«De ahora en adelante serás pescador de hombres»

EL PERIÓDICO / BAGDAD

LUNES, 1 DE SEPTIEMBRE DE 2014 - 18:09 H

Muchos musulmanes iraquíes condenan la limpieza étnica que en el norte de Irak están sufriendo los cristianos, los chiíes o los yazidistes. Así ha quedado patente en un programa de televisión de la cadena Asia TV cuando uno de los presentadores, Nahia Mahdi, musulmán suní, ha arrancado a llorar cuando se ha empezado a debatir sobre el exterminio que estas minorías religiosas sufren por parte de los terroristas yihadistas del Estado Islámico (EI).

"Los cristianos son nuestra propia carne, nuestra propia sangre", comentó Mahdi, que ha añadido: "Es terrible que venga gente y te obligue a irte de casa. Y eso es lo que les pasa a los cristianos "." Hoy he llorado en mi casa ", dijo este presentador, que en ese momento ha arrancado a llorar. "¿Quién es esa gente [los yihadistas] para expulsar de casa nuestros compatriotas? Los cristianos son verdaderos iraquíes", afirmó entre lágrimas y ha exhortado al Gobierno iraquí a actuar para proteger a estas personas.

Como un torrente, el presentador no ha dejado de defender la pluralidad religiosa de Irak. "Nuestro país es como una rosa, y sus pétalos son los cristianos, los árabes, los kurdos, los sabeos, el pueblo Shabak. Todos ellos son nuestros compatriotas".

Intervención de un poeta

Abu al-Hassanein al-Rub'i, un poeta iraquí que asistía al programa, ha roto una lanza a favor de las comunidades cristianas iraquíes. "Los cristianos son personas pacíficas, que aman todas las sectas. Ellos son gente honorable, con altos valores morales. Ellos siempre mantienen su sentido de la justicia. Los manifestamos al cien por cien nuestra solidaridad".

Evangelio según San Lucas 5,1-11.

En una oportunidad, la multitud se amontonaba alrededor de Jesús para escuchar la Palabra de Dios, y él estaba de pie a la orilla del lago de Genesaret. Desde allí vio dos barcas junto a la orilla del lago; los pescadores habían bajado y estaban limpiando las redes. 
Jesús subió a una de las barcas, que era de Simón, y le pidió que se apartara un poco de la orilla; después se sentó, y enseñaba a la multitud desde la barca. Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: "Navega mar adentro, y echen las redes". Simón le respondió: "Maestro, hemos trabajado la noche entera y no hemos sacado nada, pero si tú lo dices, echaré las redes". Así lo hicieron, y sacaron tal cantidad de peces, que las redes estaban a punto de romperse. Entonces hicieron señas a los compañeros de la otra barca para que fueran a ayudarlos. Ellos acudieron, y llenaron tanto las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús y le dijo: "Aléjate de mí, Señor, porque soy un pecador". El temor se había apoderado de él y de los que lo acompañaban, por la cantidad de peces que habían recogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, compañeros de Simón. Pero Jesús dijo a Simón: "No temas, de ahora en adelante serás pescador de hombres". Ellos atracaron las barcas a la orilla y, abandonándolo todo, lo siguieron. 

San Máximo de Turín (¿- c.420), obispo de Turin. Sermón 39, atribuido

«De ahora en adelante serás pescador de hombres»

Cuando el Señor, sentado en la barca, dice a Pedro: «Avanza mar adentro, y soltad las redes para pescar», no le aconseja tanto tirar los instrumentos de pesca en la profundidad de las aguas, como propagar en el fondo de los corazones las palabras de la predicación. Este abismo de los corazones lo ha penetrado san Pablo lanzando la palabra que dice: «¡Oh abismo de riqueza, sabiduría y ciencia de Dios!» (Rm 11,33) [...] Así como los pliegues de la red arrastra hasta la nave los peces que ha cogido, el seno de la fe conduce hacia el reposo a todos los hombres que ella reúne.

Para hacer comprender siempre mejor que el Señor hablaba de la pesca espiritual, Pedro dice: «Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos cogido nada, pero porque tú lo dices, echaré las redes» [...] El Verbo, la Palabra de Dios, es el Señor nuestro Salvador. [...] Puesto que Pedro lanza su red según el Verbo, propaga su elocuencia según Cristo. Despliega las redes tejidas según las prescripciones de su maestro; en nombre del Señor lanza unas palabras más claras y más eficaces que permiten salvar, no a criaturas irracionales, sino a hombres.

