El hijo del hombre es dueño del sábado

Evangelio según San Lucas 6,1-5. 


Un sábado, en que Jesús atravesaba unos sembrados, sus discípulos arrancaban espigas y, frotándolas entre las manos, las comían. Algunos fariseos les dijeron: "¿Por qué ustedes hacen lo que no está permitido en sábado?". 
Jesús les respondió: "¿Ni siquiera han leído lo que hizo David cuando él y sus compañeros tuvieron hambre, 
cómo entró en la Casa de Dios y, tomando los panes de la ofrenda, que sólo pueden comer los sacerdotes, comió él y dio de comer a sus compañeros?". Después les dijo: "El hijo del hombre es dueño del sábado".

San Gregorio Magno I

San Gregorio I Magno, papa y doctor de la Iglesia

Memoria de san Gregorio Magno, papa y doctor de la Iglesia, que siendo monje ejerció ya de legado pontificio en Constantinopla, y después, en tal día, fue elegido Romano Pontífice. Resolvió problemas temporales y, como siervo de los siervos, atendió a los valores espirituales, mostrándose como verdadero pastor en el gobierno de la Iglesia, ayudando sobre manera a los necesitados, fomentando la vida monástica y propagando y reafirmando la fe por doquier, para lo cual escribió muchas y célebres obras sobre temas morales y pastorales. Murió el doce de marzo.

Papa y Doctor de la Iglesia (540-604), nació en Roma el año 540, de noble familia. Nació en un momento límite, cuando la caída de Roma se acentuaba y empezaba una nueva época.   Es el último de los grandes Padres de Occidente y el primer hombre medieval. Sus obras serían el primer alimento espiritual de la Edad Media, hasta San Bernardo, Santo Tomás y Santa Teresa de Jesús. En el monte Celio estaba el palacio familiar.    Allí recibió Gregorio la primera educación, hondamente cristiana, de parte de sus padres, Gordiano y Silvia.

Ellos y sus tías Társila y Emiliana, están en el catálogo de los santos. Gregorio se preparó muy bien en derecho, al que desde Justiniano se daba gran importancia. Más tarde fue nombrado prefecto de la ciudad, Italia había sido arrasada por las invasiones de los lombardos.    Roma estaba en ruinas. En su tiempo desaparecen los cónsules, cuando Gregorio será llamado Cónsul de Dios. Era una situación calamitosa. Fue entonces cuando se encontró con dos benedictinos que procedían de Montecasino, que habían conocido a San Benito. De sus labios tomó los relatos llenos de candor que luego recogió en sus deliciosos e ingenuos Diálogos.    ¿Qué camino tomar?, se preguntaba el Santo.

Así lo escribía a su íntimo amigo San Leandro de Sevilla, en tales tonos de cordial amistad que son difíciles de superar. Por fin se decidió. Convirtió en monasterio su palacio del monte Celio y empezó allí su vida monacal. Estudió intensamente la Sagrada Escritura y la vida de los monjes de Occidente.    Se distinguió por su austeridad de vida y por la intensidad de su oración. Por eso es llamado doctor de la compunción y de la contemplación, pues fue modelo acabado tanto en ascética como en mística. Benedicto I lo envió como nuncio a Constantinopla, donde pasó ocho años. Vuelto a Roma, el desbordamiento del Tíber produjo muchas calamidades: hambre y peste sobre todo.    Una de las víctimas de la peste fue Pelagio II. Reunidos el clero, el senado y el pueblo, eligieron Papa al diácono Gregorio. Le costó mucho dejar su soledad, pero aceptó.

Era el primer Papa monje, estilo que introdujo en la espiritualidad y liturgia de su pontificado. Publicó la Regla Pastoral, que fue el código de los obispos durante la Edad Media. Restauró la disciplina.    Una de sus grandes obras fue la conversión de Inglaterra, por el envió de monjes, capitaneados por Agustín de Cantorbery. En su tiempo los visigodos abjuraron el arrianismo en el Concilio III de Toledo el 589. Renovó el culto y la liturgia con el famoso Sacramentario. Dio al pontificado un gran prestigio, como San León Magno.    Renovó la práctica de las estaciones cuaresmales en las iglesias romanas, para las que compuso Cuarenta homilías sobre los Evangelios. Fomentó las buenas obras, la piedad, el culto de las reliquias, las devociones populares. La reforma más famosa fue la del canto, llamado por ello gregoriano.

Publicó el Antifonario y formó una gran Schola Cantorum. Aunó los diversos cantos dispersos, en una sola liturgia, absorbiendo los diversos ritos, excepto el ambrosiano y el mozárabe. Es el escritor más fecundo de los papas medievales. Aparte de las obras ya citadas, tenemos su Epistolario, que contiene 859 cartas, Las 22 homilías sobre Ezequiel y El comentario a los libros de Job o las Morales, que tanto usaron Santa Teresa y otros Santos.    Junto con San Ambrosio, San Agustín y San Jerónimo, es uno de los cuatro padres de Occidente.

