“Ustedes también estén preparados”

Mons. Buxarrais, en la "Gota de Leche" de Melilla

El obispo emérito es ahora capellán en Melilla, en un centro para mayores que no tienen dónde vivir
Monseñor Ramón Buxarrais: "Quiero morir aquí y que mis cenizas vayan a la fosa común, sin nombre ni epitafio"
"La cárcel es dura porque ves la pobreza de las personas en todos los sentidos"

Diócesis de Málaga, 27 de agosto de 2014 a las 17:27

Jesús es Dios hecho hombre que comprende al hombre. Que consuela al hombre

(Diócesis de Málaga)- El obispo emérito D. Ramón Buxarrais Ventura celebrará su onomástica este domingo, 31 de agosto, rodeado del cariño de fieles y de vecinos de Melilla, donde vive desde hace 22 años como capellán del centro asistencial de mayores 'La Gota de Leche'.

-Pronto se cumplirán 23 años desde que usted llegó a Melilla, en el mes de septiembre. ¿Cuál es su balance en esta ciudad, D. Ramón?
-Muy positivo. Yo creo que he vivido una etapa de mi vida bonita, una etapa que es la de ser capellán de un centro asistencial. Cuando yo llegué, había 13 religiosas Hijas de la Caridad. Después se fue disminuyendo la comunidad por falta de vocaciones y quedaron cinco. Yo continué siendo el capellán, hasta que hace dos años y medio ellas decidieron dejar esto. Entonces recuerdo que el gerente me dijo: "¿Y usted también se irá?" Yo le dije: "No, si ustedes quieren yo me quedo".

-¿Cuál es su labor pastoral como capellán de este centro?
-Cada día celebro la misa en la capilla y visito los cinco pabellones que hay en esta casa donde viven 115 ancianos. Les leo el Evangelio del día y hacemos una pequeña oración. Cantamos alguna cosa, hacemos alguna broma, un chiste...Y después doy la mano a todos. A Carmen, a María Asunción, a Paquita, a todas, todas. Y a los hombres también. Y entonces, ésta es mi labor pastoral aquí.

-¿A quiénes se atiende en ‘La Gota de leche'?
-A personas mayores que no tienen dónde vivir se las acoge aquí. El requisito es ser español con carné de residencia en Melilla. Entre ellos, musulmanes que son españoles. Se les acoge y se les hace la vida lo más agradable posible. El gerente es un hombre de mucha valía que conoce mucho esta casa y le pone mucho interés.

-También fue usted capellán de la prisión de Melilla ¿cómo recuerda esta etapa?
-Yo vi que me sobraban horas para hacer. Así que, cuando llegué, pregunté al anterior vicario, José Carretero, quién iba a la cárcel. Me dijo que no iba nadie. Entonces le pregunté: "¿Y puedo ir yo?" Me dijo "¡Claro!". He estado 17 años yendo tres y cuatro veces a la semana a la cárcel. Era capellán de la cárcel, junto a Darío, un padre franciscano, párroco de Nador, la capital marroquí que está más cerca de Melilla. Recuerdo muy bien la experiencia, aunque es dura porque ves la pobreza de las personas en todos los sentidos. Yo intenté ayudarles en lo que podía. Cada mes repartía 300 euros que me llegaban como capellán de la cárcel. Esta cantidad no me la quedaba, sino que los daba a la administración para que diera diez euros a cada uno de los presos que no tenían ingresos. Hay muchos así, que llegan de Marruecos y caen aquí. Ellos se mostraban muy agradecidos con ese dinero. Era poco. Pero algo era. Se podía ayudar a 30 presos. Todavía vienen y me saludan por la calle. Me une cierta amistad con ellos. Tengo 84 años, estoy cumpliendo poco a poco los 85. Y hasta que Dios quiera.

-¿Y así fue como fundó el actual Voluntariado Cristiano de Prisiones?
-Sí, así es. Venía un seglar conmigo a tocar la guitarra. Se llama Adolfo y ahora está en Málaga. Venía conmigo. A partir de él quedó el Voluntario Cristiano de Prisiones. Está ahí. Funciona bien.

-¿Le marcó la experiencia de visitar a los reclusos en la prisión?
-Sí, sobre todo me marcó por ser comprensivo. Aún con la persona que hubiera cometido los mayores errores. Esto, al fin y al cabo, es la actitud de Jesús en el Evangelio. Jesús es Dios hecho hombre que comprende al hombre. Que consuela al hombre. Y entonces, esto es una actitud muy evangélica. La comprensión. Nunca negarse a comprender. Y ayudar a la otra persona.