«Hemos estado bregando, dice, toda la noche y no hemos cogido nada.» Sí, Pedro había estado trabajando toda la noche [...]; cuando ha brillado la luz del Salvador, las tinieblas se han disipado y su fe le ha permitido distinguir, en lo más profundo de las aguas, lo que sus ojos no podían ver. Pedro, efectivamente, ha estado sufriendo toda la noche, hasta que el día, que es Cristo, viene en su ayuda. Eso es lo que ha hecho que apóstol Pablo pueda decir: «La noche está avanzada, el día ha llegado» (Rm 13,12).

4 de septiembre 2014 Jueves XXII 1 Co 3, 18-23

¿Qué quiere decir esta frase que hoy leemos en la carta de los corintios: «Si entre vosotros alguien se tiene por sabio, según la sabiduría del mundo presente, que se haga ignorante, para poder ser sabio de verdad.»? ¿En qué consiste ser sabio de verdad? Señor, que siempre tenga presente que todo es nuestro, pero que nosotros somos de Cristo.

Santa Rosa Viterbo

Gertrudis von le Fort ha escrito que la  verdadera genialidad de la mujer se encuentra en lo religioso, y que el mundo  profano no ha dado a la historia nombres comparables a Juana de Arco o a  Catalina de Sena. Rosa de Viterbo se halla en la línea de lo genial en  el mundo religioso. El barrio gótico de Viterbo es uno de los lugares  más evocadores de la Edad Media. Cuando se habla de aquella época  hay que evitar dos escollos: o considerarla como la edad ideal del  cristianismo, a fijarse sólo en sus defectos, que los tuvo. Sin embargo,  prevalecen los aspectos positivos. En ninguna otra edad de la historia se  dejó sentir tan intensamente el influjo del cristianismo en la vida  pública y privada, política y social, cultural y  artística. Un verdadero y sentido universalismo unió a los  pueblos bajo la dirección del Papa y del emperador. Todos tenían  fe, y se sujetaban gustosos al magisterio de la Iglesia, no faltando,  naturalmente, las excepciones. ¿Qué otro tiempo puede gloriarse de  creaciones como las universidades, las catedrales, las cruzadas, la Suma de Santo Tomás y la Divina Comedia de Dante? Los héroes  que se llevaban las simpatías de todos eran los santos. Santos del  calibre de un Tomás de Aquino, de un Domingo, de un Francisco de  Asís.

Rosa nació en Viterbo en 1235. Viterbo formaba parte  entonces del patrimonio de San Pedro. En 1216 había muerto Inocencio  III, a quien se ha llamado el Augusto del pontificado. Con él se  llegó a la cúspide de la autoridad de la Iglesia sobre el mundo.  Pero, a su muerte, el emperador Federico II estuvo en lucha constante con los  papas Gregorio IX e Inocencio IV. De la lucha salieron debilitados los dos  poderes, el imperial y el pontificio. Se acercaban días malos para la  Iglesia.

Los padres de Rosa eran pobres y excelentes cristianos. Ya  en su más tierna infancia todos se dieron cuenta de que Dios  tenía grandes planes sobre ella. De verdad que es asombrosa la mezcla de  lo natural y de lo sobrenatural en su vida. En vez de entregarse a los juegos  propios de su edad, se pasaba largos ratos ante las imágenes de los  santos, especialmente si eran imágenes de la Virgen Santísima.  Impresionaba la atención con que oía a sus padres cuando hablaban  de cosas de Dios. Desde muy pequeña sintió ansias de vivir en  soledad, ansias que casi nunca se realizaron del todo. Y siempre fue una  enamorada de la penitencia. Los viterbianos se avezaron a ver por sus calles a  una niña, que iba siempre descalza y con los cabellos en desorden.  Grandes eran sus austeridades en la comida, llegando a pasarse días  enteros con un poco de pan. Pan que muchas veces iba a parar a la boca de los  pobres, otra de sus santas debilidades. Corría tras los pobres y con  cariño inmenso les ofrecía todo cuanto tenía. Si fuera de  su casa era caritativa, es fácil imaginar el respeto y amor con que  mimaba a sus padres. En Viterbo había un convento de religiosas, llamado  de San Damián. A sus puertas llamó nuestra heroína, pero  inútilmente, porque era pobre y porque era niña.