 Cristo, Cabeza, Rey de los pastores, El pueblo entero, madrugando a fiesta,
Canta la gloria de tu sacerdote  Himnos sagrados. Con abundancia de sagrado crisma,
La unción profunda de tu Santo Espíritu Lo armó guerrero y lo nombró en la Iglesia
Jefe del pueblo.   Él fue pastor y forma del rebaño, Luz para el ciego, báculo del pobre,’
Padre común, presencia providente,  Todo de todos. Tú que coronas sus merecimientos,
Danos la gracia de imitar su vida Y al fin, sumisos a su magisterio,  Danos su gloria. Amén
Calendario  de Fiestas Marianas: Nuestra Señor de los Milagros, St. Maur del  Fosses, Francia.

Catecismo de la Iglesia Católica § 2168-2173


«El Hijo del Hombre es señor del sábado»

El tercer mandamiento del Decálogo proclama la santidad del sábado: «El día séptimo será día de descanso completo, consagrado al Señor» (Ex 31,15; cf 20,8).
     La Escritura hace a este propósito 'memoria de la creación': «Pues en seis días hizo el Señor el cielo y la tierra, el mar y todo cuanto contienen, y el séptimo descansó; por eso bendijo el Señor el día del sábado y lo hizo sagrado» (Ex 20,11). 
     La Escritura ve también en el día del Señor un 'memorial de la liberación de Israel' de la esclavitud de Egipto: «Acuérdate de que fuiste esclavo en el país de Egipto y de que el Señor tu Dios te sacó de allí con mano fuerte y tenso brazo; por eso el Señor tu Dios te ha mandado guardar el día del sábado» (Dt 5,15).
     Dios confió a Israel el sábado para que lo guardara 'como signo de la alianza' inquebrantable. El sábado es para el Señor, santamente reservado a la alabanza de Dios, de su obra de creación y de sus acciones salvíficas en favor de Israel...
     El Evangelio relata numerosos incidentes en que Jesús fue acusado de quebrantar la ley del sábado. Pero Jesús nunca falta a la santidad de este día, sino que con autoridad da la interpretación auténtica de esta ley: «El sábado ha sido instituido para el hombre y no el hombre para el sábado» (Mc 2,27). Con compasión, Cristo proclama que «es lícito en sábado hacer le bien en vez del mal, salvar una vida en vez de destruirla (Mc 3,4). El sábado es el día del Señor de las misericordias y del honor de Dios. «El Hijo del hombre es Señor del sábado».

El Hijo del hombre, señor del sábado


Lucas 6, 1-5. Tiempo Ordinario. Lo importante es amar a Dios y su voluntad, con un corazón  sencillo y verdadero. 



Oración introductoria


Señor, te alabo y te bendigo por todo lo que has hecho para nosotros. Gracias por tus dones. No permitas que una actitud farisaica me aleje de tu ley del amor. Que esta oración guíe mi día para amarte hoy más que ayer, porque sólo Tú eres digno de ser amado sobre todas las cosas.


Petición


Dios mío, te pido me concedas vivir con fidelidad el primer mandamiento de tu Ley que me manda amarte con todo mi corazón, con toda mi alma y con todas mis fuerzas.


Meditación del Papa Francisco


La Palabra de Jesús va al corazón porque es Palabra de amor, es palabra bella y lleva al amor, nos hace amar. Estos cortan el camino del amor: los ideólogos. Y también el de la belleza. Y se pusieron a discutir ásperamente entre ellos: "¿Cómo puede éste darnos de comer su carne?". ¡Todo un problema de intelecto! Y cuando entra la ideología en la Iglesia, cuando entra la ideología en la inteligencia del Evangelio, no se entiende nada.
Son los que caminan sólo por el camino del deber: es el moralismo de cuantos pretenden realizar del Evangelio sólo lo que entienden con la cabeza. No están en el camino de la conversión, esa conversión a la que nos invita Jesús: Y estos, por el camino del deber, cargan todo sobre las espaldas de los fieles. Los ideólogos falsifican el Evangelio. Toda interpretación ideológica, independientemente de donde venga –de una parte o de otra– es una falsificación del Evangelio. (S.S. Francisco, 19 de abril de 2013).