-A usted también le preocupa el acceso a la cultura del pueblo marroquí. Por eso creó la ONG Insona, Iniciativas Sociales Nador. ¿Por qué surge y cuál es su cometido?
-Es una ONG marroquí aprobada por el Reino de Marruecos. Esta iniciativa surge cuando yo le dije al padre Darío: "Padre: ¿qué podemos hacer por el pueblo marroquí, por el pueblo musulmán?". Y él me dice: "cultura, padre, cultura. Dales cultura a esta gente". Porque la cultura puede ser el inicio de una nueva visión de la vida y de otras posibilidades. Cuando no tienen cultura, están muy encerrados en sí mismos. Y no ven más allá. Con esta idea, se crea una escuela profesional al lado de la parroquia de Nador, que costó entre la construcción y el mantenimiento durante dos años 83 millones de pesetas, que lo dio la Embajada Española en Marruecos. Ahora yo ya me he desentendido de esto y hemos pasado a hacer otra cosa. Ahora tenemos entre manos el Centro Al-Morafaka, un centro de promoción de la mujer, para que la mujer de Marruecos esté más desarrollada, tenga más cultura, más capacidad, sea tenida en cuenta y... ¡a ver si se consigue lo que se ha conseguido en Túnez! Ahora, la nueva constitución equipara a hombres y a mujeres. ¡Ojalá los demás países musulmanes también puedan copiar eso y hacerlo! Ahora estamos con este proyecto, pero si no hay ayuda exterior no podemos llevarlo a cabo. Hemos recurrido a Manos Unidas y hecho un dossier inmenso de 1.200 páginas con todas las necesidades del lugar. Esto se llevaría a cabo en el Cabo de Agua, situado a unos 70 kilómetros de Melilla. "Morafaka" es una palabra árabe que significa "acompañar". Nosotros queremos acompañar a estas mujeres, que salgan de la postración y que puedan vivir y desarrollarse como personas en este centro.

-En Melilla son testigos día a día del drama que supone ver a muchas personas intentar saltar la valla en busca de un futuro mejor. ¿Cómo se puede afrontar esta circunstancia?
-El Señor Obispo de Málaga, Don Jesús Catalá, dijo una palabra que a mí me pareció oportuna: "El problema de la inmigración es un problema político". Ojalá llegue el día en que no haya fronteras en el mundo entero y las personas se puedan trasladar adonde quieran. Porque yo comprendo que los emigrantes vienen de naciones donde se vive con dificultad, con muchas limitaciones, a veces con claras injusticias. Y buscan donde vivir mejor. Y vienen porque saben que en Europa se vive mejor que en muchas naciones africanas. Llegará el día en el que en África se viva tan bien o mejor que en Europa. ¡Entonces los europeos iremos buscando los países africanos! A mí me parece que es un problema político. El problema está ahí. Esos mil y pico musulmanes que están en el Monte Gurugú esperando cruzar la frontera. Eso hace pensar, hace temer...Pero, por un lado, uno tiene que comprender que el Estado español tiene que regular. Yo pienso que el mundo irá mejorando y que llegará un día en el que cada uno podrá ir donde quiera y con facilidad. Ahora, a esto... ¡échale muchos años para llegar a esto!

-Ahora que comparte su día a día con los abuelos, ¿aprende cosas de ellos?
-Yo aprendo, con ellos, a saber estar. A veces, cuando estamos en la mesa pienso: "¿Qué haces tú aquí?". Yo comparto todos los días la comida con Gabriel, que tiene demencia senil absoluta, con Carmelo, al que tengo que ayudar un poco. El que está frente a mí está muy bien. Bromeamos y hablamos. Pero Gabriel, creo que no sabe ni dónde está. A veces come el postre antes que la comida. Entonces yo pienso: "Bueno, les han dejado aquí, para que les cuiden". Mi final es éste. Y quiero morir en Melilla. Roberto es el capellán del hospital y entonces vendrá a verme (sonríe) y dirá: "¡Don Ramón, que ya le ha llegado la hora!". Lo aceptaremos con serenidad.

-Vive de forma austera ¿no siente que le falte nada?
-Necesito poco para vivir. Yo soy de una familia pobre. Yo era el pequeño de cinco hijos. Viví las privaciones de una familia que no tenía a veces para vivir. Recuerdo noches sin cena. Y pasar hambre. Alpargatas rotas. Quizá esto me preparó para que yo viviera con sencillez y que no aspirara a más que lo que el Señor me iba ofreciendo en la vida. Y nada más.

-El papa Francisco hace continuas referencias a la pobreza ¿sigue sus mensajes?
-Soy seguidor como todo cristiano. Dice mensajes sencillos que la gente capta y que la gente sabe interpretar y sabe vivir. Doy las gracias a Dios por este Papa. Faltaría más.