Entonces decide  convertir su casa en un claustro. Allí se excedía santamente en  las penitencias corporales, llegando a disciplinarse hasta perder el  conocimiento. Los de su casa intentan apartarla del camino emprendido, pero es  tanta la gracia humano-divina que se refleja en toda su persona, que convence a  todos. Y las horas de oración se sucedían sin interrupción  en su vida. A los ocho años, víctima de sus penitencias,  contrae una gravísima enfermedad, que dura quince meses. Fue  milagrosamente curada por la Santísima Virgen, quien le mandó  tomar el hábito de la Tercera Orden de San Francisco, hábito que  recibió en la iglesia de Santa María. Aquel día  empezó su vida de apóstol. Al salir de la iglesia predicó  con tal fervor sobre la pasión de Nuestro Señor Jesucristo y los  pecados de los hombres, que todos se volvieron compungidos a sus casas,  mientras ella regresaba gustosa a su soledad. Día tras día toda  la ciudad, atónita, oyó sus predicaciones. Difícilmente  comprendemos hoy el ardor con que las multitudes medievales iban tras el  predicador de la palabra de Dios, las conversiones, las públicas  reconciliaciones que provocaba, por ejemplo, un San Antonio de Padua. Y si el  predicador resultaba ser una niña de pocos años... No faltaron las contradicciones ni las penas. Los  partidarios de Federico II, enemigos de la Santa Sede, en seguida la hicieron  objeto de sus ataques. Tras las mofas y las calumnias vino el destierro. Todo  ello sirvió para demostrar el temple de aquella niña, quien, como  los apóstoles en otro tiempo, dijo que no podía dejar de predicar  la divina palabra. Y la Providencia se valió de la malicia de sus  perseguidores para que la semilla de la verdad fructificara en otras partes.  Con sus padres tuvo que salir de noche de Viterbo, mientras la nieve  barría los caminos. Agotados por el cansancio y el sufrimiento, llegaron  al día siguiente al pueblo de Soriano. Sin embargo, todos los  sufrimientos físicos se desvanecieron ante el dolor de su alma por la  disolución moral de aquellas gentes. Allí continúa  predicando, y su predicación se convierte, al cabo de algunos meses, en  abundantes conversiones. Acuden también a oírla hombres y mujeres  de los pueblos vecinos. A sus oyentes un día les anunció la  muerte de Federico II, ocurrida en Fiorentino de Puglia el 13 de diciembre de  1250. Al fin de su vida el emperador se reconcilió con la Iglesia.

Y los pueblos de Vitorchiano, Orvieto, Acquapendente,  Montefalcone y Corneto, oyeron, extrañados y al fin convencidos, la voz  de aquella niña que atraía con su sola presencia, y que, si era  preciso, confirmaba su predicación con milagros. Uno de los defectos que  se achacan, con razón, a la Edad Media es la excesiva credulidad con que  admitía los hechos extraordinarios. Hoy los biógrafos de nuestra  Santa rechazan algunos de los milagros que se le atribuyeron, pero sin duda  ninguna que hizo grandes milagros, porque de otro modo no se explica la  polvareda espiritual que su paso levantó por todas partes. Su vida  entera era un milagro.

A los dieciocho meses de haber salido de su pueblo natal  pudo regresar a él, después de la muerte de Federico II. El  pueblo entero salió a recibir a la mujer extraordinaria, contentos todos  de recuperar aquel tesoro, que ahora apreciaban más después de  haberlo perdido. A pesar de sus triunfos apostólicos, su alma deseaba  la soledad, para entregarse más decididamente a la oración y a la  penitencia. Es la constante historia de todos los verdaderos apóstoles.  San Bernardo había escrito poco tiempo antes que el apóstol debe  ser concha y no simple canal. Por segunda vez intenta entrar en un convento. Esta vez el  monasterio lleva el bonito nombre de Santa María de las Rosas. Pero por  segunda vez se le cierran las puertas del claustro. Dios no la destinaba a la  vida religiosa.