Reflexión


Jesús, caminando con los suyos, atraviesa un sembrado. Una jornada de normalidad en donde se dan cita el hambre, el cansancio y las preguntas sobre la Ley.
Comer las espigas en día de sábado suponía el esfuerzo de desgranarlas con las manos, y ese trabajo no estaba permitido hacer en sábado; por eso los celosos de la guarda de la Ley recriminan a los discípulos y se atreven a encararse con Jesús.
Si Jesús ha venido al mundo y se ha hecho uno entre los hombres es para decir al hombre que está salvado; que los mandamientos de “santificar las fiestas, no trabajar en sábado... son caminos por los que el hombre va a Dios, disposiciones que hacen encontrar al hombre la plenitud de su ser. La Ley por si misma no tiene sentido, es la pedagogía de Dios que ayuda al hombre a hacerse más humano y a la vez mas cercano a su fin.
Jesús es señor del sábado, está por encima de toda norma y quiere enseñar a los suyos que con un corazón libre todo es posible de realizar, porque lo importante es cumplir la voluntad de Dios con un corazón sencillo y verdadero. No podemos dejar que las cosas nos esclavicen, debemos usarlas para nuestra realización personal con la libertad de saber prescindir de ellas porque creemos que Dios es nuestro único todo, nuestra plenitud.



Propósito


Hacer una oración por las personas que critican a la Iglesia, y a sus pastores, para que encuentren el camino a su conversión.

María, compendió del Evangelio

María crecía en paz, en armonía, en gozo por las cosas de Dios. Tener esa actitud para entender las cosas de la vida. 



Admiramos en esta meditación a María, la mujer perfecta, la primera cristiana, el primer fruto de la redención de Cristo. En Ella el Padre Celestial plasmó su pensamiento de lo que Él quería del ser humano. Por eso, todos tenemos el orgullo y la satisfacción de contemplar en María lo mejor de la humanidad. En Ella se unen la mujer perfecta en esta tierra, no exenta de luchas, de sacrificios, de cruz, con la mujer salvada y celestial, que tiene ya su corazón en el cielo y nos adelanta esa otra vida de los bienaventurados.


Admiramos en María, por los datos evangélicos de que disponemos, su pureza virginal, su humildad profunda, su sentido exquisito de la Voluntad de Dios, su fe y confianza plenas en Dios, su fortaleza ante el dolor, su caridad sin límites, su condición de mujer de oración, su espíritu de servicio silencioso, su sencillez de vida, su desapego de las cosas materiales, su amor entrañable por su Hijo, su ejemplo de mujer, de madre y de esposa, y otras muchas cosas.


En María se realiza de una forma perfecta el plan de Dios sobre el ser humano en esta vida. María es una criatura salida de las manos de Dios. A Ella se dirige Dios, respetando su libertad, para pedirle que colabore en su Plan de salvación para la humanidad caída. María le dice SÍ a Dios. A partir de ese momento se empieza a realizar la obra de la redención, encarnándose Cristo en su seno virginal. Son muchas cosas las que María nos puede enseñar para esta vida cristiana nuestra de todos los días. Sólo vamos a escoger algunas.


María, ejemplo de obediencia a Dios. Por el diálogo entre María y el Ángel se deduce que la propuesta de Dios a María chocaba frontalmente con los planes de María misma sobre su vida. Sin embargo, nada más escuchar María el plan de Dios y resolver cómo se realizaría aquel plan, Ella se entrega con aquellas palabras maravillosa que debieron conmover el mismo Corazón de Dios: "He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu Palabra".(Lc 1, 38). El pecado por excelencia del ser humano ha sido siempre la soberbia contra Dios. Así fue en líneas generales la historia del pueblo elegido. Por fin una criatura, en nombre de toda la humanidad, le dice a Dios SÍ. Esa palabra que todos deberíamos usar ante los planes de Dios para nuestra vida, aunque no los entendamos.


María, ejemplo de oración. Varias veces a lo largo de su vida, los Evangelistas nos dicen aquella expresión: "María conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón" (Lc 2, 51). Era en la oración, en el silencio, en la reflexión en donde María crecía en paz, en armonía, en gozo por las cosas de Dios. Una actitud muy importante para quien quiera entender la vida y las cosas de la vida. No pensemos que María vivió permanentemente en un estado de comprensión normal de las cosas. Tal vez no nos imaginamos que significó para Ella escuchar aquellas palabras: "¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?" (Lc 2,49) o aquellas otras: "Y a ti misma una espada te atravesará el alma" (Lc 2, 35). Sin la oración también es difícil que nosotros entendamos la vida, el mundo, los acontecimientos.


María, ejemplo de sencillez de vida y de desapego de las cosas materiales. Impresiona, sobre todo con una mentalidad de hoy, el ver a María camino de la montaña para ayudar a su prima Isabel que estaba embarazada, el ver a María misma camino de Belén con Dios en su seno, o el contemplar su presencia siempre en segunda línea durante la vida de Cristo. Y era la Madre de Dios. Tal fue su sencillez que, cuando Cristo empezó a realizar milagros y a convertirse en un personaje famoso, los conciudadanos se extrañaban que sus padres fueran María y José. (Qué lección para la vanidad humana tan necesitada de reconocimientos, de títulos, de primeras filas! María jamás reclamó nada para sí. Cuando intervino fue para ayudar a otros, como en las bodas de Caná (Jn 2, 1-11).