-"La vocación es un fruto que madura en el campo bien cultivado del amor recíproco que se hace servicio mutuo", dijo el papa Francisco el pasado mes de enero en la 51ª Jornada Mundial de la Oración. ¿Le preocupa a usted también la falta de pastores en la Iglesia?
-Cada día rezo a San José para que haya aumento de vocaciones consagradas y militantes seglares. Que haya más vocaciones. Tenemos, todos los jueves, una Hora Santa para pedir por las vocaciones sacerdotales y religiosas. Vienen grupos. El otro día había 15 o 17 personas. Creo que esta oración constante ante el Santísimo Sacramento, que lo exponemos, para pedir al Señor que nos envíe vocaciones sacerdotales y militantes seglares parece que es significativo. Es una cosa que demuestra nuestro interés por las vocaciones.

-¿Qué puede hacerse desde la Iglesia para alimentar las vocaciones?
-Vivir el Evangelio, los que estamos ya dentro, con alegría y con ilusión. El Papa lo subraya mucho: vivir el Evangelio con alegría. Eso también infundirá interrogantes en la juventud. La juventud está muy distraída por la sociedad del consumo. Quizá llegue un día en que las cosas cambien a mejor. Tenemos que confiar y tener esperanza.

-¿Echa de menos algo ahora mismo? -No, no echo de menos nada. Lo vivido, vivido está. Pero no echo nada de menos de lo que he vivido. Nunca volvería al día anterior. Hoy no volveré al día de ayer. Y espero que el día de mañana sea mejor. Como dicen los enamorados en el Día de San Valentín: "te quiero más que ayer pero menos que mañana". Creo que el mundo está hoy mejor que ayer, pero peor que mañana. Y esto a pesar de las guerras, de los odios y de las personas malas que puede haber.

-¿Piensa a veces en la muerte? -Pienso mucho en la muerte, es curioso. Es una de las cosas en las que más pienso. Casi cada día. Tengo a mucha gente alrededor. Después de reunirles para leer el Evangelio, paso por las habitaciones de los inválidos y las inválidas, que no pueden moverse. Les dirijo unas palabritas, rezamos el Ave María con los enfermos. A uno, por ejemplo, le digo: "José Serrano, tú tienes 82 años, yo tengo 84 y voy para los 85 y espero llegar a los 90". Me dicen: "Gracias por habérmelo dicho, mañana me lo dices también" (ríe). Ésta es mi vida. Aprendo y me siento acogido aquí. Como en casa, estoy muy bien.-¿Cómo le gustaría que se le recordara? -Diré una cosa. Quisiera que no se me recordara. Esto sería para mí, que se pensara: "Pasó una persona, que se llamó Ramón Buxarrais Ventura". Y nada más. No deseo que nadie me recuerde. Quiero morir aquí y que me incineren y que mis cenizas vayan a la fosa común. Sin nombre ni epitafio. Quisiera que no se me recordara.


Evangelio según San Mateo 24,42-51. 

Estén prevenidos, porque ustedes no saben qué día vendrá su Señor. Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, velaría y no dejaría perforar las paredes de su casa. Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora menos pensada. ¿Cuál es, entonces, el servidor fiel y previsor, a quien el Señor ha puesto al frente de su personal, para distribuir el alimento en el momento oportuno? Feliz aquel servidor a quien su señor, al llegar, encuentre ocupado en este trabajo. Les aseguro que lo hará administrador de todos sus bienes. Pero si es un mal servidor, que piensa: 'Mi señor tardará', y se dedica a golpear a sus compañeros, a comer y a beber con los borrachos, su señor llegará el día y la hora menos pensada, y lo castigará. Entonces él correrá la misma suerte que los hipócritas. Allí habrá llanto y rechinar de
dientes. 

San Juan Pablo II (1920-2005), papa 
Testamento (trad.  © copyright Libreria Editrice Vaticana)

“Ustedes también estén preparados”

"Velad, pues, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor". Estas palabras me recuerdan la última llamada, que llegará en el momento en el que quiera el Señor. Deseo seguirle y deseo que todo lo que forma parte de mi vida terrena me prepare para ese momento. No sé cuándo llegará, pero al igual que todo, pongo también ese momento en las manos de la Madre de mi Maestro: "Totus tuus". En estas mismas manos maternales lo dejo todo y a todos aquellos a los que me ha unido mi vida y mi vocación. En estas manos dejo sobre todo a la Iglesia, así como a mi nación y a toda la humanidad. Doy las gracias a todos. A todos les pido perdón. Pido también oraciones para que la misericordia de Dios se muestre más grande que mi debilidad e indignidad. (6/3/1979) [...]