Y por consejo de su confesor, Pedro de Capotosti, decide de  nuevo convertir su casa en el claustro soñado; esta vez, sin embargo,  tendrá que preocuparse de la santificación de otras almas.  Algunas amigas suyas de Viterbo se unen a ella para guardar silencio, cantar  salmos y oír sus exhortaciones espirituales. Ante la constante afluencia  de nuevas jóvenes, el confesor de Rosa les compra un terreno cerca de  Santa María de las Rosas. Allí floreció una comunidad que  tomó la regla de la Orden Tercera de San Francisco. De nuevo las humanas pequeñeces estorbaron la obra de  Dios. Inocencio IV suprimió la obra, a indicación de las monjas  de San Damián.

El biógrafo de San Francisco de Asís,  Tomás de Celano, dice que «cantando recibió la muerte».  Un canto de alegría fue también la muerte de Rosa. Gastada  prematuramente por las penitencias y el apostolado, se preparó para  salir al encuentro del Esposo de las vírgenes. Al recibir el  viático quedó largo rato en altísima contemplación.  Cuando volvió en sí se le administró la  extremaunción.

Pidió perdón a Dios de todos sus pecados y  se despidió de sus familiares con la exquisita caridad de siempre.  Jesús, María, fueron sus últimas palabras.  Tenía diecisiete años y diez meses. Puede fácilmente imaginarse el dolor de los  viterbianos. ¡Había sido tan rápido su paso sobre la tierra!  Su cuerpo, que despedía un perfume muy agradable, fue sepultado en Santa  María. Inocencio IV inició su proceso de  canonización, pero la muerte le impidió terminarlo. Entonces  nuestra Santa se aparece a Alejandro IV, que a la sazón se hallaba en  Viterbo, y le indica que traslade su cuerpo a la iglesia de San Damián.  Se organizó una magnífica procesión, presidida por el  Papa, a quien acompañaban cuatro cardenales, para el traslado de sus  reliquias a la iglesia aludida. Desde entonces el monasterio se llama de Santa  Rosa. Nicolás V ordenó al consejo de la villa de  Viterbo que en la precesión de la Candelaria tres cirios de cera blanca  recordaran a todos la luz de su apostolado, su amor a Dios y a los hombres, y  su blancura virginal. Calixto III la colocó en el catálogo de los  santos. Desde su muerte, el lugar que guarda su cuerpo incorrupto ha sido  centro de constantes peregrinaciones. En 1357 ocurrió en Viterbo un gran  milagro. Quedó reducida a cenizas la capilla que guardaba sus reliquias,  y se quemó la caja que las contenía; el cuerpo santo sólo  cambió un poco de color.

Aunque su muerte ocurrió el día 6 de marzo de  1252, su fiesta se celebra el día 4 de septiembre, por ser el  aniversario de la solemne traslación.

Se le representa recibiendo la sagrada comunión junto  a un altar, y viendo en sueños los instrumentos de la pasión de  Nuestro Señor Jesucristo.

¿La lección de Rosa? Yo diría que es una  lección de sobrenaturalismo. Nuestro siglo XX, escéptico ante lo  extraordinario, y excesivamente enamorado de lo humano, conviene recuerde que  Dios tiene marcada preferencia por servirse de instrumentos inadecuados para  obtener sus victorias. Sobre todo deberían recordar frecuentemente la  vida y la obra de Rosa de Viterbo todos los que se dedican al apostolado.

Francisco, confesando durante la JMJ

El Papa critica a los "cristianos a mitad camino" que no se encuentran con Jesús
"La fuerza de la Palabra de Dios está en el encuentro entre mis pecados y la sangre de Cristo, que me salva"
Invita a quien se cree sabio a "hacerse necio para tener sabiduría"

Redacción, 04 de septiembre de 2014 a las 12:29

¿De qué se puede vanagloriar un cristiano? De dos cosas: de los propios pecados y de Cristo Crucificado

(RV).- La fuerza de la vida cristiana está en el encuentro entre nuestros pecados y Cristo que nos salva. Donde no existe este encuentro, las iglesias son decadentes y los cristianos tibios. Es lo que ha dicho Papa Francisco en la Misa de esta mañana en Santa Marta.

Pedro y Pablo nos hacen entender que un cristiano se puede vanagloriar de dos cosas: "de los propios pecados y de Cristo crucificado". La fuerza transformadora de la Palabra de Dios, explica el Papa, parte de la conciencia de esto. Así, Pablo, en la primera Carta a los Corintios, invita a quien se cree sabio a "hacerse necio para tener sabiduría, porque la sabiduría de este mundo es necedad ante Dios".