María, ejemplo de mujer, madre y esposa. Es tan bello contemplar a María en estas facetas que tal vez tendríamos que dejar que la imaginación corriera por aquel hogar de Nazaret, en donde todo era paz, armonía, gozo, servicio. Y era un hogar difícil, porque allí todo estaba al revés: el Hijo, en teoría el más pequeño, era ni más ni menos Dios. José, el padre de familia, en teoría el jefe de aquel hogar, era en realidad inferior en santidad a Jesús y a María. Y ¿María?, allí en el medio, siendo una mujer cabal, equilibrada, serena, digna; siendo una esposa ejemplar, atenta, bondadosa, servicial; siendo una madre entregada, cariñosa, exigente, comprensiva, amorosa.

Un ejemplo muy moderno para la mujer de hoy que se debate entre tantas dudas y dificultades.
Pero María también tenía ya su Corazón en el cielo. Es el ejemplo del ser humano que vive en este mundo, pero no se siente de este mundo, porque su verdadera patria está más allá, junto a Dios. Llena de gracia, María es la primera salvada, es el primer fruto de la redención de Cristo. Su tránsito de esta vida al Padre fue una mera circunstancia. Ella ya vivía en la presencia de Dios. Vamos a ver algunos aspectos de esta María ya salvada, ya con el corazón en el cielo, ya teniendo a Dios para siempre.


María era una mujer llena de gracia. Así se lo dijo el Ángel al saludarla: "Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo" (Lc 1,28). Para Ella, desde su infancia la amistad con Dios constituía lo más bello, lo más deseado, lo más defendido, lo más soñado que le podía acontecer. Dios era todo para Ella. Esta es la realidad del salvado. Dios lo será todo para nosotros, cuando lo veamos cara a cara. Pero en esta vida, María debe ser un ejemplo de nuestra amistad con Dios, amistad que no puede estar hipotecada, amistad que hay que defender y conservar, amistad que hay que tener por encima de lo que sea. Sería sólo un pre-anuncio de nuestra vida en Cristo por toda la eternidad.


María era una mujer alegre. La alegría es la virtud de los resucitados, de los que tienen a Dios, de los que han puesto su corazón en el cielo. Vemos esta alegría en María Magdalena cuando descubre al Resucitado, en los discípulos de Emaús cuando reconocen a Cristo en la fracción del pan, en los apóstoles cuando Cristo resucitado se les presenta en el Cenáculo. La alegría no puede abandonar nunca a quien cree en Dios. Y éste debería ser el rostro de nosotros los cristianos que ya vivimos de alguna forma nuestra fe en la resurrección. Por el contrario, la tristeza, como vivencia habitual y permanente, no entra nunca, pase lo que pase, en la vida de quien cree en Cristo.


María era una mujer con el corazón en el cielo. María veía todo a través del cielo. ¿Qué importancia tenían el sufrimiento, las carencias, las luchas, los sacrificios, los esfuerzos, las renuncias, los momentos difíciles, cuando todo eso se ve desde el cielo? Ninguna. Todo es parte de ese camino hacia el cielo, ese camino estrecho que tanto asusta al ser humano, que conduce a Dios. Ella ha sido nuestra precursora en este camino, dándonos ejemplo. Sigamos a María en esta vida que sin duda es para todos Aun valle de lágrimas, pero tengamos siempre el corazón arriba, junto a Dios, con espíritu de resucitados.


Dios nos ha dado a María como Madre, Abogada, Intercesora, Mediadora, Amiga y Compañera. En la espiritualidad cristiana debe haber un gran sitio para María en el corazón de cada cristiano. De lo contrario nuestra espiritualidad estaría incompleta, sería muy pobre. Podríamos proponer algunos caminos o medios de espiritualidad mariana para nuestro corazón de cristianos.


El amor tierno y filial a María. María debe convertirse en la vida de un cristiano en objeto de ternura, de cariño, de afecto. A María hay que quererla como se quiere a una madre. Lejos de nuestra espiritualidad una actitud seca, austera, distante, fría hacia quien nos ama tanto, hacia quien aboga tanto por nosotros ante Dios, ante quien tanto nos cuida, ante quien vigila nuestros pasos para que no caigamos en el mal. De ahí la necesidad de tener con María momentos de encuentro, diálogos cordiales, intimidad y confianza. No puede pasar un día en nuestra vida que no nos dirijamos a Ella con la sencillez de un niño a contarle a nuestra Madre del Cielo nuestros problemas, nuestras alegrías, nuestras luchas, nuestros planes.