Todos debemos tener presente la perspectiva de la muerte. Y debemos estar dispuestos a presentarnos ante el Señor y Juez, y simultáneamente Redentor y Padre. Por eso, yo también tengo presente esto continuamente, encomendando ese momento decisivo a la Madre de Cristo y de la Iglesia, a la Madre de mi esperanza. [...]

Una vez más, deseo encomendarme totalmente a la gracia del Señor. Él mismo decidirá cuándo y cómo tengo que terminar mi vida terrena y el ministerio pastoral. En la vida y en la muerte "Totus Tuus", mediante la Inmaculada.

Aceptando ya desde ahora esa muerte, espero que Cristo me dé la gracia para el último paso, es decir, la Pascua (mía). Espero que también la haga útil para esta causa más importante a la que trato de servir: la salvación de los hombres, la salvaguarda de la familia humana y, en ella, de todas las naciones y pueblos (entre ellos, me dirijo también de manera particular a mi patria terrena); que sea útil para las personas que de manera particular me ha confiado, para la Iglesia, para la gloria del mismo Dios. (1/3/80).

28 de agosto 2014 Jueves XXI 1 Co 1,1-9

San Pablo cuando se dirige por carta a una comunidad cristiana, además del saludo inicial que siempre manifiesta que es Dios mismo quien bendice la comunidad; también subraya los aspectos positivos de aquella comunidad Hoy, cuando se dirige a los Corintios para avisarles y alentarlos en la vida comunitaria, al final de la lectura les dice: «Dios es fiel y es él quien os ha llamado a vivir en comunión con su Hijo Jesucristo ». A veces hay frases que se dicen, casi de una manera muy rutinaria, y son muy importantes. Hoy propongo que reflexionemos: ¿qué significa vive en comunión con Jesucristo. Señor, que mi vida, cada día más, sea testigo de comunión.

San Agustín de Hipona, obispo y doctor de la Iglesia

Memoria de san Agustín, obispo y doctor eximio de la Iglesia, que, convertido a la fe católica después de una adolescencia inquieta por los principios doctrinales y las costumbres, fue bautizado en Milán por san Ambrosio y, vuelto a su patria, llevó con algunos amigos una vida ascética y entregada al estudio de las Sagradas Escrituras. Elegido después obispo de Hipona, en la actual Argelia, durante treinta y cuatro años fue maestro de su grey, a la que instruyó con sermones y numerosos escritos, con los cuales también combatió valientemente los errores de su tiempo y expuso con sabiduría la recta fe.

San Agustín ha sido uno de los santos más famosos de la Iglesia católica. Después de Jesucristo y de San Pablo es difícil encontrar un líder espiritual que haya logrado ejercer mayor influencia entre los católicos que este enorme santo.

Su inteligencia era sencillamente asombrosa, su facilidad de palabra ha sido celebrada por todos los países. De los 400 sermones que dejo escritos, han sacado y seguirán sacando material precioso para sus enseñanzas, los maestros de religión de todos los tiempos.    Cuando Agustín se convirtió al catolicismo escribió el libro Confesiones, que lo ha hecho famoso en todo el mundo.

Su lectura ha sido la delicia de millones de lectores en muchos países por muchos siglos. El comentaba que a la gente le agrada leer este escrito por gozan leyendo de los defectos ajenos, pero no se esmeran en corregir los propios. La lectura de "Las Confesiones de San Agustín" ha convertido a muchos pecadores. Por ejemplo Santa Teresa cambio radicalmente de comportamiento al leer esas páginas.   Cuando joven tuvo una grave enfermedad y ante el temor de la muerte se hizo instruir en la religión católica y se propuso hacerse bautizar.

Pero apenas recobro la salud se le olvidaron sus buenos propósitos y siguió siendo pagano. Más tarde criticara fuertemente a los que dejan para bautizarse cuando ya son bastante mayores, para poder seguir pecando.   Luego leyó una obra que le hizo un gran bien y fue el "Hortensio" de Cicerón. Este precioso libro lo convenció de que cada cual vale más por lo que es y por lo que piensa que por lo que tiene.    Pero luego sucedió que tuvo un retroceso en su espiritualidad. Ingreso a la secta de los Maniqueos, que decía que este mundo lo había hecho el diablo y enseñaban un montón de errores absurdos.

Luego se fue a vivir en unión libre con una muchacha y de ella tuvo un hijo al cual llamo Adeodato ( que significa : Dios me lo ha dado)   Luego leyó las obras del sabio filosofo Platón y se dio cuenta de que la persona humana vale muchísimo más por su espíritu que por su cuerpo y que lo que más debe uno esmerarse en formar es su espíritu y su mente. Estas lecturas del sabio Platón le fueron inmensamente provechosas y lo van a guiar después durante toda su existencia.