"Pablo, nos dice que la fuerza de la Palabra de Dios, la que cambia el corazón, que cambia el mundo, que nos da esperanza, que nos da vida, no es la sabiduría humana. No. Esa es necedad, dice él. La fuerza de la Palabra de Dios viene de otro lado. También la fuerza de la Palabra de Dios pasa por el corazón del predicador y por esto dice a los que predican la Palabra de Dios: ‘Haceos necios', es decir no pongáis vuestra seguridad en vuestra sabiduría, en la sabiduría del mundo".

El apóstol Pablo no se envanecía de sus estudios y "había estudiado con los profesores más importantes de su época", si no "solo de dos cosas". "Él mismo dice: ‘solo me vanaglorio de mis pecados'. Esto escandaliza. Y después en otra cita dice: ‘Solo me vanaglorio en Cristo y este Crucificado'. La fuerza de la Palabra de Dios está en ese encuentro entre mis pecados y la sangre de Cristo, que me salva. Y cuando no existe este encuentro, no hay fuerza en el corazón. Cuando nos olvidamos de ese encuentro que tuvimos en la vida, nos convertimos en mundanos, queremos hablar de las cosas de Dios con lenguaje humano, y no sirve: no da vida".

También Pedro, en el Evangelio de la pesca milagrosa, vive la experiencia de encontrarse con Cristo viendo su propio pecado: va la fuerza de Jesús y se ve a sí mismo. Se lanza a sus pies diciendo: "Señor, aléjate de mí porque soy un pecador". En este encuentro entre Cristo y mis pecados está la salvación

"El lugar privilegiado para el encuentro con Jesucristo son los propios pecados. Si un cristiano no es capaz de sentirse verdaderamente pecador y salvado por la sangre de Cristo Crucificado, es un cristiano a mitad camino, es un cristiano tibio. Y cuando nos encontramos iglesias decadentes, parroquias decadentes, instituciones decadentes, seguramente allí hay cristianos que nunca se han encontrado con Jesucristo o se han olvidado de su encuentro con Él

La fuerza de la vida cristiana y la fuerza de la Palabra de Dios está en ese momento en el que yo, pecador, me encuentro con Jesucristo y de ese encuentro la vida da un giro, cambia... Te da la fuerza para anunciar la salvación a los demás".

Papa Francisco invita a plantearnos algunas preguntas: "¿Soy capaz de decir al Señor: ‘Soy pecador', no en teoría, si no confesando ‘el pecado concreto?". Y ¿soy capaz de creer que Él, con su Sangre, me ha salvado del pecado y me ha dado una vida nueva? ¿Tengo confianza en Cristo?". Por tanto concluye: "¿De qué se puede vanagloriar un cristiano? De dos cosas: de los propios pecados y de Cristo Crucificado".

Meditación ante el Santísimo Sacramento

Jesús Sacramentado ¿por qué tu Corazón nunca me ha juzgado tan severamente como yo acostumbro a juzgar a mis semejantes?

No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzguéis seréis juzgados, y con la medida con que midáis se os medirá a vosotros. ¿Cómo es que miras la brizna en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que hay en tu ojo?. ¿O cómo vas a decir a tu hermano: Deja que te saque esa brizna del ojo, teniendo la viga en el tuyo?. Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna del ojo de tu hermano. (Mateo 7, 1-5) 

Señor, acabamos de leer tus palabras según el evangelista San Mateo. Con qué claridad nos está hablando el Maestro, con qué claridad nos llega tu mandato, Señor: ¡NO JUZGUÉIS!... 

¿Y qué hago yo de la mañana a la noche? Juzgar, criticar, murmurar... voy de chisme en chisme sin detenerme a pensar que lo que traigo y llevo entre mis manos, mejor dicho en mi lengua, es la fama, la honestidad, el buen nombre de las personas que cruzan por mi camino, por mi vida. Y no solo eso, me erijo en juez de ellos y ellas sin compasión, sin caridad y como Tu bien dices, sin mirar un poco dentro de mí. 

Señor, en este momento tengo la dicha inmensa e inmerecida de estar frente a Ti, Jesús, ¡qué pena tengo de ver esa viga que no está precisamente en mi ojo, sino en mi corazón...! ¿Por qué en este momento me siento tan pequeña, tan sin valor, con todas esas "cosas" que generalmente critico de los demás y que veo en mí son mayores y más graves? 