Pero la devoción a María no debe quedarse sólo en un afecto y amor, porque entonces se empobrecería. Debe convertirse en imitación de sus virtudes. Para nosotros María es la obra perfecta de Dios y en Ella resaltan con luz muy especial todos aquellos aspectos de una vida que agradan a Dios. Aunque nunca seremos tan perfectos como Ella, sin embargo podemos seguir sus pasos para llegar a Cristo a través de María. Su mayor deseo es que amemos a su Hijo, que seamos como Él, que vivamos su Evangelio. (Qué María sea nuestra guía en este camino!
Y no olvidemos esas formas de oración particular centradas en María como pueden ser el Santo Rosario. Una devoción que hay que llegar a gustar y gozar, metiendo el corazón en cada Avemaría, en cada invocación, en cada recuerdo de María. En casa en familia, ante el Santísimo, en los viajes, el rosario debe ser nuestro acompañante.


Dos milagros obrados por intercesión de Santa Teresa de Calcuta

Los milagros ocurrieron en 1998 y 2008

El Milagro en Mónica Besra

"Tenía un tumor en mi estómago que iba creciendo cada día. La gente creía que estaba embarazada", recordó hace poco Mónica Besra en una entrevista a un medio europeo. Estamos en 1998.
Uno de los doctores que analizó a Mónica, confirmó que su tumor era del tamaño de un feto de siete meses.

"Pensé que si no se la operaba pronto, se nos moriría en la cama", explicó el médico R. N. Bhattacharya, de Siliguri, en Bengala Occidental, India.

Sin embargo, su caso era crítico, los médicos no podían operarla porque Mónica padecía una aguda anemia y estaban seguros de que no sobreviviría a una cirugía.

Sin esperanzas científicas, la joven campesina del norte de Bengala, aceptó ir con su hermana a una casa para moribundos de las Misioneras de la Caridad, la congregación fundada por la Madre Teresa.

Mónica pasó ahí el primer aniversario de la muerte de la Madre Teresa y pidió que la llevaran a la capilla de la casa a rezar, para pedir por su curación.

"Al entrar en la capilla, vi una fotografía de la Madre Teresa y sentí como si una luz saliera de la fotografía hacia mí y me quedé paralizada. Luego las hermanas rezaron por mí y me quedé dormida. Cuando me desperté a la una de la madrugada vi que el tumor había desaparecido", afirmó Mónica.

Su recuperación repentina y total sorprendió a los médicos que la habían examinado. Ellos aseguran que su diagnóstico fue correcto, se hicieron todas las pruebas necesarias e incluso después de su milagrosa curación, revisaron las marcas de una pequeña cirugía que le practicaron para analizar el tumor, pero no las encontraron.

"No pude encontrar ninguna razón lógica de cómo un tumor de esa naturaleza y tamaño podría desaparecer de la noche a la mañana. Por eso creo que realmente la bendición de la madre Teresa ayudó a Mónica a conseguir su curación", explicó el médico Bhattacharya.

Bhattacharya ha trabajado como médico durante más de 26 años, y en este caso, está convencido de que se trata de un milagro. "Me es muy difícil explicar cómo me sentí con todo este asunto. Pero ésta es una de las experiencias más maravillosas que he tenido en toda mi carrera médica", relató el médico.

Desde que fue curada, Mónica se dedicó a rezar por la pronta beatificación de la Madre Teresa. "Me acuerdo de ella todo el tiempo, ella fue quien me ayudó a curarme y dejar atrás todo ese sufrimiento", afirmó la campesina convencida de que mucha gente no cree en los milagros. Su único consejo para ellos es: "Espera hasta que te suceda a ti uno".

Este fue el milagro aprobado para la beatificación de la Madre Teresa que se realizó el 19 de octubre de 2003.

El relato de este milagro fue publicado originalmente en Fluvium.org

El Milagro en Marcilio Haddad Andrino

En diciembre de 2008, el ingeniero Marcilio Haddad Andrino, con 35 años de edad, fue ingresado de urgencia. Había enfermado de imprevisto y presentaba grandes trastornos en la esfera neurológica. Los exámenes especializados habían mostrado la presencia de ocho abscesos cerebrales; el absceso cerebral es un área purulenta de origen bacterial o viral, que determina la destrucción de los tejidos y la producción de pus dentro del encéfalo.

Después del ingreso en urgencias, el TAC (Tomografía Axial Computarizada) confirmó la gravedad de la patología. El paciente entró en coma y, después de algunos días, apareció también una obstrucción de las vías del líquido cefalorraquídeo del cerebro, que determinó un cuadro de hipertensión endocraneal.

La situación era tan grave que el cirujano, el profesor Cabral, en presencia de un cuadro clínico en continuo deterioro, con el riesgo de muerte inminente, decidió someter al ingeniero a una intervención de urgencia.

Pero, a este punto, sucedieron una serie de eventos inexplicables.  El paciente, conducido a la sala de operaciones en coma, abrió los ojos, y, entre el estupor de los presentes, preguntó por qué se encontraba allí.

El profesor Cabral, recuperado del estupor y tras constatar la plena lucidez del paciente, decidió no operar y realizar un TAC del encéfalo para entender qué estaba pasando.  