Se dedico a leer la Santa Biblia y se desilusiono, ya que le pareció demasiado sencilla y sin estilo literario, como los libros mundanos. Y dejo por un tiempo de leerla. Después dirá, suspirando de tristeza : "Porque la leía con orgullo y por aparecer sabio, por eso no me agradaba. Porque yo en esas páginas no buscaba santidad, sino vanidad por eso me desagradaba su lectura. ¡ Oh sabiduría siempre antigua y siempre nueva. Cuan tarde te he conocido!".

Al volver al África fue ordenado sacerdote y el obispo Valerio de Hipona, que tenía mucha dificultad para hablar, lo nombró su predicador. Y pronto empezó a deslumbrar con sus maravillosos sermones. Predicaba tan hermoso, que nadie por ahí, había escuchado hablar a alguien así, a gente escuchaba hasta por tres horas seguidas sin cansarse. Los temas de sus sermones, eran todos sacados de la santa Biblia, pero con un modo tan agradable y sabio que la gente se entusiasmaba.

Y sucedió que al morir Valerio, el obispo, el pueblo lo aclamo como nuevo obispo y tuvo que aceptar. en adelante será un obispo modelo, un padre bondadoso para todos. Vivirá con sus sacerdotes en una amable comunidad sacerdotal donde todos se sentirán hermanos. El pueblo siempre sabia que la casa del obispo Agustín siempre estará abierta para los que necesitan ayuda espiritual o material.

Será gran predicador invitado por los obispos y sacerdotes de comunidades vecinas y escritor de libros bellísimos que han sido y serán la delicia de los católicos que quieran progresar en la santidad. El tenía la rara cualidad de hacerse amar por todos.    Había en el norte de África unos herejes llamados Donatistas, que enseñaba que la Iglesia no debe perdonar a los pecadores y que como católicos solamente deben ser admitidos los totalmente puros ( pero ellos no tenían ningún reparo en asesinar a quienes se oponían en sus doctrinas ) Agustín se les opuso con sus elocuentes sermones y brillantísimos escritos, y ellos no eran capaces de responderles a sus razones y argumentos.

Al fin el Santo logró llevar a cabo una reunión en Cartago con todos los obispos católicos de la región y todos los jefes de los Donatistas y allí los católicos dirigidos por nuestro santo derrotaron totalmente en todas las discusiones a los herejes, restos fueron abandonados por la mayor parte de sus seguidores, y la secta se fue acabando poco a poco. Vino enseguida otro hereje muy peligroso.

Un tal Pelagio, que enseñaba que para ser santo no hacía falta recibir gracias o ayudas de Dios, sino que uno mismo por su propia cuenta y propios esfuerzos logra llegar a la santidad. Agustín que sabía por triste experiencia que por 32 años había tratado de ser bueno por sus propios esfuerzos y que lo único que había logrado era ser malo, se le opuso con sus predicaciones y sus libros y escribió un formidable tratado de "La Gracia", el cual prueba que nadie puede ser bueno, ni santo, si Dios no le envía gracias ni ayudas especiales para serlo, en este tratado tan lleno de sabiduría, se han basado después de los siglos, los teólogos de la Iglesia católica para enseñar acerca de la gracia.

Cuando Roma fue saqueada y casi destruida por los bárbaros de Genserico, los antiguos paganos habían dicho que todos estos males habían llegado por haber dejado de rezar a los antiguos dioses paganos y por haber llegado la religión católica. Agustín escribió entonces un nuevo libro, el más famoso después de las Confesiones, "La Ciudad de Dios" ( empleó 13 años redactándolo ). Allí defiende poderosamente a la religión católica y demuestra que las cosas que suceden, aunque a primera vista son para nuestro mal, están todas en un plan que Dios hizo en favor nuestro que al final veremos que era para nuestro bien. ( Como dice San Pablo: "Todo sucede para bien de los que aman a Dios") .   En el año 430 el santo empezó a sentir continuas fiebres y se dio cuenta de que la muerte lo iba alcanzar, tenía 72 años y cumplía 40 años de ser fervoroso católico, su fama de sabio, de santo y de amable pastor era inmensa. Los bárbaros atacaban su ciudad de Hipona para destruirla, y el murió antes de que la ciudad cayera en manos de semejantes criminales. A quién le preguntaba que si no sentía temor de morir, el les contestaba : "Quien ama a Cristo, no debe temer miedo de encontrarse con El". Pidió que escribieran sus salmos preferidos en grandes carteles dentro de su habitación para irlos leyendo continuamente ( él en sus sermones, había explicado los salmos ) durante su enfermedad curó un enfermo, con solo colocarle las manos en la cabeza y varías personas que estaban poseídas por malos espíritus quedaron libres ( San Posidio, el obispo que lo acompaño hasta sus últimos días, escribió después su biografía ).