Jesús Sacramentado ¿por qué tu Corazón nunca me ha juzgado tan severamente como yo acostumbro a juzgar a mis semejantes? 
Solo hay una respuesta: ¡porque me amas! 

Ahora mismo me estás mirando desde esa Sagrada Hostia con esos ojos de Dios y Hombre, con los mismos que todos los días miras a todos los hombres y mujeres, como miraste a María Magdalena, como miraste al ladrón que moría junto a ti y por esa mirada te robó el corazón para siempre... y así me estás mirando a mí esta mañana, en esta Capilla me estás hablando de corazón a corazón: "Ámame a mi y ama a los que te rodean, no juzgues a los que cruzan por tu camino, por tu vida... ámalos como me amas a mi, porque todos, sean como sean, son mis hijos, son mis criaturas y por ellos y por ti estuve un día muriendo en una Cruz... Te quiero a ti, los quiero a ellos, a TODOS...¡NO LOS JUZGUES!" 

Señor, ¡ayúdame! 

Arranca de mi corazón ese orgullo, esa soberbia, ese amor propio que no sabe pedir perdón y aún peor, ese sentimiento que me roe el alma y que no me deja perdonar... No perdones mis ofensas, mis desvíos, mi frialdad, mi alejamiento como yo perdono a los que me ofenden - así decimos en la oración que tu nos enseñaste, el Padrenuestro - a los que me dañan, a los que me lastiman, porque mi perdón suele ser un "perdón limitado", lleno de condiciones.... ¡Enséñame Señor, a dar ese perdón como es el tuyo: amplio, cálido, total, INFINITAMENTE TOTAL! 

Hoy llegué a esta Capilla siendo la de siempre, con mi pereza, con mis rencillas muy mías y mis necedades, mi orgullo, mi intransigencia para los demás, sin paz, con mis labios apretados, sin sonrisa, como si el mundo estuviera contra mi... 

Pero Tu me has mirado, Señor, desde ahí, desde esa humildad sin límites, desde esa espera eterna a los corazones que llegan arrepentidos de lo que somos... y he sabido y he sentido que me amas como nadie me puede amar y mi alma ha recobrado la paz. 

Ya no soy la misma persona y de rodillas me voy a atrever a prometerte que quiero ser como esa custodia donde estás guardado y que donde quiera que vaya, en mi hogar, en mi trabajo, en la calle, donde esté, llevar esa Luz que he visto en tus ojos, en los míos, y mirar a todos y al mundo entero con ese amor con que miras Tu y perdonar como perdonas Tu.... 

¡Ayúdame, Señor, para que así sea! 

Septiembre mes de la Biblia

Durante este mes, en todas las comunidades cristianas, se desarrollan actividades que nos permitan acercarnos mejor y con más provecho a la Palabra de Dios

Septiembre mes de la Biblia

La intención es que durante este mes, en todas las comunidades cristianas, se desarrollen algunas actividades que nos permitan acercarnos mejor y con más provecho a la Palabra de Dios.

Propuestas para escuchar la Palabra

1. La lectura diaria de los textos bíblicos litúrgicos es una excelente ayuda para profundizar en la Palabra de Dios. De esta manera nos unimos a toda la Iglesia que ora al Padre meditando los mismos textos. También nos acostumbramos a una lectura continuada de la Biblia, donde los textos están relacionados y lo que leemos hoy se continua con lo de mañana. La lectura diaria de los textos (para lo cual Liturgia Cotidiana es una excelente herramienta) constituye una "puerta segura" para escuchar a Dios que nos habla en la Biblia.

2. - ¿Has leído alguna vez un evangelio entero "de corrido"? Es muy interesante descubrir la trama de la vida de Jesús escrita por cada evangelista. Muchos detalles y relaciones entre los textos que cada evangelista utiliza quedan al descubierto cuando uno hace una lectura continuada. Este mes es propicio para ofrecerle a Dios este esfuerzo. Te recomendamos la lectura del evangelio de Marcos. No es muy largo, en unas horas se puede leer. Al ser el primero de los sinópticos, los otros (Mateo y Lucas) lo siguen en el esquema general. Por lo tanto es una muy buena "puerta de entrada" al mensaje de Jesús.