El examen reveló una modificación radical del cuadro patológico preexistente, con la desaparición del hidrocéfalo y la reducción del 70 por ciento de los abscesos cerebrales.

En pocos días las condiciones de Andrino mejoraron hasta tal punto que el profesor Cabral, constatando las perfectas condiciones clínicas y neurológicas, decidió dar de alta al paciente certificando la ausencia de cualquier rastro de alteraciones precedentes. No había rastro ni de abscesos cerebrales ni del hidrocéfalo.

 La cosa más sorprendente era que el paciente no presentaba ninguna secuela de la grave patología que había padecido. En el paso de pocos días --del 13 de diciembre, fecha de la operación prevista, al 23 de diciembre, día en el que fue dado de alta-- el ingeniero Andrino estaba sanado de forma definitiva y total.

¿Qué tiene que ver la Madre Teresa con la sanación inexplicable de Marcilio Haddad Andrino? La mujer del ingeniero brasileño se llama Fernanda y, precisamente mientras las condiciones de su marido empeoraban dramáticamente, se dirigió al padre Elmiran Ferreira, párroco de la iglesia de Nuestra Señora de Aparecida, San Vicente.

El párroco tenía intención de celebrar una misa de conmemoración con las Misioneras de Madre Teresa. El Padre Ferreira escuchó lo sucedido y trató de consolar a Fernanda. Le entregó un librito de novenas y le dijo que continuara rezando pidiendo la intercesión de la beata Madre Teresa.

La situación se estaba precipitando. Así, la tarde antes de la intervención quirúrgica, el padre Ferreira fue al hospital junto con Fernanda.

El párroco recitó las oraciones y administró el sacramento de la extremaunción. Después de eso, junto con Fernanda, puso junto a la cabeza de Marcilio un santo y una reliquia de Madre Teresa. Poco después se manifestó la sanación.

El 18 de diciembre de 2015 el Vaticano anunció que S.S. Francisco había aprobado la promulgación del decreto que reconoce estos hechos como un milagro obrado por Dios gracias a la intercesión de la Madre Teresa.
La canonización se realizó el 4 de septiembre de 2016.

Francisco besa a un niño, con el lienzo de Madre Teresa al fondo

"No sería digno de un cristiano «pasar de largo» y pretender tener la conciencia tranquila sólo porque se ha rezado"
Francisco, a los voluntarios católicos: “Vosotros sois los artesanos de la misericordia”
El Papa reza en silencio "por tanto sufrimiento, por tantos que viven descartados de la sociedad"
Jesús Bastante, 03 de septiembre de 2016 a las 12:27
•    Madre Teresa, "icono de la Misericordia hacia Asia y el mundo"
•    Ouellet: "Queremos ser actores en el Campo de las Obras de la Misericordia"
No me cansaré nunca de decir que la misericordia de Dios no es una idea bonita, sino una acción concreta; y que la misericordia humana no será auténtica hasta que no se concrete en el actuar diario

(Jesús Bastante).- "La credibilidad de la Iglesia pasa a través de vuestro serviciocon los niños abandonados, los enfermos, los pobres, los parados, los ancianos, los presos, los prófugos, los inmigrantes". Mañana soleada en Roma. El lienzo con la imagen de madre Teresa de Calcuta, que este domingo será canonizada por Francisco, ya preside el balcón de las bendiciones de la plaza de San Pedro. La "santa de los pobres", uno de los iconos de la solidaridad, marca los actos del Jubileo de los voluntarios y operadores de misericordia.

Una ceremonia alegre y esperanzada, que sin embargo mantuvo un sentido recuerdo a los que no pueden estar hoy en Roma, porque continúan afanándose en la recogida de escombros y reconocimiento de las víctimas del terremoto que hace una semana asoló el centro de Italia. De hecho, algunos de los actos festivos de este fin de semana se han suspendido. No así esta audiencia, en la que el Papa Francisco quiso agradecer el inmenso trabajo en nombre del Evangelio de tantos en todo el mundo. "Vosotros sois los artesanos de la misericordia, con vuestras manos, con vuestros ojos, con vuestra cercanía".

Miles de voluntarios, colaboradores, profesionales, procedentes de todos los rincones del mundo, acudieron a Roma a celebrar su Jubileo, el de los que ayudan a que la misericordia se haga efectiva en un mundo que sufre por sus costuras. El acto comenzó con un sentidohomenaje a los bomberos de Italia. Algunos de estos héroes acudieron a la plaza para dar su testimonio a los asistentes.

También habló un joven, procedente de Aleppo, que logró llegar a Italia gracias a los corredores humanitarios generados por la Comunidad de Sant Egidio. El segundo testimonio vino de parte de una mujer palestina cristiana, que desde hace años trabaja en Belén con los que más sufren en la tierra donde nació Jesús. Y una familia de voluntarios que colaboran en el santuario de Lourdes. Tras ello, una larga representación musical, con algunos momentos emotivos, como el "Alleluyah" o el recuerdo a Madre Teresa, y otros algo más tediosos.

