguridad. Si tuviésemos más fe, y dejásemos a Él el timón de nuestra vida, encontraríamos de nuevo la serenidad de nuestra infancia.
Propósito
Hacer una visita al Santísimo, o una oración especial, para decirle a Dios que quiero obedecerle siempre y en todo, renunciando, con plena confianza, a mi propia voluntad.
Diálogo con Cristo
Jesucristo, dame la fe y la confianza para creer con todo mi corazón que tu gracia me basta. Enséñame a tener la docilidad de los niños para no dudar ni darle vueltas a las cosas que dispongas en mi camino. No permitas que me dé miedo ser santo, que tema lanzarme y convertirme en un auténtico discípulo y misionero de tu amor.