3. Otra posibilidad para poner en práctica este mes (y tal vez iniciar un hábito necesario y constructivo) es la oración con los salmos. Los mismos recogen la oración del pueblo de dios a lo largo de casi mil años de caminata del pueblo de Israel. Nos acercan la voz del pueblo que ora con fe, y la palabra de Dios, que nos señala esta manera de orar para acercarnos y escuchar sus enseñanzas. En los salmos podemos encontrar una inmensa fuente de inspiración para la oración. Hay salmos que nos hablan de la alegría, de las dificultades y conflictos, de la esperanza, del abatimiento, del dolor, de la liberación y la justicia, de la creación, de la misma Palabra de Dios (salmo 118, el más largo de todos). Aprender a rezar con los Salmos es una "puerta siempre abierta" para el encuentro con el Dios de la Vida.

4. La lectura orante de la Palabra, realizada en comunidad, nos pone en sintonía con la voluntad de Dios. Es un ejercicio clave para el crecimiento en la fe. La fuerza de la comunidad nos alienta para encontrar en los textos la fuerza del Espíritu. Todos aprendemos juntos y nos enriquecemos con el aporte de cada uno. Existen muchos métodos de lectura orante. Simplificando al máximo podemos decir que los siguientes cuatro pasos son los más comunes: Lectura,

Meditación,  Oración, Compromiso 

La lectura orante siempre desemboca en un desafío para vivir. La Palabra de Dios nos desafía a seguir los pasos de Jesús y cambiar nuestra vida. 

La lectura orante, practicada en comunidad, es una "puerta-espejo" que nos interpela y nos ayuda a discernir cómo vivir y practicar su Palabra en nuestros días.

De la la Encíclica Fides et ratio Capítulo V. N´55 (parcial)

"Tampoco faltan rebrotes peligrosos de fideísmo, que no acepta la importancia del conocimiento racional y de la reflexión filosófica para la inteligencia de la fe y, más aún, para la posibilidad misma de creer en Dios. Una expresión de esta tendencia fideísta difundida hoy es el « biblicismo », que tiende a hacer de la lectura de la Sagrada Escritura o de su exégesis el único punto de referencia para la verdad. Sucede así que se identifica la palabra de Dios solamente con la Sagrada Escritura, vaciando así de sentido la doctrina de la Iglesia confirmada expresamente por el Concilio Ecuménico Vaticano II. 

La Constitución Dei Verbum, después de recordar que la palabra de Dios está presente tanto en los textos sagrados como en la Tradición, afirma claramente: « La Tradición y la Escritura constituyen el depósito sagrado de la palabra de Dios, confiado a la Iglesia. Fiel a dicho depósito, el pueblo cristiano entero, unido a sus pastores, persevera siempre en la doctrina apostólica ». La Sagrada Escritura, por tanto, no es solamente punto de referencia para la Iglesia. En efecto, la « suprema norma de su fe » proviene de la unidad que el Espíritu ha puesto entre la Sagrada Tradición, la Sagrada Escritura y el Magisterio de la Iglesia en una reciprocidad tal que los tres no pueden subsistir de forma independiente.

No hay que infravalorar, además, el peligro de la aplicación de una sola metodología para llegar a la verdad de la Sagrada Escritura, olvidando la necesidad de una exégesis más amplia que permita comprender, junto con toda la Iglesia, el sentido pleno de los textos. Cuantos se dedican al estudio de las Sagradas Escrituras deben tener siempre presente que las diversas metodologías hermenéuticas se apoyan en una determinada concepción filosófica. Por ello, es preciso analizarla con discernimiento antes de aplicarla a los textos sagrados."
Juan Pablo II  Fides et ratio 14 de Setiembre de 1998

Para finalizar, los católicos durante el mes de septiembre debemos dedicarlo a iniciar el conocimiento y divulgación de los textos bíblicos, ya que quien se llame cristiano tendría que conocer la historia de la salvación y la Palabra de Dios, interpretadas auténtica y fielmente por el Magisterio de la Iglesia. 

La Biblia, para todas las denominaciones cristianas, contiene la Revelación y es, como todo libro sagrado, la fuente del conocimiento y el compromiso de vida en lo referente a la fe. 

Cada año, la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana, la Iglesia Ortodoxa e Iglesias Evangélicas celebrarán el Mes de la Biblia. Cada comunidad celebrará el mes con énfasis de acuerdo a su historia y tradición. 