Tras dos horas de espera, el jeep móvil de Francisco hizo presencia en la plaza de San Pedro. Acompañado por varios voluntarios, el vehículo papal recorrió las columnatas saludando a los representantes de los artífices de la misericordia en todo el mundo. El Papa se detuvo a bendecir a un grupo de Misioneras de la Caridad. No son pocos los que creen que, tras su canonización, Teresa de Calcuta puede ser nombrada Doctora de la Iglesia, aunque de momento sólo es un rumor que corre por los pasillos vaticanos.

En su reflexión, el Papa insistió en el amor de Dios, "un amor fiel, que no traiciona, a pesar de nuestras contradicciones", que "sale al encuentro". "Soy amado, luego existo", apuntó Bergoglio, quien reclamó ese amor no como algo abstracto, sino que "se ve, se toca y se experimenta en primera persona", porque da la vida.

"Del Calvario, donde el sufrimiento del Hijo de Dios alcanza su culmen, brota el manantial de amor que cancela todo pecado y que todo recrea en una vida nueva". Ante este amor hasta el final, señaló el Papa, "la Iglesia no puede permitirse actuar como lo hicieron el sacerdote y el levita con el hombre abandonado medio muerto en el camino. No se puede mirar para otro lado y dar la espalda para no ver muchas formas de pobreza que piden misericordia. No sería digno de la Iglesia ni de un cristiano «pasar de largo» y pretender tener la conciencia tranquila sólo porque se ha rezado".

"No me cansaré nunca de decir que la misericordia de Dios no es una idea bonita, sino una acción concreta; y que la misericordia humana no será auténtica hasta que no se concrete en el actuar diario", recalcó Francisco, quien agradeció a los voluntarios, "una de las realidades más hermosas de la Iglesia", "vosotros que, cada día, casi siempre de forma silenciosa y oculta, dais forma y visibilidad a la misericordia. Vosotros manifestáis uno de los deseos más hermosos del corazón del hombre: hacer que una persona que sufre se sienta amada".

"La credibilidad de la Iglesia pasa también de manera convincente a través de vuestro servicio a los niños abandonados, los enfermos, los pobres sin comida ni trabajo, los ancianos, los sintecho, los prisioneros, los refugiados y los emigrantes, así como a todos aquellos que han sido golpeados por las catástrofes naturales... En definitiva, dondequiera que haya una petición de auxilio, allí llega vuestro testimonio activo y desinteresado", agradeció Francisco, que pidió a los voluntarios "sed siempre diligentes en la solidaridad, fuertes en la cercanía, solícitos en generar alegría y convincentes en el consuelo", con fuerza y humildad.

"No dejéis que nunca sea motivo de presunción que lleva a sentirse mejores que los demás", advirtió Francisco, quien recordó en este punto a Madre Teresa. "Este testimonio de misericordia de nuestro tiempo se añade a la innumerable lista de hombres y mujeres que han hecho visible con su santidad el amor de Cristo. Imitemos también nosotros su ejemplo, y pidamos ser instrumentos humildes en las manos de Dios para aliviar el sufrimiento del mundo, y dar la alegría y la esperanza de la resurrección".

Al término de su reflexión, el Papa pidió orar "en silencio por tantas personas que sufren,por tanto sufrimiento, por tantos que viven descartados de la sociedad. Orar por tantos voluntarios, como vosotros, que van al encuentro de la carne de Cristo para tocarla, curarla, sentirla cerca. Y orar también por tantos, tantos... que hacen frente a tanta miseria".

Reflexión del Papa Francisco

Queridos hermanos y hermanas, buenos días.
Hemos escuchado el himno de la caridad que el apóstol Pablo escribió a la comunidad de Corinto, y que constituye una de las páginas más hermosas y más exigentes para el testimonio de nuestra fe (cf. 1 Co 13,1-13). San Pablo ha hablado muchas veces del amor y de la fe en sus escritos; sin embargo, en este texto se nos ofrece algo extraordinariamente grande y original. Él afirma que el amor, a diferencia de la fe y de la esperanza, «no pasará jamás» (v. 8). Esta enseñanza debe ser para nosotros una certeza inquebrantable; el amor de Dios no cesará nunca, ni en nuestra vida ni en la historia del mundo. Es un amor que permanece siempre joven, activo y dinámico, y que atrae hacia sí de un modo incomparable. Es un amor fiel que no traiciona, a pesar de nuestras contradicciones. Es un amor fecundo que genera y va más allá de nuestra pereza. En efecto, de este amor todos somos testigos. El amor de Dios nos sale al encuentro, como un río en crecida que nos arrolla pero sin aniquilarnos; más bien, es condición de vida: «Si no tengo amor, no soy nada», dice san Pablo (v. 2). Cuanto más nos dejamos involucrar por este amor, tanto más se regenera nuestra vida. Verdaderamente deberíamos decir con toda nuestra fuerza: soy amado, luego existo.