Oremos: Renueva, Señor, en tu Iglesia aquel espíritu que, con tanta abundancia, otorgaste al obispo San Agustín, para que también nosotros tengamos sed de ti, única fuente de la verdadera sabiduría, y en ti, único manantial del verdadero amor, encuentre descanso nuestro corazón. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

EL GENIO DE AGUSTÍN

28 de agosto de 2014

1 Corintios 1, 1-9; Sal 144, 2-3. 4-5. 6-7;  Mateo 24, 42-51

Uno de los autores que más ha influido en la cultura occidental es san Agustín. Muchos lo consideran un genio y ahora sería muy difícil ponderar todos sus logros. Pero, tanto para los hombres de fe como para quienes no la tienen el Obispo de Hipona es una referente que no puede pasarse por alto. Sin embargo, basta con leer las Confesiones que escribió para darse cuenta de que Agustín no puede catalogarse entre los genios al uso. San Agustín venció intelectualmente a los maniqueos, derrotó a los donatistas y aportó todos los argumentos contra el pelagianismo; inició en La Ciudad de Dios una interpretación teológica de la historia en la que se han inspirado todas las posteriores, y sobresale por sus comentarios bíblicos y sus sermones. Pero en ese libro autobiográfico, el genio africano se nos muestra arrodillado ante Dios.

La censura que domina nuestro sistema educativo está privando a millones de personas del acceso a uno de los padres de Occidente. Bastaría con leer esas Confesiones, para descubrir que lo divino no niega lo humano. Agustín dedicó mucho tiempo a indagar sobre sí mismo. No lo hizo en el sentido de dar vueltas a sus talentos y regodearse en ellos. Lejos de quedarse en la periferia pedante de la autocomplacencia utilizó sus dones para adentrarse en sí mismo. Quería entender el sentido del mundo para entenderse a sí mismo y esa búsqueda incesante de la verdad, en la que entendía se encontraba comprometido, le acuciaba porque quería ser feliz. Esa sinceridad del autor es la que lo pone en contacto con nosotros a pesar de haber pasado más de quince siglos. San Agustín quería ser feliz, como lo quiere todo hombre. Y ese deseo de su interior no lo ocultó sino que quiso saciarlo plenamente. En el evangelio de hoy escuchamos esa advertencia de Jesús a sus discípulos en la que les exhorta a estar en vela. Jesús advierte de los abusos del hombre que pospone el conseguir la felicidad (simbolizada en el amo que ha de regresar) y cae en los perores abusos y atropellos (signo de una vida orientada a la nada). San Agustín conoció ese tipo de vida, pero fue consciente de la insatisfacción profunda que le procuraba. Saciando sus apetitos no aquietaba su corazón. Pero nu8nca dejó de buscar. Por eso más adelante pudo escribir: “Nos hiciste Señor para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti”.A muchas personas les resulta simpático este santo porque se quedan con su vida de pagano. Piensan, el que experimentó muchos pecados es un verdadero hombre. Se equivocan en su juicio, porque donde se muestra la humanidad de Agustín con mayor plenitud es en su ansia por conocer la verdad eterna. En lo otro, nos diría él, se asemejaba a las bestias. Por eso cuando conoció a Jesucristo descubrió también que allí se nos manifestaba en plenitud en qué consiste ser hombre.

Francisco y monseñor Osoro

Se va Rouco Varela y no de la forma que él quería y tenía planificada
Nuevo ciclo en la Iglesia española: Francisco designa a Carlos Osoro para Madrid y a Cañizares para Valencia
El nuevo arzobispo madrileño, al que el Papa llama "peregrino", es un obispo que pisa calle

José Manuel Vidal, 28 de agosto de 2014 a las 12:00

Cañizares regresa mucho más abierto y dialogante. Mucho más "franciscano" y, por supuesto, mucho más moderado a todos los niveles

(José Manuel Vidal).- Carambola para unos. Cambio histórico en la Iglesia española para otros. El caso es que este jueves, día 28 de agosto pasará a los anales eclesiásticos españoles como el día en que el cardenalRouco Varela se va y deja su puesto en Madrid a Carlos Osoro, al que sucederá en Valencia el cardenal Antonio Cañizares. Se cumplen los pronósticos, tal y como anunció en exclusiva Religión Digital. Ésta era la quiniela que se barajaba desde hace meses. Lo inédito es que se anuncien los dos nombramientos a la vez y el mismo día.