La Iglesia Católica Romana recordando a San Jerónimo, (a quien conmemoramos el 30 de septiembre), traductor de la Vulgata, la Biblia en lengua latina; la Ortodoxa haciendo memoria que fue en idioma griego que se escribieron los

Santos Evangelios y los demás libros del Nuevo Testamento y las Iglesias Evangélicas conmemorando la publicación, el 26 de septiembre de 1569, de la primera traducción de los Textos Bíblicos a la lengua española, traducción realizada por Casiodoro de Reina y conocida como la “Biblia del Oso” ya que en su portada estaba representado dicho animal. 

Muy pocos saben que esta Biblia, pese a ser fruto del trabajo de un activo protestante contenía todos los textos propios de la Biblia Vulgata latina de San Jerónimo, mencionada al inicio, que es el texto oficial de la Biblia para toda la iglesia católica romana.

Algo de historia

La palabra Biblia se origina, a través del latín, en la expresión griega τα βιβλία τα ἅγια (ta biblía ta haguia; los libros sagrados), acuñada por vez primera en I Macabeos 12:9, siendo βιβλία plural de βιβλίον (biblíon, ´papiro´ o ´rollo´, usado también para ´libro´). Se cree que este nombre nació como diminutivo del nombre de la ciudad de Biblos (Βύβλος), importante mercado de papiros de la antigüedad.

Esta frase fue empleada por los hebreos helenizados (aquellos que habitaban en ciudades de habla griega) mucho tiempo antes del nacimiento de Jesús de Nazaret para referirse al Tanaj o Antiguo Testamento. Muchos años después empezó a ser utilizada por los cristianos para referirse al conjunto de libros que forman el Antiguo Testamento así como los Evangelios y las cartas apostólicas, es decir, el Nuevo Testamento. Para ese entonces ya era común utilizar las dos primeras palabras de la frase, τα βιβλία, a manera de título. Ya como título, y habiendo perdido el artículo τα, se empezó a utilizar en latín como biblia sacra (los libros sagrados) y de ahí fue transmitido a las demás lenguas.

La Biblia es una compilación de textos que en un principio eran documentos separados (llamados "libros"), escritos primero en hebreo, arameo y griego durante un dilatado periodo de tiempo y después reunidos para formar el Tanaj (Antiguo Testamento para los cristianos) y luego el Nuevo Testamento. Ambos testamentos forman la Biblia cristiana. En sí la Biblia fue escrita a lo largo de aproximadamente 1000 años (900 a. C. - 100 d. C.). Los textos más antiguos se encuentran en el Libro de los Jueces ("Canto de Débora") y en el Pentateuco, que son datadas en la época de los dos reinos (siglos X a VIII a. C.). El libro completo más antiguo, el de Oseas es también de la misma época. 

El canon católico romano de la Biblia que conocemos hoy fue sancionado por primera vez en el Concilio de Hipona en el año 393 de nuestra era, por la Iglesia Católica. Dicho canon de 73 libros (46 pertenecientes al llamado Antiguo Testamento, incluyendo 7 libros llamados actualmente Deuterocanónicos -Tobías, Judit, I Macabeos, II Macabeos, Sabiduría, Eclesiástico y Baruc- y 27 al Nuevo Testamento) fue confirmado en el Sínodo de Roma en el año 380, y ratificado en el Concilio de Cartago en el año 397, y luego nuevamente confirmado por decreto en la cuarta sesión del Concilio de Trento del 8 de abril de 1546. 

Versiones castellanas de la Biblia Católica

Vienen éstas de la traducción hecha por San Jerónimo (Dalmacia, Yugoeslavia, 342-420) al latín, versión oficial de la Iglesia por casi 15 siglos. El primer intento estuvo a cargo de la corte del Rey Alfonso X, El Sabio, en 1280, conocida como la Biblia Alfonsina; en 1430, el Gran Maestre de la orden de Calatrava, Don Luis de Guzmán, patrocina a Mosé Arragel para realizar otra traducción, conocida como la Biblia de Alba.

En 1944 se publica la llamada de Nácar-Colunga, publicada por la Biblioteca de Autores Cristianos que no usa la traducción de la Vulgata como fuente si no usa los originales. 

La Biblia de Jerusalén aparece en 1967, también basada en los textos originales. La primera edición de la Biblia latinoamericana, con el lenguaje propio de la región, es editada por primera vez en 2001. En el año 2005 se presentó, tras 33 años de trabajo, la Biblia de Navarra, para hacerla se tomaron como fuente los textos originales en hebreo, arameo y griego.

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