El amor del que nos habla el Apóstol no es algo abstracto ni vago; al contrario, es un amor que se ve, se toca y se experimenta en primera persona. La forma más grande y expresiva de este amor es Jesús.

Toda su persona y su vida no es otra cosa que una manifestación concreta del amor del Padre, hasta llegar al momento culminante: «la prueba de que Dios nos ama es que Cristo murió por nosotros cuando todavía éramos pecadores» (Rm 5,8). Del Calvario, donde el sufrimiento del Hijo de Dios alcanza su culmen, brota el manantial de amor que cancela todo pecado y que todo recrea en una vida nueva. Llevemos siempre con nosotros, de modo indeleble, esta certeza de la fe: Cristo «me amó y se entregó por mí» (Ga 2,20). Nada ni nadie podrá separarnos del amor de Dios (cf. Rm 8,35-39). Por tanto, el amor es la expresión más alta de toda la vida y nos permite existir.


Ante este contenido tan esencial de la fe, la Iglesia no puede permitirse actuar como lo hicieron el sacerdote y el levita con el hombre abandonado medio muerto en el camino (cf. Lc 10,25-36). No se puede mirar para otro lado y dar la espalda para no ver muchas formas de pobreza que piden misericordia. No sería digno de la Iglesia ni de un cristiano «pasar de largo» y pretender tener la conciencia tranquila sólo porque se ha rezado. El Calvario es siempre actual; no ha desaparecido ni permanece sólo como un hermoso cuadro en nuestras iglesias. Ese vértice de com-pasión, del que brota el amor de Dios hacia la miseria humana, nos sigue hablando hoy, animándonos a ofrecer nuevos signos de misericordia. No me cansaré nunca de decir que la misericordia de Dios no es una idea bonita, sino una acción concreta; y que la misericordia humana no será auténtica hasta que no se concrete en el actuar diario. La admonición del apóstol Juan sigue siendo válida: «Hijitos míos, no amemos solamente con la lengua y de palabra, sino con obras y de verdad» (1 Jn 3,18). De hecho, la verdad de la misericordia se comprueba en nuestros gestos cotidianos que hacen visible la acción de Dios en medio de nosotros.


Hermanos y hermanas, vosotros representáis el gran y variado mundo del voluntariado. Entre las realidades más hermosas de la Iglesia os encontráis vosotros que cada día, casi siempre de forma silenciosa y oculta, dais forma y visibilidad a la misericordia. Vosotros manifestáis uno de los deseos más hermosos del corazón del hombre: hacer que una persona que sufre se sienta amada.


En las distintas condiciones de indigencia y necesidad de muchas personas, vuestra presencia es la mano tendida de Cristo que llega a todos. La credibilidad de la Iglesia pasa también de manera convincente a través de vuestro servicio a los niños abandonados, los enfermos, los pobres sin comida ni trabajo, los ancianos, los sintecho, los prisioneros, los refugiados y los emigrantes, así como a todos aquellos que han sido golpeados por las catástrofes naturales... En definitiva, dondequiera que haya una petición de auxilio, allí llega vuestro testimonio activo y desinteresado. Vosotros hacéis visible la ley de Cristo, la de llevar los unos los pesos de los otros (cf. Ga 6,2; Jn 13,24). Sed siempre diligentes en la solidaridad, fuertes en la cercanía, solícitos en generar alegría y convincentes en el consuelo. El mundo tiene necesidad de signos concretos de solidaridad, sobre todo ante la tentación de la indiferencia, y requiere personas capaces de contrarrestar con su vida el individualismo, el pensar sólo en sí mismo y desinteresarse de los hermanos necesitados. Estad siempre contentos y llenos de alegría por vuestro servicio, pero no dejéis que nunca sea motivo de presunción que lleva a sentirse mejores que los demás. Por el contrario, vuestra obra de misericordia sea la humilde y elocuente prolongación de Jesucristo que sigue inclinándose y haciéndose cargo de quien sufre. De hecho, el amor «edifica» (1 Co 8,1) y, día tras día, permite a nuestras comunidades ser signo de la comunión fraterna.


Mañana, tendremos la alegría de ver a Madre Teresa proclamada santa. Este testimonio de misericordia de nuestro tiempo se añade a la innumerable lista de hombres y mujeres que han hecho visible con su santidad el amor de Cristo. Imitemos también nosotros su ejemplo, y pidamos ser instrumentos humildes en las manos de Dios para aliviar el sufrimiento del mundo, y dar la alegría y la esperanza de la resurrección.
 

PAXTV.ORG