Se va Rouco Varela (Villalba, 1936) y no de la forma que él quería y tenía planificada. El ya administrador apostólico de Madrid había presionado a Roma para que le sucediera su fiel obispo auxiliar, Fidel Herráez, y para que el nombramiento de su sucesor se anunciase en septiembre. Pero el Papa no transigió ni en el nombre de su sucesor ni en la fecha de la publicación de su pase a la reserva.

Se va el cardenal Rouco y, con su salida de la primera escena de la Iglesia, se cierra un ciclo. Un largo ciclo de casi 24 años, en el que el purpurado madrileño actuó como un auténtico "vicepapa" español. Listo, puso en marcha una estrategia de control, que le aseguró todo el poder eclesiástico durante décadas. Fue el hombre de Roma en España. Con Juan Pablo II y, sobre todo, con Benedicto XVI. Pero, con la llegada de Francisco al solio pontificio su estrella comenzó a palidecer. No era ni podía ser el hombre de Bergoglio en España. Entre ambos hay demasiadas diferencias de fondo y de forma.

En contra de sus deseos, el hombre llamado por el Papa para poner a la archidiócesis madrileña y, por contagio, a la Iglesia española a la hora de Francisco es el hasta ahora arzobispo de Valencia, Carlos Osoro (Castañeda, 1945).

Afable, cercano, pastoral y con una capacidad de trabajo inigualable, el nuevo arzobispo madrileño es un prelado de los que pisa calle.

De hecho, la última vez que Francisco lo vio en Roma le llamo "el peregrino", por lo mucho que le gusta estar a pie de obra pastoral, siempre presente en todo tipo de actos sociales, civiles y, sobre todo, pastorales. Un obispo todoterreno en lo pastoral y moderado en lo eclesial.

Llega a Madrid un prelado bregado en mil batallas y al que su valía le llevó desde Orense, su primera diócesis, a Oviedo, pasando por Valencia, para recalar definitivamente en Madrid. A sus 69 años, le quedan 6 hábiles, hasta que presente su renuncia por cumplir los 75.

Un tiempo suficiente para que Osoro se convierta en el líder tranquilo y "franciscano" de la Iglesia española. Por ser arzobispo de Madrid, alcanzará pronto el birrete cardenalicio y, dentro de tres años, cuando termine el mandato de monseñor Blázquez, tiene todas las papeletas para sucederle al frente del episcopado español. De su mano, en Madrid se pondrá en marcha un cambio tranquilo, basado en tres premisas o tres ejes, que fue los que dirigieron su labor episcopal en Galicia, Asturias o Valencia: celo pastoral, diálogo e implicación eclesial de todos. Osoro ha dado pruebas, durante todos estos años, que, como Francisco, es partidario de una Iglesia en salida. Una Iglesia que se mezcla con las penas y las alegrías de la gente, atenta a los signos de los tiempos y consumida por el celo de Dios. Una Iglesia sin tedio y sin querencia por los grupos estufas, encerrados en sí mismo y sin contacto con la vida real de la gente. En segundo lugar, una Iglesia dialogante. Con todos y sin líneas rojas ni imposiciones. Diálogo hacia adentro, con todos los sectores y las diversas sensibilidades eclesiales. Sin negar su existencia y reconociendo su valor. Y diálogo hacia afuera con la sociedad civil y con sus representantes políticos. Sin decantarse por ninguno. Volver a la tesis del cardenal Tarancón: La Iglesia neutral y como autoridad moral. Libre y no partidista, para poder ejercer, también libremente, su capacidad de denuncia profética.

Y, por lo tanto, una Iglesia de todos y para todos. Osoro viene a Madrid a sumar, a reunir en la Iglesia diocesana a todas las organizaciones y movimientos eclesiales. Como está haciendo Francisco. Tendrán cabida con él el Camino Neocatecumenal (conocidos popularmente como los Kikos), el Opus Dei y los demás movimientos neoconservadores. Pero también serán de la partida la Acción Católica, los movimientos especializados del mundo obrero, la gente sencilla de las parroquias o los curas de Vallecas y de San Carlos Borromeo. Eso sí, sin echarse en brazos de ninguno de ellos en exclusiva.
Madrid gana un arzobispo cercano, sencillo, con olor a oveja, de la cuerda de Francisco. Recala en Madrid "el peregrino". Y para quedarse. Y, desde Madrid, su impronta pastoral puede contagiar a la Iglesia de España y despertarla de su tedio.

Un Cañizares cambiado

Para sucederle en Valencia (una diócesis a la que Osoro se metió en el bolsillo muy pronto y hasta ahora), el Papa ha optado por el cardenal Cañizares (Utiel, 1945) que, de esta forma, regresa a España. Se había ido a Roma, llamado por el Papa Ratzinger, para ocuparse de los asuntos litúrgicos. Por pura obediencia y por presiones de Rouco, que no quería que le siguiese haciendo sombra desde la cercana archidiócesis de Toledo. Y su corazón se quedó en España. No es un obispo curial ni de despacho. Especialista en catequesis, le gusta la pastoral directa y el gobierno pastoral de una diócesis. Y, desde que llegó Francisco a Roma, le pidió que lo mandase de regreso a España. Hace ya meses el Papa le dijo que volvería a España, pero sin concretarle "ni cuando ni a dónde". La incógnita papal se acaba de despejar: llega a Valencia, su patria chica. Y llega con ganas de ser profeta en su propia tierra. Y, además, vuelve cambiado. El paso por Roma le ha centrado. Atrás queda su imagen de cardenal de las Españas, de nuevo Recaredo o de pequeño Ratzinger. Regresa mucho más abierto y dialogante. Mucho más "franciscano" y, por supuesto, mucho más moderado a todos los niveles.

En Valencia va a recibir en herencia una diócesis que camina, que está en marcha, impulsada por el celo pastoral de monseñor Osoro. Una diócesis rica en todos los sentidos, con laicos bien preparados y con vocaciones. Y Valencia vuelve a tener cardenal, después del deceso de Agustín García Gasco.

Con Blázquez de salida, Osoro y Cañizares (casi de la misma edad) están llamados a liderar la Iglesia española de los próximos años. Con el añadido del nuevo arzobispo de Barcelona (todavía sin nombrar, aunque el cardenal Sistach ya lleva dos años de prórroga en el cargo) y del arzobispo castrense, Juan del Rio. Se da la circunstancia, además, que los tres son amigos y los tres van a apostar por un liderazgo eclesial mucho más colegial que el ejercido por el cardenal Rouco Varela. Mucho más en consonancia con los nuevos aires primaverales que soplan en Roma de la mano de Francisco. Con la marcha del cardenal de Madrid desaparece el "tapón" que mantenía controlados los resortes eclesiales. Termina la era Rouco y comienza una nueva etapa de cambio tranquilo de la Iglesia española, que se encarrila hacia la moderación. Una Iglesia que dejará de ser aduana para pasar a ser hospital de campaña. Como dicen los Evangelios y como quiere el Papa Francisco.


¿Quiénes somos para quejarnos ante Dios?

Ocurre que de pronto piensas que Dios te ha olvidado. Te asedian tantos problemas y no los puedes comprender. Quedas envuelto en un torbellino del que parece no existir una salida. 

Recientemente pasé por algo parecido, y sentí una gran confusión. Procuraba estar tranquilo y confiar en Jesús. 
Solía visitarlo en el Sagrario para quejarme... ¿Hasta cuando?... 
Y oraba con el Salmo 6: 

Señor, no me reprendas en tu ira, ni me castigues si estás enojado.

Ten compasión de mí que estoy sin fuerzas; sáname pues no puedo sostenerme.

Aquí estoy sumamente perturbado, tú, Señor, ¿hasta cuando?... 
Vuélvete a mí, Señor, salva mi vida, y líbrame por tu gran compasión.
 

Sentía entonces como si una voz interior me dijera: 
-Lee a Job. ¿Job?- me dije extrañado.

Y fue lo que empecé a hacer, y lo que te recomiendo cuando no entiendas lo que te ocurre, y cuando sientas que no puedes más. 

Mientras escribo, tengo frente a mí una Biblia. Está abierta en el libro de Job. Ahora se ha vuelto un amigo entrañable. Me ayudó a comprender las enseñanzas de Nuestro Señor. ¿Quiénes somos para quejarnos ante Dios? ¿Acaso pensamos ofrecer nuestros sufrimientos por la salvación de las almas? No somos dignos de nada. Todo es gracia de Dios. Job lo supo bien: 

Reconozco que lo puedes todo, y que eres capaz de realizar todos tus proyectos. Hablé sin inteligencia de cosas que no conocía, de cosas extraordinarias, superiores a mí. Yo sólo te conocía de oídas; pero ahora te han visto mis ojos. Por eso retiro mis palabras y hago penitencia sobre el polvo y la ceniza. 
(Job 42,2-6)

Comprendes de pronto lo pequeño e insignificante que eres ante la inmensidad y magnificencia de Dios. 

Parece como si Dios mismo te llevara al límite, para probar tu fe, fortalecerla y hacerte comprender que sin él nada podemos. 

Porque así como el oro se purifica en el fuego, así también los que agradan a Dios pasan por el crisol de la humillación. (Siracides 2,5) 

A Él le agradan los hombres humildes, sencillos, rectos de corazón. Y nos enseña a ser como desea que seamos. 

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